Página principal Biblioteca Complutense

La Biblioteca Informa al Bibliotecario

   Nº 8
Octubre 2006

Página principal
Accesoa a la portada

Imagen ilustrativa de la noticia

Usuarios de la Información: formación y desafíos

Rosa Emma Monfasani y Marcela Fabiana Curzel

Buenos Aires: Alfagrama, 2006

 

 

 

La literatura profesional sobre todos los temas relacionados con la función educativa de las bibliotecas no deja de aumentar. Y esto no es así solamente en el panorama anglosajón sino que se deja sentir en el mundo hispanohablante. Se suceden los seminarios, congresos y publicaciones que tienen como tema la alfabetización informacional o ALFIN para amantes de lo breve.

La formación de usuarios es un aspecto de las labores y servicios bibliotecarios que tuvo un gran avance en los años 70 y generó una ola que no ha dejado de crecer hasta nuestros días. Es consecuencia lógica de esa tendencia que lleva a centrar el trabajo bibliotecario en las personas que utilizan las bibliotecas más que en los materiales que custodiamos o en las labores técnicas que se relacionan con su mantenimiento y puesta en uso.

Es verdad que las actividades educativas que pueden llevarse a cabo desde las bibliotecas siguen siendo en la mayor parte de los escenarios una tarea pendiente. La obra que aquí analizamos, Usuarios de la información: formación y desafios , es un loable intento por situar este tipo de servicios en el papel central que deben tener dentro de la biblioteca.

Las autoras, aunque proceden del ámbito de la educación superior, hacen hincapié en la importancia que tienen las tareas de formación para todo tipo de bibliotecas sean estas públicas, escolares o universitarias. Se nota su esfuerzo por elaborar un buen manual sobre como organizar un servicio de formación de usuarios y estamos de acuerdo en la importancia de enmarcar estos planes de formación dentro del Plan Estratégico de la Biblioteca. Está claro, se necesita que las instituciones bibliotecarias conozcan sus aspectos fuertes y débiles, sus oportunidades para crecer y mejorar y las amenazas que acechan en el camino. Es también necesario conocer el público al que se van a dirigir los servicios y, para todo ello, este libro ofrece sugerencias, aporta modelos y presenta herramientas.. Lo mismo podemos decir a la hora de diseñar programas prácticos de aprendizaje. Se hace una presentación de las distintas “formas para formar” que pueden utilizarse: desde la señalización, las charlas y visitas guiadas (acompañadas de material impreso) hasta el uso de la página Web, las ayudas en línea y las posibilidades del E-learning. Un aspecto positivo de esta obra, es que las autoras no idealizan el uso de la tecnología y se detienen a comentar que su uso “no siempre constituye una mejora en los procesos de enseñanza”. Corremos el riesgo de convertir los medios en fines (como ha ocurrido anteriormente en otros aspectos dentro de nuestra profesión) ya que lo principal no es la presencia de las tecnologías (por otra parte irrenunciables) sino su uso adecuado y adaptado a las necesidades de los usuarios. Por otro lado, no podemos olvidar que, de momento, existe una capacidad de comunicación entre los humanos que las máquinas no pueden sustituir y, sobre todo, si nos referimos a tareas relacionadas con el aprendizaje y la enseñanza en donde no sólo es necesario manejar contenidos sino también valores y aspectos éticos.

Por otra parte, creemos que el libro debería comenzar justo por donde termina, con esa tercera parte en la que se habla de “hacia donde va la formación de usuarios”. Se entendería mejor la obra partiendo del nuevo paradigma en el que se mueven las actividades formativo / educativas de las bibliotecas: la alfabetización informacional. Es en esta última parte en donde se presentan los retos que deben afrontar los distintos tipos de bibliotecas frente a las exigencias de una sociedad altamente tecnificada y en la que la información es una mercancía de gran valor. De esta manera, quedarían mucho más claros los conceptos y se entenderían mejor los apartados dedicados a la planificación y puesta a punto de los servicios.

El libro debe mucho al, de momento insuperable, Estrategias y modelos para enseñar a usar la información: guía para docentes, bibliotecarios y archiveros coordinado por José Antonio Gómez Hernández y con la participación de Félix Benito Morales, dos de los pesos pesados, dentro del área hispana, en lo que a alfabetización informacional se refiere.

En su conjunto, Usuarios de la información , es un libro interesante que incluye ejemplos y experiencias para complementar el marco teórico. A lo largo de toda la obra se insiste en la necesidad de planificar, evaluar y enmarcar la formación dentro de las políticas de calidad que debe aplicar cualquier biblioteca.

Rosa Emma Monfasani y Marcela Fabiana Curzel dejan muy claro que la alfabetización informacional es importante porque garantiza el acceso democrático y global a la información. Es decir, sirve para que las bibliotecas cumplan una de sus principales funciones sociales: limar desigualdades y garantizar derechos.

 

Javier Pérez Iglesias