El tiempo, fluyendo inconteniblemente y moviéndose siempre, arrastra y lleva todo lo engendrado, lo sumerge en el abismo de la oscuridad... Sin embargo, la narración de la historia se convierte en una muy poderosa defensa contra la corriente del tiempo... y no permite que se deslice a los abismos del olvido....
Ana Comnena, Alexiada, X,1.
En el Gran Palacio de Constantinopla el emperador Constantino V mandó construir en el siglo VIII una habitación revestida de pórfido, una piedra de color púrpura, símbolo imperial, para que allí nacieran los príncipes y princesas descendientes de los emperadores. Esos niños, nacidos en la Cámara Púrpura, desde la cuna formarían parte de la intrincada política bizantina y sus vidas estarían condicionadas por diversas alianzas, matrimonios, traiciones o asesinatos. Su sobrenombre sería Porfirogéneta y a través de su aura púrpura serían los poseedores de la legitimidad imperial.
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