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Invisibles. Silenciadas... Hoy les damos voz.

MARÍA ÁNGELES LACASA OTÍN 9 de Marzo de 2020 a las 13:44 h

Dedicamos este mes a las mujeres dentistas.

Que las mujeres tenían menos dientes que los hombres fue un error enquistado por Aristóteles y repetido por todos los tratadistas al amparo del "principio de autoridad". Plinio se sumó a esta corriente de alta erudición apostillando que los varones tenían 32 piezas dentales, las mujeres dos menos y los castrati menos aún: solo 28. No fue hasta que a Andreas Vesalius (1514-1564) se le ocurrió por fin contar los dientes y muelas de hombres y mujeres que concluyó "que hombres y mujeres tenían el mismo número de dientes".

 

A lo largo de la historia la mujer ha estado vinculada al cuidado de la salud, incluida la salud dental. Sin embargo, aunque tenemos referencias de mujeres que practicaban la medicina desde la Antigüedad, a menudo se han encontrado con impedimentos legales para ejercer la profesión dental.

 

No obstante, pese a la discriminación y obstáculos sociales que las mujeres encontraron a lo largo del camino, contamos con una serie de pioneras que lograron romper las barreras tradicionales y establecieron las bases que llevarían a la mujer a ejercer como profesionales de la odontología.

 

 

Ya en la Antigüedad Plinio El Viejo, en su libro Historia Natural, hace referencia a mujeres que practican la medicina en el siglo I a. C. Entre ellas, encontramos a Octavia, hermana de Augusto, quien inventó muchos remedios, entre ellos una fórmula para el dolor de muelas recogida por Escribonio.

 

En los primeros siglos del cristianismo, es muy importante la labor de las mujeres cristianas como sanadoras y cuidadoras y durante la Edad Media la mujer seguía teniendo un papel fundamental en el cuidado de la salud. En este período destacan Trótula de Salerno, quien en el tratado De Ornatum Mulierum) o Trotula Minor, se ocupa de la cosmética e higiene bucodental, y la visionaria, abadesa y polígrafa Hildegard von Vingen (1098-1179), quien en Causae et curae habla de las dolencias dentales y sus remedios y, entre otros tratamientos,  propone perforar los abscesos dentales con el calor del aloe y la mirra excitado por el fuego de los carbones incandescentes para expulsar el pus.

 

Muy especialmente, el oficio de barbero -que en este momento habían incorporado bajas operaciones quirúrgicas, entre las que se encontraba la extracción de muelas- estuvo desempeñado por hombres y mujeres. Son, evidentemente, desconocidos los nombres de los miles de mujeres que desempeñaron durante siglos distintas actividades relacionadas con el cuidado de la salud. En Francia en 1427 se autorizó el desempeño de la mujer como "barbera",  hasta que un decreto de Carlos VIII, que data de 1484, "les prohíbe expresamente ejercer".

 

Las mujeres de los dentistas seguían siendo grandes ayudantes y muchos doctores instruían a sus hijas y esposas para que les ayudaran en su práctica. Así lo refleja el grabador Martín Engerlbrecht (1684-1756) en una de sus obras titulada "Un cirujano o barbero y la mujer del barbero". Al enviudar, podían continuar con el negocio del marido.  Encontramos referencia a mujeres que fueron contratadas junto con sus esposos, y viudas que continuaron la actividad de sus maridos tras la muerte de éstos.

 

Ignorando el decreto de Carlos VIII, las mujeres francesas siguieron ejerciendo e incluso escribiendo sobre su profesión, como Madame Rezé en 1719 (Disertación apologética sobre los dientes), quien además idea un bálsamo que se anuncia en la prensa al igual que su consultorio. También ejerció como dentista en París Mademoiselle Hervieux, pero fue Marie Madeleine Calais (1714-¿?) la primera en ser declarada apta mediante una certificación oficial para ejercer la profesión legalmente en Francia.

 

De nuevo, en 1755 una ley francesa prohíbe el acceso de las mujeres a los estudios oficiales de dentista, pero se sabe de otras mujeres parisinas que ejercieron, como es el caso de Mademoiselle Gerauldy.

 

Al menos 14 mujeres dentistas ejercían en la Inglaterra del siglo XVIII. La más conocida quizá sea Miss Raymon, de la ciudad de York, que realizaba trasplantes de dientes. Alrededor de 1782, en Suecia surge el nombre de María Briwalski, que procuraba obturaciones dentales con oro y plomo.

 

Como decíamos en un post anterior, en el siglo XIX destacan: Manuela Aniorte y Paredes,  autora de "Arte del Dentista" (1873), o María Rajoo. Muy importante fue la figura de Polonia Sanz y Ferrer (Zaragoza, p. t. s. XIX-Madrid, 1892) quien en 1849, tras superar el examen oportuno se le expidió el 'Título de Dentista' que le facultaba para limpiar la dentadura, extraer dientes y muelas y practicar las demás operaciones que corresponden al dentista".

 

Existía un vacío legal en España en cuanto a la posibilidad de las mujeres de estudiar en la Universidad. No estaba prohibido porque no se consideraba que fueran a estudiar. Sin embargo, no se les quiere emitir el título porque éste tiene un carácter profesional y no podían ejercer".

 

Mediante la Real Orden de 16 de marzo de 1882, se aceptaba la expedición de títulos a las mujeres que lo solicitaran, siempre y cuando estuvieran matriculadas en aquel momento, pero al mismo tiempo prohibía la matriculación en adelante.  Suspendió "en lo sucesivo la admisión de las señoras a la Enseñanza Superior". A las que ya habían terminado o aún estaban matriculadas se les daría el título pero para abrir consultas privadas".

 

Un hito en la lucha por la igualdad en el ejercicio de la profesión entre hombre y mujeres fue la Real Orden de 14 de julio 1883 de Alfonso XII (publicada en la Gaceta de Madrid de  15 de julio de 1883), la cual autorizaba a las mujeres a ejercer la profesión de cirujano-dentista "en las mismas condiciones que los hombres".

 

Sin embargo, la normativa sobre el acceso de la mujer a la enseñanza superior era ambivalente. La Real Orden de 11 de junio de 1888 permitía a las mujeres realizar estudios universitarios como alumnas de enseñanza privada... Si alguna solicita "matrícula oficial", será la Superioridad la que "resuelva según el caso y las circunstancias de la interesada". Eso suponía pedir permiso al Ministerio de Instrucción Pública y conseguir que cada uno de los profesores firmara el impreso de matrícula comprometiéndose a garantizar el orden en el aula.

 

Todas estas trabas incidirían negativamente en el acceso de las mujeres a la profesión dental, en especial desde que en 1901 se crea el título de odontólogo vinculado a los estudios universitarios. Desde este momento símplemente las mujeres quedaban excluidas, salvo al guna excepción como es el caso de Clara V. Rosas, primera mujer que obtuvo el título de odontóloga en España en 1908. La  R.O. de 8 de marzo de 1910 terminó con esta desigualdad al permitir a la mujer el acceso a la Universidad.

 

En 1931, 23 mujeres obtuvieron la titulación; sólo suponían el 2,5% del total de odontólogos de España. Sin embargo, actualmente el panorama ha cambiado sensiblemente como se puede ver en las aulas y, según los datos del INE en el 2018 de 37.787 dentistas en activo el 56,3% son mujeres colegiadas.

 

Como ya decíamos en un post anterior: "Gracias a la lucha y perseverancia de todas estas mujeres, odontólogas o no, tenemos hoy día "casi" las mismas oportunidades que los hombres. A nosotras, las mujeres que hemos recogido el testigo, nos corresponde seguir luchando con el mismo ahínco y valor para eliminar ese "casi".

 

 

 

 

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