Del donativo realizado a la biblioteca por Antonio Rodríguez Huéscar, discípulo directo de José Ortega y Gasset y miembro de la llamada Escuela de Madrid, cayó en mis manos un folleto realizado con motivo de la conmemoración del 25 aniversario de Aspen Institute for Humanistic Studies. En él se transcribe el borrador de unas ideas de Ortega para la creación de un Instituto de Humanidades en Aspen; posteriormente este borrador se convertiría en una carta transcrita al inglés dirigida al fundador del Instituto, industrial y filántropo, Walter Paepcke. Entre dichas ideas Ortega menciona dos principios educativos básicos para esta futura Escuela Superior de Humanidades: espartanismo y elegancia.
Ya para el año 1949, Ortega considera que el mercado americano está inundado de objetos maravillosos procedentes de la técnica industrial, lo que produce un confort excesivo en la vida americana: "tengo la impresión de que el hombre americano padece un exceso de confort" (p. 14) y, por tanto,"...la educación de la nueva escuela Superior debe ser estilizada con el carácter de incorfortable" (p. 17), de carácter espartano. El segundo principio educativo, la elegancia: "... debe penetrar, informar la vida íntegra del hombre - desde el gesto y el modo de andar... el modo de vestirse... de usar el lenguaje, para llegar a lo más íntimo de las acciones morales e intelectuales" (p.23).
Esta obrita incluye fotografías de Ortega durante su estancia en Aspen posando junto a diversos personajes. En una de ellas le vemos sentado, mirando a la cámara, acompañando a un moreno Gary Cooper sombrero en mano. Sin duda dos hombres elegantes.
Aspen, famoso pueblo del Estado de Colorado, en los Estados Unidos, tuvo sus orígenes en el establecimiento de un campamento de mineros en busca de plata. Hoy en día, convertido en sitio de ocio y descanso, se practica deportes invernales, además de proporcionar diversas actividades culturales en sus instituciones y festivales: Aspen Music Festival and School, Aspen Institute for Humanistic Studies (ambas fundadas por Walter Paepcke) y Aspen Center for Physics.
El filósofo se encontraba allí con motivo de la conmemoración del bicentenario del nacimiento de Goethe, un evento que duró 20 días, donde impartió dos conferencias; el actor estaba pasando unos días de vacaciones junto a su familia. José María Massip1, corresponsal de ABC, en una crónica hecha con motivo de la muerte del filósofo, cuenta una anécdota relacionada a raíz del encuentro. Relata que en la terraza del hotel, y contemplando el magnífico paisaje que las montañas de las Rocosas les proporcionaba, hablaron de sus vidas: y de la felicidad. Ambos se consideraban hombres felices en su profesión. Contradiciendo la fábula de que los hombres felices carecen de camisa, Ortega le dijo a Cooper que le gustaría tener una de sus camisas de hombre feliz. Más tarde, en el Hotel Plaza de Nueva York y siendo testigo presencial el propio Massip, Ortega recibió en su habitación un paquete que contenía una camisa de cow-boy, de lana y a cuadros (no se menciona el color). Gary Cooper, en la misiva que acompañaba al paquete, le hacía entrega de la camisa prometida y, al mismo tiempo, le pedía que le enviara una suya, de hombre feliz en su vida intelectual. Ortega le envió una de sus camisas. Desde entonces, dice, mantuvieron una afectuosa correspondencia entre ambos.
En 1943 Ayn Rand publicó su novela El manantial, donde la supremacía del yo y el individualismo se exalta como virtud. En el otoño de 1948 comenzó el rodaje de la película The Fountainhead (El Manantial). Gary Cooper encarna a Howard Roark, un arquitecto que no se doblega ante nada ni nadie para conseguir realizar sus sueños, aunque para ello tenga que renunciar al amor de su vida y sabotear su propia obra. Un mundo donde el individualismo cobra fuerza frente a lo colectivo. Dirigida por King Vidor, hoy en día es todo un clásico del cine. De marcado contenido filosófico Nietzscheano, el guión lo realizó la propia filósofa Ayn Rand, supervisando personalmente y de forma minuciosa que éste no se viera afectado por modificaciones a posteriori. Homer Dickens en su libro Todas las películas de Gary Cooper menciona que la versión "... no se parecía en casi nada al libro original... el objetivismo, solo queda sugerido en este primer trabajo" (p. 216). Gary Cooper y Ayn Rand no quedaron satisfechos con la película. El largo discurso filosófico del arquitecto Roark en su defensa ante el tribunal que lo juzga no crea el ambiente deseado: Cooper "no parecía entender o preocuparse por el significado filosófico del filme" (p. 216). Película de planos precisos y de fotografía subyugante, su diálogo se torna un tanto complicado y difícil de entender para el espectador poco versado en filosofía. La guionista, consecuente con sus principios, marcó la película: no modificó nada, se mantuvo fiel a su idea, no cayó en los gustos de la masa cinematográfica.
Ortega coincidió con Gary Cooper en Aspen en julio de 1949, ese mismo año se estrenaba The Fountainhead. Gary Cooper conoció a Ayn Rand gracias al desarrollo de esta película. Quién sabe si además de hablar sobre la vida y la felicidad, como relata Massip, la charla fue mucho más profunda de lo que podemos imaginar, quizá abarcaran premisas de un gran sentido filosófico, quién sabe si las circunstancias de estos dos extraordinarios hombres, que les hicieron coincidir en un punto del espacio-tiempo, les permitió indagar en su yo individual.
En 1950 Cooper se compró una finca en Aspen y Walter Paepcke inauguró su Instituto.
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1.
Massip, José María. "La Rebelión de las masas" causa profunda impresión en Norte América. En ABC, 19-10-1955, pag 37-38 http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1955/10/19/037.html
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1955/10/19/038.html
José Ortega y Gasset, Ayn Rand y Gary Cooper