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Científicos españoles denuncian un caso de falta de rigor en 'Nature'

9 de Julio de 2015 a las 08:23 h

Hace poco más de un mes un gran hallazgo científico sacudía los pilares de la historia cultural humana. Un grupo de investigadores de EEUU y Francia aseguraban en la revista Nature haber encontrado herramientas talladas por homínidos hace 3,3 millones de años, cerca de 700.000 años antes de la industria humana más antigua hallada hasta la fecha.

Pero el trabajo tenía implicaciones mucho más profundas que la mera antigüedad de las piezas líticas. Suponía que los antepasados humanos anteriores al género Homo al que pertenece el humano moderno (Homo sapiens) ya eran capaces de proyectar, tallar y utilizar útiles para realizar sus tareas. Toda una revolución cultural de enorme trascendencia en el estudio de la evolución del comportamiento humano.

Sin embargo, no es tan sencillo reescribir la historia cultural humana. Inmediatamente surgieron dudas sobre el trabajo en la comunidad científica. Algunos de los mayores expertos mundiales en formación de yacimientos criticaron la falta de datos sobre las capas geológicas en las que habían sido encontradas las piezas líticas. Y aseguraban que, a la luz de los datos aportados por los autores -dirigidos por Sonia Harmand, de la Universidad de Stony Brook (EEUU)-, no se podía afirmar que las herramientas no se hubiesen movido de un estrato geológico a otro y, por tanto, que hubiesen sido producidas y usadas hace 3,3 millones de años.

Dos de los científicos que pusieron en duda los resultados cuando fueron publicados enviaron hace algunas semanas una réplica a la revista Nature para tratar de que los autores del estudio aportasen las pruebas que, en su opinión, faltaban para dar por buena una investigación de tanto calado. Se trata de Manuel Domínguez-Rodrigo, de la Universidad Complutense de Madrid, y de Luis Alcalá, director gerente de la Fundación Dinópolis, ambos expertos de prestigio internacional precisamente en el estudio de la formación de yacimientos, uno de los puntos débiles de la investigación publicada en la prestigiosa revista científica.

Manuel Domínguez-Rodrigo, en primer plano, excavando en Tanzania. EM

El trabajo no incluía una estratigrafía completa del yacimiento, algo que en opinión de los expertos no es propio de una publicación del prestigio de Nature. Además, otros expertos en piezas líticas como Sileshi Semaw, investigador del Centro Nacional de Investigaciones sobre la Evolución Humana (Cenieh) y uno de los mayores expertos mundiales en industrias líticas, asegura que las colecciones de piedras de Lomekwi están muy mezcladas. «Algunas muestran modificaciones con múltiples filos, pero otras piezas con aparentes marcas no están tan claras», afirmó a este diario. En su opinión, muchas de ellas podrían haber sido modificadas naturalmente por efectos meteorológicos.

Pero los editores de Nature decidieron no publicar la réplica ni siquiera en la sección online creada precisamente para este tipo de debates llamada Brief Communication Arising. «Nature está más interesada en tener impacto mediático que en mantener el rigor científico», asegura Manuel Domínguez-Rodrigo desde la Garganta de Olduvai (Tanzania), donde se encuentra excavando. «Grandes propuestas exigen firmes sustentos. Antes de que los libros de escuela cambien la historia de la evolución del comportamiento humano, los investigadores deberían presentar sus resultados con argumentos contundentes», opina Luis Alcalá.

Este diario ha intentado obtener respuestas concretas de la revista sobre la ausencia de una estratigrafía completa, sobre la datación de los estratos o sobre el origen de los filos de las piezas líticas, pero sólo ha obtenido una respuesta genérica. «La política de la revistaNature es considerar las refutaciones a los papers científicos principales y publicarlas en un formato conciso -en la sección Brief Communication Arising- únicamente si el autor de la crítica aporta pruebas convincentes que hagan tambalearse las conclusiones del paper principal», explicó ayer un portavoz de la revista Nature a EL MUNDO. «Por razones de confidencialidad, no podemos discutir los detalles del proceso de revisión de cualquier réplica con nadie que no sean los propios autores. Recomendamos a los lectores que suban sus comentarios al sistema de comentarios online de la revista». Algo que no satisface a los investigadores españoles, ya que no es la vía científica apropiada para replicar los resultados de un colega.

Tanto Domínguez-Rodrigo como Alcalá insisten -y así se lo han comunicado tanto a los editores de Nature como a los autores de la investigación, que no contestaron a la comunicación oficial de los científicos españoles- en que ellos mismos son firmes defensores de la idea de que ya hubiera herramientas de piedra hace más de 2,6 millones de años. «Pero, como tafónomos, creemos que el trabajo tiene debilidades y animamos a los autores a que aporten nuevas pruebas suficientemente convincentes como para que sus resultados no ofrezcan dudas», dice Alcalá.

Aunque la réplica está firmada sólo por estos dos científicos españoles, cuenta con el apoyo de numerosos expertos internacionales, algunos de los cuales han querido incluso sumar su firma al texto. «Ahora, tendremos que enfrentarnos a los autores en una publicación de mayor envergadura en otra revista científica», explica Domínguez-Rodrigo.

 

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