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La importancia de los psicólogos

Pablo Gutierrez 8 de Junio de 2016 a las 08:30 h

Después de mucho tiempo en el que eran llamados "loqueros" y apenas se encargaban de los trastornos mentales más graves, los psicólogos han conseguido asentarse como unos de los profesionales que más problemas resuelven a sus pacientes. Y es que uno no solo necesita asistencia cuando tiene problemas físicos puesto que el cerebro es el órgano más importante del cuerpo humano, tanto para lo bueno como para lo malo.

La psicología es la ciencia que investiga los procesos psíquicos, es decir, el comportamiento de las personas. A partir de esas conductas, el psicólogo busca una manera de afrontar los posibles problemas y confecciona estrategias para explicar de la mejor manera posible cuáles son los problemas y los orígenes de estos, para así poder buscar una manera de superarlos o, al menos, aliviarlos. De este modo, el profesional se convierte en un apoyo moral para afrontar los posibles sobresaltos que estén afectando al correcto devenir del día a día.

Tratamientos psicológicos

En ocasiones, el psicólogo no es una persona que ofrezca las respuestas que necesita el paciente (no siempre existen respuestas concretas e instantáneas), sino que es una especie de ayudante que le guía por ese camino a la sanación. Para ello, es de vital importancia que se establezca una relación de confianza mutua. Los psicólogos utilizan métodos deductivos y empíricos basados en diferentes técnicas. Un buen profesional tiene la capacidad de adecuarse a las necesidades de cada paciente y modificar sus procedimientos según sea necesario, puesto que lo que puede ser muy beneficioso para una persona, se torna absolutamente contraproducente para otra.

Es cierto que hay personas que pueden estar padeciendo problemas psicológicos y no sean conscientes de ello. Al fin y al cabo, sigue habiendo cierto recelo a ponerse en manos de un psicólogo, porque da cierto reparo que tus amigos o familiares piensen que estás "mal de la cabeza". Pero el bienestar mental tiene que estar por delante de todos los prejuicios sociales que puedan entrar en juego. No hay que sentirse mal por sentirse mal, valga la redundancia, y más cuando está demostrado científicamente que la ayuda de un profesional es vital para atajar problemas y que estos no se agraven, en un modo similar a la bola de nieve que se va haciendo más y más grande.

Con todo, se ha de tener en cuenta que los psicólogos tienen una formación integral mediante la cual son capaces de mejorar la calidad de vida de sus pacientes. Sin embargo, los procesos mentales no siempre se pueden acelerar todo lo que uno querría, de manera que hay que tener paciencia y confiar en el profesional, ya que se puede tratar de una carrera de fondo en la cual se dé un paso hacia atrás por cada dos pasos hacia delante. Lo que no se debe hacer es perder la fe en la posibilidad de recuperarse y seguir trabajando en todos los aspectos para favorecer una mejora de las facultades psíquicas.

Así mismo, salir de la zona de confort y abrir la mente a un profesional de esta solo puede ser positivo, ya que permite salir de la rutina y la espiral de pensamientos negativos que suelen afectar a los pacientes, sea cual sea su problema. Sucede a menudo que la persona aquejada prefiere apoyarse en los más cercanos, e incluso hace un esfuerzo por abrirse a familiares o amigos, que obviamente tienen la mejor voluntad del mundo, pero no por eso son los más indicados para tratar de reconducir la situación. Al fin y al cabo, no son profesionales de ello y, como ya comentábamos, el cerebro es un órgano demasiado importante como para confiárselo a alguien que seguramente no conoce muy bien cómo funciona.

Por eso es crucial ponerse en manos de un profesional de la conducta, ya que se encargará de analizar y evaluar el caso, designará un tratamiento personalizado para tratar de atajar los problemas y se establecerán una serie de sesiones de terapia con el objetivo de que el paciente se sienta cómodo y relajado para tratar de buscar una solución junto con la ayuda del psicólogo.

Además, como con casi todo en esta vida, los psicólogos cada vez se están especializando más, de manera que son idóneos para cualquier tipo de problema. Lógicamente, el modus operandi de un psicólogo deportivo no será idéntico al de un psicólogo infantil. Aunque es posible que muchos de los razonamientos de fondo sean compartidos, ni los objetivos ni el receptor de los consejos deben manejarse en los mismos términos. Sea como fuere, el paciente debe ser consciente de las consecuencias que tiene abrir su mente (y su corazón), ya que a pesar de contar con un fin concreto, positivo y tangible, se puede dar la circunstancia de que el camino hacia la recuperación sea sinuoso y lleno de contratiempos, pero con un buen trabajo todo puede ser reconducido.

Los orígenes de la psicología están íntimamente ligados a la filosofía. La psicología más general data del siglo V a. C., lo que nos da una idea de lo arraigada que está esta ciencia. En sus inicios, la psicología se encontraba más sometida a la concepción general del Universo, y es que con el paso de los siglos se ha ido tendiendo hacia la especialización mediante la observación y la experimentación. Es decir, lo que partió como algo más filosófico y contenidos para desarrollar literatura, como con Sócrates, Platón, Aristóteles o Santo Tomás de Aquino, entre otros, se va convirtiendo en una disciplina en la que los enfoques empíricos y experimentales van adquiriendo una mayor importancia. De estos cuatro autores, la síntesis que goza de un mayor recorrido es la de Santo Tomás de Aquino, que establece cuatro maneras de relacionarse con el mundo: vegetativa, sensitiva, intelectiva y apetitiva.

Sin entrar demasiado en la Historia de la psicología propiamente dicha, sí que hay que destacar que la ciencia se va apartando de la metafísica y toma el camino del racionalismo, con el objetivo de adoptar un enfoque más científico. En ese camino se opta por el método experimental, y es entonces cuando universidades de todo el mundo comienzan a hacer un estudio profundo de la relación entre los fenómenos mentales y los fenómenos corporales. Obviamente, con el paso del tiempo hasta nuestros días, se han ido creado diferentes corrientes de pensamiento de cómo se debe afrontar la psicología, tanto desde el punto de vista del paciente como del psicólogo. Pero al fin y al cabo, los dos grandes aspectos a tratar podrían considerarse la conducta y la conciencia. Ellas son las que rigen la mayor parte de los procesos mentales del paciente, y a través de la ayuda de un psicólogo estos se pueden reconducir para tener una mejor calidad de vida.

Después de repetir que los psicólogos ayudan a las personas, es momento de especificar algunos beneficios que aporta la asistencia psicológica:

·       Te ayuda a sentirte mejor. Como se ha comentado con anterioridad, mantener los problemas o pensamientos negativos para uno mismo nunca es un procedimiento positivo, ya que se tiende a magnificar la situación y entrar en una espiral de pesimismo que no lleva a ningún lado.

·       Te aporta herramientas para gestionar problemas. Aunque el ejercicio de compartir tus inquietudes con otra persona ya es positivo de por sí, hacerlo con un profesional siempre será más beneficioso que con un amigo o familiar. Él tiene la formación necesaria para darte una serie de medios para solucionar estos conflictos. Si bien es cierto que se requieren varias sesiones de psicoterapia y que el tratamiento no es instantáneo y milagroso, lo que sí se consigue es relativizar la importancia de las situaciones que crean tensión en el paciente.

·       Cuatro ojos ven mejor que dos. A pesar de que la introspección dirigida ya es un proceso que va a ayudar al paciente a conocerse mejor, el hecho de contar con un observador que mira desde fuera, aumenta las posibilidades de captar las causas del conflicto y tiene un punto de vista más objetivo que puede calibrar el impacto de esas conductas o pensamientos que impiden la felicidad plena.

·       Te obliga a pensar más en ti mismo. Es cierto que vivimos en una sociedad cada vez más individualizada en la que el egoísmo es uno de los pilares más importantes. Sin embargo, esa actitud no siempre tiene por qué ser negativa. Cuando una persona no se encuentra bien, tiene que anteponer sus propios intereses a los de los demás (dentro de unos parámetros razonables) para poner punto final a sus conflictos. Por eso, la ya mencionada introspección es un mecanismo que nos obliga a parar y reflexionar sobre partes de ti mismo que quizás no tenías en cuenta y que no están ayudando para nada a tu desarrollo como persona. Esa figura externa que comentábamos no solo aporta una visión objetiva de la situación que incita y dirige un proceso de autoconocimiento para encontrar un camino con el que te sientas a gusto y que te permita realizar los cambios necesarios para superar esos problemas que causan tensión.

Aunque parezca obvio se ha de decir que si alguien tiene conflictos personales, lo más indicado es acudir a un profesional para tratar de solucionarlos. Del mismo modo que vamos al oftalmólogo cuando tenemos problemas de vista o al traumatólogo cuando nos duelen los huesos. Se han de derribar las barreras que impiden a mucha gente con problemas psicológicos acudir a un profesional. Esta asistencia puede cambiarte la vida y hacerte sentir mejor contigo mismo y con los que te rodean.

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