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Autor: A. Gómez Mendoza
Título: Hacia una economía del frío. El plan de red frigorífica nacional, 1947-1951.
Resumen:
Este trabajo forma parte del Proyecto de
Investigación "La industria en la España de Franco
1939-1959"
INDICE
Introducción
1. Los Frigoríficos ante el escaparate del hambre 6
2. Anteproyecto de la Red Nacional del Frío Industrial 15
2.1 Objetivo de la RNFI 17
2.2 Estructura de la RNFI 19
2.3 Ejecución de la RNFI 29
2.4 Financiación de la RNFI 29
3. 1948: Un año decisivo para la red frigorífica 34
4. Reacciones y enmiendas al proyecto de red frigorífica 44
4.1 La encuesta sobre la red del frío 45
4.2 La reacción de los empresarios del frío 52
4.3 El código de valores del INI 56
4.4 Los conflictos regionales en la gestación
de FRIGSA 59
4.5 Una vía alternativa: Conservas 'Gaspar' 65
5. El Plan de Red Frigorífica Nacional 68
5.1 Un ejemplo temprano de planificación sectorial 69
5.2 David contra Goliath 79
Conclusiones 89
Apéndice A: Solicitudes de instalación de cámaras frigoríficas (1948/1953) 96
Apéndice B: Informes sobre instalación de cámaras frigoríficas (1948/1953) 98
Bibliografía y fuentes primarias 101
Indice de abreviaturas 102
Cuando Don José Sirvent relevó a Don Juan
A. Suanzes en la presidencia del INI, la distribución sectorial
de las inversiones brutas acumuladas por el Instituto durante el
período 1941/1963 mostraba un abrumador predominio de la
industria pesada. Refino de petróleo, energía eléctrica,
industria transformadora, minería y metalurgia abarcaban en
conjunto un 88 por 100 de la inversión. Lo abultado de este
porcentaje contrasta con una presencia casi testimonial en otros
ámbitos de la industria española. Tal sucedió, por ejemplo,
con la industria alimentaria que recibió una inversión de 480
millones de pesetas, lo que ascendía a un mero 0,6 por 100 del
total en 1963. Con esa suma, las cinco empresas del sector de la
alimentación quedaban relegadas al furgón de cola del grupo
INI. Junto a la parquedad de la inversión acometida, llama la
atención - en mayor grado incluso - que los gestores del INI se
mostraran interesados por un ramo industrial totalmente ajeno a
sus actividades habituales. Para justificar su actitud apelaron a
una serie de consideraciones sociales y económicas, entre las
que cabe destacar la mejora de la dieta alimenticia o la
necesidad de forzar un equilibrio en la balanza comercial.
Argumentaron también que la conservación de alimentos había
sufrido la incuria del capital privado.
Ese tipo de argumentación que ha sido
repetido en una monografía reciente sobre la historia del INI,
es poco convincente. Sin negar, por supuesto, la gravísima
crisis alimentaria que sufrió la población española en los
años 1940, resulta inaceptable, en cambio, una explicación
basada en la apatía del capital privado. Antes bien, un rasgo
inequívoco del sector frigorífico español al término de la
guerra civil fue la presencia marcada de empresas privadas con
claro predominio de los pequeños negocios locales. Ese
minifundismo no impidió que determinados grupos empresariales
dispusieran de instalaciones frigoríficas de cierta entidad en
varias localidades.
A pesar de la penuria estadística que se
padece en este ramo industrial, puede afirmarse que sólo una
décima parte de los 766.000 metros cúbicos de capacidad
frigorífica existentes en 1960 pertenecía a empresas
controladas por el INI. Dos de ellas (FRIGSA e IGFISA) montaron
sus cámaras en el decenio de 1950, mientras que la tercera
IFESA, constituida en 1956, absorbió las instalaciones del
Matadero de Mérida. De ahí que los aumentos de capacidad en el
período anterior (1936/1952) deban ser imputados por entero a la
iniciativa privada. Se estima que se promovió la creación de un
volumen anual de 14.340 metros cúbicos, casi el doble de la
cifra registrada en el primer tercio de siglo. A partir de 1952,
se triplicó el ritmo de montaje de cámaras hasta situarse en
una tasa de un 12,8 por 100 anual, lo suficiente para añadir
33.500 metros cúbicos en cada año a la capacidad útil
frigorífica.
Vista la progresión de una y otra red
frigorífica en el período que transcurre entre 1950 y 1970,
parece acertado afirmar que el "INI ha tenido una
fundamental acción programadora e impulsora, extraordinariamente
secundada por la industria frigorífica privada". A esa
acción planificadora se refiere el presente trabajo. Se
indagarán los verdaderos motivos que guiaron, a partir de 1947,
la actuación de los rectores del INI hacia un campo tan extraño
para ellos como el alimentario.
El trabajo ofrece al lector una
interpretación que rompe con el manido argumento utilizado en la
época. En contraste con esa visión, se sostiene aquí que la
presencia del INI en la industria alimentaria atendió a una
interrelación de fuerzas que conformaron un triángulo; dos de
sus vértices atañieron a sucesos políticos con una proyección
exterior. Como contrapunto, un factor económico ocupó el tercer
vértice; en concreto, la política industrial desplegada por el
ministro Suanzes. Con respecto a los dos primeros, haré
hincapié sucesivamente en una de las contrapartidas de la ayuda
argentina que recibió el gobierno del general Franco en 1946/48
y en el esfuerzo de los gobernantes españoles para hacerse
merecedores de los beneficios del Plan Marshall. Al solicitar un
empréstito al gobierno norteamericano, Suanzes, que era - no se
olvide - el rector de la política industrial y comercial
española en el período 1945/1951, se esforzó por ofrecer la
imagen más alejada posible de la realidad interventora y
hostigadora del capital privado que presidió todo su mandato
ministerial. Sucesos como la condonación de una enorme deuda
fiscal a dos compañías mineras británicas o como el caso
presente de la Red Frigorífica Nacional deberán ser
enmarcados en ese contexto.
En este trabajo, se pretende alcanzar un
doble objetivo. Primero, mostrar que acontecimientos de
naturaleza política fueron decisivos a la hora de moldear el
carácter de ciertas políticas industriales, en el caso presente
sistematizar y ordenar las instalaciones frigoríficas a escala
nacional. Y, segundo, mostrar que existió un divorcio claro
entre, por un lado, la asepsia planificadora del INI y, por otro,
el comportamiento de sus gestores hacia la empresa privada. Para
ello, he estructurado el texto en cinco grandes apartados. En el
primero, retomo el análisis de las razones que impulsaron al INI
a intervenir en el sector del frío industrial. A continuación,
me centraré en el anteproyecto de la red frigorífica que, tras
ser perfilado por el Departamento de Industrias de la
Alimentación en 1947, inspiró el decreto de setiembre de 1948.
En el tercer apartado, aportaré dos ejemplos que permiten
apreciar la gran sensibilidad del proyecto del INI a la variable
coyuntura interna y externa. Así mismo analizaré los parecidos
y diferencias entre el anteproyecto y el decreto. En el apartado
siguiente, estudiaré la reacción que propició la iniciativa
estatal en un doble ámbito, público y privado. Por último,
abordaré el análisis del Plan de Red Frigorífica cuya
relevancia radicó en el hecho de constituir una de las primeras
aplicaciones de la planificación sectorial en España. En las
conclusiones, mostraré que los gestores del INI no supieron
amoldarse al espíritu que ellos mismos intentaron inculcar en su
proyecto.
1.- LOS FRIGORIFICOS ANTE EL ESCAPARATE DEL
HAMBRE
La esencia del plan nacional del frío
industrial que acometió el INI y el moldeado que cincelaron sus
máximos dirigentes, entroncan ambos con dos episodios
sobresalientes de la política exterior española del período.
La opción elegida para convertir en una realidad el plan del
frío se vió influída por un tercer factor que, por oposición
a los dos anteriores, tuvo un carácter endógeno. Me refiero a
la auténtica faz de la política industrial que aplicó Suanzes
durante su segundo mandato ministerial.
En el plano exterior, aludiré en primer
lugar al texto del Acuerdo Hispano-Argentino de octubre de 1946
que fue completado posteriormente en abril de 1948 por el
Protocolo Franco-Perón. Por el primer acuerdo, Argentina
reconoció al gobierno español una línea de crédito de 400
millones de pesos para adquirir productos agrícolas. Además de
cereales, el compromiso aludió a la venta de una extensa gama de
productos cárnicos, entre los que destacaré 20.000 Tms de carne
congelada para el quinquenio 1947/1951 (Art. 15º). A cambio de
esas importaciones, que se preveían cruciales para suavizar la
gravísima penuria alimenticia padecida por el pueblo español,
el gobierno de Franco adquirió ciertas obligaciones. Por un
lado, potenciar la exportación de materias primas y productos
manufacturados intermedios a la Argentina. Por otro, conceder
depósitos francos en zonas portuarias con objeto de facilitar el
almacenamiento y manipulación de los alimentos argentinos que se
destinasen a los mercados ribereños del Atlántico y del
Mediterráneo (Art. 25º). Es decir, mediante el acuerdo de 1946,
Perón se aseguró una plataforma que le permitiría impulsar sus
exportaciones a la Europa occidental.
El protocolo de 1948 ratificó la
ejecución de aquel compromiso al permitir cancelar las deudas
contraídas por España a través de una cuenta abierta en
pesetas por el IEME a favor del Banco Central de Argentina. De
ese modo, las autoridades argentinas dispusieron de los saldos
necesarios para acometer, entre otras inversiones, el montaje de
unas instalaciones frigoríficas en la zona franca del Puerto de
Cádiz (Art. 4º (d)). Dicha estación que se ubicaría en el
rebautizado "Puerto Perón", serviría para almacenar,
manipular y distribuir productos alimenticios argentinos. El
protocolo estableció tambien la posibilidad de constituir
empresas mixtas argentinas o hispano-argentinas para
"contribuir a estimular la economía española en
coordinación con las necesidades de la economía argentina"
(Art. 4º (e)).
En segundo lugar, resulta preciso traer a
colación los esfuerzos que desplegó el tándem formado por
Martín-Artajo y Suanzes para combatir el antagonismo mostrado
por la administración Truman hacia el gobierno de Franco. La
dura negociación que desembocó en el verano de 1950 en la
concesión de un crédito de 62 millones de dólares, estuvo
repleta de episodios que dejaron su impronta sobre la gestación
de la red del frío. En pos de ese empréstito, que quedó muy
lejos de unas peticiones que se cifraron en 1.300 millones de
dólares, Suanzes acudió a la intermediación de un grupo
diverso de valedores. Políticos y hombres de negocios
norteamericanos defendieron la causa española en los círculos
influyentes de la capital federal, junto a emisarios españoles
como Don Andrés Moreno y Don Francisco Bustelo. Por su parte, el
Departamento de Estado había vinculado cualquier acuerdo
crediticio a una revisión sustancial previa de la política
económica española. En particular, exigió que se aplicara un
mayor realismo en materia cambiaria, que se liberalizase el
régimen restrictivo impuesto a la inversión extranjera y al
comercio exterior y, por último, que se pusiera término a la
competencia del INI a la industria privada.
En respuesta a esas exigencias, Suanzes
desarrolló una estrategia de doble cuño. Por un lado, reiteró
en frecuentes declaraciones a la prensa extranjera el talante
liberal que, en su opinión, inspiraba la política económica
del gobierno español. Por otro, intentó el ardid de acatar las
demandas planteadas por los norteamericanos. Con esa finalidad,
se avino a suavizar la contundencia de sus acciones en un intento
por transmitir una imagen de respeto hacia las reglas del mercado
y hacia la empresa privada ya fuera nacional o extranjera. En
realidad, aquel cambio de actitud no pasó de ser un burdo
simulacro. Además, Suanzes lo ciñó a áreas con escaso peso
específico para los planes de industrialización que él mismo
trazó. Jamás claudicó en su verdadera manera de actuar. De
hecho, en más de una ocasión, desveló su innata falta de
voluntad para asumir los compromisos que se le habían exigido.
Buena muestra de ello la encontramos en el plano cambiario con la
ficción de los tipos múltiples y en el plano industrial con el
hurto a la iniciativa privada de un proyecto para impulsar el
desarrollo de la automoción en España. Así pues, la realidad
interventora de su política comercial e industrial le impulsó a
acentuar la ejecución de acciones compensatorias: por ejemplo,
perdonó a THE RIO TINTO Co (RTC) una deuda fiscal, suficiente
para haber conseguido la nacionalización del ansiado
"Gibraltar económico", a la vista del innegable efecto
propagandístico que su proceder le habría de reportar en medios
financieros internacionales. De igual forma, insistió en
distanciar a España respecto de las políticas nacionalizadoras
ejecutadas por otros gobiernos europeos. Y, por último, se
afanó en presentar al INI como un organismo dispuesto a
colaborar con la empresa privada en aventuras industriales
comunes, tales como la puesta en marcha de la siderurgia
asturiana, de una fábrica de automóviles o de una red de
frigoríficos, por citar algunos ejemplos. La coincidencia
temporal en el verano de 1948 de tres de los episodios señalados
- RTC, SEAT y frigoríficos - avala mi sospecha de que todos
ellos respondieron a una causa idéntica.
Para ilustrar la primera parte de la
estrategia que desarrolló Suanzes, apelaré a sus propias
palabras a la hora de describir las directrices de la política
económica española en los años 1948/49. Es indudable que el
ministro meditó cuidadosamente el tono de las opiniones vertidas
que iban dirigidas a un público norteamericano. Me centraré en
dos aspectos concretos de su argumentación: el contenido social
de la política económica y la realidad del INI.
Respecto del primer punto, Suanzes insistió en destacar como prioridad fundamental del gobierno del general Franco la consecución de una mejora sustancial en las condiciones de vida de los españoles. Declaró sin ambajes que la "voluntad firme del Generalísimo y su Gobierno" era "atender los aspectos más característicos de la alimentación, la salud y la habitación". Está claro que le interesó resaltar la existencia de una preocupación sincera por los contenidos sociales, es decir por el fomento de las industrias de bienes de consumo y por el respeto hacia la empresa privada. Respecto al segundo punto, es decir el espinoso escollo que suscitaba en medios económicos internacionales la creación del INI, abogó por la "necesidad de crear un organismo capaz de garantizar el cumplimiento de los planes y programas económicos". Remitiéndose a unas sorprendentes declaraciones que había efectuado en el mes de setiembre de 1948, Suanzes intentó aplacar cualquier sospecha suscitada por el INI mediante un doble argumento. Por un lado, acudió a un razonamiento general para insistir en el respeto que le valía el capital privado, tal como sugieren los siguientes extractos:
"El Estado reconoce el inmenso e insustituible
valor de la iniciativa privada, fuente inigualada de progreso. No
tiene ni el más remoto propósito de seguir las
corrientes estatificadoras tan pronunciadas hoy en otros países
... El Estado español es decididamente contrario a la teoría o
criterio de estatificar industria, comercio o, en general,
cualquier actividad de tipo económico. Cree absolutamente en la
necesidad y virtualidad del ahorro y la iniciativa privada".
Semejante argumentación le condujo a afirmar que "la prosperidad está en razón inversa de la extensión del intervencionismo". Es difícil concebir una conclusión más peregrina en boca de quien la formuló. En los años anteriores, ofreció múltiples pruebas de que su forma de pensar era diametralmente opuesta. Por otro lado, en alusión directa al INI, arguyó que el organismo no era
"nunca un fín por sí mismo, sino un
medio, un instrumento, al servicio de elevados propósitos a los
que están adscritos la prosperidad y el bienestar del
país",
para añadir, poco después, que los
recursos financieros a su disposición fueron "realmente
insignificantes en comparación con los aplicados a las
atenciones del mismo carácter desarrolladas por la iniciativa
privada". Tan extraordinaria transfiguración de los fines
del Instituto acabó implicando a otras instancias
gubernamentales. El propio Carrero no dudó en justificar la
política ejecutada por el Instituto con el poco convincente
argumento de que "no se opon[ía] a la iniciativa
privada".
Con semejantes alegatos en favor de la
empresa privada que significaron un divorcio con respecto a
conocidas afirmaciones suyas en el sentido opuesto, Suanzes
pretendió crear un estado de opinión favorable a la
"cuestión española" en los Estados Unidos. Más como
cabía prever, el ardid empleado resultó infructuoso. Para mayor
desespero de Suanzes y de su colega Martín-Artajo, la crisis que
alcanzó a la economía argentina, malogró las esperanzas de
conseguir una autosuficiencia en materia alimenticia por esa
vía. En un escrito a Franco en el que trazó un cuadro desolador
de las perspectivas futuras de la economía española, Suanzes
arremetió contra la intransigencia norteamericana con enorme
dureza como puede inferirse de la siguiente cita:
"Resulta muy curioso que ilegalmente y
de la manera más antidemocrática posible, se imponga al mundo,
a la fuerza y unilateralmente, una verdadera tiranía económica,
invocando como fuerza superior, la necesidad y el orden, mientras
que, simultáneamente, no quiera aceptarse la libertad de
autodeterminación política de un País dentro de sus propias
fronteras, en evitación del caos".
Por supuesto, la protesta no trascendió al
terreno diplomático sino que, agobiado por la gravedad de una
situación económica calamitosa, Suanzes se aprestó al fin a
transmitir señales de una disposición, tímida, a cumplir con
las demandas planteadas por la administración norteamericana.
Algunos de sus valedores se lo habían aconsejado en los meses
anteriores.
Así se llegó a la escenificación de la
segunda parte de la estrategia emprendida por Suanzes. Dentro del
abanico de opciones, el frío industrial aplicado a la
alimentación le proporcionó un excelente guión para concretar
sus ideas en torno a la "misión" de paz del INI. Y
ello por tres razones.
Aunque un sector de escasa entidad
económica, el frío industrial constituía, en primer lugar, una
gran caja de resonancia por sus implicaciones sociales. De ahí
que el INI y el Ministerio de Industria y Comercio concentrasen
su esfuerzo en el ámbito de la distribución de alimentos con la
intención de regularizar los precios interiores y de reducir al
máximo las pérdidas y mermas que ocasionaban los desfases entre
producción y consumo. Quede claro que en ningun caso se
pretendió expandir la producción de alimentos en línea con la
política agraria general. Aquella manera de actuar emanó del
convencimiento de que existía un potencial de producción
superior a las necesidades del país. De ahí que mediante una
política adecuada de distribución se ambicionase mejorar el
aporte proteínico de la población española, al tiempo que se
pretendía incrementar los saldos en divisas gracias a la
exportación de las cosechas comercializables en el extranjero.
En definitiva, se trató de invertir una situación abocada a la
catástrofe que obligó en 1949 a desviar un 25 por 100 de los
saldos en divisas a la importación de alimentos. Está claro que
el afán por promover el "engrandecimiento industrial"
del país volvió a impulsar a Suanzes a sacrificar un, ya de por
sí, precario nivel de vida de los españoles.
No menos importante fue, en segundo lugar, el hecho de que la industria del frío fuera un ramo industrial totalmente alejado de los problemas de la defensa nacional, al estar libre de vínculos con sectores de tipo estratégico. Y como tercera y última razón, si bien quizá fuera la de mayor relevancia, el frío industrial era una opción para la que Suanzes podría contar con el espaldarazo político de la Presidencia del Gobierno. Importa reseñar que el interés - adulterado en el caso del presidente del INI - por resolver los problemas del abastecimiento interno confluyó con la preocupación más genuina que había expresado el subsecretario del Gobierno por esos mismos asuntos en alguna ocasión. En un escrito temprano, Carrero calificó al abastecimiento como el problema de mayor gravedad y de más urgente resolución que tenía planteada la economía española. Para remediarlo, se imponía, en su opinión,
"La intervención del Estado, ejerciendo toda su autoridad, con dos objetos:
- equitativa distribución de todo lo existente sin que nada se filtre al tráfico clandestino e
- intensificación de la producción".
De acuerdo con su planteamiento, la acción
estatal había resultado infructuosa por dificultades de
"orden órganico", por realizarse en un ambiente hostil
y por el mal funcionamiento de las tasas. Por ende, abogó por
una "intervención de manera absoluta" y por una
"acción de tasa única". Defendió la creación de una
Comisaría General de Abastecimientos de la que dependerían un
futuro Instituto de Precios de la Alimentación y una Fiscalía
Superior de Tasas. La Comisaría a la que calificó como una
"Gran Intendencia nacional", desempeñaría su cometido
en tres áreas principales: obtención de recursos, distribución
y consumo. Carrero expresó una enorme desconfianza hacia las
personas y organismos encargados de ejecutar las labores de
intervención, sin reparar en que fueran gobernadores civiles,
alcaldes o funcionarios de los ministerios de Agricultura e
Industria y Comercio. Así las cosas, se declaró convencido de
la necesidad de colocar la Comisaría de Abastecimientos bajo la
tutela directa de la Presidencia del Gobierno, tal como puede
comprobarse en el diagrama 1.
Carrero vió frustrado su empeño en 1941.
La Comisaría General de Abastecimientos y Transportes
permaneció afecta a la estructura interna de Industria y
Comercio. Por esa razón, no parece aventurado afirmar que
Carrero celebró la idea de constituir un Departamento de
Industrias de la Alimentación dentro del organigrama del INI,
con la misión de intervenir la distribución de alimentos.
En suma, el frío industrial constituyó un
sector idóneo para transmitir la apetecida apariencia de
armonía con el sector privado, máxime si aquella colaboración
buscaba resolver un problema de fuerte contenido social como era
el precario abastecimiento alimentario. Como se verá en el
siguiente apartado, los gestores del INI desempeñaron su papel
de convencidos liberales con tal entusiasmo que se extralimitaron
en sus propuestas sobre la configuración de la futura red
frigorífica. Se llegó así a la situación paradójica en la
que Presidencia del Gobierno hubo de aplacarlos.
2.- ANTEPROYECTO DE LA RED NACIONAL DEL
FRIO INDUSTRIAL
Para plasmar en realidades la Red Nacional del Frío Industrial, el presidente del INI colocó al frente del Departamento de Industrias de la Alimentación (DIA) que había creado en 1946, al Teniente Coronel de Artillería Don Rufino Beltrán Vivar. Beltrán era una persona con dilatada experiencia en esas lides, adquirida durante los siete años en que ocupó la jefatura de la Comisaría General de Abastecimientos. Hasta su retiro definitivo en 1970, ocupó diversos cargos en el INI, todos ellos relacionados con el sector agroalimentario.
Diagrama 1: Carrero y el problema del abastecimiento
A instancias de Suanzes, Beltrán se empleó de inmediato en perfilar las líneas maestras de un anteproyecto para la futura red del frío industrial, que sería la directriz del decreto de setiembre de 1948. En el segundo semestre de 1947, Beltrán redactó tres versiones de ese anteproyecto. En la primera y la tercera, analizó varias modalidades de la conservación frigorífica de la carne y del pescado. Por su parte, la segunda incorporó un estudio de las centrales de higienización de la leche destinada al consumo urbano. El corto lapso de tiempo de que dispuso el director del DIA, unido al hecho de que las tres versiones desarrollaran unas directrices comunes, parecen indicar que Beltrán concibió un plan frigorífico con anterioridad a su incorporación al INI.
En este apartado me propongo examinar
cuatro aspectos centrales del anteproyecto: objetivo, estructura,
programa y financiación. Aunque los planteamientos técnicos de
los distintos borradores del plan fueron aceptados sin apenas
modificaciones por los rectores del INI, comprobaremos que hubo
una cierta falta de sintonía entre Beltrán, Carrero y el
ministro Suanzes; en particular, en lo referente al uso que éste
último pretendió hacer del frío industrial como medio de
escenificar la nueva relación a instaurar con el sector privado.
En efecto, una reconversión tan drástica a las virtudes de la
libre competencia obligó a todos a un período de asimilación
de las nuevas consignas.
2.1 Objetivo de la RNFI
Por medio de la implantación de una red de frigoríficos, el INI ansió conseguir cuatro objetivos prioritarios:
* Armonizar producción y consumo, congelando carne y pescado cuyo ciclo de producción tiene un alto componente estacional.
* Prolongar la vida de alimentos perecederos; por ejemplo, pescado, carne, huevos, quesos, mantecas, frutas y verduras.
* Almacenar excedentes susceptibles de ser exportados.
* Almacenar alimentos refrigerados
importados para cubrir el déficit interior (carne y huevos, en
particular).
La intención última de esos cuatro
objetivos era idéntica: regular el nivel de los precios. Esa
finalidad parece sugerir que las autoridades comerciales
admitieron un funcionamiento deficiente de la política de tasas.
Así pues, por un lado, el INI pretendió "retira[r] del
mercado las producciones excedentes que envilecerían [los
precios]". Por otro, "introducir en los momentos de
escasez artículos almacenados para evitar una elevación
injustificada de los precios al consumidor". Semejante
política de precios que, en la práctica, anulaba por completo
los mecanismos del mercado libre e impedía, por tanto, reasignar
recursos, pretendió camuflar la alarmante escasez de alimentos
que agobió a los españoles en los años cuarenta. No deja de
ser irónico que se pretendiera retirar excedentes coincidiendo
con una crisis agrícola sin parangón en la historia reciente de
nuestro país.
Para alcanzar los objetivos enunciados nada mejor, a juicio de los gestores del INI, que el frío industrial por sus ventajas de tipo espacial, estacional y comercial. En primer lugar, el frío evitaba la pérdida de peso inherente a los penosos desplazamientos del ganado en vivo desde las áreas de producción hasta los grandes mercados de consumo. Atendiendo a las estimaciones de Beltrán, en los cinco días que duraba el trayecto desde Galicia a Barcelona, una res vacuna perdía un 10 por 100 de su peso. En términos del consumo global de vacuno en la plaza de Barcelona, ese porcentaje equivalía a una pérdida de 1.700 Tms de carne, lo que representaba un quebranto de casi 24 millones de pesetas anuales. En segundo lugar, el frío permitía concentrar el sacrificio de las reses vacunas en los meses comprendidos entre noviembre y mayo, cuando ganaban peso gracias a la abundancia de pastizales. Y en último lugar, el frío industrial hizo concebir una fórmula para acabar con el tradicional comercio gallego de compra-venta de ganado "a ojo". Dicha modalidad encarecía los precios a causa de la proliferación de intermediarios (tratantes, exportadores, agentes y criados). A la vista de esas ventajas y al tratarse de una "época de emergencia económica", Beltrán argumentó que
"la única solución de tipo
económico, al mismo tiempo que de significación social ...
[fuera] adquirir al productor sus reses en el momento en que a
él le convenga a un precio justo y nunca 'a ojo'..., sacrificar
las reses así adquiridas en el momento en que su rendimiento en
carne sea mayor ... y almacenar la carne así sacrificada,
transportándola a los lugares de consumo en canal... Ello obliga
a considerar la necesidad de mataderos industriales con plantas
de congelación".
2.2 Estructura de la RNFI
Habiendo establecido la conveniencia del
frío industrial, Beltrán perfiló la creación de dos cadenas,
una primaria para congelar carnes y pescados y otra secundaria
para conservar toda clase de alimentos perecederos.
(a) Red primaria de carne
En el primer borrador del plan frigorífico, Beltrán admitió que la situación española era opuesta a la que se había vivido en Argentina o Estados Unidos. En España, la tónica general del mercado de carnes era el exceso de demanda y una crisis de precios al alza mientras que en aquellas naciones americanas, el exceso de producción y el hundimiento de las cotizaciones fueron determinantes para propiciar el advenimiento de los congeladores. A diferencia de los grandes Mapa 1: Existencias de ganado vacuno
mataderos industriales en Argentina,
Brasil, Estados Unidos o Uruguay que perseguían la consecución
de economías de escala, Beltrán propugnó para España plantas
modestas de congelación a localizar en zonas ricas en ganado
bovino, en la proximidad de vías férreas o de puertos de mar,
dotadas de instalaciones para industrializar los subproductos,
con abundancia de recursos hidráulicos y de energía eléctrica.
Su idea era congelar exclusivamente canales de vacuno. El ovino,
en cambio, se consumiría fresco.
Al propugnar un modelo de sacrificio in
situ, Beltrán apostó por una ruptura con la práctica
habitual, adelantándose a su tiempo. A pesar de que en el
período 1962/85, el sacrificio ha seguido realizándose todavía
de forma mayoritaria en las proximidades de los grandes núcleos
de población, no obstante, ha perdido terreno con respecto a las
áreas productoras. Mas, en contra de lo previsto por Beltrán,
las reses sacrificadas en los centros consumidores alcanzaban un
mayor peso a la canal que en las áreas productoras.
Como emplazamiento más idóneo para los
mataderos frigoríficos de nueva planta, Beltrán propuso el
noroeste peninsular por tratarse de la región con mayores
existencias de ganado bovino. En el mapa 1, puede observarse que
la concentración de reses vacunas en las cuatro provincias
gallegas y en las tres provincias limítrofes de León, Oviedo y
Zamora era efectivamente abrumadora. Atendiendo a las cifras que
manejó Beltrán, el censo bovino gallego ascendía a 1.228.000
cabezas, en torno a un 30 por 100 de la cabaña total. Añadiendo
a ese total las reses vacunas de las provincias vecinas, el
porcentaje asciende hasta un 50 por 100. Sin embargo, conocer el
tamaño de la cabaña bovina carece de relevancia a menos que
dispongamos de información sobre el consumo regional. Una
comparación de ambas magnitudes permitirá delimitar las áreas
con excedente neto de aquellas que eran deficitarias. A ese
respecto, el cuadro 1 clasifica al territorio nacional en nueve
zonas cárnicas. Se infiere que las regiones productoras de carne
de vacuno conforman un gran arco occidental que estaba integrado
por las provincias comprendidas entre Santander y Cáceres (Areas
7, 8 y 9). En el año de 1947, esa gran zona productora generó
unos excedentes cercanos a 31.700 Tms de canales de vacuno, lo
que permitió cubrir un 70 por 100 del déficit nacional de
Cuadro 1: Principales flujos de carne
vacuna en 1947
Area | O | C | O - C | C/Hab. |
1 | 9.065 | 25.948 | - 16.883 | 6,30 |
2 | 14.555 | 15.021 | - 466 | 4,10 |
3 | 2.602 | 2.840 | - 237 | 1,07 |
4 | 3.728 | 7.809 | - 4.080 | 2,32 |
5 | 8.345 | 22.613 | - 14.268 | 5,66 |
6 | 10.698 | 19.862 | - 9.163 | 12,17 |
7 | 32.176 | 20.320 | + 11.855 | 8,34 |
8 | 25.836 | 13.290 | + 12.545 | 5,23 |
9 | 14.128 | 6.845 | + 7.282 | 4,40 |
TOTAL | 121.134 | 134.550 | - 13.415 | 5,03 |
Bna | 2.288 | 16.950 | - 14.661 | 7,96 |
Madrid | 1.222 | 22.455 | - 21.234 | 11,45 |
Notas y fuente:
Area 1: Comprende las provincias de Avila, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara, Madrid, Segovia, Soria y Toledo.
Area 2: Badajoz, Cádiz, Córdoba, Huelva y Sevilla.
Area 3: Almería, Granada, Jaén y Málaga.
Area 4: Albacete, Alicante, Castellón, Murcia, Teruel y Valencia.
Area 5: Barcelona, Gerona, Huesca, Lérida, Tarragona y Zaragoza.
Area 6: Alava, Guipúzcoa, Logroño, Navarra y Vizcaya.
Area 7: Burgos, León, Oviedo, Palencia y Santander.
Area 8: La Coruña, Lugo, Orense y Pontevedra.
Area 9: Cáceres, Salamanca, Valladolid y Zamora.
Bna : Provincia de Barcelona.
Madrid: Provincia de Madrid.
Col. (1): Producción de canales de vacuno en Tms.
Col. (2): Consumo de vacuno en Tms.
Col. (3): Excedente (+) o déficit regional (-).
Col. (4): Consumo por habitante y año en kgs de carne.
Todos los datos proceden de 'Anteproyecto
de la Red Nacional del Frío Industrial' (Julio, 1947), INI leg.
200.28 '1947-48' exp. 3.
45.100 Tms. Por ende, el 30 por 100
restante había de cubrirse por medio de compras en el
extranjero, léase carne argentina. Si bien Galicia (Area 8)
figura por detrás de la Cornisa Cantábrica (Area 7) en
producción de carne, fue la región con mayores excedentes (40
por 100 del total) lo que respondió a un consumo modesto.
En cuanto a los grandes centros
consumidores de vacuno, las cifras del cuadro permiten comprobar
que los principales mercados describían un arco oriental que se
extiende desde las provincias vascongadas a las levantinas, arco
al que se debe agregar el mercado madrileño. Con un consumo de
22.455 Tms - un 17 por 100 del consumo agregado nacional -,
Madrid constituía a fines del decenio de 1940, el principal
mercado de vacuno en España. Por detrás de Madrid, figuraba
Barcelona con un consumo de casi 17.000 Tms de vacuno que
representaban un 13 por 100 del consumo global. Estas dos
ciudades no sólo fueron los principales mercados, sino además
fueron puntos de destino de los principales flujos de carne de
vacuno. Acapararon un 80 por 100 de las 45 mil toneladas de
vacuno a que ascendió el déficit neto regional en 1947. Un
simple vistazo a los signos de la tercera columna del cuadro
permite esclarecer la dirección de los principales flujos de
carne vacuna. Si el noroeste destaca claramente como principal
área de origen, los flujos tenían por destino un gran abanico a
lo largo del litoral mediterráneo al que se añade, a modo de
islote, Madrid. En consonancia con este resultado, Beltrán
defendió la creación de cuatro estaciones de congelación a
emplazar en el noroeste. Tres de ellas ("A",
"B" y "C") habrían de situarse en las
inmediaciones de un puerto para aprovechar las ventajas del
transporte marítimo hasta los mercados del litoral
mediterráneo. Por su parte, la cuarta ("D") se
situaría a pie de ferrocarril con el propósito de abastecer a
la capital de España, tal como se observa en el mapa 2. Sin
embargo, las canales gallegas serían insuficientes para cubrir
todo el consumo, razón por la que Barcelona, Alicante y
Valencia, por un lado, y Madrid, por otro, habrían de completar
su demanda con canales procedentes de su entorno geográfico y de
la importación en un 44 y 73 por 100 respectivamente.
Con relación a las tres estaciones portuarias de congelación, Beltrán expresó una preferencia clara por Vigo ("A"), La Coruña ("B") y Avilés ("C") pero se abstuvo de concretar la ubicación exacta de la estación "D" en la provincia de Lugo. A ésta última, le reservó la mayor capacidad de congelación, 5.625 Tms. En conjunto, las cuatro plantas podrían atender a unas 16 mil toneladas
Mapa 2: La red primaria de congelación para vacuno
anuales de carne.
Cuadro 2: Abastecimiento de las estaciones
de congelación de carne
Vigo | Coruña | Avilés | LUGO | |
PONTEVEDRA | 1.100 | - | - | - |
ORENSE | 2.500 | - | - | 2.500 |
LUGO | - | 1.025 | 1.300 | 1.775 |
LA CORUÑA | - | 3.200 | - | - |
OVIEDO | - | - | 1.500 | - |
LEON | - | - | - | 870 |
ZAMORA | - | - | - | 1.280 |
TOTAL | 3.600 | 4.225 | 2.800 | 5.625 |
Notas y fuente:
Las mayúsculas se refieren a provincias.
Las columnas corresponden a los puntos de destino de los flujos
que se originan en las filas. Todas las cifras representan
toneladas de canales de vacuno. Basado en R. Beltrán Vivar,
"Cadena primaria de congelación - Anteproyecto"
(15-10-1947), INI leg. 200.28 '1947-48' exp. 8.
La distribución de los flujos internos en
la región del noroeste que sugiere el cuadro 2, rompió con la
premisa inicial de minimizar los recorridos para evitar la
pérdida de peso sufrida en los viajes. En ese sentido, sorprende
la decisión de Beltrán de desmembrar la cabaña bovina de Lugo
en tres direcciones, a pesar de ser la provincia de Lugo sede de
uno de los mataderos. Tal como indican las cifras, reses de Lugo
serían envíadas a los mataderos de Avilés y La Coruña. En
cambio, su propio matadero provincial recibiría ganado
procedente de las provincias limítrofes de León, Orense y
Zamora.
(b) Red primaria de pescado
De igual forma que en la producción de
carne, la oscilación estacional y los contrastes espaciales de
las capturas de pescado fueron las dos razones que animaron al
INI a aplicar el frío industrial a la pesca. La intención fue
doble: por un lado, regularizar la producción de las pesquerías
y, por otro, evitar el despilfarro que podría causar un exceso
de capturas.
A tenor de las estadísticas de 1945, se
comprueba que un 32 por 100 de las capturas correspondió al
último trimestre del año, porcentaje que contrasta con el 19
por 100 apresado en el primer trimestre. Descendiendo a un mayor
grado de detalle, llama la atención así mismo el fuerte
contraste entre los meses de máxima y de mínima actividad. Para
el conjunto del país, el coeficiente se situó en torno a un 2,4
pero en los puertos del Cantábrico superó 6,3. A los cambios
estacionales en las cifras de actividad que se explican por la
naturaleza de las especies capturadas, hay que añadir además
los fuertes desniveles entre pesquerías. En 1945, los puertos
del Cantábrico y del Noroeste se alzaron a la primera posición
con un 55 por 100 de las capturas. A fuerte distancia, se
situaron los puertos de las regiones Sur-Atlántica y
Sur-Mediterránea con un 15 y 10 por 100 respectivamente. En
contraste con las cifras de producción, las estadísticas de
consumo revelan que los principales mercados correspondieron al
Levante, Madrid y Sevilla con un 42 por 100 de la demanda, siendo
la capital el mayor mercado de pescado con un 11 por 100.
La comparación de uno y otro conjunto de
estadísticas indujo a Beltrán a sugerir la conveniencia de tres
grandes estaciones congeladoras en Pasajes, Vigo y Huelva. Como
se puede observar en el mapa 3, la primera, con una capacidad de
congelación de 13.000 Tms, abastecería en pescado a los
mercados de Santander, País Vasco, Navarra, Aragón, Cataluña,
Levante, Baleares y en el centro, Madrid. La estación de Vigo,
con una capacidad de 4.000 Tms, se encargaría de suministrar
pescado a los centros de consumo del Noroeste (incluída
Asturias), Castilla la Vieja y Madrid. Por su parte, Huelva, la
estación más pequeña de las previstas con 2.000 Tms de
capacidad, satisfacería la demanda de los mercados de
Andalucía, Levante, Extremadura y Madrid.
(c) Red secundaria de conservación
En contraste con la red primaria de
congelación, Beltrán previó que la red secundaria destinada a
la conservación cubriese la totalidad del territorio nacional
con una doble finalidad: Primero, almacenar excedentes en las
zonas productoras y alimentos perecederos de importación.
Segundo, regular en el corto plazo los precios en los mercados de
consumo. Con esas dos ideas, Beltrán diseñó una red tupida de
estaciones a ubicar en los principales puntos de producción y de
consumo.
En los centros de producción del norte se crearían estaciones para conservar la pesca de Guipúzcoa mientras que en el noroeste, las cámaras deberían almacenar excedentes locales de carne y de pescado junto a la carne argentina. En la costa sur, pensó instalar las cámaras para el pescado procedente de los caladeros del sur-atlántico (Huelva y Cádiz) y para la uva de exportación (Almería). Remontando el litoral mediterráneo, se establecerían frigoríficos en Murcia y Valencia con la función de atender las necesidades del sector hortifrutícola del Levante. La relevancia de los intercambios exteriores convertiría a Barcelona en un punto Mapa 3: Red de congelación de pescado
nodal de primera magnitud dentro de la red
secundaria. Y para acabar el recorrido, el Valle del Ebro
acogería cámaras para cubrir las necesidades del sector
frutícola. Por el lado del consumo, se previó la instalación
de frigoríficos en todos los grandes núcleos de población.
2.3 Ejecución de la RNFI
Al comparar la capacidad existente de frío
industrial con la estimada, Beltrán concluyó que existía un
déficit con "caracteres de verdadera urgencia".
Destacó, en particular, la gravedad de la situación en
Barcelona ya que su capacidad frigorífica apenas si bastaba para
cubrir un tercio de las necesidades. A pesar del apremio,
desaconsejó realizar una operación repentina de gran
envergadura, mostrándose por el contrario proclive a una
ejecución de la red en una "forma fraccionada y sucesiva si
bien dentro de un plan armónico de conjunto".
Beltrán distinguió cinco etapas que
ordenó en atención a su importancia. En cada una de las etapas,
se simultanearon las acciones a acometer en las dos redes, tal
como se desprende del cuadro 3.
2.4 Financiación de la RNFI
Me detendré en dos aspectos relativos a la financiación de la red del frío: la inversión a realizar y la forma de financiar las obras. En ambos temas, Beltrán se mostró extremadamente parco a la hora de proporcionar precisiones, excepción hecha quizá de las estaciones congeladoras de carne, de las que poseía sin duda mayor información.
CUADRO 3: Desarrollo de la red de
frigoríficos por etapas
Etapa | Red primaria | Red secundaria |
1ª | Noroeste (carne) | Barcelona (general) |
2ª | Pasajes Vigo (pesca) Huelva |
Pasajes Vigo (pesca) Huelva Castellón (fruta) Murcia (fruta) |
3ª | -- | Galicia, Cádiz, Logroño, Zaragoza |
4ª | -- | Alicante, Almería, Málaga, Valencia |
5ª | Resto | Resto |
Para los cuatro mataderos frigoríficos que
habían de integrar la red primaria, presupuestó un gasto de
primer establecimiento cercano a 89 millones de pesetas, a lo que
hay que añadir 8 millones destinados a la adquisición de un
buque frigorífico. En cuanto a la red secundaria, propuso la
creación de una Empresa Nacional del Frío Industrial
(ENFISA) para la construcción y explotación de los
frigoríficos de conservación. Dicha empresa acometería un
programa urgente con objeto de instalar los 122.000 metros
cúbicos de cámaras que requería el almacenamiento de 49.000
Tms de alimentos; por este concepto, estimó una inversión de
142 millones de pesetas. Si bien excluyó de sus cálculos los
costes inherentes a la realización de la red primaria de
pescado, sí que incorporó, en cambio, una red de centrales
lecheras en núcleos urbanos con una población superior a un
cuarto de millón de habitantes. La inversión global necesaria
para la industria lechera se elevó a 395 millones de pesetas.
En conjunto, sometió a la consideración
de los gestores del INI una inversión total que rondaba unos 632
millones de pesetas de los cuales 97 millones (15,3 por 100)
deberían satisfacerse en divisas. Por lo que respecta a la
rentabilidad de esa inversión, Beltrán aventuró una cifra de
un 8,4 por 100 en el caso de la red secundaria y de un 10,9 por
100 en las plantas de higienización de leche. Con cálculos
pormenorizados, valoró los beneficios de la red primaria en
1,945 Ptas por Kg de carne tratada, es decir en 31,6 millones de
Ptas para las 16.250 Tms. A esa cantidad, añadió otros 27,6
millones en razón de la carne ahorrada al evitarse los
desplazamientos de los animales en vivo y por la posibilidad de
realizar el sacrificio en los meses de máximo engorde.
En el capítulo de la financiación de las
obras, Beltrán no excluyó una cooperación estrecha con el
sector privado. En esa línea, abogó por la creación de
distintas empresas "unidas únicamente a través del
Instituto en las directrices fundamentales de la economía del
frío". Aclaró, no obstante, que el sector privado debería
amoldarse en todo momento a la acción tutelar del INI, al que
correspondía acometer "únicamente ... aquellas
instalaciones que [fueran] de verdadera urgencia para el
abastecimiento nacional o que por su importancia o repercusión
en lo económico así lo demand[as]en". Con esta
indicación, el pensamiento de Beltrán se alineó con las
directrices generales trazadas años atrás por Suanzes al
definir las bases de la coexistencia entre la iniciativa privada
y el INI. Para Beltrán, la solución óptima consistía en crear
una única empresa mixta que se encargaría de gestionar los
cuatro mataderos frigoríficos del noroeste. El INI asumiría su
dirección y administración, aún en el caso de ser minoritaria
su aportación financiera. De esa forma, se "evitar[ía] que
intereses particulares [fuer]an los que explot[as]en en régimen
de exclusiva la congelación de la carne de vacuno en la región
más ganadera de España".
¿ Quiénes serían los socios admitidos por el INI para la aventura del frío ? Por un lado, empresas ya establecidas en el sector de la carne y de las conservas de pescado como MATADEROS ABELLA de Lugo, MASSO Hnos de Vigo, MATADERO INDUSTRIAL de Pozuelo o el MATADERO PROVINCIAL de Mérida, proclive a extender su radio de acción a la región gallega. Además de suscribir una parte del capital social, estas empresas aportarían su saber técnico y comercial sobre un sector desconocido para el INI. Por otro lado, la presencia de organizaciones campesinas y asociaciones de tratantes de ganado sería también alentada al máximo.
Para el sector lácteo, Beltrán planteó un esquema idéntico. Una sociedad específica - E.N. de Centrales de Abastecimiento de Leche - sería la encargada de instalar centrales lecheras por todo el país. Las grandes empresas privadas del sector como NESTLE, SAM, POCH y CLESA se comprometieron a suscribir un 20 por 100 del capital social presupuestado en 320 millones de pesetas con una rentabilidad neta de un 10,9 por 100. El INI se reservó un 30 por 100. Intereses locales y municipios aportarían el otro 50 por 100.
3.- 1948: UN AÑO DECISIVO PARA LA RED
FRIGORIFICA
El anteproyecto de red frigorífica muestra
que el pensamiento de Beltrán fue especialmente coherente en lo
tocante a la red primaria de congelación y, en particular, en el
apartado de canales vacunas. En otros órdenes como, por ejemplo,
el transporte, los recursos eléctricos o los hábitos de consumo
de los españoles, sus ideas fueron confusas e incluso alejadas
de la realidad. Aunque diseñó una red con un marcado carácter
periférico, Beltrán dedicó escasa atención al problema que
podría representar en el futuro la inadecuación de los medios
de transporte. Las distancias a cubrir entre las estaciones
congeladoras y los núcleos de población en razón del carácter
periférico recién aludido, obligaban a habilitar un sistema de
transporte isotermo, condición sine qua non de la que
dependía toda la viabilidad del proyecto. Sin embargo, Rufino
Beltrán limitó sus comentarios a subrayar la conveniencia de
disponer de un buque frigorífico y de una flotilla de camiones
cuyo número y características técnicas no detalló. En cuanto
al transporte por vía férrea, se hizo eco de la constitución
de una Sociedad de Estudios y Explotación de Material de
Transportes que pretendía ampliar el número de vagones
frigoríficos existentes en España.
Un punto fuerte del proyecto fue su
perfecta asimilación de dos de las premisas básicas en que se
sustentó buena parte de la actuación del INI bajo la
presidencia de Don Juan A. Suanzes. En primer lugar, Beltrán
supo plasmar con rotundidad la vocación autárquica del
Instituto, es decir el anhelo de intervenir en la industria con
una total autonomía con respecto a las restantes instancias, ya
fueran públicas o privadas. En efecto, a pesar de la estrecha
vinculación entre la industria del frío y la economía agraria,
nunca se pretendió recabar apoyo ni en el Ministerio de
Agricultura ni en los numerosos organismos dependientes de los
sindicatos verticales del campo. En respuesta a una exclusión
que no fue bien recibida, algunos organismos públicos mostraron
un talante poco propicio a secundar los planes del INI. En aras
de esa exclusividad, los gestores del INI instaron al Ministerio
de Industria, en lo que supuso una clara transgresión del cauce
administrativo normal, a otorgar al INI la facultad de informar
cualquier iniciativa para instalar un frigorífico. La petición
vino motivada por un pequeño contencioso que enfrentó al INI
con la Junta de Obras del Puerto de Vigo cuando una empresa de
esa ciudad, FRIGORIFICOS de VIGO, intentó ampliar la capacidad
de sus instalaciones para almacenar carne congelada argentina.
En segundo lugar, Beltrán asimiló el precepto de que toda colaboración con el sector privado habría de ser tutelada por el INI. De esa forma, se colocó en perfecta sintonía con la advertencia que había lanzado Carrero acerca del peligro inherente a la creación de monopolios privados en el ramo de la distribución alimentaria y con lo postulado por Suanzes a ese respecto. Bajo el deseo de buscar un entendimiento con la empresa privada, se escondía en realidad la voluntad de "dirigir y encauzar a las iniciativas privadas pero por delante de ellas". La aplicación de aquellos preceptos llevó a Beltrán a distinguir entre las dos cadenas que configuraban la red del frío. Tratándose de las estaciones de la red de conservación, esto es de la red secundaria, el director del DIA admitió que
"puede y debe ser la iniciativa
privada la que tome a su cargo las instalaciones y el INI quien
amolde y encaje éstas en las líneas de la Red General y en los
intereses de la Nación".
Por el contrario, en la cadena primaria de carnes,
"por su repercusión en la economía
rural del noroeste de España, por el aspecto social del problema
y por tender a variar radicalmente los onerosos métodos actuales
del comercio, se considera que es el Estado a quien corresponde
la iniciación de la empresa".
En esta última cita, la voz "Estado" atendía a un eufemismo por el que se aludía en realidad al INI. Por lo demás, tal separación de competencias entre una y otra red reflejó la dicotomía que crearon los rectores del INI en torno a la consecución del bien social. En efecto, una cosa era alcanzar el progreso social por la acción del Instituto y otra, muy distinta, lograrlo por la intervención de un amplio sector privado en el que tenían cabida incluso empresas de titularidad municipal. Por consiguiente, la acción de las empresas privadas sería tolerada siempre que no fuera contraria a los objetivos que se hubiera marcado el INI. De ahí que Beltrán animase a sus superiores a autorizar la creación inmediata de empresas dedicadas al frío industrial, sin esperar a la preceptiva aprobación del proyecto por el Gobierno. A ese respecto, Beltrán entendió perjudicial que las gestiones iniciadas pudieran "producir perturbaciones en las áreas económicas correspondientes ... para posteriormente querer valorarlas en la constitución de las empresas". De ahí se infiere, pues, que la propuesta de colaborar con el capital privado tuvo tintes menos genuinos de lo que se pretendió aparentar en un momento especialmente crítico. Como bien lo expresó el propio Beltrán, la colaboración respondía al
"respeto del INI a toda iniciativa privada que no interfiera con los intereses generales del país",
nuevo eufemismo que, en este caso,
significaba los intereses exclusivos del Instituto presidido por
Don Juan A. Suanzes.
Dos sucesos ocurridos en el transcurso de 1948 se convirtieron en exponentes de esa política de doble rasero que desplegó el INI en el sector del frío. El primero permite comprobar que la sinceridad del Instituto en su política de apoyo a los frigoríficos privados fue menor de lo anunciado. En efecto, la petición de ayuda cursada por la empresa COPASA para ser declarada industria de interés nacional no halló la respuesta apetecida, a pesar de haber sido informada en sentido favorable por el DIA. Beltrán les destacó a sus superiores dos aspectos positivos de la propuesta de COPASA. Por un lado, la creación de dos factorías de frío industrial una en Sevilla y otra en Valencia encajaba bien en el plan general. Por otro, su ejecución requería un escaso desembolso de divisas. Sin embargo, Sirvent rechazó de forma categórica cualquier colaboración de tipo financiero con la empresa sevillana.
El segundo episodio ilustra la forma en que el ministro Suanzes intentó realizar un uso excluyente del Plan del Frío. Como titular de la cartera de Industria y Comercio, usurpó el Plan al mismísimo INI, modificando de forma sustancial la red primaria que, unos meses antes, había trazado Beltrán. La reorientó hacia una finalidad de política exterior - la ayuda argentina -, prescindiendo de los móviles de política interior que habían inspirado la gestación de la red en 1947. Ni siquiera sus subordinados del INI pudieron ocultar su perplejidad ante aquel giro imprevisto. Beltrán reconoció que "ignora[ba] las modalidades comerciales que han de regir el servicio a la Argentina". En la misma línea, Ocharán, como Director Técnico, calificó de
"muy natural y conveniente para el
propio INI, interesar del Excmo Sr Ministro de Industria que tan
pronto le sea posible, facilite al INI las condiciones
económicas en que el frigorífico de Cádiz habrá de prestar su
servicio a la nación argentina.
De esta forma, el plan frigorífico
ultimado a fines de 1947 por Rufino Beltrán para mejorar el
abastecimiento alimentario español pasó, en la primavera de
1948, a atender los requerimientos del Protocolo Franco-Perón.
De acuerdo con el primitivo proyecto de Beltrán, Cádiz debía
albergar una estación perteneciente a la red secundaria para
conservar la pesca procedente de los caladeros del litoral
sur-atlántico. Además, su puesta en servicio había quedado
relegada a la tercera etapa del plan. En el nuevo diseño, Cádiz
se convirtió en sede de una estación frigorífica de la red
primaria para almacenar 6.000 Tms de carne congelada argentina
destinadas al Puerto Perón. Se contempló la creación de una
sociedad mixta con un capital de 25,3 millones de pesetas, en la
que el INI y el Consorcio de la Zona Franca del Puerto de Cádiz
suscribirían un 30 por 100 cada uno, quedando el 40 por 100
restante a disposición de la iniciativa privada. Las gestiones
realizadas por el DIA para captar socios depararon un resultado
desigual. La negociación con los responsables de la Zona Franca
resultó un "completo éxito" pero el fracaso fue
rotundo con los armadores locales que se desinteresaron del
proyecto. La explicación era sencilla: su negocio habitual era
la pesca y no, por supuesto, la carne.
La orientación introducida en el plan frigorífico desde el Ministerio, obligó al DIA a alterar de forma radical las etapas de ejecución que había establecido sólo seis meses atrás (véase cuadro 3). "Es indudable" sentenció el Director Técnico, Manuel Ocharán,
"la primacía que ha de tener la construcción de la estación frigorífica de Cádiz, con funciones en una primera etapa, de conservación de carnes congeladas procedentes de Argentina",
y estableció un plazo de tres años para ultimar las obras. Insinuó incluso la posibilidad de que el INI suscribiera la totalidad del capital social para imprimir un mayor ritmo. En cuanto a las restantes estaciones, abogó por que se fijaran prontamente las cantidades que el Instituto podría invertir a lo largo del siguiente cuadrienio.
A la vista de los acontecimientos, Beltrán
elevó una nueva propuesta para realizar la red de frigoríficos.
Como nota más destacable entre los parecidos con la primitiva
versión, hay que señalar que reiteró la conveniencia de
escalonar las obras, aduciendo dos razones principales: reducir
el monto de la inversión anual y cotejar las previsiones con los
resultados. Los cambios más sustanciales afectaron a las
acciones a acometer en cada etapa. Abogó ahora por construir de
inmediato los dos mataderos portuarios de La Coruña y Vigo cuyas
obras correrían a cargo de una empresa mixta aunque controlada
por el INI. Pospuso para una etapa ulterior los dos mataderos a
instalar en la provincia de Lugo y en Avilés. En esta ocasión,
defendió el comienzo de las obras de las estaciones de la red
secundaria de conservación a situar en Barcelona, Cádiz,
Logroño y Murcia. Exceptuando Cádiz debido a sus connotaciones
propias, asignó los otros tres frigoríficos a la conservación
de frutas y verduras. De ahí la posibilidad, a su juicio, de
constituir una única empresa mixta, con participación de los
intereses locales de cada ciudad, para abordar la construcción y
explotación. Salvo la inversión a realizar en Cádiz que se
incrementó en 12,7 millones con relación a los 15 millones
presupuestados en octubre, la inversión restante se mantuvo
inalterada. Sobre el total de 138,7 millones a desembolsar en
cuatro años, el INI aportaría un 60 por 100, es decir 83,2
millones y el capital privado los 55,5 millones restantes.
Una vez salvado el laborioso trámite interno que implicaba a numerosísimas dependencias del INI, Sirvent remitió a finales del mes de julio a Suanzes, como presidente del organismo, el proyecto definitivo. En el preámbulo, se reintrodujeron cambios respecto a la fórmula anterior; en particular, se retornó a la vieja idea de tres mataderos industriales en el noroeste y se sustituyó la estación de Logroño por una en Valencia. En opinión de sus promotores, la inversión de capital a realizar por el INI estaba más que justificada en virtud de unos beneficios que cifraron en un importe superior a 1.300 millones de pesetas. Así mismo se previeron elevadas tasas de rentabilidad que servirían de acicate para el ahorro privado al que se le reservaría más de un 70 por 100 del capital. La insistencia en airear las externalidades sociales de la acción del INI y la cooperación a establecer con el capital privado en pos del "supremo interés nacional" dieron el pretendido tono de esa imagen de concordia que anheló Suanzes para presentar a sus interlocutores norteamericanos.
El presidente del INI aprobó el escrito
sin introducir apenas modificaciones, excepción hecha del monto
de la inversión a realizar. Sin justificación alguna, la nueva
redacción del proyecto de escrito para la Presidencia del
Gobierno evaluó la inversión total a acometer en la red
frigorífica nacional en una cantidad comprendida entre 1.300 y
1.500 millones de pesetas, por lo que la amortización se
produciría en tan sólo un año. Como era regla habitual, se
incorporó al escrito un proyecto de decreto por el que el INI se
autoencomendaba el diseño de un plan nacional de red del frío
industrial.
Interesa analizar en paralelo el proyecto de decreto que redactó el INI y la orden aprobada por la Presidencia del Gobierno en setiembre de 1948. Ya en el preámbulo, a pesar de coincidir en la declaración de intenciones, el texto legislativo sobresale por su carácter fuertemente intervencionista. En línea con los objetivos que se había marcado, el INI insistió en la necesidad de establecer un
"plan armónico que ... oriente,
estimule y ayude a la iniciativa privada para que con la libertad
y agilidad convenientes encauce sus posibles inversiones
hacia esta actividad [industria del frío]".
Por su parte, la Presidencia del Gobierno, aún admitiendo lo conveniente de un plan del frío industrial, le reconoció un propósito bien distinto pues dictaminó que su función sería la de "orient[ar] y disciplin[ar] las iniciativas". Con una argumentación similar a la utilizada en otras ocasiones por los rectores del INI, arguyó que el país no disponía "en cantidad ni en calidad de las instalaciones mínimas precisas", razón por la que encareció la "adopción de las medidas pertinentes para alcanzar ese objetivo con la posible rapidez". Le reconoció al INI competencia para trazar el plan si bien volvió a deslizar un matiz fundamental. Mientras que el Instituto había reiterado su voluntad de
"continuar auxiliando ... a la iniciativa privada en el estudio de las mejoras y adelantos técnicos y económicos de la industria del frío",
el paso por Consejo de Ministros recondujo
el encargo hacia una mera elaboración del plan, con el mandato
adicional de elevar la propuesta a la Presidencia del Gobierno
para su aprobación.
El articulado de la orden presenta tambien
varias disparidades con el texto del proyecto de decreto. Para
empezar, suprimió tres artículos que otorgaban al INI la
facultad de establecer servicios técnicos para cumplir con el
plan y que le reconocían las partidas precisas de gasto. A
continuación, restringió las competencias del Instituto y la
relación a establecer con el sector privado. A diferencia del
texto del INI que incorporaba en el Plan Nacional a las
instalaciones ya existentes y a las que se creasen en el futuro a
través de una acción coordinada con la industria privada, la
orden de Presidencia omitió cualquier referencia a éstas
últimas (Art. 2º). En segundo lugar, Presidencia del Gobierno
se arrogó la responsabilidad de adoptar la decisión más
oportuna visto el Plan elevado por el INI. Este, por su parte, se
había reservado el derecho a proponer tanto la forma como los
plazos para la ejecución del Plan (Art. 3º). El legislador
volvió a discrepar con el INI sobre la capacidad de éste para
otorgar los beneficios de industria de interés nacional a las
peticiones que hubiese dictaminado, para financiar instalaciones
catalogadas como urgentes o incluso para iniciar las obras sin
esperar a la necesaria aprobación del Plan de Red Nacional del
Frío por el Gobierno. Aquellas demandas fueron limitadas a la
obligación de que todas las peticiones producidas en el período
transitorio previo a la aprobación del Plan, contasen con un
informe favorable del INI (Art. 6º). Por último, Presidencia
privó al Instituto de competencias para modificar las normas que
regulasen el funcionamiento de la red del frío (Art. 5º).
Además de dar luz verde a la realización del Plan, el principal
punto de acuerdo fue aprobar la creación y composición de un
Consejo Permanente de Asesoramiento.
4.- REACCIONES Y ENMIENDAS AL PROYECTO DE
RED FRIGORIFICA
En los casi tres años transcurridos entre
la promulgación del decreto de setiembre de 1948 y el envío de
un plan definitivo al Gobierno por el presidente del INI mediado
1951, se generó una abundante documentación. Respondió en
buena medida a la norma según la cual el Instituto debía
informar cualquier petición para instalar un frigorífico. Por
lo demás, el protagonismo que adquirió el INI en el trazado de
la futura red del frío, le convirtió en arbitro, a veces
involuntario, de antagonismos que la toma de decisiones sobre el
emplazamiento de las estaciones frigoríficas suscitó en el
ámbito local.
La variedad y riqueza de la información
recopilada en el período 1948/51 permite analizar desde un
prisma múltiple la respuesta de las empresas particulares a la
par que la reacción habida en instancias oficiales. En primer
lugar, interesa estudiar qué opinión le valió el proyecto a
desarrollar por el INI a un heterogéneo grupo formado por
corporaciones municipales, sindicatos verticales y asociaciones
mercantiles. Una vez hecho eso, veremos a continuación cómo
reaccionó el sector privado a la tarea del INI de abordar la
coordinación de la red de frigoríficos. No hay que olvidar que
el texto legal había sentado el principio de respetar al máximo
las instalaciones industriales del frío ya existentes en el
país. En tercer lugar, plantearé hasta qué punto el interés
que exteriorizó el Instituto por la idea de estrechar lazos con
el sector privado se concretó en realizaciones efectivas. A este
respecto, ¿ qué criterio guió la actuación del organismo
estatal al informar las solicitudes planteadas por los
empresarios privados ? Y como última cuestión, examinaré el
grave conflicto de intereses que enfrentó a las fuerzas vivas de
Lugo en su afán por atraer hacia su demarcación la sede del
matadero frigorífico provincial.
4.1 La encuesta sobre la red del frío
Al poco tiempo de que el decreto de
Presidencia del Gobierno fuera publicado en la gaceta oficial,
Rufino Beltrán remitió un cuestionario a todas las
corporaciones municipales, diputaciones provinciales y
representantes oficiales más autorizados de la vida económica
española en el ámbito provincial y regional. En la inmensa
mayoría de los casos, los interlocutores del Instituto no se
ajustaron en absoluto al cuestionario. Aún así sus respuestas
constituyen una excelente fuente para calibrar el grado de
aceptación del proyecto de red frigorífica por parte de los
agentes económicos interrogados.
Cabe clasificar las respuestas llegadas al
INI en dos grandes grupos. El primero lo compusieron un corto
número de entidades jurídicas de naturaleza bastante
heterogénea, como la Presidencia del Gobierno, organizaciones
sindicales del campo y el Consejo Superior de Cámaras de
Comercio. En el segundo grupo, mucho más amplio, se integraron
ayuntamientos y diputaciones exclusivamente.
Ninguna respuesta ganó en relevancia a la
remitida por la Secretaría General para la Ordenación
Económico-Social (SOES) que estaba adscrita a la Presidencia del
Gobierno. De hecho, se trata del único interlocutor que
respondió a todas las preguntas planteadas por Beltrán, lo que
prueba una vez más el interés de Carrero por los problemas del
abastecimiento interior. En el tono empleado, se discierne una
vez más cierto desacuerdo con la línea que pretendió impulsar
el INI en la propuesta del verano de 1948. De sus comentarios al
proyecto de Plan Frigorífico, destacaré las opiniones
expresadas en torno a cuatro cuestiones.
Entre la Presidencia del Gobierno y el Instituto de Industria fue patente la comunión de ideas acerca de las virtudes del frío industrial para solucionar el problema del abastecimiento interior. Al ensalzar las ventajas del frío, la SOES no escatimó epítetos. Sin embargo, las diferencias volvieron a aflorar en lo referente al papel del sector privado en el futuro plan. Como se recordará, la propuesta del INI entreabrió un portillo a una colaboración. La SOES, en cambio, se ratificó en la necesidad imperiosa de evitar "a toda costa" cualquier intromisión de la iniciativa privada en la red primaria del frío ya que
"Si el Plan Nacional del Frío se
desarrolla dejando libre juego a la oferta y la demanda para la
gestión y utilización de las instalaciones frigoríficas fijas
y móviles, se corre el grave riesgo de que la Red
Frigorífica se convierta en un medio poderoso para influir
decisivamente sobre los precios del mercado y, manejado
diestramente por organizaciones monopolísticas o puramente
mercantiles, limitar la ganancia del agricultor en las
épocas de precios elevados, mediante el almacenamiento de
artículos obtenidos en épocas de gran producción y, por tanto,
de precios envilecidos, sin que al consumidor lleguen las
consecuencias lógicas de los precios bajos en origen".
Como "criterio inflexible" para
asignar los distintos eslabones de la cadena primaria de
congelación de "grandes masas de alimentos
deteriorables", la SOES excluyó por completo al sector
privado. En su opinión, lo óptimo sería que esos frigoríficos
fueran acometidos por cooperativas de labradores y ganaderos. De
fallar éstas, se recurriría entonces a corporaciones
municipales y sólo en última instancia, a empresas mixtas con
presencia de capitales privados aunque siempre bajo control del
INI. En cambio, la sintonía con el Instituto fue mucho mayor en
lo referente a la forma de ejecutar la red secundaria. La SOES se
decantó por la opción de reservarla en exclusiva a la empresa
privada, limitando la intervención del Estado únicamente a los
casos necesarios.
El organismo de la Presidencia del Gobierno
clasificó las medidas a adoptar en dos grandes grupos, uno
económico y otro técnico. Por un lado, defendió la necesidad
de que el INI trazase un plan completo en todo lo referente a
localización, objetivos y capacidades, reservándose la
ejecución de una parte de la red primaria para evitar el
"efecto de monopolio" ya comentado. En el resto de la
red, su actuación sería meramente tutelar. Por otro lado,
aconsejó realizar una acción concertada con otros organismos
estatales (Ministerio de Agricultura, Dirección General de
Industria o CSIC) para alcanzar cotas de mayor eficiencia
técnica.
A la hora de elegir los emplazamientos de las estaciones frigoríficas, recomendó guiarse por la situación de las principales áreas de producción y consumo, por el acceso a instalaciones portuarias y por la disponibilidad en materia de transportes. En claro divorcio con las ideas expresadas por Beltrán, la SOES otorgó prioridad a la puesta en marcha de instalaciones frigoríficas para conservar pescado. En efecto, contrariando la propuesta del INI, propugnó que las obras de los mataderos industriales fuesen acometidas en una segunda fase mientras que la leche, los huevos y, por último, frutas y verduras quedaban relegadas para una etapa ulterior.
Si en el orden de preferencias existió una
ruptura manifiesta con respecto a lo planteado por el INI, otra
disparidad la encontramos en el papel que otorgó al transporte
interior. Ya vimos que Beltrán apenas si afloró esa cuestión.
Para el SOES, en cambio, cualquier viabilidad de la operación
implicaba una mejora sustancial del transporte. Para ello, sería
preciso incrementar el parque móvil ferroviario en varios
cientos de vagones isotermos y construir numerosos buques
frigoríficos que se encargarían de llevar el pescado capturado
en las Islas Canarias a los puertos del litoral mediterráneo.
De las restantes respuestas al
interrogatorio, la inmensa mayoría declaró sin reservas su
conformidad con la red del frío en los términos previstos por
el decreto. En efecto, ayuntamientos y diputaciones provinciales
saludaron con claras muestras de entusiasmo las "indudables
y múltiples ventajas" que habría de reportar la red en la
doble vertiente de regular los precios y de evitar las pérdidas
y mermas ocasionadas por un almacenamiento y un transporte
inadecuados. Quienes expresaron un mayor contento ante la idea de
contar en el futuro con instalaciones frigoríficas fueron dos
clases de corporaciones municipales. Por un lado, los
ayuntamientos de localidades costeras con capacidad de almacenar
y expedir alimentos importados. Por otro, localidades de escasa
renta per cápita, carentes de los recursos necesarios
para asumir por sí solos una inversión en cámaras
frigoríficas.
Aunque en franca minoría, algunos de los
encuestados se aventuraron a manifestar una crítica, siempre
tímida, a determinados aspectos del proyecto de red
frigorífica. Agruparé sus comentarios en torno a tres
cuestiones fundamentales: competencia a la empresa privada;
conveniencia de una red del frío y preferencia del consumidor
por los alimentos frescos.
Varias respuestas expresaron un poco disimulado temor ante el peligro de que la acción estatal ejerciese una competencia desleal a la empresa privada. Así se manifestó, en particular, la Liga de Productores de Guipúzcoa al referirse a la "honda preocupación" que le despertaba la aplicación del decreto ya que, en su opinión, "la iniciativa privada ... ha[bía] llegado a cubrir holgadamente todas las necesidades". Idéntico razonamiento utilizó el Ayuntamiento de Palma de Mallorca al calificar de "innecesario [el] hablar de nuevas estaciones frigoríficas mayormente por estar construyéndose nuevas cámaras que cubrirán con holgura las necesidades futuras de la Isla". Con no menos contundencia se expresó el Consejo Superior de Cámaras de Comercio, Industria y Navegación cuando alertó acerca del riesgo de que la acción estatal consistiera en
"dar apariencia de servicio público al trabajo de la Red, con tarifas inelásticas y con definiciones de monopolio de derecho",
razón por la cual ensalzó el beneficio a extraer por la economía española de una "coordinación, en todos los órdenes, con la iniciativa privada". Por ende, el servicio a realizar por la red frigorífica debería consistir en su opinión en
"coordinar, ayudar y dar eficiencia y
situación satisfactoria a una actividad que todo lo debe a sí
misma".
Parecidas conclusiones alcanzó la Diputación Provincial de Barcelona, llevándole a proponer que la red del frío actuase como un "poderoso auxiliar" de las cámaras particulares, aspecto que fue abordado tambien por la Delegación Provincial de Sindicatos de Gran Canaria y por los Ayuntamientos de Sevilla y Zaragoza. Otras instituciones alertaron abiertamente acerca de la inutilidad de una red frigorífica despues de comprobar la repulsión que sentía el consumidor español hacia los alimentos congelados. Quien expresó esa idea con mayor contundencia fue, sin duda, el Sindicato Provincial de la Pesca de Oviedo cuando señaló que
"pretender hacer instalaciones de frío para la congelación de pescado sería hacer un gasto inútil por cuanto el mercado consumidor no acepta los productos congelados por su rápida putrefacción una vez descongelados",
conclusión que fue reiterada por el
Ayuntamiento de Bilbao en referencia a la escasa aceptación de
la carne congelada procedente de Argentina entre sus
conciudadanos. Y, para acabar, hubo quien recordó la inutilidad
de lanzarse al trazado de una red frigorífica cuando no se
había solucionado aún el problema del suministro energético y
de los medios de transporte interior, factores capaces de
invalidar por sí solos cualquier ventaja a extraer del frío
industrial por grande que fuera.
En definitiva, el decreto de setiembre de
1948 fue bien acogido por los ayuntamientos y diputaciones que
vieron en el frío industrial un poderoso estímulo para regular
precios y evitar pérdidas en la distribución de carnes y
pescados. Pero la ejecución del plan suscitó al mismo tiempo
recelos en corporaciones de empresarios y en los sindicatos por
el temor a ver aparecer un antagonismo entre la acción del INI y
la empresa privada. No hay que olvidar que los frigoríficos
privados tenían una presencia mayoritaria en algunas provincias
en donde complementaban el servicio ofrecido por las cámaras de
titularidad municipal. Por esta razón, aquella situación de
confrontación no se limitó a la empresa privada. Se suscitó
también un conflicto de intereses con los municipios una vez que
la instalación de cámaras por las empresas impulsadas por el
INI escapó de su control. A estos dos aspectos, dedicaré los
apartados siguientes.
4.2 La reacción de los empresarios del
frío
El decreto de la Presidencia del Gobierno
alentó dos tipos de respuesta entre las empresas privadas que
ejercían su actividad en el sector del frío. Unas, las menos,
instaron al gobierno a evitar cualquier competencia que pudiera
dañar su cuenta de resultados. Otras, las más, le propusieron
una colaboración, que estaba contemplada en el texto legal,
financiera y técnica, con el objetivo de ampliar su capacidad
frigorífica. Veamos brevemente varios ejemplos de ambos tipos de
manifestaciones.
A la hora de enjuiciar el espíritu del decreto de 1948, los empresarios más vehementes hicieron un llamamiento para que se evitase una colisión de intereses entre los planes del Estado y los suyos. Así ocurrió con la empresa FRIO INDUSTRIAL cuya presencia en la Isla de Mallorca y en la región valenciana era notable. Amén de recordar que la demanda frigorífica estaba holgadamente cubierta por la empresa privada, tal como lo había señalado la corporación municipal de Palma, esta empresa abundó en el hecho de que ninguna de las veinte entidades particulares que operaban en aquellas dos regiones, había recibido nunca ayuda por parte del Estado. De ahí que exigiera que no se lesionasen "legítimos intereses creados heroicamente" ni se irrogaran "perjuicios" a las empresas establecidas por la iniciativa particular en el cuarto de siglo anterior. Acabó señalando que sería un
"contrasentido y grave daño ... el
hacer concurrencia a la industria privada cuando ésta, por sí
sóla, atiende con holgura y reconocida competencia las
necesidades frigoríficas".
Idéntico razonamiento empleó A. Abellá que regentaba una empresa cárnica en Lugo capital, al interrogarse sobre el sentido de duplicar inversiones si el INI decidía asignar una "considerable suma de millones" a un problema ya resuelto por la empresa privada. No sin bastante desparpajo, Abellá recordó a Suanzes que la ley fundacional del Instituto establecía que
"no es misión [del INI] anular la
iniciativa privada, sino ayudarla y tan sólo suplirla allí
dónde no llegara aquélla pero, en este caso concreto [mataderos
frigoríficos], está resuelto el problema por el esfuerzo de la
economía privada".
Por su parte, los empresarios más cautos
se atuvieron a la letra del decreto de setiembre. En ese sentido,
evitaron caer en una confrontación directa con el INI,
proponiéndole en vez de ello una colaboración en el terreno
financiero y técnico. Al igual que muchas entidades
industriales, varios empresarios del frío se avinieron a dar una
participación en su capital social al organismo estatal con la
vista puesta en ciertos objetivos inmediatos. Son varios los
ejemplos que se pueden citar de ese proceder. Por ejemplo, la
compañía guipuzcoana IRIARTE solicitó al INI un crédito de
1,75 millones de pesetas para acometer la construcción de 4 mil
metros cúbicos de cámaras de congelación en Pasajes. Por su
lado, el Sindicato de Pesca de Lugo le solicitó ayuda técnica y
económica para instalar en Vivero una estación destinada a la
congelación y conservación de pescado así como a la
fabricación de hielo. FRIGORIFICOS DE MALAGA le ofreció
suscribir por completo una ampliación de capital que importaba
2,5 millones de pesetas y que estaba destinada a la instalación
de cámaras frigoríficas en esa ciudad. Por último,
Conservación de Productos Alimenticios, SA (COPASA) le reservó
un 20 por 100 de su capital social. La actuación de todas esas
empresas se guió por móviles idénticos; a través de una
colaboración financiera con el Instituto, todas pretendieron
granjearse un trato de favor para conseguir licencias de
importación y divisas que les facilitasen la adquisición de
maquinaria frigorífica extranjera.
Una vez analizadas las denuncias y peticiones de los empresarios privados, veamos a continuación cuál fue la reacción de los gestores del INI. Respecto a una eventual competencia a la industria privada, el Instituto se apresuró a trivializar con afirmaciones tan tranquilizadoras como
"Nada más lejos de nuestro propósito que lesionar intereses particulares en tanto en cuanto no se opongan a los generales del país",
o esta otra afirmación de Manuel Ocharán, el Director Técnico, en la que se decía que
"Es justo que la experiencia y el
trabajo de la actividad privada sean tenidas en consideración en
el plan de instalaciones que en definitiva formule el
Instituto".
Nótese que la tranquilizadora respuesta incluía, no obstante, una advertencia sutil. Como ya se ha señalado, la referencia a "los intereses generales del país" era la fórmula habitual que empleaban los gestores del INI para aludir a los intereses propios. Pero, lo cierto es que, a pesar de valorar de forma positiva la importancia de las propuestas que efectuaron los industriales de Málaga, Palma, Pasajes o Valencia para la red futura del frío, el INI desestimó sus demandas. A la petición de ayuda económica, respondió ofreciendo a su vez la posibilidad de que los solicitantes aportasen sus empresas a las sociedades que serían proyectadas por el INI. Para razonar la negativa, se apeló a la ley fundacional de 1941, argumentándose que
"si la iniciativa privada tiene capital y elementos técnicos suficientes, no parece demasiado justificada la aportación del Instituto",
así como recordando que su "misión" debía ajustarse a los casos insuficientemente atendidos por el capital privado. Uno de los casos más ilustrativos del talante desplegado por los gestores del INI lo constituyó, sin duda, la respuesta a la oferta de FRIGORIFICOS DE MALAGA. En su calidad de director del DIA, Beltrán reconoció la validez del proyecto de instalar una cámara con capacidad para congelar 3.000 Tms anuales de pescado y una fábrica para producir 100 Tms diarias de hielo. Conceptuó la rentabilidad de la inversión en términos de "francamente favorable" y "excelente". A pesar de esos atractivos, Beltrán desestimó la conveniencia de que el Instituto interviniera ya que,
"siguiendo la directiz que nos hemos
trazado, consideramos que allí donde haya iniciativa y capital
privado debe ser éste el que desarrolle el programa".
Sin embargo, en el caso de que sus
superiores fueran de la opinión contraria, Beltrán recomendó
entonces una aportación minoritaria de capital con el fin de
preservar los recursos financieros del INI para otras
instalaciones poco o mal atendidas por el sector privado.
4.3 El código de valores del INI
De acuerdo con el decreto de 1948,
cualquier petición para instalar una industria frigorífica
había de contar con el informe favorable del INI. Se le
reconoció así al Instituto una reivindicación que ya había
sido formulada por Beltrán en su primer anteproyecto de la red
nacional. En cumplimiento de aquella norma, los gestores del INI
informaron un total de 90 solicitudes entre 1948 y 1952 (véase
Apéndice A). Aunque la mayoría lo fueron por instalación o
ampliación de cámaras frigoríficas con diversidad de usos,
hubo tambien quien solicitó autorización para instalar una
fábrica de hielo. Como se comprobará en el Apéndice B, la
inmensa mayoría de los informes que emitieron los distintos
departamentos del INI, fueron favorables a los peticionarios. En
apoyo a las solicitudes, los gestores del INI se basaron en dos
tipos de razonamientos. Por un lado, se inhibieron ante su falta
de competencia para dictaminar en determinadas materias, bien
porque la petición atañía a fábricas de hielo que estaban
excluídas del plan frigorífico, o bien porque la declaración
de industria de interés nacional era competencia exclusiva del
Ministerio de Industria. Por otro lado, consintieron a lo
solicitado casi invariablemente porque la capacidad requerida era
demasiado exigua para influir en el plan trazado por el
Instituto, es decir ni se oponía a los "intereses generales
del país" ni excedía las previsiones marcadas para una
localidad.
Sin embargo, el Instituto denegó un 10 por 100 de los permisos por motivos variopintos. Primero, por falta de datos o por solicitar favores ajenos a su competencia. Segundo, porque la capacidad solicitada superaba la prevista en el plan o por estar las necesidades en materia frigorífica ya cubiertas. Tercero, por considerar el INI conveniente su presencia en puntos nodales de la cadena del frío como era el caso, por ejemplo, de Barcelona. Y, por último, por entrar en directa competencia con instalaciones de empresas mixtas controladas por el INI tales como FRIGSA o IPASA. Esa fue en concreto la razón esgrimida para oponerse a la ampliación del frigorífico que tenía ECHEVARRIA NAVEIRA en La Coruña o a reclasificar como matadero general las instalaciones de la empresa SIERRA en la misma ciudad o las de MARQUES ALONSO en León. He aquí un excelente ejemplo de la interpretación dada a la fórmula "los intereses del país" que, como he repetido en varias ocasiones, no eran otros que los del INI. Otro ejemplo lo proporciona la reacción ante lo que se interpretó como competencia del sector privado. En ese momento, los gestores del INI no dudaron en esgrimir argumentos más propios de tiempos en que la oposición a la iniciativa privada era más abierta. El proyecto de montar instalaciones productoras de hielo en Arrecife y Las Palmas a cargo de las empresas OJEDA y FHARPES respectivamente levantó una ola de airadas protestas entre los gestores del INI y de su filial IPASA quien, al parecer, tenía en perspectiva una ampliación similar. Para los gestores públicos, los armadores de buques pesqueros y demás industriales canarios relacionados con la pesca no desconocían esa intención. De ahí su convencimiento de que las nuevas peticiones para montar fábricas de hielo obedecían a razones distintas a las comerciales. A su juicio, se trataba de la
"culminación de la campaña de
descrédito que contra esta empresa [IPASA], en distintas
ocasiones, han desencadenado elementos interesados en nuestro
fracaso".
Inspirándose en las quejas emanadas de
IPASA, Sirvent manifestó a la Dirección General de Industria su
preocupación porque las nuevas fábricas privadas fueran
incapaces de producir hielo en condiciones competitivas amén de
provocar serias escaseces de agua, energía y materiales de tipo
siderúrgico. En una resolución que evidenciaba el comienzo de
un tímido divorcio con respecto de los métodos del INI, la
Delegación de Industria de Las Palmas autorizó la instalación
de la fábrica de hielo de Hijos de A. Ojeda en esa ciudad.
4.4 Los conflictos regionales en la
gestación de FRIGSA
La decisión de trazar una red nacional del
frío industrial despertó fuertes rivalidades a escala regional.
En este apartado, se analizará el conflicto que se desató con
la elección de una sede para el matadero industrial del
noroeste, episodio que se desarrolló en dos actos. Como se
recordará, Galicia constituía un eslabón de primera
importancia en la cadena primaria de congelación que diseñó
Rufino Beltrán en 1947.
Las primeras andanadas que darán pie a un
conflicto de intereses en la provincia de Lugo se produjeron en
la primavera de 1949. En esa fecha, el Sindicato Provincial de
Pesca de Lugo solicitó del INI ayuda económica y técnica para
establecer un frigorífico en el puerto de Vivero con el
propósito de dar salida a los excedentes de pescado que, por
falta de instalaciones adecuadas, se perdían. Para los gestores
del INI, en su mayoría oficiales del ejército, el carácter
falangista de aquel organismo constituía una pésima tarjeta de
presentación. A pesar de ello, la propuesta fue bien recibida
por el director del DIA quien, no obstante, la remodeló de forma
sustancial. Pretendió reunir en la misma estación tres
actividades complementarias: congelar carne y pescado, y fabricar
hielo. Atendiendo a unos cálculos no explicitados, la inversión
sería francamente provechosa para el INI al depararle una
rentabilidad de un 28 por 100. De ahí que aconsejara a la
Dirección Técnica la pronta constitución de una sociedad mixta
controlada por el INI en la que participarían además de los
sindicatos provinciales de Ganadería y Pesca, capitalistas
locales. La propuesta obligó a modificar el viejo anteproyecto
de 1947 que preveía la creación de cuatro estaciones, tres
costeras y una cuarta en el interior. Al conservarse incólume
ese esquema, Beltrán sacrificó Avilés en provecho de Vivero.
El proyecto del INI de construir un
frigorífico en Vivero propició el inmediato alineamiento de las
principales fuerzas vivas lucenses en su contra, incluído el
sindicato pesquero que lo había impulsado. Merece la pena
comentar brevemente los acuerdos que suscribió aquella alianza
integrada por instituciones tan diversas como el Gobierno Civil,
sindicatos, hermandades del campo, autoridades académicas y un
representante cualificado de la industria privada. De hecho, su
crítica significó un ataque frontal al espíritu de la
propuesta del INI. En efecto, no sólo desautorizó el plan de
asociar carne y pescado sino que censuró sobre todo la
ubicación en una localidad costera. Por lo demás, defendió la
conveniencia de dar mayor cabida a la iniciativa privada en los
planes de la futura red gallega de mataderos industriales. Con el
voto de todos los congregados, respaldó a la ciudad de Lugo como
sede del matadero, en atención a las ventajas inherentes a su
centralidad así como a la existencia de una planta cárnica
perteneciente a la empresa INDUSTRIAS ABELLA.
Como trasfondo a la primera escena del
segundo acto del "conflicto Lugo", se halla la
decisión de revisar en profundidad la estructura de la red de
congelación primaria del noroeste que se había trazado en los
dos años anteriores. La documentación disponible no aclara los
motivos reales que indujeron a los técnicos del INI a remodelar
aquel viejo esquema de cuatro mataderos por uno nuevo que
concentraba toda la actividad en una única planta. Cuando se
tomó la decisión, fue justificada - sin emplear esas palabras -
por las economías de escala, aduciendo que los beneficios medios
por kilogramo de canal vacuna serían inversamente proporcionales
al número de mataderos. Esa modificación tan sustantiva en la
forma de enjuiciar toda la cuestión respondió a unas nuevas
estadísticas a tenor de las cuales la capacidad gallega de
exportación de vacuno quedó limitada a 400 reses diarias. La
cifra era demasiado exigua para justificar varias plantas.
Ocharán, como Director Técnico, afirmó meses más tarde que la
nueva fórmula fue consensuada por el INI con las autoridades y
restantes fuerzas vivas lucenses.
Una vez admitida la conveniencia de
construir un único matadero industrial para Galicia, se planteó
acto seguido el doble problema de buscarle un emplazamiento y de
encontrar a los socios apropiados para poner en marcha la empresa
mixta que se encargaría de su explotación.
La elección de una sede para el matadero
generó no poca tensión entre los distintos agentes económicos.
Acabó convirtiéndose en un episodio repleto de violentas
acusaciones con un alto contenido pasional. Para completar la
escena, ni siquiera faltó un despliegue en toda la regla de las
artimañas que solían gastar los rectores del INI para imponer
su voluntad contra viento y marea.
Desde un primer momento, Lugo y Monforte de Lemos rivalizaron entre sí para acoger a la sede del futuro matadero frigorífico. Ya se ha visto que la capital gozaba de apoyos poderosos; tampoco Monforte se quedó atrás. El Consejo Técnico Asesor del Frío Industrial se decantó finalmente por la segunda localidad, haciendo valer como ventaja el ser un nudo ferroviario en el corazón de una zona altamente ganadera. La decisión provocó una queja inmediata de la Cámara de Comercio e Industria de Lugo molesta por no haber sido consultada por el INI. Ante el hecho, el Ayuntamiento de Monforte denunció
"una cadena de maniobras y movimientos
más amplios, tendentes todos ellos a impedir el sereno juicio de
ese alto Organismo [INI], utilizando con un reprobable fin
localista aquellos instrumentos [en referencia a las Hermandades
de Labradores] del engranaje político del Estado".
Ante el riesgo de entrar en una polémica
de intereses locales, Beltrán reiteró la preferencia por
Monforte, lo que fundamentó en la existencia de un "estudio
técnico y económico del proyecto". La reclamación
planteada desde Lugo le hizo comprender que intervenía un factor
político. Sin embargo, tuvimos ocasión de comprobar que
Beltrán nunca especificó la ubicación exacta de la estación
"D", única a construir en el interior de Galicia. Por
lo tanto, los verdaderos motivos que se esconden tras su
decisión caen en el terreno de las conjeturas.
Una vez elegido el emplazamiento, Beltrán
perfiló el proyecto para constituir y financiar la sociedad que
sería la encargada de explotar el matadero industrial que
bautizó con el nombre de MATADERO FRIGORIFICO DE GALICIA, SA.
Con semejante iniciativa, el INI dejó a las claras su voluntad
de no esperar a la aprobación del Plan Nacional del Frío
Industrial que, por lo demás, ni siquiera había elevado
todavía a la Presidencia del Gobierno.
En la nueva propuesta, Beltrán volvió a modificar anteriores proyectos. Como matadero general, previó el sacrificio de 544.000 reses anuales en Monforte de Lemos, correspondiendo un 26,5 por 100 a ganado vacuno y el resto a lanar. Expresando las cifras en canales de carne, se produce, como es natural, un vuelco en los porcentajes. Un 85 por 100 de las 23.200 Tms de carne correspondía a vacuno (19.600 Tms). Esa última cantidad se desglosa a su vez casi a partes iguales entre vacuno mayor y menor. Sin embargo, mientras que un 60 por 100 (6.240 Tms) del vacuno mayor se destinaba a la congelación, la totalidad del vacuno menor y del lanar serían consumidos refrigerados. En comparación con el anteproyecto de 1947, las nuevas cifras muestran una reducción sustancial en la capacidad de congelación que se situaba ahora en torno a un 39 por 100. El hecho no pasó inadvertido a Beltrán quien afirmó que,
"en puridad de principios, la instalación resulta más bien insuficiente en sus capacidades proyectadas para el volumen de la riqueza ganadera de la región".
Sin embargo, alentó la creación de una
planta de tamaño modesto por sus mayores garantías de
rentabilidad.
Para asumir el coste de las obras y la
futura explotación del matadero, presupuestó la creación de
una empresa con un capital desembolsado de cien millones de
pesetas. En este primer proyecto, reservó 45 millones a la
aportación privada, con la siguiente distribución: 5 por 100
entre los ganaderos de la región a través de sus cooperativas;
10 por 100 para la sociedad del MATADERO DE MERIDA, SA; 15 por
100 para los tratantes gallegos de ganado y otro tanto para
TRACER, SA, entidad que agrupaba a los principales tratantes de
ganado en los mercados de Madrid y Levante. El INI se reservaba
el control de la sociedad con un 55 por 100 del capital "en
razón de la trascendencia [para] la economía nacional y los
abastecimientos", dando así cumplimiento a lo prescrito en
varias ocasiones por Carrero Blanco. Sin embargo, Beltrán se
planteó la posibilidad de privatizar en parte o en su totalidad
la participación del Instituto.
4.5 Una vía alternativa: Conservas
`Gaspar'
¿ Qué razones se esconden tras la
decisión del INI de modificar el primitivo plan trazado para la
cadena primaria en 1947 ? Junto al repentino ardor economicista
al que he hecho referencia, añadiré otros factores. Desde una
óptica política, el frío industrial comenzó a perder fuelle a
ojos de los máximos dirigentes del Instituto por las razones que
se expondrán en el apartado siguiente. Desde una perspectiva
puramente económica, se intuyen otros motivos para explicar
aquel cambio. A las dificultades financieras para acometer un
plan de la envergadura del frío industrial - recuérdese que se
presupuestaron 1.300 millones de pesetas -, hay que valorar así
mismo la existencia de una alternativa mucho menos onerosa que,
de hecho, estaba en la recámara desde 1946: conservar alimentos
por el método 'Gaspar'.
Fue el propio Carrero Blanco quien, en el verano de 1950, impulsó la apertura de una línea de acción en sustitución del frío que se basaba en unos caldos secretos inventados por el profesor Teófilo Gaspar y Arnal de la Universidad de Valladolid. A partir de ahí, Carrero anheló la posibilidad de conservar alimentos con objeto de aliviar no sólo las privaciones de la sociedad española sino, incluso, el hambre de la humanidad:
"Entre los problemas que inquietan a
la Sociedad, llevando a los Estados, en general, a situaciones
angustiosas, es el de la alimentación de la Humanidad. Los
hechos que Maltus (sic) pretendió recoger en una ley muy
conocida, han creado un ambiente de tal patetismo con
ofuscaciones tan perniciosas, que tienen proyecciones de horror
al considerar al hombre enemigo del hombre".
Ante la perspectiva de alcanzar unas metas tan sublimes, Carrero ordenó a Suanzes entrar en contacto con Gaspar. Contagiado por el entusiasmo generalizado de sus superiores, Rufino Beltrán recomendó la creación inmediata de una Comisión Gestora de las Conservas Gaspar (CGCG) con el encargo de proseguir los experimentos de laboratorio iniciados varios años antes por el científico vallisoletano para conseguir aplicaciones industriales. La principal ventaja, al menos sobre el papel, de las `Conservas Gaspar' sobre otros sistemas de conservación conocidos era un coste sensiblemente inferior por la abundancia y baratura de las materias primas que se precisaban para los caldos y los envases. Cuando aún se carecía por completo de cualquier indicio acerca de la viabilidad técnica de los procedimientos de Gaspar, Beltrán se aventuró a ensalzar los beneficios a extraer en el futuro, tal como se aprecia en el siguiente pasaje:
"Desde el punto de vista de la
economía nacional puede ser pues importantísimo para conservar
con escaso coste y poco cuidado las cosechas en zona productora,
en pequeñas instalaciones de tipo rural, para lograr soldaduras
de cosecha y su principal característica, si los resultados de
nuestras pruebas son buenos, será la posibilidad de conservar la
totalidad de los productos, lo que hasta ahora no es posible por
ningun sistema actual... En relación con la alimentación del
ganado, su importancia puede ser tambien muy grande al permitir
consumir piensos perecederos de muy escaso valor que hoy en día
no son económicamente conservables".
Con un presupuesto de 1,5 millones de pesetas anuales, la CGCG se emplazó a conseguir una rápida aplicación industrial de las patentes Gaspar. Beltrán no contempló una explotación directa por parte del INI. Antes bien, abogó por la creación de una empresa nacional que administrase los derechos de las patentes. En este sentido, el Instituto se encargaría de poner a disposición del sector privado una nueva técnica. El INI volvió a dar muestras de un mayor liberalismo que propios y extraños. En esta ocasión, chocó con el inventor, proclive a nacionalizar las fuentes de materias primas,
"en evitación de las alteraciones
que, en perjuicio del bien público, pudieran ocasionar un
maltusianismo (sic) en la producción, confabulaciones,
etc en relación con su procedimiento de conservación".
Tras un año de experimentos fallidos en
los que se consiguió acelerar la putrefacción de alimentos y
piensos, Beltrán informó a sus superiores acerca de la
inutilidad de las patentes para la alimentación humana. Haciendo
oídos sordos a las malas noticias, Suanzes ordenó que se
continuasen los experimentos e incluso que se registrasen las
patentes en el extranjero. Sin embargo, los esfuerzos invertidos
en el transcurso de aquel año tampoco dieron fruto.
Dos años más tarde, un desolado Beltrán
reconoció al fin la imposibilidad de sentar una conclusión
definitiva, si bien continuó insistiendo en la baratura del
proceso frente al del frío industrial. Reconoció, no obstante,
su imperfección técnica que producía variaciones en la
composición de los alimentos. A la vista de la situación,
solicitó dar por acabada la labor de la CGCG, siendo apoyado en
su propuesta por Ocharán.
5.- EL PLAN DE RED FRIGORIFICA NACIONAL
Una vez cumplido el trámite de informar al
consejo del INI en la primavera de 1951, Suanzes remitió a
Carrero Blanco un ejemplar del Plan de Red Frigorífica
Nacional que había sido ultimado por Beltrán el trimestre
anterior. Así pues hubieron de transcurrir 32 meses para que el
Instituto cumpliera con lo ordenado por el decreto de setiembre
de 1948. Para justificar tamaña demora, los rectores del INI
alegaron que habían pretendido plasmar las ideas vertidas por
los organismos encuestados en 1948. Como he mostrado, el
argumento carecía de base real. En el preámbulo al Plan, el
propio Beltrán señaló la coincidencia "casi en su
totalidad y en los puntos importantes con todos los informes
recibidos". Parece claro que si el DIA hubiera asumido
realmente las críticas de los agentes económicos encuestados,
el plan frigorífico quizá nunca habría visto la luz.
En este apartado, mostraré en qué medida
la nueva coyuntura surgida a comienzos de los años 1950, explica
un cambio de rumbo en la actitud del INI con respecto al frío
industrial. Por ende, argumentaré que el Plan de 1951 rompió
con las directrices que habían inspirado el anteproyecto. Tras
enumerar las modificaciones más significativas, analizaré, por
último, cuál fue la reacción que suscitó el Plan en diversos
ámbitos. De especial interés, será conocer la forma en que se
dirimió el contencioso que enfrentó a los empresarios gallegos
del ramo de la carne con la dirección del INI.
5.1 Un ejemplo temprano de planificación
sectorial
El tono del escrito que acompañó al Plan,
desvela un cambio de actitud entre los dirigentes del INI. Con un
estilo directo y técnico, el escrito evitó reproducir la
intención tutelar a ejercer por el INI que había sugerido el
anteproyecto. En 1951, Suanzes insistió en el deseo de
contribuir a unificar normas "a fin de orientar a la
iniciativa privada", que sería la encargada de acometer -
en su totalidad - la financiación de los frigoríficos, a
excepción de las dos plantas ya en ejecución por el INI. No
mencionó tampoco la pretendida colaboración entre el capital
privado y el público. Para no ahuyentar a los empresarios e
incluso para animarlos a secundar el Plan, Suanzes dió
garantías sobre el marco de aplicación del frío en la
economía española. A ese respecto, lo circunscribió a los
excedentes alimentarios, una vez deducidos de la producción el
consumo en fresco y el de la industria conservera. Con ese
apunte, rompió con la indefinición del anteproyecto que nunca
aclaró si el frío afectaría a la producción en términos
brutos o netos. De igual forma, hizo hincapié en el compromiso
de respetar las instalaciones ya existentes a la hora de estimar
el déficit frigorífico. Como complemento a esos dos avales, los
rectores del INI revalorizaron la tasa de beneficio que
depararía la inversión de capital en el sector del frío
industrial. Pero en contrapartida, incrementaron el esfuerzo
inversor anual al suprimir dos de las cinco etapas para la
ejecución de las obras.
¿ Qué razones indujeron a los gestores
del INI a modificar su actitud ? Está claro que la polvareda que
levantó el proyecto de 1948 en círculos sindicales y
empresariales no fue el detonante. Los responsables del INI
fueron inmunes a la fuerza de los argumentos empleados. Ni las
llamadas de atención sobre las complicaciones que entrañaba la
estrechez del mercado por carecer las familias españolas de
neveras, ni las restricciones eléctricas, ni la inadecuación de
los medios de transporte y ni siquiera la escasez de alimentos
susceptibles de ser congelados, les hicieron revisar sus ideas.
No era frecuente que los gestores alterasen sus planes
industriales bajo presión externa.
En vista de ello, la explicación a su cambio de conducta ha de vincularse a los factores exógenos que habían predispuesto al INI en favor del frío industrial en 1947/48; esos mismos factores que se vieron potenciados por la política española en materia industrial. Su alteración quebrantó indefectiblemente los términos de la relación que estableció el INI con el frío. Junto al fracaso del proyecto de Perón de convertir a España en un gran almacen para los alimentos argentinos en ruta hacia el mercado europeo, el otorgamiento del empréstito norteamericano hizo tambien mella en la postura del INI ante el empleo de los frigoríficos. Téngase en cuenta que el crédito gestionado por el EXIMBANK significó un éxito parcial que respondió en mayor medida a los nuevos parámetros de la situación política internacional que a los méritos de los negociadores españoles. En realidad, Suanzes fue incapaz de rebatir los profundos recelos que despertaban sus ideas en temas económicos en los círculos financieros norteamericanos. A ello contribuyó su renuencia a aceptar una liberalización de la economía española. Así lo muestra la siguiente advertencia que lanzó en el mes de abril de 1951 con la intención de reafirmar su compromiso hacia una de las directirces de su política económica:
"Las intervenciones, siempre parciales
y limitadas, no durarán, por tanto, ni un día más de lo
preciso, pero tampoco un día menos".
En el plano interior, le quedó al
Instituto como legado del trienio 1948/50 una participación
mayoritaria en dos empresas mixtas - IGFISA y FRIGSA - que eran,
cada una en su campo, la llave de la red frigorífica nacional.
Jamás sintió el INI excesivo apego por esas dos sociedades; lo
avala la parquedad de la inversión que efectuó en ellas. Se
podría decir que la congelación acabó por afectar a la
inversión misma. Como último factor explicativo, cabe añadir
el proyecto en ciernes de las conservas Gaspar, un método más
barato a la par que exento de los inconvenientes del frío
industrial.
Libre de ataduras exteriores, el frío
industrial perdió relevancia a ojos de los gestores públicos.
Era una actividad que escapaba a su esfera de actuación
habitual. Al perder la gran oportunidad que le brindó la
coyuntura de 1947/50, el frío retornó a una condición de rango
inferior sin la entidad necesaria para ser depositario de los
recursos financieros que requerían los planes faraónicos
trazados por Beltrán. En efecto, el presupuesto del INI de 1951
castigó con dureza a las actividades conectadas con la
alimentación que obtuvieron sólo diez millones de pesetas, un
tercio de lo solicitado. El responsable del DIA se apresuró a
señalar que la penuria financiera haría peligrar el
cumplimiento del plan industrial trazado por el Ministerio para
el bienio 1951/52 en lo tocante a estaciones frigoríficas. Pero,
más grave aún, aquella asignación presupuestaria golpeó con
particular dureza a FRIGSA, el buque insignia de la presencia del
INI en el sector alimentario. Ante el recorte presupuestario,
Beltrán hubo de contentarse con la presidencia del Centro
Experimental del Frío Industrial que quedó integrado en el
Patronato Juan de la Cierva. Este Centro que sería el embrión
del actual Instituto del Frío, nació con el propósito de fijar
unas normas sobre tratamiento, conservación y transporte de
productos tratados por el frío.
A resultas de todas estas carambolas, el Plan
de Red Frigorífica Nacional nació inmaculado, sin el cariz
político que le habría permitido viciar el cometido de ordenar
el sector del frío industrial. Gracias a ello, el Plan se
convirtió en una de las primeras aplicaciones de la
planificación sectorial en España. Fue pionero en el estudio de
las corrientes de tráfico de productos perecederos. Por su
trascendencia para la industria española de la alimentación,
interesa exponer sus parecidos y tambien sus diferencias con el
anteproyecto de 1948.
En relación con los puntos de encuentro,
Beltrán no alteró su vieja propuesta de aplicar el frío
industrial en sus dos modalidades (congelación y refrigeración)
a una extensa gama de alimentos. De hecho, amplió la lista a
frutas, verduras y hortalizas, patatas, huevos, productos
chacinados, derivados lácteos, volatería y caza, además de
carne y pescado. Hizo pues oídos sordos a la SOES quien había
recomendado un empleo más restrictivo del frío. En segundo
lugar, destaca la similitud de los objetivos perseguidos en 1947
y 1951. Con la intención de optimizar los recursos alimentarios,
el Plan pretendió eliminar mermas, mejorar la calidad,
regularizar los mercados y revalorizar los productos. Para
alcanzar esa meta, estableció cinco clases de instalaciones: (a)
pequeñas cámaras "rurales" para conservar cosechas a
corto plazo; (b) grandes frigoríficos en "zonas
productoras" destinados a la congelación de carnes y
pescado y a la refrigeración de frutas; (c) frigoríficos
"comerciales" para uso exclusivo de los intercambios
con el exterior; (d) frigoríficos de "distribución a
consumo" en los grandes núcleos de población para
almacenamiento de largo plazo y (e) "cámaras de
consumo" para refrigeración de productos perecederos a muy
corto plazo.
Veamos a continuación algunos de los
cambios más notables que se filtraron en la redacción
definitiva del Plan. En el capítulo de las carnes, una
modificación sustancial consistió en ampliar la congelación a
las canales de lanar, en claro contraste con el anteproyecto que
la había limitado a los cuartos de vacuno. Segundo, la
distribución espacial de las estaciones frigoríficas tambien
sufrió alteraciones. Quedó descartada definitivamente la idea
de crear cuatro mataderos industriales en el noroeste, optándose
por tres plantas congeladoras, una en Monforte de Lemos, otra en
Mérida y una tercera en Córdoba con una capacidad conjunta para
tratar 15.300 toneladas de carne. Como complemento a esa red
primaria, se previó establecer ocho plantas refrigeradoras con
una capacidad acumulada de 57.600 Tms en las localidades de
Monforte, León, Mérida, Ciudad Real, La Roda (Albacete),
Córdoba, Huércal-Overa (Almería) y, por último Zaragoza. Con
11 mil toneladas de congelación y 23.100 toneladas de
refrigeración que equivalían a un 72 y un 40 por 100
respectivamente del total previsto para toda la península, la
estación gallega de Monforte de Lemos se alzó como la planta
más ambiciosa de toda la red dedicada a la carne.
Por lo que se refiere al tratamiento del
pescado, las novedades más importantes afectaron a las
estaciones congeladoras. Si bien se conservó inalterado el
proyecto de habilitar una planta en Pasajes, Vigo y Huelva, la
nueva redacción del Plan incorporó otras tres estaciones. Por
supuesto, una de ellas correspondió a las instalaciones de
IGFISA en Cádiz que, tras el fracaso de la ayuda argentina,
fueron reconvertidas hacia el tratamiento exclusivo de la pesca
procedente de los caladeros del sur-atlántico. De menor entidad,
otras dos plantas fueron reservadas para Algeciras y Málaga. En
total, las seis plantas dispondrían de una capacidad de
congelación superior a 30.300 Tms. Al igual que ocurría con las
carnes, el grado de concentración fue elevado; a Cádiz (7.500
Tms), Pasajes (9.000 Tms) y Vigo (10.000 Tms) se les asignó un
88 por 100 del total. Por lo que atañe a la red secundaria de
refrigeración de pescado, se previó el montaje de 42 estaciones
repartidas por todo el litoral peninsular con una capacidad para
tratar 49.250 Tms.
A la vista de lo expuesto, se deduce que el
principio fundamental de ceñir el tratamiento congelador de
carnes y pescados a las áreas de producción quedó revalidado
por el Plan. Ello perpetuó, por tanto, la estructura periférica
de la red congeladora con la única salvedad de que la
configuración de 1951 mejoró de forma sensible la dotación
andaluza al completarla con varias plantas no previstas en el
anteproyecto. Sin embargo, el desequilibrio a favor de la
periferia quedó parcialmente corregido por la red de
refrigeración de frutas y verduras. Sobre un total de 24
estaciones diseminadas por todo el país con una capacidad para
tratar casi un millón de toneladas, 14 estaciones (un 58 por
100) estarían situadas en puntos del interior peninsular.
En virtud de las modificaciones recién
comentadas, se registró una expansión de la capacidad
frigorífica total en comparación con la proyección que se
efectuó en 1947. Como puede comprobarse por las cifras del
cuadro 4, la variación más espectacular respondió justamente a
la inclusión de una red para la refrigeración de frutas y
verduras. Esta modalidad absorbió un 90 por 100 de la capacidad
total. Por el contrario, los mataderos industriales perdieron un
millar de toneladas de capacidad de congelación. En cambio, las
plantas congeladoras de pescado aumentaron su cupo en 11.330 Tms
gracias a la estación de IGFISA en el puerto de Cádiz.
Cuadro 4: Comparación de la capacidad frigorífica prevista
en 1947 y 1951 (Tms)
ÉÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÑÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÑÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ»
º ³ Congelación ³ Refrigeración º
º ÃÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄĶ
º ³ 1947 ³ 1951 ³ 1947 ³ 1951 º
ÇÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÄÄĶ
º ³ ³ ³ ³ º
º Carne ³ 16.350 ³ 15.300 ³ - ³ 57.600 º
ÇÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÄÄĶ
º ³ ³ ³ ³ º
º Pescado ³ 19.000 ³ 30.330 ³ - ³ 49.030 º
ÇÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÄÄĶ
º ³ ³ ³ ³ º
º Frutas & etc³ - ³ - ³ 132.440 ³ 943.480 º
ÇÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÄÄĶ
º ³ ³ ³ ³ º
º Total ³ 35.350 ³ 45.630 ³ 132.440 ³1.050.110 º
º ³ ³ ³ ³ º
ÈÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÏÍÍÍÍÍÍÍÍÍÏÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÏÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÏÍÍÍÍÍÍÍÍÍͼ
Fuente: INI (1951) Estado núm. VI-1. Para las cifras de 1948
'Anteproyecto de la Red Nacional ...' (Julio, 1947), INI leg. 200.28 '1947-48' exp. 3. Para deducir la capacidad refrigeradora, he aplicado un coeficiente 0,4 Tms por
metro cúbico de cámara según consta en
el citado anteproyecto.
Otra novedad del Plan de 1951 afectó al
programa de obras anuales. Si, por un lado, se ganó en
precisión respecto de 1947, por otro, se realizó un esfuerzo
por armonizar al máximo las obras a ejecutar en cada etapa, así
como por evitar posibles tensiones en el suministro de materiales
(corriente eléctrica, cemento y maquinaria, en particular). Por
lo demás, se intentó acelerar la ejecución de la red, para lo
cual se distinguieron tres etapas. Con un escalonamiento de dos
años y con una duración máxima de cuatro para cada etapa, se
planteó la posibilidad de completar la red en 1960, es decir en
un plazo de nueve años. En cuanto a las obras a realizar en cada
peldaño del Plan, los porcentajes del cuadro 5 indican que la
red congeladora volvió a ser prioritaria. En efecto, el montaje
Cuadro 5: Ejecución de la Red Frigorífica (% de ejecución)
ÉÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÑÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÑÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ»
º ³ ³ º
º ³ Congelación ³ Refrigeración º
ÇÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄĶ
º ETAPA ³ 1ª ³ 2ª ³ 3ª ³ 1ª ³ 2ª ³ 3ª º
ÇÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄĶ
º ³ ³ ³ ³ ³ ³ º
º Carne ³ 85 ³ 15 ³ - ³ 50 ³ 30 ³ 20 º
ÇÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄĶ
º ³ ³ ³ ³ ³ ³ º
º Pescado ³ 62 ³ 38 ³ - ³ 51 ³ 36 ³ 13 º
ÇÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄĶ
º ³ ³ ³ ³ ³ ³ º
º Fruta ³ - ³ - ³ - ³ 22 ³ 39 ³ 39 º
ÇÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄĶ
º ³ ³ ³ ³ ³ ³ º
º TOTAL ³ 63 ³ 37 ³ - ³ 25 ³ 39 ³ 36 º
º ³ ³ ³ ³ ³ ³ º
ÈÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÏÍÍÍÍÍÍÏÍÍÍÍÍÍÏÍÍÍÍÍÍÏÍÍÍÍÍÍÍÏÍÍÍÍÍÍÍÏÍÍÍÍÍͼ
Fuente: INI (1951) Estado núm. VII-5
de las plantas destinadas a carne y pescado
debía ser una realidad al término de la segunda etapa. Por el
contrario, se proyectó ejecutar la red de refrigeración con un
mayor equilibrio, si bien se produciría una intensificación en
la última etapa.
Y para acabar con este repaso a las
novedades que introdujo el Plan de 1951, se requiere un apunte
acerca de los aspectos económicos. Beltrán evaluó que se
alcanzaría una cifra de 1.686 millones de pesetas de beneficios
sociales en cada año de funcionamiento de la red del frío.
Dicha estimación se situó a corta distancia de los 1.845
millones de pesetas en que valoró la inversión de primer
establecimiento. Sin embargo, la ausencia de información sobre
los costes fijos o variables no permite deducir una tasa de
rentabilidad. Pero la minuciosidad de los datos manejados por
Beltrán sí permite en cambio indagar sobre el origen de los
beneficios. Por una parte, de los cinco agregados en que se
descomponen los beneficios en destino, los componentes más
destacables serían la recuperación de mermas (un 31 por 100 del
total), la estabilización de los precios de producción (31.7
por 100) y la regulación de los precios de consumo (27.3 por
100). A la revalorización producida por esos tres conceptos, hay
que añadir a fuerte distancia el aprovechamiento de subproductos
(8 por 100) y el ahorro en material de transporte gracias a la
conducción de canales en vez de reses en vivo (2 por 100). Por
otra parte, una clasificación basada en la naturaleza de los
alimentos objeto de tratamiento por frío, muestra que las
mayores economías se obtendrían en las frutas (30 por 100),
hortalizas (22 por 100) y huevos (19 por 100) mientras que carnes
(10 por 100) y pescados (7 por 100) ocuparían una posición
secundaria. Este último resultado que no mereció comentario
alguno por parte de Beltrán, no debe ser pasado por alto. De
hecho, invalidó en cierta medida los esfuerzos desplegados por
el INI a partir de 1947 para potenciar el tratamiento de carnes y
pescados por el frío, áreas en las que se concentró su acción
con la constitución de FRIGSA e IGFISA.
En resumen, el Plan de Red Frigorífica
Nacional que el INI sometió a dictamen en 1951 constituyó
un documento mucho más redondo y mejor trabado que el
anteproyecto de 1947. Aunque no incorporó ninguna de las
sugerencias efectuadas desde instancias externas, el Instituto le
confirió, a modo de compensación, un carácter técnico,
pragmático, cercano a lo que cabía esperar de un plan con
proyección nacional. Al sentar como directriz la unificación de
los criterios a seguir en futuras acciones en el sector, el INI
contribuyó de forma positiva al desarrollo de la industria
frigorífica española. Sin embargo, el texto adoleció de
algunas lagunas sorprendentes. No hizo, por ejemplo, referencia a
la cuestión del transporte. Tampoco mencionó la capacidad de la
industria española para fabricar maquinaria frigorífica, no
planteó la cuestión de las divisas ni afloró, por último, la
relación a establecer entre el sector público y el sector
privado en pos de la consecución del Plan.
5.2 David contra Goliath
En prueba del interés decreciente que
despertaba el Plan de Red Frigorífica Nacional en medios
oficiales, la Presidencia del Gobierno ordenó la apertura de una
información pública con más de un año de retraso. Sin
embargo, las primeras reacciones se produjeron al poco de
publicarse el Plan en 1951. Distinguiré tres clases de
manifestaciones en ese período anterior a la información
pública.
El primero en levantar su voz en contra de
la propuesta fue Don José Mª López Valencia que representaba
al Alto Estado Mayor en el consejo del INI. Al cumplirse un mes
del paso del Plan por el consejo de administración, López
Valencia remitió a Sirvent un voto particular. En su crítica,
oradó, por un lado, los cimientos del proyecto del organismo
paraestatal. Argumentó que congelar alimentos representaba una
actividad inútil por ser contraria a la realidad económica de
España, en particular a la falta de excedentes y a la
dispersión de las fuentes de producción. De ahí que, en su
opinión, bastara con refrigerar alimentos perecederos. De no
procederse así, entendía que el minifundismo de la producción
obligaría a crear un gran oligopolio estatal, único medio de
gestionar el Plan, que entrañaría unos gastos de
administración inabarcables. Por otro lado, López Valencia
criticó el olvido de la cuestión del transporte e instó a
aprovechar los varios millares de metros cúbicos de cámaras
frigoríficas propiedad de empresas particulares que se hallaban
distribuídos por todo el país.
A la prensa especializada, la propuesta del
INI le valió un juicio más favorable. La gran mayoría de los
articulistas valoró positivamente las ventajas inherentes a
planificar el desarrollo del frío industrial. Por regla general,
se ensalzó la conveniencia de acometer el montaje de las
instalaciones a la mayor brevedad posible. Incluso hubo quien
atribuyó a la red frigorífica la capacidad de promover la
recuperación económica del país. A pesar de las loas, se
resaltó lo indispensable de habilitar una buena infraestrutura
de transporte para enlazar los centros de producción con las
cámaras frigoríficas situadas en los grandes núcleos de
población. Pero, a modo de velada advertencia a los gestores
públicos del INI, se recordó que existían empresas privadas
con la suficiente solvencia económica y técnica para acometer
el montaje de la maquinaria frigorífica que precisaba el Plan.
Por supuesto, los sindicatos verticales no escondieron su recelo
ante lo que, en su opinión, constituía una nueva muestra del
intrusismo del INI en un ámbito de su competencia. Amén de
deplorar la no inclusión de las fábricas de hielo en el Plan,
se reclamó para la iniciativa privada un mayor protagonismo en
pos del fortalecimiento de la industria del frío. Con la
intención de recuperar una parte del liderazgo que habían
perdido en favor del INI, el Sindicato Vertical de Industrias
Químicas acabaría por crear en 1954 un Grupo Nacional de
Frío Industrial. Con su iniciativa, pretendió aglutinar en
torno a ese organismo el núcleo de la política sindical del
frío.
En esta primera etapa que antecede a la
Información Pública de 1952, Don Antonio Abella se convirtió
otra vez en el más beligerante de los críticos de la actuación
del Instituto. Como se recordará, Abella regentaba un matadero
en la ciudad de Lugo. Con las acciones que acometió en defensa
de su industria, el empresario gallego puso en tela de juicio a
la política que el INI pretendió impulsar con el Plan de 1951.
En sucesivos escritos envíados al ministro
Suanzes, al vicepresidente del INI, Don Joaquín Planell, y a
Carrero Blanco, todos fechados en el mes de abril de 1951, el
consejero delegado de INDUSTRIAS ABELLA salió al paso de un
rumor según el cual se habría decidido trasladar a la ciudad de
Lugo el matadero frigorífico que estaba previsto instalar en
Monforte de Lemos. Dos notas convirtieron aquel caso en
apariencia anodino en un episodio ilustrativo de unos manejos a
cargo de los gestores del INI que fueron más propios de los
años 1940 que de la nueva etapa que pretendidamente se estrenó
en 1951. Por un lado, sorprende el grado de autonomía con el que
actuó Rufino Beltrán. Como presidente de FRIGSA, se le debe
imputar la responsabilidad de una decisión que no fue conocida
por el consejo del INI hasta casi tres meses despues. Cuando al
fin se produjo la ratificación por los consejeros, Sirvent
acudió a dudosas razones de tipo sanitario para justificar el
cambio de emplazamiento. Por otro lado, el traslado resultó
sumamente oneroso para FRIGSA. En efecto, acuciado por los
recortes presupuestarios a los que he aludido anteriormente,
Beltrán había previsto ahorrar costes de establecimiento
gracias a la donación de unos terrenos por la corporación
municipal de Monforte. Amén de los factores señalados, el
traslado del matadero a Lugo vulneró el espíritu del Plan de
1951. En particular, porque representó una violación de la
norma de respeto hacia las instalaciones existentes según lo
manifestado por Suanzes. Atendiendo a sus declaraciones, el INI
las tomaría en consideración a la hora de calcular los déficit
locales en materia frigorífica. A ese olvido, se refirió
repetidas veces Abella señalando que "se trata[ba] de
resolver un problema que ya está resuelto por la economía
privada" y que "no era misión del INI anular a la
iniciativa privada". Es más, sentenció que no era
"justo que el Instituto Nacional de Industria mont[as]e una
planta sobre el cadáver de otra".
La crítica de Abella al proyecto de
establecer un macro matadero para Galicia en la ciudad de Lugo
estaba fundamentada sobre un triple razonamiento. En primer
lugar, aludió a la posibilidad de ahorrar gastos de transporte
por acortarse los recorridos con la creación de varias plantas
de sacrificio. En segundo lugar, esgrimió como argumento el
afán de reducir los costes fijos medios debido a la modesta
capacidad de exportación de ganado vacuno de Galicia, menor de
lo estimado por el DIA. Y, por último, se refirió a la falta de
mercado para la carne congelada. Esos factores le llevaron a
defender la conveniencia de cuatro mataderos pequeños,
alternativa que, a su juicio, depararía en el largo plazo
mayores ventajas que un sólo matadero. Se reiteró convencido de
que era posible utilizar las instalaciones de las empresas
privadas que operaban en Galicia.
En opinión de Manuel Ocharán, el Director Técnico del Instituto, la actitud de Abella obedecía únicamente al hecho de que el proyecto del INI había de "herir intereses" creados. Sin embargo, el tono acalorado y a la defensiva que adquirió la respuesta dada por los gestores del INI a las diatribas de Abella, sugiere la existencia de una mezcolanza de factores, difíciles de desenmarañar, que se dieron cita en aquel litigio. Por supuesto, también se personó el Ayuntamiento de Monforte de Lemos. Al fin y al cabo, era otro de los agraviados por la decisión de Beltrán. Así lo manifestó su alcalde quien reclamó la nulidad del acuerdo tomado por el consejo de FRIGSA ya que estaba desautorizado por el propio Plan. Reproduzco seguidamente una parte de su queja porque resume de forma impecable la situación tan sorprendente a la que se había llegado:
"Es tan grande la anomalía de que con
fondos del INI se esté ejecutando una obra en contra del mismo
INI, que hemos creído un deber señalar ese paradójico hecho a
VE [Carrero] por si estima señalar la paralización de dichas
obras, hasta tanto el Plan sea aprobado por el Gobierno".
Ocharán estaba probablemente en lo cierto
al imputar a intereses creados una de las causas de las protestas
contra el Plan. Al desplazar el centro de gravedad de la
producción de carne de abasto hacia las regiones productoras de
ganado vacuno, la propuesta del INI suscitó oposición por parte
de dos clases de empresas. Por un lado, las que, perteneciendo a
la región gallega, temieron no poder resistir la competencia de
FRIGSA a la hora de adquirir ganado de abasto. En este grupo cabe
integrar al matadero de ABELLA y a las industrias chacineras de
Ginzo de Limia o de Porriño. Por otro, las empresas que, por
estar emplazadas cerca de los mataderos de las grandes plazas de
consumo, se dedicaban a la industrialización de subproductos. A
esta segunda clase pertenecía, por ejemplo, la sociedad SEBERIA
Y PELETERIA GUIPUZCOANA, entidad que agrupaba a carniceros y
cortadores de San Sebastián. Dicha empresa que transformaba
cueros, sebos y tripas, denunció de forma airada la
concentración del sacrificio en origen por considerarlo un
atentado a la iniciativa privada.
En los términos de la denuncia lanzada por Abella, pueden descubrirse otros elementos; por ejemplo, el temor a una competencia desleal por parte de FRIGSA. En efecto, caso de que hubiera sido cierta la falta de ganado para satisfacer la demanda de los mataderos gallegos, se habría corrido el riesgo de que la planta del INI acudiese en busca de la protección del Estado para garantizarse el aprovisionamiento. Ello equivaldría a la creación de un monopolio. El argumento fue rebatido con vehemencia por Ocharán quien replicó que
"ni es necesario ni conveniente que
existiese legislación especial para la nueva empresa, que no la
precisa para desarrollar su función social con eficiencia y en
beneficio propio, sino de la economía de la carne".
Esgrimiendo parecidos argumentos, Suanzes alegó a su vez que,
"la planta industrial de [FRIGSA] no pretende ejercer ni un monopolio legal ni un monopolio de hecho, sino actuar en régimen de concurrencia, como se demuestra en el hecho de que no se opuso, hasta el momento, a la existencia de otros mataderos generales que ya existían en Galicia. FRIGSA está dispuesta a competir con todos ellos en régimen de libertad y no de monopolio al que se llegaría sin ningun género de dudas con los cuatro
mataderos de Galicia en una sola empresa
que defiende el Sr Abella".
Un último factor a considerar que fue, de
hecho, aflorado por Abella, sería la toma de posiciones por
parte de los grupos más poderosos de la industria cárnica
española en ámbitos distintos a los de sus mercados naturales.
De acuerdo con esta hipótesis, la estrategia seguida para
expandir el radio de influencia a costa de empresas más débiles
estaría aprovechando caudales públicos por medio de alianzas
concertadas con el INI. Aunque la información disposible no
permite confirmarlo, ese habría sido el móvil que impulsó a
Don José Fernández, arrendador del Matadero de Mérida, a
entrar en el capital de FRIGSA.
Hasta aquí las razones esgrimidas en su denuncia por las empresas privadas. Veamos a continuación los argumentos que empleó el artífice del litigio, Don Rufino Beltrán, como presidente de FRIGSA, para defender la creación de un único matadero. Para ello, se escudó en la decisión del Gobierno que "actúa", afirmó
"en cumplimiento de unas directrices económicas que le impulsaron a la creación de una empresa para construir una estación frigorífica en el noroeste de España, no señalándose la necesidad de construir cuatro plantas, lo que bien demuestra el deseo del legislador",
olvidando que el proyecto de decreto-ley para la constitución de la sociedad mixta FRIGSA había sido redactado por él. Repitió tan peregrina argumentación para justificar la elección de Lugo como emplazamiento del matadero:
"Si la voluntad del legislador hubiera
sido emplazar en Monforte la estación frigorífica, el decreto
de 17 de noviembre lo habría manifestado expresamente".
Pero, como novedad, añadió un verdadero
decálogo de razones que, por su aparente coherencia, impiden
entender por qué la decisión primera benefició a Monforte y no
a Lugo. Destacó, en particular, la centralidad de la capital en
pleno corazón de una región rica en ganado de carne, con buenas
comunicaciones e infraestructura sanitaria, el apoyo de los
organismos locales y las posibilidades industriales de la ciudad.
Arremetió contra las condiciones de salubridad de los
establecimientos ABELLA que tildó de anticuados. A su parecer,
era imposible entablar competencia con ABELLA porque ésta
empresa desarrollaba su actividad en un sector distinto, el de
productos cárnicos. De ahí que fuera indispensable establecer
un matadero moderno con instalaciones frigoríficas que, a su
juicio, no necesitarían "trato de favor alguno".
En definitiva, Beltrán concluyó que "no puede ser de discusión la necesidad de una empresa que fue creada por un decreto de la Presidencia". Para, acto seguido, instar a Suanzes a recabar un informe del Ministerio de la Gobernación con vistas a efectuar "la oportuna revisión de las causas de la O.M. de 15-2-1944 que autorizó a INDUSTRIAS ABELLA a sacrificar ganado y transportar sus canales a los puntos de consumo". Es decir, Beltrán replicó a los ataques de Abella con la contundencia que solían gastarse los gestores del INI para con las empresas privadas que amenazaban sus proyectos. A pesar de la desproporción clara que existía entre la empresa pública y la privada, la sugerencia fue bien recibida por Suanzes quien se apresuró a hacerla suya. En un escrito a Carrero, manifestó que
"no debo ocultar, a la vista de la
actuación de INDUSTRIAS ABELLA, mis sospechas de que esta
sociedad trata de entorpecer muchas veces sin reparar en medios,
la misión que a este Instituto encomendó el decreto de
17-11-1950. Y como al parecer INDUSTRIAS ABELLA justifica la
insistencia en su oposición en la supuesta identidad entre lo
que es INDUSTRIAS ABELLA y lo que FRIGSA proyecta, podría
solicitarse un informa amplio y detallado sobre la realidad
actual de dicha industria, del que es muy posible se dedujese
la conveniencia de revisar las causas que motivaron la orden
que ... autorizó a ABELLA para sacrificar ganado de
abasto".
Por fortuna para INDUSTRIAS ABELLA, el INI de Suanzes carecía de apoyos en otras esferas de la administración española. Ello impidió un informe en la línea que hubieran deseado Beltrán y Suanzes, como lo prueba la siguiente respuesta:
"La Dirección General de Sanidad ha
venido manteniendo la autorización ... habida cuenta de que las
características sanitarias y capacidad de sus instalaciones
corresponden cumplidamente a las disposiciones vigentes emanadas
del Ministerio de la Gobernación".
Varios organismos empresariales
participaron en la Información Pública abierta en el verano de
1952. En comparación con la encuesta del otoño de 1948,
sorprende el corto número de informantes, hecho que puede tener
su explicación en el escaso eco que hallaron en el INI sus
anteriores comentarios. A excepción de la Cámara jienense de
Comercio e Industria que elogió sin reservas los beneficios que
reportaría el frío industrial a la economía española, a los
restantes informantes coincidieron en su discrepancia con
respecto a los contenidos del Plan de Red Frigorífica
Nacional. Las críticas más acerbas denunciaron una probable
suplantación de la iniciativa privada por la pública como
resultado de la puesta en marcha del Plan. De ahí que se
reclamase que el INI, como brazo del Estado en lo industrial,
limitara su acción a una labor de apoyo económico y técnico a
una iniciativa privada que había sido capaz de impulsar el frío
en un medio adverso. Por tanto, era urgente evitar la creación
de un monopolio estatal que se vería "abrumado por gastos
excesivos y embotado por la esclerosis administrativa". A la
preocupación por las consecuencias de alterar los flujos
tradicionales de ganado, otros antepusieron, en cambio, su
disconformidad con el ritmo acelerado que el legislador quiso
imprimir a las obras.
* * *
La preferencia del consumidor español por
la carne fresca, unida a la lentitud y deficiencia de los medios
de transporte terrestre, contribuyeron a preservar más allá del
siglo XIX el modelo tradicional en el sacrificio del ganado de
carne. Continuó realizándose en los mataderos municipales
próximos a los grandes núcleos de consumo. Tan sólo a partir
del decenio de 1970, los progresos efectuados en el transporte
frigorífico permitieron trasladar el sacrificio a las áreas de
producción. En 1955, el número de mataderos municipales
existentes en España superaba ampliamente al número de
mataderos frigoríficos. Con una ratio de 173:1, era patente que
el sacrificio se realizaba en las zonas de consumo. Sin embargo,
en el transcurso de los treinta años siguientes, esa hegemonía
se ha ido disipando paulatinamente. El traslado del sacrificio
hacia las áreas de producción de reses vacunas ha respondido a
dos fuerzas complementarias: la proliferación de mataderos
frigoríficos y la tendencia a construir plantas de mayor
tamaño. Al tiempo que el número de mataderos municipales se
estancó en torno a dos millares, los frigoríficos, por su
parte, se han multiplicado por un factor de 18. Además, la mayor
capacidad instalada de los mataderos frigoríficos - 13.000 Tms
anuales frente a un promedio de 8.100 Tms en los municipales -,
les ha permitido compensar su inferioridad numérica. A resultas
de esa evolución dispar, un porcentaje sustancial del ganado
bovino ha sido sacrificado en los mataderos frigoríficos. Para
el período 1974/77, contribuyeron con un 42 por 100 del total
nacional.
A la vista de los cambios recién
descritos, la irrupción del INI en el sector agroalimentario
español debe situarse a caballo de los dos modelos que han
caracterizado a la producción de carne en el último medio
siglo. El principal fruto que deparó su presencia en el sector -
el Plan de Red Frigorífica Nacional - se adelantó en
casi veinte años al cambio de modelo en el subsector cárnico.
De ahí que una de las conclusiones que se han alcanzado en este
trabajo, haya sido la de mostrar el carácter precursor de las
ideas de los técnicos del INI, con Rufino Beltrán a la cabeza.
Desde la dirección del Departamento de Industrias de la
Alimentación, Beltrán apostó por una transformación radical
de las pautas de producción y consumo de alimentos perecederos
en España y, en especial, en lo relativo a la carne. En su afán
por maximizar los recursos alimenticios, Beltrán se esforzó por
eliminar mermas y regular los precios interiores. Intentó
erradicar prácticas ancestrales que regían en la compra-venta
de ganado a la par que generalizar el consumo de alimentos
congelados en sustitución de los frescos.
Cuanto de innovador ofreció su Plan debe
ser pues valorado como una aportación positiva a la
modernización de la industria agroalimentaria española. Sin
embargo, un balance global no puede deparar un juicio tan
favorable por dos motivos principales. En primer lugar, el plan
diseñado por Beltrán excluyó la búsqueda de una solución al
principal escollo que se oponía al traslado de la industria de
sacrificio a los centros de producción: el transporte terrestre.
En 1962, el parque de vehículos para el transporte de alimentos
refrigerados era claramente exiguo para atender las enormes
necesidades que comportaba el Plan. Se ha comprobado que el INI
nunca acometió una modernización de los medios de transporte de
alimentos en régimen de frío en el quinquenio 1947/51. Y ello a
pesar de las muchas advertencias en ese sentido que le hicieron
interlocutores tan diversos como la Presidencia del Gobierno o
las organizaciones empresariales. En segundo lugar, la acción
planificadora del INI se vió lastrada por la dificultad
experimentada por sus gestores para sacudirse su innata
beligerancia hacia el capital privado. Aquí residió, de hecho,
la clave de la actuación del INI en el sector del frío
industrial en el período analizado. El profundo recelo que
sentían sus máximos dirigentes hacia la empresa privada les
impidió ejecutar una política de tipo aséptico. A la postre,
consideraciones de índole extra-económica acabaron por primar
sobre los factores económicos, técnicos e incluso sobre el
oportunismo de sacar provecho a unas circunstancias puramente
coyunturales, factores todos ellos que dieron forma a las
directrices del Plan.
La controversia que se generó en torno al
matadero de Lugo constituyó una muestra perfecta de esa
colisión de fuerzas que se repitió en otros muchos ámbitos de
la actuación del INI en tiempos de la presidencia de Don Juan A.
Suanzes. Bajo el conflicto que enfrentó a Abella con el
Instituto, se escondió en realidad un problema de gran
envergadura: la credibilidad del organismo paraestatal para
ejecutar una política con menores tintes de intervención que le
era insistentemente reclamada desde el interior por el capital
privado y desde el exterior por los gobiernos aliados. Desde esa
óptica, la prueba vivida entre 1947 y 1951 en el sector del
frío industrial resultó un verdadero fiasco. Los gestores del
Instituto no supieron ajustarse a las nuevas reglas de
comportamiento que ellos mismos inculcaron al Plan de
1951.
Los entresijos de esa operación fracasada
se hallan en la protesta de un accionista minoritario, Don
Francisco Martínez, con sillón en el consejo de FRIGSA en
representación de los tratantes gallegos de ganado. Este
consejero era propietario del matadero general sito en la
localidad orensana de Ginzo de Limia. Por lo tanto, se trataba de
un buen conocedor del sector gallego de la carne de bovino.
Martínez denunció, en primer lugar, el engaño de que había sido objeto cuando Beltrán se presentó ante los industriales gallegos invocando el nombre de Franco para recabar su apoyo a los planes del INI:
"La invocación del nombre del
Caudillo ... ha tenido la virtud de volcarnos materialmente en la
empresa con el mayor entusiasmo, sin reparar gran cosa en la
memoria plagada de errores técnicos y de cálculo y de
ingenuidades que el Servicio de la Alimentación del INI nos
facilitó ... Olvidamos incluso los torpes agravios que se nos
infería a los negociantes en ganado de Galicia".
Gracias a su alegato, es posible conocer la
estrategia empleada por Beltrán para conseguir el apoyo
financiero que requería el proyecto de FRIGSA. En los primeros
encuentros mantenidos con los representantes del sector cárnico,
Beltrán les invitó a participar en una empresa con un capital
social que fijó en 40 millones de pesetas. Una vez convenida su
colaboración, elevó la cifra en otros veinte millones. Y, en el
momento de constituirse la sociedad, lo volvió a incrementar en
cuarenta millones hasta situarlo en la cifra definitiva de cien
millones de pesetas. A la vista de esa progresión, es fácil
entender que Martínez Rodríguez se sintiera "un poco
asustado ante esta inflación ya que los proyectos no han sido
variados y sí, tan sólo, el emplazamiento de la
Factoría".
En tercer lugar, Martínez retornó sobre
un aspecto sobre el que giraba buena parte de la controversia
entre el INI y los empresarios del sector, esto es sobre el
volumen real de los excedentes pecuarios gallegos a comienzos del
decenio de 1950. A ese respecto, el consejero de FRIGSA
coincidió con Abella en señalar la escasa verosimilitud de las
cifras que había manejado Beltrán. En su opinión, esas cifras
estaban exageradas por lo que la única solución para el
funcionamiento de la planta de FRIGSA obligaba a yugular a las
empresas privadas. En cuanto al recurso de buscar ganado en otras
regiones limítrofes como Asturias y Zamora, lo calificó como
una solución "irreal y antieconómica". En la raíz
del problema, colocó a la progresión ascendente de la
ganadería de leche al tiempo que el ganado de abasto estaba en
plena decadencia.
La contundencia de los argumentos
esgrimidos por Francisco Martínez alcanzó cotas de insospechada
dureza al cuestionar, en cuarto lugar, la ubicación del matadero
de FRIGSA. Como "único acierto de la memoria del INI",
calificó a la decisión de emplazarlo en Monforte en preferencia
a Lugo y Orense, decisión que se habría alcanzado tras
"meticulosos cálculos". En ese punto hubo acuerdo
unánime entre todos los accionistas particulares de FRIGSA. De
ahí la sorpresa general cuando, en una decisión inesperada,
Beltrán optó por Lugo. En tono categórico, sentenció que las
razones para el cambio no fueron "ni técnicas, ni
geográficas ni económicas". El traslado de sede no agradó
a los accionistas particulares que expresaron mayor disgusto
incluso al conocer sus implicaciones económicas. Mientras que la
intención primera de la corporación lucense había sido la de
emular a su homóloga de Monforte concediendo terrenos gratuitos,
la falta de recursos financieros le obligó a solicitar un
crédito de seis millones de pesetas a la propia FRIGSA. De ahí
que la expropiación y la explanación fueran acometidas a
"ritmo vertiginoso" con cargo a los presupuestos de la
empresa mixta. El consejero de FRIGSA reveló, por último, que
el acuerdo de la corporación había sido impugnado con el
consiguiente riesgo de que ello pudiera causar un quebranto
financiero por idéntico importe de seis millones de pesetas. A
la vista de todo ello, Martínez acabó preguntándose "¿
por qué esta celeridad para un proyecto que no disfruta todavía
de la aprobación definitiva ?", en alusión al hecho de que
el Plan se hallaba aún en fase de información pública.
¿ Qué motivó tan airada protesta de un
consejero y socio de FRIGSA ? En su origen, hallamos las mismas
razones que despertaron las iras de Abella y de otros empresarios
del frío industrial: la competencia que les plantearon unas
empresas impulsadas por el INI en un sector en el que existían
índices de sobrecapacidad. En efecto, tal como intuyó Abella,
la viabilidad de FRIGSA dependía de la exclusión de otras
empresas. Esto fue lo que ocurrió con los mataderos de Ginzo de
Limia y de Betanzos.
"No parece sino que lo que pretende FRIGSA es constituir un trust con la natural eliminación de todo aquello que pueda restar dividendos a la empresa".
APENDICE A
Solicitudes de instalación (ampliación)
de cámaras frigoríficas (A)(a), fábricas de hielo (B)(b),
otros (C)(c), matadero (M), empleo (D carne, E pesca, F frutas, G
huevos, H otros, L leche); Lugar: en myas capital, en minúsculas
provincia y referencia INI (Todos 200.28, año, exp. por ej:
48-62 leg. 200.28 '1948' exp. 62)
Nº RAZON SOCIAL LUGAR TIPO EMPLEO
REFERENCIA
1 MAESTU, SA Valencia A F 48-62
2 IRIARTE y CIA San Sebastián A E 48-39
3 NAVES INDUSTRIALES Madrid A H 47-06
4 COPASA Vcia/Sevilla A F 48-17
5 Puig Negre, R. Zaragoza Ab 49-01
6 Cabrera García, M La Coruña A F 49-03
7 Olmedo Roig, F. Valencia b 49-17
8 Cofradía Mareantes Vizcaya B E 49-30
9 Rojas Jimenez, A. Toledo B 49-31
10 Pérez Accino, R. SEVILLA A 49-32
11 Saro Posada, F. Asturias A 49-37
12 MEIPI Guipúzcoa Ab E 49-40
13 Escuer Brussau, J Asturias A H 49-50
14 Ayto de Murcia MURCIA A 49-70
15 IPASA Pto de la Luz A E 49-72
16 FRIGOs del NORTE Vizcaya ab 49-74
17 Serrats Urquiza Guipuzcoa A 49-76
18 MARSA Vigo AB 49-86
19 Cofradía PescadoresLugo A 49-87
20 FRIGOs de VIGO, SA Vigo b 49-88
21 Diego Betancor, SA SEVILLA a F 49-107
22 Pesca MARSA Vigo A E 49-113
23 Cerezo Muñoz, T. Cartagena A 49-119
24 Frigola Palol, F. Barcelona A 49-132
25 Ayto de El Grove El Grove AB 49-135
26 NAVES INDUSTRIALES Santurce A 49-140
27 NAVES INDUSTRILAES La Coruña A 49-141
28 Rodríguez idem, J. Asturias A F 49-171
29 SM Colonizadora Ap.MADRID A 49/183
30 Josa Ariza, A. ZARAGOZA A F 49/187
31 HIELO MADRID, SA Madrid B 49/191
32 FRIGOs DELICIAS, SAMadrid A 49/192
33 Martín Mendicute Madrid AB 49/197
34 IPASA Las Palmas b E 50/2
35 Frigos Málaga MALAGA A E 50/4
36 Naves Industriales MADRID A 50/10
37 Martín Mendicute Madrid B 50/15
38 FRIDESA MADRID A 50/24
39 SA WEIL CEUTA A 50/25
40 A. Montón Buj Madrid B 50/27
41 F. Gª Noceda Asturias A F 50/34
42 E. Suárez Rezola Guipúzcoa A 50/47
43 Frigos del Sur SEVILLA a 50/63
44 González Tornavijo SEGOVIA A 50/74
45 Miyares González Asturias A F 50/75
46 Cuervo Jaén, L. Madrid A 50/82
47 Cabrera Díaz, S. Gran Canaria A E 50/97
48 Frigos Delicias Madrid b 50/120
49 MARSA Pontevedra A E 51/14
50 Rebollo Puerta, F. SEVILLA A 51/18
51 Padró Sentís, A. Coruña A 51/19
52 Remacha, I. Navarra A F 51/20
53 Martínez Canteli Asturias A F 51/26
54 Villanueva Reta, V Navarra A D 51/34
55 Echevarría Naveira Coruña A D 51/40
56 Cienfuegos Barberá OVIEDO A F 51/42
57 Sierra, S. Coruña M D 51/50
58 Marqués Alonso, M León M D 51/54
59 López Pardo, J. ZARAGOZA A 51/60
60 Muerza, J. Navarra a 51/61
61 Corrales Vicente MADRID a L 51/74
62 Angel Ojeda, SA Canarias B 51/81
63 López Socas, R Canarias B 51/82
64 FRIGOs Norte ZARAGOZA A G 51/83
65 Santiago, H. Navarra AB F 51/84
66 Armadores PesquerosCanarias B F 51/88
67 FHARPES Canarias B 51/96
68 Alonso Morán, M. Canarias a E 51/99
69 Zulaita Arregui, L Alicante ab 51/107
70 Ayto de Palma PALMA AB 51/112
71 IPASA Canarias b E 51/116
72 Lizasoain, M. MADRID a H 51/128
73 FRIGOs de HUELVA Huelva A 51/129
74 Sainz Herranz, M. Canarias a 51/131
75 Gª Penasco, J. Canarias B 52/9
76 Rdez Berrocal, E. Madrid AB L 52/10
77 Comercial Vigo, SA Canarias b 52/12
78 Valle, Ballina Asturias a F 52/20
79 Polo Ramos, J. Sevilla Ab H 52/36
80 Sánchez Valle, J. Asturias A 52/37
81 Ramos Moro, L. Asturias A G 52/38
82 Florez Pérez, A. MADRID AB 52/43
83 Sampedro Peñeiro Asturias A G 52/44
84 Angel Ojeda, SL Canarias b E 52/62
85 Fraga Alvarez, D. Madrid A 52/66
86 Goizueta Díaz, N. MADRID A F 52/75
87 Hernández-Mora, P. MADRID A F 52/76
88 Mompó Aliño, L. VALENCIA A 52/78
89 Tessier Martín, A. Asturias A G 52/175
90 Sebería GuipuzcoanaGuipuzcoa a H 52/179
91 Tessier Martín, E. Asturias A G 53/1
92 Cía Gral Carbones HUELVA A E 53/2
93 AFRUSA MADRID A F 53/3
94 Villalobos Cuesta Asturias A G 53/8
95 Alfaro Fernández Sevilla A D 53/9
96 Castejón, G. OVIEDO A D 53/22
97 Medina Villalonga Sevilla A 53/24
98 Zalacain & Manent BARCELONA A 53/26
99 FRIGOs de VIGO Pontevedra a 53/27
100 Feria Ponce, J. SEVILLA A DE 53/38
101 Hos Palma González Sevilla A 53/44
102 Cabrera Díaz, L. Canarias A E 53/50
APENDICE B
Informes sobre instalación (ampliación)
de cámaras frigoríficas (A)(a), de hielo (B)(b), otros (C)(c),
- Empleo (D carne, E pesca, F frutas, G huevos, H otros, L leche)
- Apéndice A núm. de orden - Dictamen (S) conformidad (N)
disconformidad; clase DIA Departamento de Industrias de
Alimentación - DT Dirección Técnica - G Gerencia - Referencia
INI (Todos 200.28, año, exp. por ej: 48-62 leg. 200.28 '1948'
exp. 62).
APEND A TIPO EMPLEO DICTAMEN REFERENCIA
DIA DT G
1 A F S N 48-62
2 A E N 48-69
3 A H N N 47-07/10
4 A F N N 48/18
5 Ab S S 49-01/08
6 A F - 49-12
7 b - S 49-18
8 B E - - S 49-38
49-45/62
9 B S S 49-39
10 A ? N N 49-42/61
11 A F S S 49-41/60
12 Ab E N N 49-40
13 A H S S 49-64/78
14 A F S 49-70/97
15 A DE S S S 49-80/83
16 ab S 49-89
20 b E S S S 49-99
49-100/143
18/22 a E S S S 49-116/125
21 ab F S S 49-121/128
23 A - 49-122
24 A N/S S 49-139/153
25 AB E S 49-144
26 A N S 49-140
27 A N/S S 49-142/150
28 A F S S 49/172/179
29 A S 49/196
30 A F S S 49/195/198
31 b S 49/201
31b b N N 50/81/89
32 A S/N 49/202
34 b E S 50/3
35 A E S S 50/4
37 B S S 50/16/21
38 A S S 50/30/39
39 b S 50/33
40 B S S 50/40/46
41 A FG S S 50/43/45
42 A DEF S/N S/N 50/54/61
43 a S S 50/66/72
44 A EF S S 50/80/85
45 AB F S S 50/90/92
46 A S 50/103
47 A E S S 50/104
50/109
48 b S N 50/125
51/4
49 A E S S 51/15
50 A S S 51/21/23
51 A S S 51/22/25
52 A EF S 51/28
53 A F S S 51/29/36
54 A D S S 51/41/52
55 A D N N 51/43/51
56 A FG S S 51/59/62
57 D N 51/50
58 M D N N 51/58/63
59 A DE S S 51/66/71
60 a F S S 51/73/77
61 a L S 51/76
62 B E S ? 51/85/108
63 B E S 51/86
64 A FG S 51/91
65 A F S S 51/87/92
66 aB E S 51/110/118
67 B S 51/97
68 a E S 51/113
69 b DEF N N 51/120/125
69bis b E S S 52/25/30
70 AB DEF S S 51/121/126
71 b E S 51/122
72 A H S S 52/2/6
73 A S S 52/3/8
74 a S 52/1
75 B S S 52/11/14
76 AB L S S 52/22/29
77 b E S S 52/13/17
78 A F S S 52/24/28
79 Ab H S S 52/42/53
80 A G S S 52/42/45
81 A G S S 52/46/52
82 AB F S S 52/56/61
83 A G S S 52/55/60
84 b E S S 52/65/68
85 A F S 52/80
86 A F S S 52/86/93
87 A F S S 52/85/89
88 AB S S 52/84/91
91 A G S S 53/6/13
92 A E S S 53/7/14
93 A F N S 53/5/11/25
94 A G S S 53/46/49
95 A D S S 53/18/21
96 A DEF S S 53/31/34
97 A F S S 53/30/36
98 A S S 53/29/35
100 A DE S S 53/40/42
101 A ? 53/45
Bibliografía y Fuentes
A.- Fuentes primarias
Las fuentes primarias consultadas para la
preparación de este documento de trabajo proceden del Archivo
Histórico del INI, en concreto los legajos pertenecientes a la
signatura 200.28 comprendidos entre los años 1947 y 1952;
Archivo de la Presidencia del Gobierno (APG) y Archivo de Don
Juan A. Suanzes (AS). Agradezco la asistencia que me han prestado
Luisa Auñón, Ignacio Ruiz Alcaín y Ana Sisniega para su
consulta.
B.- Bibliografía citada
Anuario Estadístico de España
(1951), Madrid.
Barciela López, C. (1986),
"Introducción" en Garrabou (1986), pp. 383/454.
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Velarde Fuertes, J. & Campos Nordman,
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Viñas, A. et al (1979), Política
Comercial Exterior de España (1931-1975), Madrid, 2 vols.
Indice de Abreviaturas
AEE Anuario Estadístico de España
APG Archivo de la Presidencia del Gobierno
AS Archivo Suanzes
CGCG Comisión Gestora de Conservas Gaspar
COPASA Conservación de Productos
Alimenticios, SA
CSIC Consejo Superior de Investigaciones
Científicas
DIA Departamento de Industrias de la
Alimentación
DT Dirección Técnica
ENCASO Empresa Nacional Calvo Sotelo de
Combustibles y Lubricantes
ENFISA Empresa Nacional del Frío
Industrial
FRIGSA Frigoríficos Industriales de
Galicia, SA
IFESA Industrias Frigoríficas Extremeñas,
SA
IGFISA Industrias Gaditanas del Frío, SA
IPASA Industrias Pesqueras Africanas, SA
INI Instituto Nacional de Industria
RTC Rio Tinto Company
SEAT Sociedad Española de Automóviles de
Turismo
SEMATSA Sociedad de Estudios y Explotación
de Material de Transportes
SOES Secretaría General para la
Ordenación Económico- Social
Serie
"La Industria en la España de Franco,
1939-1959"
1. A. Gómez Mendoza, El INI y la
Minería de la Pirita (1941-1963), nº 9436.
2. E. San Román López (ed.), Fuentes
Documentales para el Estudio de la Industria en la España de
Franco, (1995).
3. A. Gómez Mendoza, Hacia
una Economía del Frío: el Plan de Red Frigorífica Nacional,
(1995).
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Fecha de actualización: 07/08/98