Tres años después de que partiera hacia las islas de las Especias la expedición comandada por el portugués Fernando de Magallanes, arribaban al puerto de Sanlúcar de Barrameda los pocos supervivientes de aquel duro viaje plagado de adversidades y, a la vez, grandes descubrimientos. La gesta concluyó un 6 de septiembre de 1522. Objetivo cumplido: se abría una nueva ruta a las Molucas navegando hacia el Oeste y cruzando por vez primera un océano, el Pacífico, cuya inmensidad se desconocía. Prueba de ello fueron las especias traídas desde el Sudeste Asiático –clavo, canela, nuez moscada–, un tesoro cuyo coste en medios materiales y en vidas humanas resultó muy elevado.
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