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Donación del Archivo Personal de Elías Tormo y Monzó, rector de la Universidad de Madrid (1929-1930)

Juan Manuel Lizarraga 21 de Enero de 2013 a las 16:08 h

Elías tormo y Monzó. Anónimo, 1930. Óleo sobre lienzo, 63 x 78 cm. Rectorado UCM.

El pasado 18 de diciembre el Consejo de Gobierno de la Universidad Complutense acepto formalmente la donación del Archivo Personal de Elías Tormo y Monzó, primer catedrático de Historia del Arte y rector de la Universidad de Madrid, durante uno de los periodos más convulsos de la historia de España, entre 1929 y 1930. La donación ha sido realizada por su nieto Antonio Tormo Garrido, actual Decano de la Facultad de Biológicas. Con este ya son varios los archivos personales de insignes académicos complutenses que han sido depositados recientemente en la Biblioteca Histórica con objeto de garantizar su conservación y permitir su estudio y consulta. Gracias a estas donaciones la Universidad Complutense mantiene viva la memoria de reconocidos profesores que tuvieron en el pasado un papel relevante en la historia de la Universidad y también garantiza el acceso a los archivos  personales a futuros investigadores. [Seguir leyendo]

 

Elías Tormo y Monzó, hijo de José Tormo y Adelina Monzó, nació en Albaida (Valencia) el 23 de junio de 1869 en el seno de una familia de agricultores, los Tormo, si bien pronto quedó al cuidado de sus tíos maternos Dolores, María, Rafael y Juan Bautista Monzó y Gil, el último Juez de Primera Instancia, quienes le facilitaron el acceso a una formación y educación esmerada. El mismo Elías Tormo rememoró su importancia e influencia en una postal conservada en el archivo y enviada a su hijo Antonio Tormo el 8 de marzo de 1932 desde Villar del Arzobispo "(Villar) me llena la memoria de mi tío Juan, al que tanto le oí hablar de este pueblo del que había sido juez de 1ª Instancia en los tiempo ya lejanos de Isabel II, en la iglesia parroquial acabo de rezar por él a quien debí mi educación cultural primera, el coste total de mis carreras también y el cariño de haberme hecho su heredero con la casa solar y caseta ..."  En efecto, gracias  a su ayuda, Elías Tormo pudo estudiar la carrera de Derecho en la Universidad de Valencia (1997-1891) y, casi a la par, pero a distancia y por libre, la de Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid, llegando a doctorarse en esta institución en ambas disciplinas entre 1891 y 1892.

 

La pasión por la política la heredó Elías Tormo de su padre, que fue alcalde de Albaida y tuvo ambiciones parlamentarias para su hijo, como él mismo recuerda en sus memorias. A pesar de su resistencia inicial y su clara preferencia por el estudio y la docencia desarrolló una intensa actividad en este campo a lo largo de toda su vida, lo que le llevó a ocupar importantes puestos de representación y responsabilidad política. Militó desde joven en el partido conservador de Antonio Maura, y siempre se reconoció como monárquico y católico. La muerte repentina de su cuñado Marcelo Cervino, precipitó su carrera política, sustituyendo su candidatura al Congreso. Fue diputado en una ocasión (1903-1905) y senador durante varias legislaturas (por la sociedad Económica de Valencia en 1905-1907, 1907-1908, 1910-1911, 1914-1915, 1916-1917, 1918-1919, 1919-1920, 1921-1922, 1923), llegando a ser vicepresidente de la cámara alta durante dos años. Activo miembro de las comisiones parlamentarias, le gustó mantener siempre una representación neutra y apolítica, como a él mismo rememora en sus papeles, si bien se declaró siempre como maurista militante. Ocupó también otros altos cargos administrativos: fue Comisario de Bellas Artes en 1903 y Presidente de la Comisión Permanente del Consejo de Instrucción Pública desde 1920 y más tarde Presidente del Pleno del mismo. Su carrera culminó con el nombramiento como ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes durante el gobierno del general Dámaso Berenguer (entre el 24 de febrero de 1930 y el 18 de febrero de 1931) el penúltimo del reinado de Alfonso XIII.

 

Su cargo como ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes fue también,  en cierta manera, el brillante broche a su larga carrera académica y universitaria, a la que, sin duda, consagró sus mejores y mayores empeños. Su aspiración a catedrático fue temprana y muy pronto, en 1896, ganó la de Derecho Natural en la Universidad de Santiago de Compostela. Sin embargo no dudó en sacrificar esta cátedra -así como un bufete propio de cierto nombre, formado a la sombra de sus valedores Antonio Maura y Germán Gamazo-  por otra de humanidades, mucho más afín a sus propias inquietudes y aficiones, cosa que consiguió al poco tiempo, en 1902, al obtener la cátedra de "Teoría de la Literatura y de las Artes" en la Universidad de Santiago y un año más tarde la misma en la Universidad de Granada. En 1904 obtuvo mediante concurso de méritos la cátedra de Historia del Arte de la Universidad de Madrid, la primera consagrada por entero a esta materia. En esta institución, además de una destacadísima e innovadora labor docente, con clases en museos y programa de excursiones a monumentos de ciudades cercanas a Madrid, desarrolló una larga carrera académica que le llevó a ocupar sucesivamente los cargos de decano de la Facultad de Filosofía y Letras en 1915, vicerrector en 1919 y rector de la Universidad entre el 30 de septiembre de 1929 y el 1 de marzo de 1930, cargo que abandonó al ser nombrado ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes. En sus cargos académicos siempre buscó el consenso y el apoyo de las distintas tendencias ideológicas que anidaban en la Universidad Central. Prueba de su talante conciliador fue el hecho de que ligara su aceptación del cargo de rector con el nombramiento como vicerrector de Blas Cabrera y Felipe, catedrático de Electricidad y Magnetismo y conocido izquierdista (depurado en el Franquismo), a quien nombró rector cuando dejó el gobierno de la Universidad para ocupar el cargo de Ministro de Instrucción Pública. En este último puesto quiso consensuar los nombramientos de los gobiernos de las universidades con el mundo académico de cada institución, apaciguando así las incesantes protestas que habían agitado el mundo universitario durante el periodo político del general Primo de Rivera.

 

Elías Tormo también estuvo vinculado a otras prestigiosas instituciones académicas como la Junta para Ampliación de Estudios (JAE) y, en particular con la Sección de Arte del Centro de Estudios Históricos (CEH). En ella, junto con Manuel Gómez fundó en 1925 la revista Archivo Español de Arte y Arqueología, revista que tuvo un importante papel en el desarrollo de ambas disciplinas. En esta institución impulsó también la creación de un Fichero de Artistas, la búsqueda y recopilación de documentación inédita procedente de diferentes archivos, así como varios proyectos de inventario y catalogación del patrimonio histórico-artístico de las distintas provincias, que dieron lugar a catálogos monumentales provinciales. Su labor docente e investigadora le abrió las puertas de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1913), de la Real Academia de la Historia (1914) y del Patronato del Museo del Prado (1913). Además fue un firme defensor del Tesoro Artístico Nacional a lo largo de toda su vida e intervino en varias ocasiones a favor de su protección tanto desde su puesto en el Senado y la Academia de San Fernando, donde firmó algunos dictámenes oficiales para la declaración de monumentos histórico-artísticos, como desde su cargo de Ministro de Instrucción Pública, cargo que no dudó en aprovechar para rescatar unos grabados de Rembrandt robados en la Biblioteca Nacional. Estas y otras anécdotas e incidentes ocurridos a lo largo de su dilatada trayectoria académica y política los narra con un estilo impulsivo y apasionado, un tanto desordenado pero lleno de detalles y recuerdos, en Memorias a mis nietos y Mis confesiones políticas (inconcluso), dos manuscritos inéditos conservados en el archivo personal que, junto a otra obra más lograda, Mis confesiones filosóficas publicado en Madrid en 1947, conforman el legado autobiográfico que Elías Tormo dejó escrito a la posteridad.    

 

Gran humanista, Elías Tormo dejó una importante huella en la Historia del Arte, materia de la que tuvo el honor de ser su primer catedrático. Tuvo un gran número de discípulos, entre los que se encuentran figuras destacadas de la historiografía de arte español como Sánchez Cantón, Angulo, Lozoya o Lafuente Ferrari entre otros muchos. En la docencia, Elías Tormo fue un viajero incansable y un destacado impulsor del contacto directo con la obra de arte fomentando el excursionismo, los viajes profesionales y las prácticas y docencia directa en los museos. Este interés se muestra también en algunas de sus obras como las Cartillas excursionistas (Guadalajara, 1919; Alcalá de Henares, 1919; Ávila, 1919; Segovia, 1920; Aranjuez, 1929) y las guías artísticas (Levante, 1923; Iglesias del antiguo Madrid, 1927; Monumentos de españoles en Roma, 1940; etc.). Esta pequeña lista no agota su bibliografía, que es extensísima tanto en número como en las materias objeto de atención: pocos periodos artísticos se sustraen al interés y erudición de Elías Tormo. No abandonó nunca su vocación educativa y ya jubilado, voluntariamente, como rememora en sus memorias, "repito los miércoles todos de octubre a junio de cada año con conferencias-visitas a las obras de arte de los Museos de Madrid, no a alumnos, sino al público que me sigue". Elías Tormo falleció en Madrid el 22 de diciembre de 1957 a los 88 años de edad.

 

El archivo depositado en la Biblioteca Histórica es de gran interés para el estudio de la vida de Elías Tormo y Monzó ya que contiene documentación de índole personal, familiar y patrimonial, así como memorias inéditas destinadas a sus herederos. El archivo conserva abundante correspondencia personal y profesional, así como algunas separatas e impresos de su obra y borradores manuscritos de alguna de sus últimas obras. Incluye una fotocopia de la copia mecanografiada del manuscrito titulado "Memorias a mis nietos" donde, además de algunos episodios de su vida personal y familiar, Elías Tormo rememora algunos momentos importantes de su intensa vida política y académica, en los que ofrece abundantes datos autobiográficos sobre sus oposiciones a cátedras, los cargos de decano, vicerrector y rector de la Universidad de Madrid y sobre su corta pero intensa etapa como Ministro de Instrucción Pública. El archivo también incluye algunos documentos de sus antepasados, en particular de su tío Juan Bautista Monzó y Gil y de su suegro José Vicente Cervino, entre los que destacan algunos manuscritos literarios y poéticos de mediados del siglo XIX.  

 

Un descripción detallada del archivo y bibliografía sobre Elías Tormo en:

Lizarraga Echaide, Juan Manuel. Archivo Personal de Elías Tormo y Monzó. Documentos de trabajo U.C.M. Biblioteca Histórica; 2013/01



 

El retrato de Elías Tormo es de autor desconocido y su realización hay que situarla en la época en que fue designado rector de la Universidad de Madrid entre 1929 y 1930. Aparece con toga y muceta rectoral y la medalla de la Universidad de Madrid. (Imagen tomada de: Cantera Montenegro, Jesús. Elias Tormo y Monzó. En: Una hora de España: VII centenario de la Universidad Complutense. Madrid, 1994. Pág. 320.)

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