Los cercos que nos protejen también nos limitan. Nos debatimos constantemente en una dualidad por aferrarnos, o destruir los espacios creados. A veces arañamos con violencia en un esfuerzo desgarrador para liberarnos de nuestro propio cuerpo, o del claustro materno que nos restringe.
[Seguir leyendo] Movimientos del Ser Interior