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Chile resiste un potente seísmo en el norte del país

3 de Abril de 2014 a las 08:13 h

Cuatro años después del gran seísmo del 27 de febrero de 2010, que destruyó buena parte del centro y sur de Chile, el país sudamericano nuevamente ha debido enfrentar un potente terremoto, pero esta vez en el extremo norte. El movimiento telúrico de la noche del martes tuvo una intensidad de 8,2 en la escala de Richter y afectó a dos regiones, Arica y Tarapacá. Pero aunque hubo daños de infraestructura, sobre todo en pequeños poblados y carreteras, la zona afectada resistió el temblor y de los seis muertos, la mitad falleció a causa de infartos.

La presidenta Michelle Bachelet, que regresó hace un mes a La Moneda, puso en práctica lo aprendido en el terremoto de 2010, cuando estaba a punto de dejar el Ejecutivo. A diferencia de entonces, en esta ocasión la socialista se mantuvo en la Casa de Gobierno y, sólo cinco horas después del seísmo, decretó el estado de catástrofe de las zonas afectadas para que representantes de las Fuerzas Armadas tomaran el control. La Jefa de Estado temía que se repitieran las escenas de saqueos que sucedieron al terremoto de 8,8 de magnitud de hace cuatro años, que provocó la muerte de 524 chilenos.

Los organismos técnicos también actuaron sobre la base de la experiencia. Minutos después del seísmo, la Oficina Nacional de Emergencias (ONEMI) informó que había alerta de tsunami y ordenó a cerca de 972.000 ciudadanos que evacuaran toda la costa de Chile, de unos 4.329 kilómetros. En 2010 no ocurrió lo mismo y del total de víctimas, 181 fallecieron a causa del maremoto. No hubo alerta alguna, lo que provocó una larga discusión judicial y política sobre las responsabilidades.

Pese al nerviosismo y a la oscuridad producida por los cortes de electricidad, la población demostró su cultura sísmica y, con las alarmas de tsunami de fondo, se refugió en zonas de mayor altura con relativo orden. Solamente en ciudades como Antofagasta se produjeron atascos debido a que algunas familias huyeron en sus coches. Pero en general la evacuación se realizó sin contratiempos, incluso en las zonas del centro y sur de Chile donde se revivió la dramática noche del 27 de febrero.

La alerta estuvo vigente por más de seis horas, a la espera de que el tsunami llegara a las diferentes zonas de la costa chilena. El movimiento del Pacífico, sin embargo, fue discreto: no produjo daños mayores, salvo inundaciones de calles y la destrucción de embarcaciones pequeñas en puertos como Iquique, al norte. La población pudo regresar a sus hogares el miércoles, cuando el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada informó que ya no existía peligro.

Consejos y recomendaciones de la Cruz Roja a los chilenos afectados, enTwitter

Las comunicaciones fallaron en los primeros minutos y el miércoles por la tarde todavía se intentaban restablecer los servicios básico en el norte, como la luz eléctrica y el agua potable. Ocho carreteras sufrieron daños y varias localidades quedaron sin comunicación terrestre con las grandes ciudades. Una de ellas es Alto Hospicio, donde vive gente muy humilde y cerca de dos mil casas sufrieron daños.

La capital regional, Iquique, fue una de las más afectadas: las seis personas fallecidas vivían en esta urbe, una de ellas era de origen peruano. Unas 46 personas tuvieron que pedir albergue por sufrir sus viviendas daños estructurales. En esta ciudad se produjo también la fuga de la cárcel de 293 mujeres, que aprovecharon el seísmo para escapar. De ellas, al menos 131 regresó después.

 

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