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La mujer en la Europa de Napoleón: breve acercamiento a la familia imperial

Jonathan Jacobo Bar Shuali 7 de Marzo de 2022 a las 19:51 h

El Primer Imperio francés y la Revolución francesa han ofrecido al lector aficionado, y al público especializado, una serie de figuras enigmáticas que, a su vez, han supuesto una "inmensa producción bibliográfica" alrededor de su legado histórico. Este es el caso de Josefina de Beauharnais, la emperatriz María Luisa, las hermanas de Napoleón I, etc. Sin embargo, si éstas son bien conocidas en Europa oriental y en las áreas de influencia francófona, en el caso español es evidente el desconocimiento parcial acerca de los autores de esta temática y sus objetos de estudio. Fuera de la novela histórica, mujeres destacables entre 1789 y 1815 no cuentan con una monografía en lengua castellana y, como se ha señalado más arriba, sus autores tampoco se han visto traducidos. Es impensable observar que el profesor J. Tulard, biógrafo de Napoleón I o Florence de Baudus, descendiente directa de un oficial del "Gran Ejército", no sean conocidos entre los interesados en la materia hoy en el área peninsular. De hecho, esta última ha dedicado recientemente un trabajo a la relación del emperador francés con los monarcas españoles (2021).

A pesar de ello, es obvio que algún interés ha habido en el territorio español por la Europa de Napoleón, hecho que reflejan los escasos trabajos de Marcel Dupont Carolina Bonaparte (1945) y Genevieve Chastenet Paulina Bonaparte (1998), aunque este trabajo fue publicado en Hispanoamérica. Los fondos de la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla de la Universidad Complutense de Madrid albergan pequeños vestigios de la Europa de Napoleón y las mujeres que la habitaron.

 

Dentro de la creación del "mito napoleónico", en parte edificado por el propio Bonaparte y por otra solidificado por una mirada "popular", encontramos la curiosidad y el interés por la vida privada de la familia de origen corso, los "Buonaparte". Este hecho se dio, incluso, en los tiempos en que el emperador gobernó sobre los franceses. Con el encierro de Napoleón en la isla de Santa Elena la curiosidad aumentó y numerosos novelistas hicieron acopio de los rumores que rondaban alrededor de la familia imperial. Napoleón I contó con tres hermanas menores: Carolina, Elisa y Paulina. La primera fue la esposa del temido Murat, la segunda tomó por marido a Félix Bacciocchi (ambos serían condes de Compignano) y la tercera vivió dos matrimonios, el primero con el general Leclerc (caído en Haití en 1802) y el segundo se daría con Camilo Borghese, oficial del imperio y noble italiano. En líneas generales, Napoleón utilizó a sus hermanas para obtener pactos y establecer la casa Bonaparte por el continente europeo. A pesar de ello, las mujeres de la familia no fueron las únicas en ser utilizadas como punto de conexión y asegurarse la lealtad de sus subalternos. De hecho, el hijastro de Napoleón, Eugenio, también fue obligado a enlazarse con la Casa Real de Baviera. A ello debemos sumar que el enlace entre Carolina y Murat no seguía los planes originales del general Bonaparte.

 

Como se ha visto más arriba, los "voceríos" y rumores que recorrían las calles parisinas alcanzaron la literatura. Se dice que Napoleón hizo uso de las figuras femeninas para presentarse como un "héroe y salvador", de hecho, el escritor Charles Doris de Bourges o M. le Baron publicó desde 1815 en adelante Amours secrètes de Napoléon Bonaparte y Amours secrettes des quatre frères de Napoléon. En esta serie de ejemplares, disponibles en la Biblioteca Histórica "Marqués de Valdecilla", que a su vez suponían una fuerte burla a la figura del exemperador, el grabador reseña algunos de los rumores más conocidos. El primero de ellos, ya desde época republicana es el de Napoleón salvando a una joven dama de un incendio. Otro que cabe destacar es la supuesta relación que mantenían Hortensia de Beauharnais, hijastra de Napoleón I, y el propio monarca. Este hecho nunca ha sido demostrado. La joven hija de la emperatriz Josefina tomó como esposo al rey de Holanda, Luis Bonaparte. Más joven que su marido, la muchacha nunca se llegó a encontrar a gusto con su cónyuge, se piensa incluso que, en la medida de la posible trató de evitar el pernoctar en su misma alcoba. Sin embargo, ambos fueron los padres del futuro Napoleón III. En esta línea, los realistas y la clase comercial difundieron la idea de que el emperador yacía con su hijastra o que incluso llegaba a espiarla en sus aposentos, hecho que también trata de plasmar el editor de esta edición.

 

 

La mujer en la Corte francesa, realmente limitada en sus derechos básicos, suponía un "arma de doble filo". En primer lugar, era una transmisora de información y un medio a través del cual acercarse a las grandes casas. Por otro lado, de la misma manera que resultaba ser un excelente intermediario, podía llegar a ser la causa de todo tipo de infamias y bulos, una culpable incomprendida en contra de su voluntad, idea que refleja Charles Doris en su obra a través de la inocente Hortensia.

 

BIBLIOGRAFÍA:
Chastenet, G. (1998). Paulina Bonaparte. Buenos Aires: Vergara.
Tulard, J. (2015). Napoleón. Barcelona: Crítica.
Astbury, K. (2022). "Introducción al lector". Mujeres desde la Revolución francesa hasta el Imperio: tres casos de estudio. L'Aigle: Revista de Historia Napoleónica, Especial I, 5-13.

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