"Gran diferencia existe entre la persona que te pide leer un libro y la que pide un libro para leer" Chesterton.

Apuntes serios: 

Ratón de biblioteca es el  nombre aplicado al erudito que pasa su vida consultando los libros que se encuentra en las bibliotecas.

Paralelo a este personaje existe una acepción propia de la ciencia ficción cuyo nombre es nerd término que se empezó a usar en los setenta, inspirado por el filósofo Timothy Charles Paul que usó la palabra para describir un estereotipo de persona inteligente con malas habilidades sociales, que suele ser objeto de burlas.

A diferencia del nerd, los geek  presentan generalmente una personalidad mucho más extrovertida, tanto en su estilo de vida como en su forma de ser; teniendo específicamente una pasión por el conocimiento y la fascinación por temas de ciencia ficción y la tecnología.

Y aquí es donde podemos ubicar a Firmin o a su autor Sam Savage, doctor en filosofía de la Universidad de Yale y seguramente un lector voraz que vive retirado en Madison, Wisconsin. Por sus fotos  Savage parece  una especie de ermitaño que nos ha regalado  a los lectores uno de esos libros espléndido y lleno de guiños literarios.

La novela es un homenaje a la lectura y a la soledad que supone alejarse para creer que es posible habitar mundos distintos a este, con la posibilidad que entraña toda lectura: la de convertirse en otro

Firmin como personaje tiene características comunes con otras leyendas reales o de ficción que conocemos como Harry Potter, Bill Gates, el profesor Farnsworth, Clark Kent, Gil Grisson, Naruto, el Dr. Slump, etc.    

Es una rata de cloaca noruega descendiente de los primeros colonizadores de origen europeo, afincada en el Boston de los 60, en donde cohabitan las putas con los cines porno, a la par de las librerías de viejo o los escritores en decadencia.

Hijo decimotercero de una madre alcohólica, crece en una librería de libro antiguo y de ocasión, cobijado en las páginas trituradas de Moby Dick. Un mundo al que llegó por casualidad un día que su madre merodeaba en el sótano de Prembroke Books, una emblemática librería de los años sesenta en Boston (E.U.), cuando comenzó a sentir los dolores de parto.

Firmin, de género masculino, orientado hacia la zoofilia, se enamora de los humanos y disfruta contemplando películas pornográficas en el cine Rialto. Feo y raquítico, elude los espejos y se alimenta de papel y desperdicios, hasta que descubre el placer de la lectura y modifica su dieta. Padece una especie de canibalismos, fruto de la naturaleza de su verdadero amor, devorando lo que ama. Vive literalmente de los libros, que digiere a la vez en su estómago y en su cerebro, convirtiéndose de forma paulatina en un humano encerrado en el cuerpo de una rata.

El librero Norman Shine que vive en ese mundo poblado de libros de todas las especies, nacionalidades y colores, se convertirá en su primer amor humano.

Savage escoge cambiar los papeles y convertir en ratas a los hombres y a una simple criatura en alguien dotado de una profunda mirada no por benévola, sino por crítica. Sus personajes, después de los homenajes iníciales, son lo que son: amargados, solitarios, a veces egoístas y humanos. Quien nos descubre esas máscaras, esas vanidades que se supone son bondades, es esta pequeña rata que deambula por la soledad de sus covachas.

En su menú esta  Henry James, Steinbeck, Tolstoi, George Eliot, Proust o Dickens, Joyce, Carson Mcullers, Lowry, Scott Fitzgerald, D.H. Lawrence, Pasternak, la música pop, los dibujos animados, el cine de serie b, Fred Astaire, Kurt Vonnegut, el cine pornográfico y Henry Miller, etc.

Nuestro ratoncito quisiera ser el personaje de todas las novelas que le han encandilado y nos conmueve para siempre con sus lecciones de humanidad, sentido del humor y aguda sátira de nuestro loco mundo, empujándonos a leer aún más y nos impide volver a gritar: ¡ malditos roedores!

Combina compasión y generosidad, sin excederse en el sarcasmo ni formular ningún discurso ético.

Quién lea esta novela no quedará impune.