EL INI Y LA MINERIA DE LA PIRITA (1941 - 1963)


Antonio G¢mez Mendoza

Este trabajo forma parte del Proyecto de Investigaci¢n financiado por la DGICYT

"La industria en la Espa¤a de Franco, 1939-1959"

[PB93-0080]

                                INDICE
 
 
 1.- Antecedentes de la intervenci¢n (1941/50)                4
     1.1 Las piritas y la autarqu¡a econ¢mica                5
     1.2 El problema del cobre                               9
 
 2.- La Comisi¢n Gestora de PIRITAS ESPA¥OLAS                15
     2.1 El 'Plan Huelva'                                   16
     2.2 Constituci¢n y objeto                              21
     2.3 Actuaci¢n                                          24
          (a) Reconocimientos mineros                       24
          (b) Investigaci¢n industrial                      36
          (c) Proyectos industriales                        41
 
 3.- Balance de la actuaci¢n del INI                         50
     3.1 Aspectos mineros                                   51
     3.2 Racionalidad ideol¢gica, racionalidad econ¢mica    63
 
  Bibliograf¡a citada                                         72
                                                           
      La irrupci¢n del INI en la miner¡a de la pirita en 1951 dist¢ mucho de ser un hecho casual. En
 realidad, vino precedida por las acciones que, en los diez a¤os anteriores, este organimo desarroll¢ en
 un triple  mbito complementario del minero: (a) metal£rgico (cobre); (b) qu¡mico (fertilizantes) y (c)
 sider£rgico (acero). La ausencia de un programa industrial de conjunto convirti¢ su presencia en cada
 uno de estos campos en una mera yuxtaposici¢n de actuaciones sin conexi¢n aparente. De este modo,
 junto a la puesta en marcha de proyectos propios mineros (ADARO), metal£rgicos (ENSIDESA) y
 qu¡micos (ENCASO), se di¢ asimismo una participaci¢n accionarial en el capital de empresas qu¡micas
 privadas (SIN o SEFANITRO) o una simple colaboraci¢n industrial con el sector privado (SECEM). En
 contraste, la gran novedad del per¡odo que comienza en 1951 consisti¢ en la integraci¢n de los
 mencionados campos en un macro proyecto en el que la pirita tuvo la virtud de aglutinarlos entre s¡.
 Mediante un aprovechamiento completo de esta mena, se intent¢ satisfacer la apetencia industrializadora
 del INI en terrenos tan diversos como el sider£rgico, el metal£rgico, el qu¡mico (fertilizantes y
 explosivos) y el el‚ctrico. Como aderezo, el proyecto rezum¢ de una elevada dosis de nacionalismo
 econ¢mico, atractivo muy querido por los dirigentes del Instituto durante aquella etapa. 
 
     El presente trabajo est  dividido en tres grandes apartados. Los dos primeros corresponden
 respectivamente a las dos respuestas que de forma sucesiva dieron los dirigentes del INI al problema
 del cobre. La primera respuesta se caracteriz¢ por una actitud pasiva, a la espera de conseguir el control
 de las minas de Riotinto como resultado de la presi¢n ejercida sobre la compa¤¡a propietaria por los
 distintos ¢rganos administrativos. De haberse coronado esa operaci¢n con ‚xito, el INI o, en su defecto,
 una entidad controlada por el Ministerio de Industria, se habr¡a convertido en uno de los principales
 productores mundiales de piritas. La ausencia de resultados propici¢ que esa opci¢n fuera sustituida, en
 segunda instancia, por una mayor intervenci¢n directa en el sector. En la nueva etapa que se inici¢ en
 1951, el INI se aventur¢ en la miner¡a de la pirita con un plan de conjunto que abarc¢ no s¢lo la
 prospecci¢n, sino tambien los aspectos industriales y de investigaci¢n. Con esa finalidad, constituy¢ una
 Comisi¢n Gestora con el prop¢sito de encauzar la actividad de una futura empresa PIRITAS
 ESPA¥OLAS. Abordar‚ de forma simult nea el an lisis de la doble dimensi¢n en que se manifest¢ el
 problema del cobre. Por un lado, una dimensi¢n real derivada de la escasez efectiva de cobre que
 experiment¢ la econom¡a espa¤ola en el decenio de 1940. Por otro, una dimensi¢n ideol¢gica que se
 concret¢ en los rasgos espec¡ficos que convirtieron a la miner¡a de la pirita en un caso singular de la
 autarqu¡a espa¤ola. En el tercer apartado, establezco que el balance de la actuaci¢n del INI en la miner¡a
 de la pirita result¢ fallido. Se analizan las principales causas a la luz de los cambios operados en el
 mercado internacional del azufre.
 
 1.- Antecedentes de la intervenci¢n (1941/50)
 
     Las directrices de la pol¡tica industrial del Instituto, trazadas por su primer presidente en
 v¡speras de la reuni¢n constitutiva de su consejo de administraci¢n, otorgaron prioridad a las industrias
 b sicas y, de modo especial, a la siderurgia del hierro y a la metalurgia del cobre. Tan temprano inter‚s
 por el cobre respondi¢ a tres razones principales. En primer lugar, el problema del cobre estaba
 ¡ntimamente vinculado a la defensa nacional que fue uno de los objetivos primordiales del
 "engrandecimiento industrial" emprendido por el Nuevo Estado. En segundo lugar, el cobre fue una
 excepci¢n en la medida en que su producci¢n no mejor¢ a la conclusi¢n de la Guerra Civil a tenor de
 las estad¡sticas manejadas por Suanzes. En contraste con el acero, aluminio, cemento, plomo y energ¡a
 el‚ctrica que habr¡an tenido un punto de inflexi¢n en 1938, la trayectoria decreciente de la producci¢n
 de cobre se prolong¢ m s all  de ese a¤o. En tercer lugar, cu nto rode¢ a la miner¡a y metalurgia del
 cobre proporcion¢ a este metal un car cter £nico en el decorado ideol¢gico estrenado por el Nuevo
 Estado. En palabras de Suanzes, el problema del cobre era
     "caracter¡sticamente espa¤ol y de un extraordinario inter‚s porque envuelve todos los defectos
     [de] nuestra industria".
     
    Para una mejor comprensi¢n de la forma de actuar del INI en todo lo concerniente al cobre,
 interesa comenzar con una breve incursi¢n en el pensamiento econ¢mico de Suanzes. A continuaci¢n,
 se examinar n los aspectos generales del problema del cobre en los a¤os 40. Para concluir, se abordar 
 el estudio de la respuesta dada por el INI a la escasez de cobre.
 
    1.1 Las piritas y la autarqu¡a econ¢mica
 
    En otro lugar, he reconstru¡do la aportaci¢n de Suanzes a la pol¡tica econ¢mica del Nuevo
 Estado. Aqu¡ interesa tan s¢lo seleccionar cuatro  reas del pensamiento  aut rquico de quien desempe¤¢
la presidencia del INI por espacio de casi un cuarto de siglo: disponibilidad de materias primas, el
colonialismo extranjero, el papel del Estado y la planificaci¢n. 
     Veamos, primero, sus ideas respecto de las materias primas. Por un lado, Suanzes que se
vanaglori¢ de ser un optimista, hizo gala de una f‚ ingenua que le llev¢ a sostener que el subsuelo
espa¤ol escond¡a una enorme riqueza mineral. En referencia, por ejemplo, al petr¢leo, afirm¢ con
rotundidad que,
      "Mientras que haya dos o tres personas que digan que hay posibilidad de petr¢leo, debemos
     ponernos detr s de ellas".

     Semejante potencial minero llegar¡a a ocupar un lugar destacado en los planes de regeneraci¢n
econ¢mica que traz¢. Por otro lado, uno de sus mayores empe¤os fue conseguir el control de los
mercados exteriores de materias primas para lo cual se emple¢ en revalorizar los minerales de
exportaci¢n. Se mostr¢ plenamente convencido de que la gracia divina hab¡a concedido a Espa¤a la
posibilidad de "dominar econ¢micamente en el mundo" con el objeto de "recuperar el mando en los
mercados". 


     Un segundo elemento a considerar fue su acalorada denuncia de lo extranjero que
responsabiliz¢, por un lado, de la "absoluta colonizaci¢n" que padec¡a la econom¡a espa¤ola y, por otro,
de la "mara¤a de intereses, de buena y mala f‚" que se opon¡an a los esfuerzos del pa¡s por escapar al
atraso industrial. De ah¡ su meta de alcanzar una independencia que, en su pensamiento, se convirti¢
en sin¢nimo de autarqu¡a econ¢mica. 

     Tercero, Suanzes reserv¢ al Estado la tarea de ejecutar los planes industriales. Las siguientes
palabras, que cito por su inter‚s, son suficientemente expresivas a este respecto:
      "Tiene que haber una direcci¢n en la econom¡a. ¨ Puede ejercerla alguien que no sea el Estado
     con todos sus ¢rganos funcionales ? Nadie. ¨ Qui‚n podr¡a reemplazarlo en esta misi¢n ? Nadie.
     ¨ Cu l es, por consiguiente, la manera progresiva de resolver estos problemas ? Acudir al
     Estado".

     As¡ pues, s¢lo una pol¡tica de Estado fuerte era capaz de poner coto a la intervenci¢n extranjera
y dar a la iniciativa privada "el grado y medida que deba tener". Esta £ltima estar¡a sometida a la
iniciativa estatal por ir "siempre por delante". 

     Es preciso en £ltimo lugar, hacer una referencia a la veneraci¢n que sinti¢ el Presidente del INI
por la planificaci¢n. Suanzes que fue, ante todo, un hombre de acci¢n, antepon¡a la aplicaci¢n de un
plan a la calidad del mismo. Como ilustraci¢n de este £ltimo aserto, he aqu¡ un pasaje que est  referido
al INI:
      "Hemos hecho un plan nacional relativamente modesto, com£n a todas las soluciones que
     puedan adoptarse y mientras se pueda llegar a determinar los factores precisos, vamos a andar
     porque si no, van a pasar los a¤os y nos vamos a convertir en un organismo especulativo".

     En resumen, Suanzes defendi¢ a ultranza cualquier acci¢n planeada - buena o mala - que fuese
ejecutada por el INI como brazo del Estado para lo industrial en preferencia a sus restantes agencias
administrativas, con el triple prop¢sito de potenciar una riqueza mineral a£n por descubrir, de sacudirse
toda injerencia extranjera y de controlar los mercados exteriores. 

     En opini¢n de Suanzes, la miner¡a de la pirita era la ant¡tesis de aquel ideal. En ese sector, se
encontraba cuanto habr¡a de ser modificado en atenci¢n a aquellos preceptos. A pesar de la fabulosa
riqueza de los criaderos espa¤oles de pirita, sin duda los principales del mundo, no se ejerc¡a un control
del mercado exterior porque,
      "La producci¢n est  en manos de Gran Breta¤a y los mercados en manos de un conglomerado
     muy extra¤o ... Desde el exterior, se mangonea (sic) absolutamente el mercado de las piritas
     espa¤olas".

     A¤adi¢ con pesar que ni a£n "en los momentos de la m xima autoridad, hemos podido dominar
el mercado de piritas". Aludiendo a las frecuentes incautaciones de los minerales de Riotinto en los
primeros compases de la Guerra Civil, Suanzes relat¢ que "tiramos por la calle de enmedio y hac¡amos
lo que se nos ocurr¡a". Y como balance final de la acci¢n de la Junta de Salamanca, reiter¢ que
"realmente mangoneamos (sic) un poco en RIO TINTO y hac¡amos con las piritas lo que cre¡amos que
deb¡amos hacer". RTC signific¢ un caso claro de coloniaje. Para el ex-ministro, se trataba de un
"sabotaje clar¡simo" y una "tomadura de pelo", rasgos que emanaban de la propia g‚nesis de la
compa¤¡a minera inglesa:
      "Est  [RTC] fuera de las leyes de nuestra miner¡a; es un Gibraltar instalado en la mitad de la
     sierra de Huelva, pagado a un precio de miseria a ra¡z de la Primera Rep£blica".

     Una vez expuesto el diagn¢stico, veamos a continuaci¢n el tratamiento propuesto por un
Suanzes que trataba de encontrar una soluci¢n ineludible al problema del cobre,
      "problema que podemos y debemos resolver con tanta mayor facilidad y velocidad cuanto m s
     energ¡a pongamos ... tendiendo siempre, como es natural, a recuperar esta posici¢n de privilegio
     que nos da el tener m s del 50 % de la producci¢n de pirita en el mundo".

     Con dicho prop¢sito, aconsej¢ que se aplicase una serie de medidas de pol¡tica industrial a
desarrollar en tres  mbitos. Primero, utilizar los precios como est¡mulo a la producci¢n de cobre
filoniano. Segundo, recuperar por v¡a h£meda el cobre contenido en la c scara destinada a las plantas
de sulf£rico. Y, tercero, evitar por todos los medios que RTC pudiera erigir una segunda fundici¢n.

     Este plan imbric¢ el proyecto de Suanzes con las aspiraciones del nacionalismo espa¤ol
encarnado por personajes tan relevantes como Ledesma Ramos, Sevillano Carbajal y un largu¡simo
etc‚tera. Todos ellos consideraron a RTC un "Gibraltar econ¢mico" que era preciso combatir desde el
Estado. 

     1.2 El problema del cobre

     Aunque, "todas las l¡neas para poder ir a resolver [el problema del cobre], se adivina[se]n
claras", lo cierto es que rein¢ una profunda descoordinaci¢n entre los diversos organismos oficiales con
competencias en la materia (Ministerio de Industria, Sindicato Nacional del Metal, COMEIM, INI y
Junta Nacional de Precios, ‚stos tres £ltimos dependientes de la Presidencia del Gobierno) en los doce
a¤os que mediaron entre la conclusi¢n de la Guerra Civil y la decisi¢n del INI de intervenir en firme
en la miner¡a de la pirita. Hubo, no obstante, determinados intentos por resolver el problema que se
ajustaron a una doble v¡a. Una de ellas implic¢ de lleno a RTC pues consisti¢ en nacionalizar sus
criaderos. Por el contrario, la otra fue tangencial a la compa¤¡a inglesa.

     Respecto a la primera v¡a, se dieron dos modalidades totalmente opuestas; la primera fue
aplicada en el verano de 1939. Libre de la necesidad perentoria de exportar piritas a cambio de divisas,
Suanzes, en su calidad de Ministro de Industria y Comercio, intent¢ "mangonear" una vez m s en RTC
por medio de un embargo de sus piritas. Lo que comenz¢ siendo una perfecta puesta en escena de sus
planes para mejorar los t‚rminos del intercambio, acab¢ en un repliegue en toda la regla ante la presi¢n
diplom tica ejercida 
por el gobierno brit nico. Aunque no se consigui¢ el objetivo inicial - controlar el mercado exterior -
, se alcanz¢ un m s que favorable modus vivendi por el cual RTC qued¢ obligada a vender todo el
cobre bl¡ster y una parte importante de su producci¢n de pirita en el mercado interior a los precios de
tasa vigentes. 

     La segunda v¡a fue empleada en principio por Carceller quien, abandonando la l¡nea dura de
su antecesor, opt¢ por una estrategia m s sutil que aun¢ fuerza y complacencia con objeto de implicar
a RTC en sus planes de pol¡tica exterior. De ese modo, a cambio de un aumento de la producci¢n de
cobre suaviz¢ las condiciones de venta de los productos de RTC en el mercado interior. Al mismo
tiempo, utiliz¢ a testaferros libres de sospecha para adquirir las minas. La operaci¢n acab¢ en fiasco
porque las autoridades brit nicas vetaron cualquier operaci¢n que condujera a un traspaso de la
propiedad minera. Temieron sin duda que las piritas y el cobre pudieran ser desv¡ados hacia Alemania.
La misma estrategia de tira y afloja volvi¢ a ser aplicada posteriormente por Suanzes tras su vuelta al
Ministerio de Industria. De este modo, entre 1945 y 1947, Suanzes asinti¢ primero a los esfuerzos
realizados por dos entidades particulares - CROS y UEE - para suscribir un acuerdo con RTC. Al a¤o
siguiente, remedando los pasos de Carceller, opt¢ ‚l tambi‚n por la complacencia. Renunci¢ entonces
a multar de manera ejemplar a la compa¤¡a inglesa con el fin de no perjudicar la opci¢n espa¤ola a
hacerse merecedora de los cr‚ditos norteamericanos. 

     Como he indicado m s arriba, la segunda modalidad de acci¢n abordada en los a¤os 1940 fue
tangencial a RTC. Consisti¢ en una serie de medidas que giraron en torno al problema fundamental de
la escasez de cobre en su doble vertiente minera y metal£rgica. Las emprendi¢ el INI una vez que
Suanzes enterr¢ la idea de nacionalizar RTC por medio de la fuerza. El cariz de los acontecimientos
internacionales y la gravedad de la situaci¢n econ¢mica espa¤ola estuvieron probablemente en la ra¡z
de este giro al que, sin duda, contribuy¢ tambien la ausencia de sinton¡a entre el INI y el Ministerio de
Industria. 

     Con la puesta en marcha de varias iniciativas, Suanzes evit¢ caer en lo meramente especulativo.
No existi¢ un plan meditado, sino medidas puntuales y sin continuidad que no deben ser desligadas, sin
embargo, de la prioridad absoluta concedida a la miner¡a como elemento esencial del proyecto
industrializador. En efecto, la miner¡a se convirti¢ en un "centro vital" de la producci¢n y base de la
mayor parte de las industrias que "afectan a la defensa o al desenvolvimiento de la autarqu¡a
econ¢mica". Se comprende entonces que la primera empresa creada por el INI fuera justamente la E.N.
de Investigaciones Mineras, poco despu‚s rebautizada como ADARO, con el encargo de compensar la
falta - siempre en opini¢n de Suanzes - de iniciativa privada de titularidad espa¤ola. 

     Interesa abrir aqu¡ un par‚ntesis y traer a colaci¢n la forma en que el INI reaccion¢ ante los
problemas que suscitaban otros minerales. Como se comprobar , los tres casos elegidos constituyeron
un contrapunto interesante al comportamiento que se sigui¢ con respecto a RTC. He elegido tres menas -
 los fosfatos, las pizarras y los lignitos - porque se correspondieron respectivamente con tres clases
distintas de respuesta: coacci¢n, negociaci¢n y expropiaci¢n.

     Por lo que se refiere al ejemplo de la coacci¢n, el INI critic¢ asperamente a los f bricantes
espa¤oles por beneficiar £nicamente fosfatos de importaci¢n. En efecto, arremeti¢ con violencia contra
lo que calific¢ como una "conveniencia econ¢mica", 

afirmando punto seguido que
      "El inter‚s nacional de conjunto reclama en cambio que se les obligue a ejecutar en sus minas
     planes de laboreo que las lleven a una explotaci¢n adecuada y a tener sus f bricas dispuestas
     para el tratamiento del mineral espa¤ol en preferencia al extranjero".

     En este caso, el af n por sustituir importaciones llev¢ al INI a despreciar los crecidos costes que
se derivar¡an del empleo de un mineral de baja ley y dif¡cil molienda. As¡ lo comprendieron sus propios
t‚cnicos que no ocultaron la mala calidad de los fosfatos espa¤oles de origen filoniano - Logros n - y
sedimentario - Sierra Espu¤a -. Como aquellos inconvenientes no se le antojaron excesivos, Manuel
Ochar n, Director T‚cnico del INI, reclam¢ la conveniencia de "hacer forzosa la investigaci¢n y
laboreo"; de resistirse las empresas privadas, recomend¢ entonces a sus superiores que se procediera a
la incautaci¢n de las explotaciones mineras.

     Los ejemplos referidos a las pizarras y los lignitos est n ambos vinculados a la ejecuci¢n de los
proyectos industriales de la E.N. CALVO SOTELO de COMBUSTIBLES LIQUIDOS y
LUBRICANTES. Por lo que respecta al 'Proyecto Puertollano' de destilaci¢n de pizarras bituminosas,
las materias primas estaban en su mayor parte en manos de una empresa extranjera. A pesar de que esta
circunstancia fuera calificada por Planell como un problema "delicado", ello no impidi¢ que se
concertase un acuerdo de suministro de pizarra con la SOCIEDAD MINERO METALURGICA DE
PE¥ARROYA. Es cierto, no obstante, que hubo una buena dosis de presi¢n ya que, en caso de
incumplimiento, ENCASO habr¡a incautado entonces las concesiones mineras.

     El tercer ejemplo ata¤e al aprovechamiento de lignitos en el 'Proyecto Teruel'. En este caso, la
soluci¢n elegida fue la adquisici¢n de la totalidad de la subcuenca turolense de Ari¤o-Andorra-Alleza.
Con ese prop¢sito, ENCASO entabl¢ negociaciones con las sociedades mineras SAMCA, INFOSA,
CLORATITA y CA¥ADA. No hubo acuerdo porque la oferta de las empresas privadas result¢
inaceptable para los intereses de la empresa estatal - "ser due¤os de la materia prima y de su explotaci¢n
pues de la eficacia de ‚sta depende el ‚xito de todo el proyecto" -. La discrepancia surgi¢ porque, al ser
libre el precio del lignito, las compa¤¡as obten¡an buenos r‚ditos en los mercados levantinos. Lejos de
arredrarse ante aquel rev‚s moment neo, Planell reclam¢ de sus superiores que se expropiasen las
concesiones turolenses. La realidad es que Planell se hab¡a inclinado desde un principio por esta
soluci¢n, ya que se mostr¢ partidario de 
      "expropiar las concesiones en condiciones generosas como £nico procedimiento eficaz para
     resolver con rapidez esta importante cuesti¢n".

     Lejos de cumplirse la previsi¢n de Planell, el caso entr¢ en un marasmo burocr tico en el que
se sucedieron impugnaciones y recursos de alzada de los mineros que fueron desestimados una y otra
vez por las autoridades. La lentitud de la justicia en resolver el expediente acab¢ por hacer peligrar la
puesta en marcha del programa industrial de ENCASO en Escatr¢n. En la primavera de 1947, Planell
recomend¢ a Carrero Blanco que se desestimase un nuevo recurso de los mineros, haci‚ndole ver la
urgencia del asunto. A finales de ese mismo a¤o, Planell insisti¢ ante Suanzes en la necesidad de
declarar el tr mite de urgencia para las expropiaciones. 

     En contraste con estas tres actuaciones, el INI de Suanzes no recurri¢ ni a la negociaci¢n, ni
a la coacci¢n ni a la incautaci¢n en el caso de la miner¡a del cobre en todo el decenio de 1940. La
orientaci¢n b sica de su pol¡tica fue desarrollada en un documento interno preparado por encargo de
Suanzes. El autor del mismo, Enrique Conde, evalu¢ cuatro procedimientos alternativos para
incrementar la producci¢n de cobre en el medio plazo. Los dos primeros, por los que expres¢ una seria
desconfianza, pertenec¡an a un  mbito minero: intensificar el laboreo en minas activas, excepci¢n hecha
de Riotinto, y poner en explotaci¢n yacimientos nuevos. En cambio, los dos siguientes ata¤ieron a la
parte metal£rgica. Uno de esos procedimientos consisti¢ en aplicar de forma rigurosa lo legislado en
torno al empleo de piritas pobres en las plantas de sulf£rico. El otro en obligar a RTC a expandir la
producci¢n de cobre bl¡ster por medio de la utilizaci¢n de menas de otras procedencias. Para Conde, se
trat¢ de la £nica opci¢n capaz de romper el estrangulamiento de la econom¡a espa¤ola en el corto plazo.

     Del contenido del informe de Conde, sorprende la poca fe que expres¢ por la posibilidad de
descubrir nuevas masas de pirita ferrocobriza. De igual modo, es de resaltar su insistencia por solucionar
el problema a trav‚s de una v¡a metal£rgica con el concurso, querido o no, de RTC. A este respecto,
discrep¢ con Suanzes quien, como hemos tenido ocasi¢n de comprobar, se manifest¢ convencido de la
necesidad de aumentar la producci¢n de cobre filoniano y de impedir que RTC dispusiera de una
segunda fundici¢n. Si en lo m s fundamental -nacionalizar las minas de Riotinto - hubo acuerdo entre
Suanzes y Conde, las diferencias de criterio sobre la pol¡tica a aplicar en el corto plazo fueron
significativas. Como cab¡a esperar, la obsesi¢n del presidente del INI por actuar a toda costa prevaleci¢
sobre las razones del gestor, por muy documentadas que estuvieran. De ah¡ que el Instituto se embarcase
en una pol¡tica encaminada a localizar nuevos criaderos de pirita, fruto del convencimiento de Suanzes
al respecto. En la provincia de Huelva, ADARO se encarg¢ de estudiar una posible prolongaci¢n de la
cuenca de Riotinto. En el Pirineo leridano, los t‚cnicos del INI recomendaron la investigaci¢n de las
minas de cobre pr¢ximas a MIPSA. El af n por encontrar mineral de cobre orient¢ las pesquisas
incluso hacia la zona del Protectorado marroqu¡. En el terreno metal£rgico, Suanzes respald¢ el
proyecto de la SOCIEDAD ESPA¥OLA DE CONSTRUCCIONES ELECTROMECANICAS de instalar
una fundici¢n de minerales ferrocobrizos en Sevilla.
2.- La Comisi¢n Gestora de Piritas Espa¤olas

     En este apartado, analizaremos en primer lugar los pormenores del 'Plan Huelva' que impulsaron
las autoridades onubenses. Este plan cataliz¢ las apetencias del INI en la miner¡a de la pirita,
estableciendo un nexo con los grandes proyectos industriales en  reas pr¢ximas como la qu¡mica y la
siderurgia. A continuaci¢n, se detallar n diversos aspectos relativos a la constituci¢n de la comisi¢n
creada por el INI para servir de embri¢n a una futura empresa de piritas. Por £ltimo, se analizar n los
tres campos en los que se materializ¢ la actividad de esta comisi¢n: prospecci¢n minera, investigaci¢n
industrial y puesta en marcha de proyectos industriales.

     2.1 El 'Plan Huelva'

     La idea de impulsar una nacionalizaci¢n de la miner¡a de la pirita y de lograr el beneficio
integral de ‚sta £ltima fue una iniciativa de las autoridades locales onubenses. En un escrito al ministro
Suanzes, se propuso la "urgente constituci¢n de una gran empresa estatal" para el aprovechamiento
completo de las piritas de la provincia con una doble finalidad. Primero, producir 100.000 Tms de
azufre, lo suficiente no s¢lo para cubrir las necesidades del pa¡s sino incluso para intentar la "conquista
del mercado mundial". Segundo, expandir la producci¢n de cobre por el m‚todo de flotaci¢n para
conseguir una autosuficiencia en ese metal. Para los patrocinadores, el proyecto era una forma de "dejar
de ser tributario del extranjero" ya que, en su opini¢n, ese objetivo era imposible en el caso de
perpetuarse la situaci¢n de 1949 debido a la actitud de
      "RIO TINTO a quien interesa m s enviar sus minerales como materias primas al extranjero
     para su ulterior manipulaci¢n, que montar en Espa¤a nuevas instalaciones".


     El proyecto que remiti¢ Suanzes fue bien recibido en el INI. El Director del Departamento del
Cobre, E. Conde, comprendi¢ en seguida que se trataba de un asunto de "extraordinario inter‚s, no solo
local, sino nacional". A pesar de ello, discrep¢ con los autores del proyecto en varios aspectos que
deben ser destacados. En primer lugar, advirti¢ que ser¡a irrealizable el objetivo de nacionalizar el
consumo de cobre si los esfuerzos se centraban £nicamente en la producci¢n de las minas controladas
por intereses espa¤oles. "Sin rescate de la propiedad minera en manos de extranjeros o sin establecer
convenios con ellos" ser¡a imposible, en opini¢n de Conde, no ya lograr una cifra de 2 millones de
toneladas para su ulterior tratamiento en Espa¤a sino de 3,6 millones de toneladas para la exportaci¢n.
Declar ndose contrario a esa limitaci¢n, Conde abog¢, antes bien, por
      "confeccionar un plan t‚cnico y econ¢micamente viable ... porque los acuerdos con las
     empresas no espa¤olas ya se impondr n por s¡ mismos o por medidas del Gobierno".

     De ah¡ se deriva que no considerase de urgencia  reconocer por sondeos la zona reservada al
Estado. "Los fondos destinados a ese objeto", argument¢, "podr¡an ser invertidos en problemas m s
acuciantes". Lleg¢ incluso a insinuar la posibilidad de colaborar con empresas extranjeras como
THARSIS en la consecuci¢n de los objetivos marcados. Tampoco fue de su agrado la idea de perseguir
una completa autosuficiencia en cobre ya que obligar¡a a inundar el mercado interior con un producto
de dif¡cil exportaci¢n ante la mayor baratura del azufre elemental americano. Discrep¢ asimismo en el
proyecto de fabricar  cido sulf£rico para la exportaci¢n, mostr ndose proclive, por el contrario, a
destinar todo lo fabricado al consumo interior. 

     En cuanto a los puntos de acuerdo, Conde se declar¢ tambi‚n partidario de montar en Huelva
una planta piloto para estudiar procesos metal£rgicos mediante la adaptaci¢n de patentes extranjeras.
Reconoci¢ lo apropiado de utilizar lavaderos de flotaci¢n con vistas a obtener concentrados de cobre.
En suma, Conde augur¢ que el aprovechamiento 
completo de la pirita marcar¡a el comienzo de una nueva etapa en la miner¡a y metalurgia de Espa¤a.

     El Director T‚cnico del Instituto call¢ las cr¡ticas vertidas por Conde, limit ndose a mencionar
que exist¡an "aspectos o matices m s o menos discutibles". Abund¢ en el "indudable inter‚s" del
aprovechamiento completo, a la par que acogi¢ con el "mayor agrado" la exposici¢n de las autoridades
onubenses. Por lo dem s, su escrito da a entender que Suanzes y Planell hab¡an decidido ya que se
constituyera un consejo asesor y, en su d¡a, una empresa encargada de materializar el proyecto.

     Los comentarios de E. Conde a lo que se convertir¡a en el 'Plan Huelva', fueron posiblemente
la raz¢n que impeli¢ a Suanzes a sopesar la entrada de RTC en el proyecto. Sin embargo, las
exigencias econ¢micas que le plante¢ la empresa inglesa en materia de licencias de importaci¢n, le
hicieron desistir de esta idea inicial. De ah¡ que desplegase inmediatamente una pol¡tica alternativa con
dos l¡neas principales de actuaci¢n: Por un lado, arbitrar los medios para crear una futura empresa
nacional de piritas que fuese capaz de rivalizar con RTC y, por otro, conseguir la colaboraci¢n
involuntaria de ‚sta £ltima por medio de un c£mulo de medidas de ¡ndole comercial e industrial
aderezadas con distintos grados de coacci¢n. 

     Cuatro razones adicionales explican el inter‚s por llevar a t‚rmino el Plan Huelva precisamente
en 1951. Primero, la voluntad de capitalizar en beneficio propio la escasez de azufre en los mercados
mundiales que se resintieron de la reducci¢n de las exportaciones norteamericanas tras el comienzo de
la guerra de Corea. Segundo, el acicate que signific¢ el descubrimiento de un importante yacimiento
de gas natural en la regi¢n de Lacq en el sur de Francia. Tercero, el Plan Huelva fue el complemento
en el terreno industrial de las medidas comerciales emprendidas por el Ministerio con la puesta en
marcha de la Operaci¢n 'P' que ten¡a por finalidad lograr la revalorizaci¢n de las piritas en el mercado
internacional y regular su comercio en la doble vertiente, dom‚stica y exterior. Cuarto y £ltimo, el
intento de vincular el gran proyecto sider£rgico del INI - le se la factor¡a de ENSIDESA en Avil‚s -
al Plan Huelva. En efecto, el aprovechamiento de los gases de las bater¡as de coque para obtener abonos
nitrogenados obligaba a disponer previamente de un abundante suministro de sulfato am¢nico y ‚ste,
a su vez, deb¡a proceder del  cido sulf£rico obtenido de la tostaci¢n de piritas (ve se el Diagrama 1).
La ventaja de quemar piritas en Avil‚s radicaba en la utilizaci¢n de los menudos de hulla que resultaban
inadecuados para fines sider£rgicos. Las cenizas de pirita pod¡an proporcionar, previa sinterizaci¢n, una
materia prima - el mineral p£rpura - para los hornos sider£rgicos lo que requer¡a, no obstante, la
eliminaci¢n previa del ars‚nico y del plomo que la pirita espa¤ola contiene en alto grado. En suma,
se plane¢ un consumo anual de 450.000 Tms de piritas en Avil‚s para producir 140.000 Tms de sulfato
am¢nico, 30.000 Tms de azufre y 100 millones de Kwh de energ¡a el‚ctrica. Tampoco se descart¢ la
posibilidad de reproducir el mismo esquema en otros emplazamientos. En ese sentido, la erecci¢n de
una planta de tratamiento de piritas en las proximidades de Sagunto podr¡a cubrir el consumo de la
factor¡a de Altos Hornos del Mediterr neo a la par que abastecer en  cido sulf£rico al grupo industrial
de Escatr¢n perteneciente a ENCASO. Otra posibilidad que se sopes¢, aparte de Huelva, fue la de
instalar una planta en Bilbao ya que SEFANITRO mostr¢ inter‚s por producir ¢leum para la
exportaci¢n.

     Para concretar estos grandes proyectos industriales basados en el tratamiento integral de la pirita,
el consejo del INI aprob¢ la creaci¢n de una Comisi¢n Gestora (CG), 
a cuya cabeza coloc¢ a Don Laureano Men‚ndez Puget, siendo sus vocales Manuel Ort¡z de Land zuri
e Isidro Pinedo Vara. En la reuni¢n de constituci¢n del nuevo ¢rgano, Men‚ndez Puget recalc¢ que
la misi¢n que les hab¡a sido encomendada consist¡a en el
      "estudio t‚cnico-econ¢mico de las posibles realizaciones industriales a implantar para un
     aprovechamiento racional de la inmensa riqueza de los yacimientos nacionales de piritas".

     N¢tese que se hizo hincapi‚ en la titularidad espa¤ola de las piritas, esto es piritas procedentes
de minas de capital espa¤ol, desestimando as¡ el concurso de minas en manos extranjeras en contra del
parecer de E. Conde. En efecto, el esbozo de un programa de investigaciones mineras se convirti¢, en
boca de Men‚ndez Puget, en la primera actuaci¢n de la Comisi¢n. A un segundo plano, pas¢ el encargo
de proyectar una f brica de ¢leum y otra de sulfato am¢nico. 

     El alcalde de Huelva y procurador en Cortes, P‚rez de Guzm n, se expres¢ en esta misma l¡nea,
mostr ndose, no obstante, ligeramente cr¡tico hacia la pol¡tica aprobada por el consejo del INI -
presidido por Planell - que ligaba los designios del Plan Huelva a los proyectos industriales de Sagunto.
"La investigaci¢n minera" adujo P‚rez de Guzm n,
      "no debe esperar a la formaci¢n de esta Sociedad [Sagunto] pues estos trabajos pueden
     empezarse inmediatamente y descubrir pronto alguna masa que proporcione cuanto antes 'pirita
     propia' (sic) a las grandes f bricas que tiene el INI en proyecto.

Al mismo tiempo, sugiri¢ a Suanzes la 
      "r pida constituci¢n de una primera sociedad que se ocupe de realizar con urgencia las dichas
     investigaciones minero-metal£rgicas, la cual podr¡a ser ser absorbida en su d¡a por la gran futura
     empresa 'Piritas Espa¤olas'.

     2.2 Constituci¢n y objeto de la CGPE

     El escrito de P‚rez de Guzm n, que coincidi¢ en el tiempo con una visita de Franco a Huelva
acompa¤ado por Suanzes y, poco despu‚s, con el relevo de ‚ste al frente del Ministerio de Industria,
influy¢ en la subsiguiente pol¡tica del INI. La propuesta de constituci¢n de PIRITAS ESPA¥OLAS (PE)
insisti¢ en la l¡nea abordada por P‚rez de Guzm n ya que reiter¢ el hecho de que
      "aunque las piritas extra¡das de las m s importantes minas que se encuentran en manos
     extranjeras, pueden ser sometidas a un plan nacional de aprovechamiento integral, interesa a
     todas luces llegar a disponer de masas propias en explotaci¢n si ello es factible ...".

     La propuesta incorpor¢ un plan de inversiones que he reproducido en el Cuadro 1. Tal como
puede observarse, los proyectos industriales, es decir las tres f bricas de sulf£rico, sulfato am¢nico y
tratamiento de cenizas, absorb¡an el grueso de la inversi¢n planeada. Mediante c lculos no explicitados,
la Comisi¢n augur¢ a esa inversi¢n una elevada rentabilidad que situ¢ en torno a un valor medio de un
13,65 por 100.

Cuadro 1: Rentabilidad estimada de PIRITAS ESPA¥OLAS (milllones de pesetas y %)

1.1 Primera fase:



Investigaci¢n minera
   35,725


Investigaci¢n industrial
   34,400


F brica de  cido sulf£rico (150.000 Tms/a¤o)
  202,650


F brica de sulfato am¢nico (200.000 Tms/a¤o)
  364,200


Gastos generales y de construcci¢n
   31,849


                      TOTAL
  668,823


Intereses
   38,218


Beneficios
   62,100


Rentabilidad bruta (excepto amortizaci¢n)
   14,5 %


1.2 Segunda fase



F brica de tratamiento de cenizas (200.000Tm
  149,025


Gastos generales y de construcci¢n
   39,300


                       TOTAL
  825,300


Intereses
   47,160


Beneficios
   62,100


Rentabilidad bruta (excepto amortizaci¢n)
   12,8 %


Fuente: CGPE, Actas sesi¢n n£m. 3 (17/21.9.1951).

pol¡tico prevaleci¢ sobre lo econ¢mico, es decir la fe ideol¢gica en el potencial minero del subsuelo se
impuso a la racionalidad econ¢mica representada, en esta ocasi¢n y quiz  a pesar suyo, por E. Conde.
No obstante, en esa primera reuni¢n de la CG, Pinedo Vara abord¢ la posibilidad de comprar pirita a
precios fob Huelva a minas en actividad y, por lo tanto, privadas. En otras reuniones, inform¢ acerca
de gestiones ante propietarios de piritas flotadas para el suministro de 40.000 Tms anuales a la
proyectada f brica de sulf£rico. Di¢ cuenta asimismo de una visita a RTC y a la FRANCESA de
PIRITAS para ver trabajar sus equipos y poder aprovechar su experiencia en la adquisici¢n de
maquinaria. 
     

     Semejantes veleidades, en el sentido de buscar una cooperaci¢n y entendimiento con el sector
privado, fueron cortadas de ra¡z por Suanzes en una entrevista que mantuvo, en el oto¤o de 1951, con
los miembros de la CGPE. El presidente del INI les expuso entonces las directrices que habr¡an de
guiar su actuaci¢n. La investigaci¢n minera le ser¡a encomendada a la E.N. ADARO. A continuaci¢n,
aconsej¢ realizar un estudio del mercado espa¤ol del sulf£rico y establecer lazos con ENCASO.
Tambi‚n, se¤al¢ la posibilidad de formar un c rtel de fabricantes de sulfato am¢nico en conjunci¢n con
ENCASO y SEFANITRO y apunt¢ la necesidad de exportar los excedentes de azufre si se produc¡a la
saturaci¢n del mercado espa¤ol. Por lo que respecta al tratamiento de las cenizas, propuso que se
realizara una inspecci¢n de las explotaciones mineras - en particular de RTC -  y de los embarques como
medio de evaluar la disponibilidad real de piritas para el futuro. En £ltimo lugar, expuso la conveniencia
de montar una planta semi-industrial en el Centro de Investigaci¢n que ENCASO ten¡a en el P§ de
Embajadores de Madrid, reservando Huelva para un laboratorio de an lisis de minerales.

     Las recomendaciones del m ximo dirigente del INI apuntaron en la direcci¢n inequ¡voca de
aprovechar al m ximo los resortes que proporcionaba el organismo de su presidencia. Su insistencia
machacona al respecto prueba que su pensamiento hab¡a evolucionado hacia lo que llamar‚ la 'autarqu¡a
del INI', es decir hacia la idea de convertir al Instituto en un ente autosuficiente dentro de la
administraci¢n del Estado que operase al margen del mercado. Suanzes no contempl¢ en modo alguno
la posibilidad de vender la producci¢n a terceros. Tampoco acept¢ la posibilidad de comprar las materias
primas en el mercado. Por el contrario, la raz¢n de ser de las futuras inversiones a realizar no fue otra
que la de suministrar materia prima o productos intermedios a las empresas del INI. Qued¢ excluida
cualquier tipo de cooperaci¢n, comercial o t‚cnica con el sector privado y, en su lugar, se pretendi¢
instaurar un r‚gimen de inspecciones como modo de coaccionar a los mineros.


     2.3 Actuaci¢n de la CGPE

     En este apartado, voy a examinar las principales l¡neas de actuaci¢n emprendidas por la CGPE
en las tres grandes  reas en las que desarroll¢ su cometido: miner¡a; investigaci¢n industrial y, por
£ltimo, ejecuci¢n de los proyectos industriales. 

     (a) Reconocimientos mineros:

     Me centrar‚ en primer lugar en los convenios suscritos con ADARO. Seguidamente,
analizaremos los tres principales medios que se utilizaron para localizar nuevas masas pir¡ticas: la
reserva de cotos mineros, el arrendamiento de concesiones a empresarios particulares y la cooperaci¢n
de t‚cnicos extranjeros.

     (i) Convenios con ADARO:
     El plan de inversiones a realizar por PE asign¢ un total de 35.725.000 ptas a la investigaci¢n
minera de la zona reservada por el Estado en las provincias de Huelva y Sevilla. En cumplimiento de
lo decretado por Suanzes, la CGPE y ADARO suscribieron un primer convenio para el reconocimiento
minero de la provincia de Huelva a comienzos de 1952. El convenio, tras ser ratificado por el consejo
del INI, fue prorrogado a finales de 1954. Los estudios geol¢gicos que realiz¢ ADARO fueron
retribuidos por el importe de los gastos reales, incrementados un 25 por 100 en concepto de gastos
generales y beneficio (cl usula 2¦). PE se comprometi¢ a abonar 980 pesetas por metro lineal de sondeo,
cantidad que se increment¢ en un 30 por 100 a partir de 1954 (cl usula 3¦).
     (ii) Reservas mineras:

     Como instrumento b sico para desarrollar su pol¡tica minera, el INI acudi¢, de forma reiterada,
a una legislaci¢n que facultaba al Estado a reservarse terrenos en los que era presumible la existencia
de minerales de inter‚s para la econom¡a y la defensa. Crear cotos reservados le sirvi¢ al INI de excusa
para justificar su creciente intervenci¢n en la miner¡a. Se entraba as¡ en un c¡rculo vicioso en el que las
empresas mineras privadas aparentaban no interesarse por la prospecci¢n, vac¡o que era colmado por
la acci¢n estatal. Esto le ocurri¢ precisamente a RTC en 1953, cuando fue obligada a ce¤ir la
investigaci¢n a los l¡mites de su propiedad ante la reserva para el INI de toda el  rea circundante a sus
minas.

     Por lo que ata¤e a la pirita, la actuaci¢n del INI se edific¢ sobre la base de la reserva
provisional otorgada para toda clase de sustancias minerales, en 17 t‚rminos municipales de las
provincias de Huelva y Sevilla por O.M. de 10.2.1943. A comienzos de 1945, Juan Gavala, Gerente
de ADARO, inst¢ a sus superiores a solicitar la reserva definitiva para las piritas de hierro y
ferrocobrizas. En el proyecto de escrito, preparado por el propio Gavala, que fue remitido por Suanzes
al Ministro de Industria, se incluyeron, entre otros, los t‚rminos municipales de Minas de Rio Tinto
(sic), Campofr¡o, Nerva y Valverde del Camino, es decir los municipios vecinos de los criaderos de la
empresa inglesa. Con esta petici¢n, el INI inaugur¢ una pol¡tica encaminada a cercenar la rentabilidad
de RTC. Am‚n de impedir a RTC expandir su actividad, el INI ansi¢ igualmente aprovechar los
afloramientos pir¡ticos de la masa de Riotinto en t‚rminos cercanos. En apoyo de su solicitud, Suanzes
argument¢ que las circunstancias de 1943 no hab¡an desaparecido, aparte de la consabida referencia a
los intereses de la econom¡a y la defensa nacionales. 

     En el espacio de los siguientes 12 a¤os, no hubo nuevas iniciativas en este terreno a excepci¢n
de varios intentos por atar cabos y suprimir posibles flecos en lo legislado. A este respecto, poco
despu‚s de constituirse PE, se solicit¢, por un lado, que se aclarase la lista de minerales inclu¡dos en
el gen‚rico 'pirita'. Para la Gestora, pirita hab¡a de dar cabida tambien a los azufrones, p¢rfidos
cupr¡feros, pizarras impregnadas y, en general, a todas las rocas m s o menos ricas en compuestos de
azufre o cobre. Por otro lado, se solicit¢ que el t‚rmino de El Campillo fuera anexado a la reserva lo
que fue calificado como "una soluci¢n de continuidad" dentro de la superficie reservada por el Estado.
Poco despu‚s, PE urgi¢ a Suanzes a requerir autorizaci¢n para realizar sondeos en la zona reservada y,
en su caso, para explotar las minas que pudieran encontrarse. 

     Mientras existi¢ una connivencia ministerial que favoreci¢ el mantenimiento de cotos
reservados, el INI no temi¢ por el futuro de una pol¡tica minera tan antag¢nica con los intereses de la
miner¡a privada. Dispuso de un ampl¡simo territorio en donde llevar a cabo sus labores de
reconocimiento geof¡sico. Como se ver  m s adelante, los primeros resultados no fueron excesivamente
halage¤os. A pesar de ello, el INI solicit¢ en 1957 que se ampliase la reserva a la totalidad de las dos
provincias. La nueva solicitud se produjo en un momento en que comenzaron a soplar aires nuevos
en el Ministerio de Industria, en particular, en lo tocante al mantenimiento de cotos mineros lo que
determin¢ que se concediese la reserva de forma provisional y no definitiva durante la tramitaci¢n del
expediente. A los tres a¤os, la Direcci¢n General de Minas requiri¢ del INI las razones para mantener
la reserva de piritas y cobre en Huelva o, en su defecto, la conformidad para su levantamiento. Entre
los t‚rminos afectados por la iniciativa ministerial, se incluyeron los municipios m s emblem ticos de
la pol¡tica minera del INI en la zona: Minas de R¡otinto - obs‚rvese que se emple¢ en esta ocasi¢n el
top¢nimo espa¤ol -, Campofr¡o, Nerva y Valverde en Huelva as¡ como Castillo de las Guardas en la
provincia de Sevilla. La Gerencia del INI se apresur¢ a contestar que
      "por los trabajos y gastos ya realizados y por los que est n en curso de ejecuci¢n, no es ‚ste
     momento oportuno para levantar la reserva en la zona indicada",
sin por ello, abrir, no obstante, un portillo a una colaboraci¢n futura con "alguna empresa" - ¨ oficial
o particular ? -, en trabajos de exploraci¢n geof¡sica dentro de la zona delimitada. Aunque la reacci¢n
tuviera los ingredientes habituales de altaner¡a que sol¡a gastarse el INI de Suanzes, los gestores
meditaron probablemente sobre las consecuencias de un endurecimiento en la actitud ministerial. De ah¡
que modificasen el tono de su respuesta con el af n de evitar roces innecesarios. Se prepar¢ pues, con
un "criterio de m xima flexibilidad", una propuesta que permiti¢ "atemperar nuestra postura [del INI]
a la orientaci¢n liberalizadora actual de la Direcci¢n General de Minas". En efecto, una cosa era la
conveniencia de mantener inalterados los l¡mites de la reserva onubense y otra la oportunidad. Men‚ndez
Puget, como presidente del Departamento de Piritas de AUXINI, empresa en la que se integr¢ PE en
1957, tras evacuar consultas con ADARO, argument¢, por un lado, que la situaci¢n no se hab¡a
modificado desde 1945, es decir 15 a¤os atr s. Por otro lado, argument¢ que la aparici¢n de nuevos
elementos - las 
inversiones a realizar por PE y un no aclarado "ambiente en la zona minera" - permit¡an aceptar una
segregaci¢n por  reas. Es decir, mientras que deb¡a elevarse a definitiva la reserva en el t‚rmino de El
Campillo, por tratarse de un enclave dentro de la primitiva reserva de 1945, AUXINI se avino a levantar
de forma parcial la reserva en las restantes  reas incluidas en el decreto de 1957. En definitiva, se
pretendi¢
      "mantener firmemente la reserva en donde el inter‚s y los trabajos en curso o proyectados lo
     justifiquen y ... en extensi¢n suficiente para desarrollar prometedoras actividades por espacio
     de varios a¤os".

     En mi opini¢n, no debe pasarse por alto este escrito. Por un lado, signific¢ un vuelco en la
pol¡tica del INI en lo relativo a reservas mineras e incluso un vuelco en las formas de actuar hacia el
exterior, es decir con respecto a otros departamentos de la administraci¢n. Por otro lado, el escrito
marc¢, aunque a rega¤adientes, el comienzo del fin de la pol¡tica de hostigamiento desarrollada sin
interrupci¢n hacia los propietarios de las Minas de Riotinto desde 1941 ya fueran ingleses o espa¤oles.
La 'nacionalizaci¢n' de estas minas en el verano de 1954 se vivi¢ de forma distinta seg£n nos
coloquemos en una u otra atalaya. El Ministerio de Comercio que hab¡a tenido un protagonismo
indudable en la operaci¢n de compra, dese¢ a la nueva empresa toda suerte de parabienes en su
andadura. Por su parte, Men‚ndez Puget sigui¢ el cambio de titularidad de las minas con atenci¢n "por
la influencia que ello puede tener en la marcha de las actividades de la Comisi¢n". 

     Por consiguiente, el escrito citado anteriormente muestra que, a cambio de renunciar a la
posibilidad de aprovechar en beneficio propio las masas pir¡ticas ya explotadas por empresas privadas
en los t‚rminos m s ricos, el INI se content¢ con una serie de parajes de dudosa riqueza mineral.
Industria no tuvo inconveniente en dar satisfacci¢n a la nueva petici¢n y decret¢ la reserva definitiva
de El Campillo, al tiempo que levant¢ las restantes. Por su parte, el Instituto se permiti¢ el gesto de
renunciar a todos los minerales que no fueran piritas, "para no dificultar la investigaci¢n y su posible
explotaci¢n por la iniciativa privada". Corr¡an tiempos nuevos y el lenguaje del INI empez¢ a cambiar.

     Por lo visto hasta aqu¡, el INI de Suanzes mantuvo una pol¡tica de exclusi¢n en torno a los
cotos mineros. No fue el iniciador de esta figura legal pero sac¢ amplio partido de su existencia. En la
larga presidencia de Suanzes, el Instituto sufri¢ una bulimia que le llev¢ a apresar cuantos cotos tuvieran
- presumiblemente - inter‚s para sus prop¢sitos. A modo de ejemplo de esta forma de operar, voy a
reproducir un extracto de la petici¢n de reserva a favor del Estado del coto de pirita ferrocobriza de
Cerdido en la provincia de La Coru¤a:
      "... Como ser¡a imposible que los proyectados trabajos de investigaci¢n pasaran inadvertidos
     para los elementos mineros de la comarca, que podr¡an beneficiarse de los mismos con perjuicio
     del inter‚s nacional, es por lo que me dirijo a V.E. ...".

     Por la misma raz¢n, tan pronto se confirmaba la ausencia de los minerales ansiados, el INI se
desprend¡a del coto. Eso fue, en efecto, lo que ocurri¢ en Cerdido. Vista "la escasa probabilidad de
‚xito" en la investigaci¢n de la zona, A. Mar¡n, Presidente de ADARO, propuso a Suanzes levantar la
reserva. Esta actitud se mantuvo sin cambios hasta el momento en que soplaron aires de liberalizaci¢n
en la econom¡a a fines del decenio de 1950. Cuando eso sucedi¢, el INI intent¢ plegarse a los nuevos
tiempos. Pueden citarse varios ejemplos de esa casi completa transformaci¢n. En 1960, AUXINI inform¢
favorablemente el expediente incoado con ocasi¢n de la solicitud de un permiso de investigaci¢n para
una mina de hierro, a sabiendas de que el titular no tendr¡a derecho alguno sobre la pirita que pudiera
descubrirse, por los mismos titulares, por el INI o por un tercero. De igual forma, acept¢ de mal grado
- "este Instituto no tiene posibilidades de oposici¢n" - la concesi¢n de un permiso de investigaci¢n a un
solicitante que lo hab¡a reclamado en 1956, es decir un a¤o antes de imponerse la reserva. Para el
Director T‚cnico, el inter‚s en
      "la superficie abarcada ... subsiste aunque no se hayan realizado sobre la misma trabajos de
     investigaci¢n ... En caso de que, por razones de orden administrativo se otorgase dicho permiso,
     este Instituto est  interesado en conocer los resultados con objeto de favorecer en lo posible la
     labor que est  realizando".

     De la distancia temporal - 15 a¤os - entre estos dos sucesos, se infiere que el comportamiento
del INI de Suanzes permaneci¢ inalterado, monol¡tico, incapaz de mostrar cualquier indicio de
condescendencia hacia la empresa privada. Hubo, no obstante, un cambio en los modos o, al menos, en
el tono. As¡ lo reconoci¢ un informe de 1963 al subrayar que el INI hab¡a evitado interponerse a la
iniciativa privada en la miner¡a de la pirita.
      "Han sido numerosas las peticiones particulares para investigar y, en su caso, explotar otros
     minerales ... Se han informado favorablemente en todos los casos entendiendo que, a pesar del
     posible entorpecimiento que las labores privadas pudieran causar, por interferencia, a las del
     Instituto, tal probabilidad no deb¡a impedir el desarrollo de otras miner¡as, como las de
     manganeso, barita, plomo, ...".

     Sin embargo, los gestores del INI no siempre consiguieron ser complacientes. Bast¢ para ello,
por ejemplo, que el solicitante fuera la COMPA¥IA ESPA¥OLA DE MINAS DE RIOTINTO. A
mediados de 1963, esta empresa requiri¢ del Ministerio el levantamiento de la reserva para piritas en
los t‚rminos de Almonaster, Cala¤as, El Campillo, Campofr¡o, El Cerro, Valverde y Zalamea con el fin
de ampliar la prospecci¢n fuera de sus concesiones mineras. La petici¢n despert¢ la indignaci¢n del
INI y de sus empresas filiales. A ese respecto, AUXINI inform¢ que "inmediatamente nos hemos puesto
en contacto con ADARO para reelaborar, d ndole mayor amplitud, teniendo en cuenta los fines a que
ahora se destina, el 'Informe extraordinario' (sic)". El nuevo texto incorpor¢ un extenso pasaje
redactado al efecto en el que el autor arremeti¢ con extrema dureza contra CEMRT. Lleg¢ a poner en
duda que existiera una voluntad real de llevar a cabo la prospecci¢n. Recordando que la CEMRT
detentaba el disfrute ¡ntegro de sus minas y era titular de extensas concesiones en los t‚rminos rese¤ados
- manido argumento empleado una y otra vez antes de espa¤olizarse la propiedad minera -, pas¢ a
preguntarse si
      "¨ Es que tales empresas pretenden realmente una diversificaci¢n de sus actividades,
     desarrollando hacia el futuro otras miner¡as ? Es poco probable pero, como tambien pudiera
     interpretarse que tales iniciativas son como una toma de posiciones en cuanto a la herencia de
     la Reserva de piritas, conviene llamar la atenci¢n sobre esta posibilidad, aunque sea remota,
     para estar sobreaviso. La posici¢n provisional, la actividad justificativa y la actitud flexible del
     Estado y del Instituto podr¡an ser reemplazadas autom ticamente, en su d¡a, por quienes hasta
     ahora no han dado motivos para esperar an logo comportamiento".

     (iii) Arrendamientos de concesiones particulares:

     Como tercera v¡a, el t ndem PE-ADARO recurri¢ al arrendamiento de concesiones particulares
localizadas dentro de la reserva. A¤os despu‚s, se justific¢ la conveniencia de esta medida por "la
apat¡a" o por la "falta de medios" de los empresarios privados para iniciar reconocimientos mineros por
ellos mismos. "El bien com£n, coincidente con los intereses del Estado en busca de nuevos yacimientos,
fuese donde fuese" se dijo entonces, "presidi¢ fundamentalmente esta orientaci¢n". Para ello, la CGPE
procedi¢ a redactar un contrato-tipo £nico a suscribir con los propietarios de concesiones mineras
interesados en colaborar con el INI. Seg£n las cl usulas 2¦ y 3¦ del mismo, el INI asum¡a las cargas
fiscales en sus dos a¤os de vigencia. Caso de localizarse mineral en ese plazo, el INI abonar¡a entonces
un 5 por 100 del valor neto a bocamina seg£n los precios oficiales, con una bonificaci¢n del 2 por 100
si el tonelaje extra¡do exced¡a 1.250.000 Tms. El INI se reservaba la opci¢n a prorrogar por otros 25
a¤os el contrato en id‚nticas condiciones. Durante el per¡odo de arrendamiento, pod¡a optar "en cualquier
momento y a su voluntad" a la concesi¢n plena mediante el pago de 4 millones de pesetas en 3 plazos
anuales. Para la CGPE, lo deseable era que la f¢rmula fuese aceptada para poder explotar las masas
de piritas que pudiera localizar. Se comprende pu‚s que condiciones tan draconianas equival¡an a una
cuasi expropiaci¢n encubierta.

     Desde mediados de 1954, la CGPE dispuso de una lista de concesiones susceptibles de ser
reconocidas. La investigaci¢n geof¡sica a‚rea en un territorio de 800 kil¢metros cuadrados propici¢ el
env¡o de contratos a las empresas FRANCESA DE PIRITAS, THARSIS, BETICO MANCHEGA y
SEVILLE SULPHUR, ‚stas dos £ltimas filiales de la Sociedad MINERA y METALURGICA de
PE¥ARROYA. Incluso hubo contactos con la CEMRT aprovechando las buenas relaciones que
manten¡a Pinedo Vara con los mineros onubenses. La iniciativa encontr¢ un eco desigual. En efecto,
W. Rutherford, como presidente de la THARSIS, expres¢ la voluntad de su compa¤¡a de colaborar con
el INI en los planes de industrializaci¢n de las piritas de la cuenca onubense. A comienzos de 1956,
se prepararon los contratos a suscribir con la BETICO MANCHEGA y la SEVILLE SULPHUR. Con
la CEMRT, en cambio, la iniciativa no prosper¢.

     (iv) Contratos con casas especializadas:

     La falta de resultados satisfactorios en los estudios mineros llev¢ a ADARO a solicitar el
concurso de empresas especializadas en la investigaci¢n geof¡sica, m‚todo que, en su opini¢n,
representaba un instrumento de trabajo mucho m s eficaz que los sondeos. Este cambio de orientaci¢n
sirvi¢ para recabar nuevas asignaciones presupuestarias. ADARO acord¢ con la LUNDBERG
EXPLORATION Ltd de Suecia el reconocimiento geof¡sico de una cuadr¡cula de 400 kil¢metros
cuadrados en la provincia de Huelva. Al a¤o siguiente, remiti¢ un nuevo proyecto de contrato al que
incorpor¢ a la empresa inglesa HUNTING PHYSICS Ltd con la finalidad de reconocer 600 kil¢metros
cuadrados. El importe de los trabajos ascendi¢ a 2,1 millones de pesetas. Se entablaron tambien
contactos con PCL, filial de RTC, para la prospecci¢n de uranio en la regi¢n metalizada de Huelva. No
obstante, se rechazaron las propuestas de la compa¤¡a brit nica porque se consideraron elevadas y
porque representaban una "sumisi¢n casi absoluta a [su] direcci¢n". A fines de 1957, ADARO y el
Instituto Minero y Metal£rgico suscribieron un contrato para el reconocimiento de una peque¤a zona
que fue m s tarde ampliada.

     A modo de s¡ntesis sobre la participaci¢n de ADARO en el reconocimiento minero de la reserva
onubense por cuenta de PE, se pueden diferenciar tres per¡odos que vinieron precedidos por los
reconocimientos realizados entre 1942 y 1951, es decir antes de constituirse PE. En esos a¤os
preliminares, la actuaci¢n de ADARO se limit¢ a "formarse una cabal idea de la zona", tarea en la que
se invirtieron 800.000 pesetas. Tambien se llevaron a cabo estudios geof¡sicos en colaboraci¢n con una
empresa sueca que corrieron a cargo de ADARO y del Instituto Geol¢gico. La siguiente fase se
extiende hasta 1956. Se reconocieron afloramientos ferruginosos con caracter¡sticas similares a las minas
en explotaci¢n. La inversi¢n de este per¡odo ascendi¢ a 16,1 millones de pesetas. Los tres a¤os
siguientes, 1957 a 1959, fueron dedicados a la exploraci¢n geof¡sica de la reserva lo que absorbi¢ 13,5
millones de pesetas. Por £ltimo, entre 1960 y 1963, se prepar¢ un plano estructural de la zona con el
objeto de seleccionar cuadr¡culas para su ulterior examen geof¡sico.

     (b) Investigaci¢n industrial

     En el momento de constituirse PIRITAS ESPA¥OLAS, se presupuest¢ una suma de 34,4
millones de pesetas para investigaci¢n industrial, cifra ligeramente inferior a la asignada a los
reconocimientos mineros. Como ya se ha indicado, Suanzes orden¢ destinar esos fondos a la puesta
a punto de una t‚cnica propia para tratar cenizas y para obtener a bajo coste azufre a partir de piritas.
Sin embargo, en una memoria de AUXINI redactada en 1964, se a¤adi¢ como objetivo adicional el
introducir en Espa¤a los procesos t‚cnicos practicados en el extranjero, acomod ndolos a las necesidades
de las piritas espa¤olas. En definitiva, lo que se persegu¡a era acondicionar el m‚todo de tratamiento
de cenizas puesto a punto por la empresa alemana DKH (v‚ase el Diagrama 1). 

     Dando cumplimiento a lo decretado en 1952 por Suanzes, la CG dise¤¢ un primer esquema de
trabajos con el fin de obtener, de forma simult nea, azufre y  cido sulf£rico. En caso de realizarse con
‚xito ese programa, seguir¡a entonces el montaje de una planta de gran capacidad para producir 25 kgs
de azufre y 75 kgs de  cido por cada quintal m‚trico de piritas. Por hidrometalurgia, se extraer¡an
posteriormente los metales (cobre, plata y oro, entre otros) de los 70 kgs residuales de cenizas. Se plane¢
destinar el sulf£rico al abastecimiento de las f bricas de celulosa y levadura que estaban proyectadas
para Sevilla.

     Con el prop¢sito de hacer realidad aquellos objetivos, la CGPE actu¢ en dos esferas que
tuvieron conexiones estrechas entre s¡. Por un lado, constituy¢ una Divisi¢n Industrial en octubre de
1952 que estuvo integrada por un equipo cient¡fico dirigido por el profesor A. Vi n Ortu¤o. La DI que
ocup¢ la planta experimental de Embajadores, fue asimilada al Patronato Juan de la Cierva como
Instituto Coordinado. Los primeros resultados no se hicieron esperar; en efecto, en el primer trimestre
de 1953, se solicitaron ya las primeras patentes de invenci¢n a nombre del INI. Por otro lado, la CG
estableci¢ un convenio con la empresa francesa KREBS & Cie para explotar las patentes de tostaci¢n
de piritas y de producci¢n simult nea de azufre elemental y bi¢xido de azufre. La conveniencia de
establecer dicho convenio respondi¢ a una triple consideraci¢n. En primer lugar, PE no dispon¡a de los
elementos de trabajo cruciales que permit¡an proseguir la investigaci¢n (electrofiltros, calderas de
recuperaci¢n de calor y ciclones). En segundo lugar, PE era una empresa novel en el mundo industrial
que necesitaba de un buen introductor de embajadores. Por £ltimo, fue preceptivo realizar ensayos
industriales a gran escala antes de proceder al montaje de los hornos en Avil‚s, lo que se conceptu¢
como una operaci¢n demasiado arriesgada para ser acometida en solitario por PE. Por su parte, KREBS
& Cie asumi¢ la tarea de montar un horno de tama¤o industrial con la colaboraci¢n t‚cnica de PE y de
extender las patentes a otros diez pa¡ses, percibiendo por ello un m¡nimo de 5 millones de pesetas. Se
comprometi¢ asimismo a establecer un horno para un consumo m¡nimo de 40 Tms diarias de piritas en
ENSIDESA en el plazo de un a¤o. El convenio que fue saludado en el INI como un "‚xito destacado",
recibi¢ toda suerte de parabienes por parte de sus dirigentes. 

     Todo indic¢ pues que la andadura de la DI de PE se inici¢ de forma satisfactoria a los intereses
del INI. En a¤os posteriores continu¢ el desfile de nuevas patentes cual rosario sin fin. A comienzos
de 1956, sin embargo, la CGPE tuvo conocimiento de que dificultades financieras aquejaban a su socio
franc‚s. Pronto se lleg¢ a la paralizaci¢n completa de los trabajos en la planta experimental de
Wattrelos, cerca de Roubaix, lo que decidi¢ a PE a sugerir al INI la cancelaci¢n del convenio con la
empresa francesa. El tropiezo fue moment neo; a comienzos de 1958, Men‚ndez Puget inform¢
complacido acerca de los "resultados alentadores" de los ensayos de la patente PE-8 para fabricaci¢n
directa de sulfato am¢nico sin pasar por el  cido sulf£rico. Comunic¢ asimismo la existencia de
contactos con la empresa alemana Friedich UHDE Gmbr de Dortmund quien se interes¢ en colaborar
con PE para industrializar a gran escala el procedimiento.

     El fracaso del convenio con KREBS repercuti¢ en la pol¡tica de investigaci¢n industrial y de
modo particular, en la elecci¢n de un emplazamiento para la instalaci¢n semi-industrial de obtenci¢n
de azufre a partir de piritas. En un razonado y bien documentado informe, Ort¡z de Land zuri comunic¢
a Sirvent que Vallecas era "indiscutiblemente el mejor [emplazamiento] con gran diferencia" por estar
all¡ ubicada una f brica de  cido de la empresa qu¡mica CROS. En apoyo de su propuesta, aludi¢, en
primer lugar, a la "cordialidad de las relaciones que de tiempo atr s mantienen CROS y PESA" lo que
habr¡a permitido la consecuci¢n de un convenio en t‚rminos favorables. En segundo lugar, subray¢ la
importancia de establecer la planta semi-industrial en un punto cercano a los centros de investigaci¢n
y de proyectos de PE. Fuera de Madrid, cualquier emplazamiento presentaba el inconveniente de la falta
de conexi¢n. "La dispersi¢n" argument¢, "perjudicar¡a al rendimiento del equipo". Para ilustrar su aserto,
achac¢ lo ocurrido con la planta montada por KREBS en las afueras de Lille a la enorme distancia que
la separaba de las bases de operaciones de Par¡s y Madrid. De ah¡ que rechazase una elecci¢n de este
tipo, no s¢lo por consideraciones econ¢micas, sino por "hacer peligrar el propio resultado de los
ensayos". Igual razonamiento le llev¢ a rehuir de una planta desvinculada de la fabricaci¢n de sulf£rico
a causa del incremento de los costes de funcionamiento. 

     El proyecto de convenio con CROS fue aprobado por la Direcci¢n de los Servicios Econ¢micos,
la Direcci¢n T‚cnica e incluso la propia Gerencia del INI. En cambio, Suanzes lo rechaz¢ de forma
categ¢rica. A diferencia de lo que argumentaron los t‚cnicos, Suanzes se¤al¢ que la planta habr¡a de
ubicarse obligatoriamente en terrenos del INI. En su decreto, afirm¢ de forma un tanto lac¢nica que 
      "No creo que la masa de productos a mover justifique el seguir otros caminos como el que se
     propone que a mi juicio tiene graves inconvenientes".

     La decisi¢n del presidente del INI oblig¢ a la CGPE a redactar una nueva propuesta agrupando
las distintas opciones en tres modalidades: (I) Madrid y alrededores; (II) a pi‚ de una f brica de sulf£rico
(Puertollano, Escombreras o Avil‚s) y, por £ltimo, (III) en un emplazamiento sin conexi¢n con una
planta de este tipo (Huelva, Linares o Sevilla). Apelando a la misma clase de argumentos, la CGPE
descart¢ de plano la tercera opci¢n por sus muchos inconvenientes y ninguna ventaja. Aunque la
segunda opci¢n resultaba igualmente desaconsejable por no haberse iniciado el montaje de ninguna de
las tres f bricas de sulf£rico, Puertollano era preferible por su mayor cercan¡a a Madrid. En cuanto a
la primera, la inexistencia de una f brica de sulf£rico - recu‚rdese que la propuesta de Suanzes era
utilizar los terrenos de ADARO, BOETTICHER, ENASA o ENCASO - obligaba a una inversi¢n fija
entre 6 y 12 millones de pesetas por encima de los 2,5 millones presupuestados en la primera propuesta.
Con independencia de la opci¢n elegida, el incremento de costes variables se situaba en torno a 1.500
pesetas por Tm.d¡a de pirita tratada. A la vista del nuevo informe, el INI aprob¢ emplazar la
instalaci¢n experimental en Puertollano.

     (c) Proyectos industriales:

     Para la ejecuci¢n de los proyectos industriales, PE presupuest¢ 716 millones de pesetas, lo que
representaba cerca de un 86 por 100 de la inversi¢n global prevista (v‚ase Cuadro 1). La ejecuci¢n de
las tres f bricas proyectadas de  cido sulf£rico, sulfato am¢nico y tratamiento de cenizas dependi¢
estrechamente de los resultados cosechados por las acciones emprendidas en los apartados de
investigaci¢n minera e industrial en cumplimiento fiel a lo decretado por Suanzes en materia de
tecnolog¡a, y de suministro de piritas y cenizas. En definitiva, se trataba, en expresi¢n de los gestores
de PE, de lograr un "desarollo firme y arm¢nico". Por esa raz¢n, un tropiezo en esos dos campos
habr¡a frenado el ritmo de realizaci¢n de los proyectos industriales. Como soluci¢n, cab¡a entonces
recurrir a la compra de know-how, de piritas y de cenizas. En este apartado, me centrar‚ exclusivamente
en los convenios suscritos por PE con ENSIDESA para una planta de tratamiento de cenizas y con
ENCASO para una planta de sulf£rico.

     (i) F brica de  cido sulf£rico:

     Ya se ha indicado que, con anterioridad a la crucial entrevista con Suanzes, la CG hab¡a
planeado montar una f brica con capacidad para 150.000 Tms/a¤o de  cido sulf£rico en Sagunto. Se
encarg¢ la realizaci¢n de la parte t‚cnica a la empresa DORR-OLIVER. El encuentro con Suanzes fue,
como se vi¢, determinante para vincular la futura f brica a las necesidades de sulf£rico de las
instalaciones de ENCASO, ENIRA o de la Gestora de la Celulosa. Por lo dem s, la falta de concreci¢n
de la expansi¢n prevista en la demanda europea de sulf£rico, hizo desistir de la urgencia de montar una
f brica de gran capacidad. Se mantuvieron, no obstante, los contactos con empresas extranjeras como
la alemana BASF o la belga UNION CHIMIQUE. 

     Al descartarse por antiecon¢mica la ubicaci¢n de Linares, la atenci¢n se centr¢ en Puertollano.
Las necesidades de la Calvo Sotelo se cifraron en 225 Tms/d¡a de sulf£rico de las cuales 1/3 estar¡a
destinado al tratamiento de las pizarras bituminosas y el resto a la obtenci¢n de sulfato am¢nico. Se
consider¢ igualmente la posibilidad de producir sulfato por la v¡a directa mediante los procesos PE-8
y PE-9 en estudio por la Divisi¢n Industrial de PE. Por el convenio que se firm¢ en el verano de
1955, ENCASO encarg¢ al INI-PE el estudio del "camino m s conveniente a seguir teniendo en cuenta
los costes y rendimientos" para montar una planta con una capacidad flexible comprendida entre 100
y 200 Tms/d¡a de sulf£rico. El abastecimiento en piritas de la futura planta plante¢ problemas serios.
En efecto, a falta de 'pirita propia', la CGPE inici¢ contactos con empresas espa¤olas capaces de
suministrar pirita de bajo contenido en cobre y ars‚nico. Esta clase de pirita era id¢nea para los hornos
Strzelberg capaces de eliminar los residuos de plomo y zinc, haci‚ndola apta para su ulterior empleo
sider£rgico. CEMRT cifr¢ su disponibilidad de pirita en s¢lo 500 Tms/mes, frente a las 80 a 160
Tms/d¡a que requer¡a la planta, a un precio de 200 ptas/Tm, 50 pesetas por encima del precio de tasa.
Por lo que ata¤e al aprovechamiento de las cenizas, PE gestion¢ su empleo por la Gestora de Peque¤as
Siderurgias. 

     (ii) Tratamiento de cenizas:

     La planta de tratamiento de cenizas fue el alma del programa de aprovechamiento integral de
piritas. En ninguna otra faceta del mismo, confluy¢ semejante c£mulo de factores en el que tuvieran
cabida desde las aspiraciones nacionalistas del INI hasta el "engrandecimiento industrial" por medio de
la generaci¢n de una tecnolog¡a propia. Por ser el proyecto cumbre del programa, suscit¢ importantes
problemas t‚cnicos y econ¢micos. Me centrar‚ en un triple aspecto: la resoluci¢n de la parte t‚cnica,
el convenio suscrito con ENSIDESA y el suministro de cenizas de pirita.

     Como rasgo distintivo, cabe se¤alar que PE se plante¢, desde un principio, la incorporaci¢n de
tecnolog¡a extranjera. Sin duda consider¢ absurdo intentar desarrollar t‚cnicas propias en un terreno en
el que Alemania y, m s concretamente, la empresa DUISBURGER KUPFERHUETTE (DKH) estaba
a la cabeza del mundo por t‚cnica, capacidad y experiencia (v‚ase el Diagrama 1). Hacia all¡ se
dirigieron las primeras miradas de PE. Una delegaci¢n espa¤ola viaj¢ a  Alemania en el verano de 1952
con el objeto de visitar diversas instalaciones - DKH, KLOENER-HUMBOLDT y LURGI-CHEMIE -
y recabar datos sobre las condiciones de una futura asistencia t‚cnica para el montaje de una planta
capaz de tratar 200.000 Tms/a¤o de cenizas. Por lo que respecta a DKH, los delegados vieron
confirmadas sus previsiones de que las exigencias econ¢micas "podr¡an ser grandes, si no prohibitivas".
En primer lugar, la DKH solicit¢ un trato de favor en el suministro de piritas que estuviera avalado por
el gobierno espa¤ol en todo momento y, de modo especial, en momentos de gran demanda. En concreto,
un aumento inicial de 100.000 Tms en el cupo de 400.000 Tms/a¤o que ya percib¡a por acuerdo con
Operaci¢n 'P'. A las protestas de los delegados argumentando que PE
     "representa[ba] intereses an logos a los de cualquier sociedad privada y que, en este orden, nos
     desenvolver¡amos como tal sin poder influir en las determinaciones ministeriales",
sus interlocutores alemanes volvieron a reiterar el apoyo t‚cnico de su empresa al respaldo del gobierno
espa¤ol a los proyectos de PE. En segundo lugar, DKH reclam¢ el pago de un canon de un 10 por 100
sobre el valor de mercado de los metales 


                                GRAFICO
recuperados. La negativa de los miembros de PE a aceptar un canon que se les antojo excesivo llev¢
a una contra-oferta segun la cual DKH percibir¡a un 5 por 100 sobre los metales de una primera fase
(cobre, plomo, plata, oro y hierro) y un 10 por 100 en una segunda fase de recuperaci¢n (cadmio,
cobalto, sulfato s¢dico, talio y zinc). Semejantes condiciones vinieron explicadas por el posible v¡nculo
que un¡a a la empresa alemana con RTC. Un inconveniente adicional que no pas¢ desapercibido fue
que las peticiones de DKH obligaban al INI a buscar apoyos en el Ministerio de Comercio ya fuere por
la necesidad de aumentar el cupo de piritas exportado a Alemania o por la necesidad de efecturar el
pago del canon en piritas o en divisas. T‚ngase presente que las relaciones personales entre funcionarios
de Comercio e Industria fueron tradicionalmente tirantes lo que era extensivo a las relaciones con el
personal del INI. Lejos de resolver el problema, la escisi¢n del ministerio no ayud¢ a limar la tensi¢n.
Por todas estas razones, los miembros de la comisi¢n recomendaron (i) limitar la recuperaci¢n de
metales a la primera fase y (ii) considerar el ofrecimiento de LURGI, que fue calificado como "normal",
por no ser indispensable la colaboraci¢n de la DKH en la primera fase. 

     A la vista del informe, la CGPE entabl¢ contacto con la norteamericana DORR y con la ya
citada LURGI. Ambas empresas se ocupaban en desarrollar un proceso alternativo a la tostaci¢n
clorulante empleada en Duisburg (m‚todo cl sico de Henderson). Por su lado, DORR utilizaba hornos
turbulentos a baja temperatura que admit¡an, en principio, las cenizas procedentes de los hornos de dos
pisos habituales en las f bricas espa¤olas de sulf£rico. Con la finalidad de confirmar el supuesto, se
remitieron muestras de piritas quemadas en una f brica de CROS para realizar pruebas de laboratorio
en los Estados Unidos. En cuanto a LURGI, su prop¢sito era poner a punto un m‚todo calificado
como "nov¡simo" que consist¡a en mezclar las cenizas con cloruro c lcico. Calentadas a alta temperatura,
se volatilizaban en forma de cloruros de cobre, plomo, zinc y algo de hierro. 

     Incapaz de pronunciarse por una de las tres alternativas posibles, Men‚ndez Puget recab¢ de
Sirvent una decisi¢n, no sin temer que su actitud pudiera ser malinterpretada. El gerente del INI
orden¢ que se aplazase cualquier decisi¢n respecto al procedimiento m s id¢neo para la planta de
tratamiento de cenizas en tanto no se tuvieran nuevos datos de DORR y LURGI. Autoriz¢, no obstante,
una gesti¢n de tipo oficioso ante el Ministerio de Comercio con el prop¢sito de mejorar las condiciones
ofrecidas por DKH. La petici¢n fue bien recibida por Zavala, presidente de la Operaci¢n 'P' qui‚n
confes¢ adem s el malestar que produc¡a a ese organismo el escaso rendimiento de la exportaci¢n de
piritas:
     "En la venta [de piritas], s¢lo figura cotizado el valor del azufre y se marcha al extranjero el
     resto del cochino, como dice Mr Rutherford, que considera la venta de la pirita como la de un
     cerdo, en la que solamente se paga una parte y el resto son desperdicios".

     En esas circunstancias, Operaci¢n 'P' insisti¢ en la "necesidad ineludible de que Espa¤a haga
algo en la direcci¢n que vosotros lo estais haciendo", por lo que prometi¢ su apoyo para aumentar el
cupo de la DUISBURGER KUPFERHUETTE en la cantidad requerida.

     Cuando las negociaciones se reanudaron en 1955, una vez firmado el convenio con ENSIDESA,
a£n coleaba la indecisi¢n sobre la bondad de los sistemas DKH y DORR. Dos a¤os m s tarde, las
dudas segu¡an sin despejarse, lo que llev¢ a la paralizaci¢n completa de los anteproyectos
correspondientes a las plantas de tostaci¢n de piritas,  cido sulf£rico y tratamiento de cenizas. 

     Bajo los auspicios del propio Presidente del INI, la negociaci¢n del convenio con ENSIDESA
comenz¢ de forma simult nea a la b£squeda de una soluci¢n a los aspectos t‚cnicos, industriales y
mineros. En efecto, a finales de 1952, ENSIDESA se comprometi¢ a abordar de forma inmediata la
instalaci¢n de hornos de tostaci¢n de piritas, de calderas de recuperaci¢n y de una planta de sulf£rico.
Se acord¢, en cambio, postergar lo relativo al tratamiento de cenizas. Durante todo el a¤o siguiente,
ENSIDESA y PE intercambiaron propuestas sin alcanzar un acuerdo en aspectos cruciales del mismo
como eran el papel reservado a PE en el aporte de t‚cnica propia, personal especializado o en el
suministro de piritas. Existi¢ tambi‚n indecisi¢n sobre el emplazamiento id¢neo (Avil‚s o Sagunto) de
la futura factor¡a. Para los miembros de la CG, result¢ de todo punto imprescindible que PE coordinase
la ejecuci¢n de los procesos industriales planeados por empresas del INI (CELULOSA, ENCASO,
ENIRA, FEFASA) que involucrasen el empleo de piritas. Una vez m s fue Suanzes qui‚n abort¢ las
discusiones imponiendo un proyecto de convenio para el montaje y puesta en marcha en Avil‚s de
instalaciones para el tratamiento de piritas. Con ligeros retoques, las partes acabaron por suscribir un
convenio en el mes de noviembre. Con la f¢rmula habitual - "el camino m s conveniente teniendo en
cuenta los costos y rendimientos" -, ENSIDESA encarg¢ a PE un estudio sobre una planta para tostar
400 Tms/d¡a de piritas, una f brica de 540 Tms/d¡a de sulf£rico y una instalaci¢n para el tratamiento
de 150.000 Tms/a¤o de cenizas. A cambio, ENSIDESA abonaba una mensualidad de 60.000 pesetas y
el pago de un canon por la utilizaci¢n de las patentes PE. 

     Una vez firmado el convenio, se convoc¢ el concurso de anteproyectos para la construcci¢n de
la planta de tostaci¢n de Avil‚s. Para PE, la mera convocatoria del concurso implicaba "t citamente ...
el compromiso de colaborar en buena armon¡a con cuantas personas naturales o jur¡dicas concurran".
A la espera de solucionar el problema t‚cnico, rest¢ a£n el tema espinoso de garantizar el suministro
de la materia prima. A falta de un ‚xito rotundo en el aspecto minero, la CG se vi¢ obligada a gestionar
con empresas privadas - CROS, UEE, SIN, SNIACE, entre otras - el suministro de 225.000 Tms/a¤o
de cenizas de piritasprocedentes de f bricas de sulf£rico sitas en la cornisa cant brica que era la
principal  rea productora de cenizas en Espa¤a. 

3.- Balance de la actuaci¢n del INI

     Para quienes intervinieron en PE, el balance de conjunto de lo realizado en el per¡odo 1951/63
fue altamente exitoso. Para medirlo utilizaron diversos raseros: estudios geof¡sicos, n£mero de patentes
registradas, proyectos industriales en curso e incluso n£mero de art¡culos publicados. Por encima de
cualquiera otra consideraci¢n, Ort¡z de Land zuri se vanaglori¢ de la val¡a del equipo cient¡fico que
hab¡a colaborado en las tareas de investigaci¢n. Para el presidente de PE, la continuidad de ese equipo
al frente de la Divisi¢n Industrial era una garant¡a de porvenir para el Departamento de Piritas de
AUXINI ya que,
     "el acervo tecnol¢gico y experimental adquirido - el 'know-how' - se conserva en los cerebros
     y es de dif¡cil     e incompleta tranmisi¢n escrita por cuidadosa que se
     lleve".

     Emitir una valoraci¢n final sobre la acci¢n del INI en la miner¡a de la pirita durante el per¡odo
1941 a 1963 resulta una tarea complicada y ello, por dos razones principales. Primero, porque el buque
insignia del INI en esta rama de actividad - PIRITAS ESPA¥OLAS - no lleg¢ nunca a constituirse
como tal empresa independiente lo que impide analizar su contabilidad o evaluar la rentabilidad de las
inversiones efectuadas en el per¡odo aqu¡ considerado. Segundo, porque la propia diversidad de las
acciones emprendidas y la multiplicidad de conexiones con empresas participadas por el INI o con el
resto de la econom¡a, dificultan en extremo la elecci¢n de un indicador que permita calibrar el ‚xito o,
por el contrario, el fracaso de la aventura emprendida por el Instituto. 

     A falta pues de indicadores econ¢micos v lidos, me propongo comparar los objetivos que se
marcaron en 1951 con los resultados alcanzados en 1963. Voy tambien a examinar los criterios que
presidieron la toma de decisiones para asignar recursos ya que, en definitiva, lo que interesa es responder
a la pregunta de si la actuaci¢n del Estado en la miner¡a de la pirita estuvo justificada.

     3.1 Aspectos mineros:

     En lo que ata¤e a la investigaci¢n minera, el balance fue claramente negativo en la medida en
que el objetivo de partida - localizar y explotar masas de "pirita propia" - result¢ fallido. Es de
se¤alar, no obstante, que la euforia embarg¢ el  nimo de los miembros de la CG en las fases iniciales.
Men‚ndez Puget fue partidario de dar cuenta al Ministerio de Industria de los primeros hallazgos con
el fin de que ‚ste siguiera los "trabajos desarrollados con ‚xito por el INI". Tama¤a felicidad se
origin¢ en la cubicaci¢n de la mina 'Campanario' sita en el t‚rmino de Valverde del Camino. En
realidad, no hubo tal hallazgo pues se trataba de una antigua mina, abandonada en tiempos  de la guerra
del 14. Se di¢ la circunstancia de que los primeros en desaconsejar la fuerte inversi¢n de capital que se
precisaba para reiniciar las labores mineras, fueron precisamente los propios cuadros de la CG y de
ADARO. De ah¡ que el Director T‚cnico del INI, Manuel Ochar n, discrepase con Men‚ndez Puget
sobre la conveniencia de remitir a Planell un informe en t‚rminos triunfalistas, al menos hasta que "no
se tuviera la fortuna de alcanzar un ‚xito t‚cnico-industrial que mereciera la pena anticiparlo". Aquella
falta de resultados concretos enfri¢ los  nimos en el seno de la CG. El caso aislado de Campanario
qued¢ pues en el olvido, siendo recordado, no obstante, como un "‚xito relativo". 

     Al persistir aquella t¢nica en los meses siguientes, los gestores del INI acabaron por reconocer
que las tareas de prospecci¢n minera no eran satisfactorias. De ah¡ que la concesi¢n de nuevas
asignaciones presupuestarias quedara supeditada a la obtenci¢n de resultados en un plazo inmediato.
Corr¡a por entonces el a¤o 1956. Ello determin¢ una casi paralizaci¢n en el ritmo de los sondeos en la
esperanza de que la geof¡sica a‚rea comenzara a dar frutos. En aquel entorno, cualquier s¡ntoma de la
existencia de pirita fue considerado como un "indicio alentador". A pesar de las advertencias en
sentido contrario, Suanzes aprob¢ que se ampliasen las asignaciones por un importe de 9,7 millones de
pesetas para continuar la prospecci¢n pir¡tica en la zona reservada por otros dos a¤os. ¨ C¢mo iba a
negarlo si la propuesta vino redactada en los t‚rminos adecuados ? En efecto, empleando un estilo
grandilocuente, m s propio de los a¤os 40 que del a¤o de la Estabilizaci¢n, la CG coloc¢ h bilmente
en manos del INI la capacidad de dar con una soluci¢n mesi nica para "salvar" a la econom¡a espa¤ola
aprovechando la riqueza minera del pa¡s. He aqu¡ una muestra que reproduzco por su inter‚s:
     "Urge pues la ... aprobaci¢n de un nuevo programa que permita la continuidad de los
     reconocimientos en marcha que se encuentran ahora en su fase m s prometedora. As¡ lo
     aconseja la indudable existencia de masas ocultas de piritas en aquella regi¢n, con el acicate
     que representa el muy probable descubrimiento de minerales cobrizos cuya producci¢n ha
     descendido considerablemente en los £ltimos a¤os por agotamiento de las zonas ricas en cobre
     que ven¡an explot ndose desde muy antiguo. El momento cr¡tico por el que actualmente pasan
     nuestras piritas frente al azufre americano (Frasch) y al recuperado de gases naturales (Lacq),
     podr¡a salvarse al poder volver a disponer de piritas ferrocobrizas de alto valor en el mercado.
     Es este un aspecto de los reconocimientos del mayor inter‚s para el futuro de la econom¡a
     nacional".

     Como prueba de que esta clase de argumentos gozaba a£n de predicamento entre los dirigentes
del INI, v‚ase a continuaci¢n la respuesta del Director T‚cnico al anterior escrito:
     "Los argumentos de PE ... son concluyentes y en efecto, el descubrimiento de nuevas masas de
     pirita probablemente vendr¡a acompa¤ado con un incremento de la producci¢n de minerales
     cobrizos. Es digna de aplauso la actitud de la CGPE ante el problema de la investigaci¢n en la
     zona de Huelva, pues demuestra la visi¢n clara de considerar esta regi¢n como lo que realmente
     es, una de las provincias mineral¢gicas m s importantes del mundo".

     En el per¡odo comprendido entre 1951 y 1960, se ejecut¢ la geolog¡a de todos los t‚rminos de
la reserva. Se efectuaron 95 sondeos con casi 17.000 metros de perforaci¢n. Se dispuso de la geof¡sica
a‚rea y terrestre en un  rea de 600 kil¢metros cuadrados y, por £ltimo, se realizaron mediciones
magn‚ticas. Pero, como ya se ha indicado, PE no consigui¢ extraer piritas y, en ese sentido, fracas¢
en el cometido que le fue encomendado por el consejo del INI en 1951.

     Desde 1960, se advierte una tendencia a 'maquillar' la falta de resultados por una doble v¡a. En
primer lugar, se recurri¢ a razones poco convincentes para justificar el fracaso de la prospecci¢n minera.
Veamos un par de ejemplos. Por un lado, se argument¢ que se parti¢ con una "experiencia nula por ser
escasas las investigaciones hechas desde la ‚poca romana". Quiz  fuera cierto que los ingenieros de
ADARO estuvieran faltos de experiencia en temas de la miner¡a onubense de la pirita. La iron¡a de la
afirmaci¢n estriba m s bien en que se pas¢ deliberadamente por alto el acervo minero de los ingenieros
que desempe¤aron su labor en las explotaciones privadas. Un buen conocedor de la zona minera como
Pinedo Vara no tuvo remilgos a la hora de reconocer que la cuenca de Riotinto constituy¢ una excelente
escuela de formaci¢n para toda una generaci¢n de mineros, ingenieros de minas e ingenieros qu¡micos.
Por otro lado, con fuerte dosis de cinismo, se aleg¢ que el sector privado descuid¢ la investigaci¢n
minera en parajes distintos a sus concesiones en los a¤os transcurridos desde la conclusi¢n de la guerra
civil. En realidad, no hubo apat¡a de los empresarios particulares sino imposibilidad al quedar toda la
regi¢n minera dentro de la reserva estatal. 

     La segunda v¡a para disfrazar la actuaci¢n de PE-ADARO consisti¢ en sustituir el viejo anhelo
enunciado en 1951 de encontrar pirita propia, por unas nuevas orientaciones hechas a la medida de las
circunstancias del momento. En esa l¡nea, AUXINI argument¢ en 1960 que 
     "de triunfar en esta etapa ... el ‚xito no consistir¡a s¢lo en haber descubierto algunas masas
     virgen de pirita ferrocobriza, sino de haber encontrado los m‚todos y formado el personal
     t‚cnico capaces para este tipo de hasta ahora dif¡ciles reconocimientos".

     Es decir, localizar nuevos criaderos qued¢ relegado a un segundo plano en favor del objetivo
de acumular unos conocimientos que redundar¡an en provecho de las empresas privadas. Profundizando
en esta nueva direcci¢n, AUXINI antepuso en 1963 otras tres prioridades a la localizaci¢n de nuevos
criaderos de pirita. En el nuevo enfoque, la investigaci¢n minera desarrollada desde 1951 habr¡a
respondido, en primer lugar, a la
     "preocupaci¢n del Estado por un conocimiento m s amplio de la riqueza pir¡tica del suroeste
     ... en ausencia de manifestaciones pr cticas de la empresa privada".

     En segundo lugar, se aleg¢ que siempre existi¢ la pretensi¢n de ampliar el "inventario pir¡tico"
en el convencimiento de que este objetivo rebasaba los 
     "intereses inmediatos de la iniciativa privada, por lo que es una misi¢n que concierne a los m s
     altos intereses y a las previsiones a largo plazo del Estado".
      
     Con semejante alegato en favor de la intervenci¢n estatal vista como un servicio p£blico que
enmienda los fallos del mercado, se enlaz¢, en tercer lugar, con el manido argumento en torno a la
apat¡a y miop¡a de los empresarios privados incapaces de comprender las oportunidades de inversi¢n.
En ese sentido, la actividad desarrollada por el INI habr¡a sido un verdadero acicate, raz¢n por la cual
no deber¡a interrumpir su actuaci¢n ni siquiera en 1963. En efecto, tan pronto como eso ocurriese 
     "es muy probable que las empresas [privadas] volvieran a su permanente conducta de
     inactividad investigadora, limit ndose a explotar los criaderos conocidos desde la ‚poca romana
     o descubiertos posteriormente al azar".

     Tras esos ataques feroces a la empresa privada por su incapacidad para acometer una
prospecci¢n m¡nimamente cient¡fica, emergi¢ la pretensi¢n de AUXINI de conseguir una nueva l¡nea
de cr‚dito por un importe de 60 millones de pesetas que le garantizase la continuidad de su programa
de investigaci¢n durante otros dos a¤os. A pesar de los nuevos aires que soplaban, se recurri¢ una vez
m s a la misma palabrer¡a altisonante que a£n gustaban escuchar los dirigentes del INI, lo que quedaba
todav¡a muy lejos del pretendido principio de subsidiaridad que abrazar¡an, al menos en teor¡a, a partir
de 1964.

     Con el fracaso de la opci¢n aut rquica del INI que impuls¢ Suanzes en la vertiente pir¡tica,
entendiendo aqu‚lla como la autosuficiencia del propio organismo frente a terceros de cualquier clase,
el programa de PE qued¢ parcialmente desarbolado. Como hemos visto en la secci¢n 2¦, la falta de pirita
propia forz¢ un cambio de estrategia a partir de 1956. Los gestores de PE se plantearon entonces la
conveniencia de recurrir a las minas particulares y a las f bricas de sulf£rico en busca de las piritas y
de las cenizas que requer¡an los proyectos industriales. Sin embargo, el ‚xito no fue mayor en este
terreno que en el de la prospecci¢n minera. S¢lo a rega¤adientes, a precios crecidos y para un mineral
de p‚sima calidad, los mineros habr¡an estado dispuestos a suministrar pirita al INI. No as¡, en
cambio, las f bricas de sulf£rico pu‚s el mercado de cenizas era libre y tanto les daba vend‚rselas al
INI como a la DKF. La explicaci¢n de este nuevo rev‚s es sencilla: el INI acab¢ atrapado en la misma
tela de ara¤a que teji¢ Suanzes en su segunda etapa de ministro y que Planell se encarg¢ de preservar,
con la sola finalidad de provocar la ruina de RTC y favorecer as¡ la adquisici¢n de los afamados
criaderos a un precio de saldo. 

     En efecto, la pol¡tica de precios aplicada de forma ininterrumpida en los diez a¤os comprendidos
entre 1945 y 1954 respondi¢ a la voluntad prioritaria de perjudicar a la cuenta de resultados de RTC
por encima de cualquier otra consideraci¢n. De ah¡ que el mantenimiento de un precio de tasa para
el cobre, inferior a la cotizaci¢n internacional de ese metal, estuviera en la ra¡z del problema con el que
top¢ la CG. En una larga exposici¢n al INI, la Comisi¢n denunci¢ los efectos perversos que representaba
la desigualdad existente entre los precios interiores y los de exportaci¢n. Tal como se desprende de
las cifras desglosadas en el cuadro 3, la tonelada de pirita exportada lograba un sobreprecio de un 74
por 100 si era de hierro y de un 40 por 100 si era ferrocobriza en el caso m s desfavorable (Situaci¢n
B). T‚ngase en cuenta adem s que el mercado de piritas se hallaba sujeto a los contingentes impuestos
por la Operaci¢n 'P', atendiendo a 

Cuadro 3: Los precios de la pirita en 1956 (ptas/Tm)




I) Pirita de hierro
                                 Caso A
                                 Caso B


    * Mercado espa¤ol
                                 180,6
                                 180,6


    * Mercado de exportaci¢n
                                 347,0
                                 313,9


    * Diferencia (%)
                                  92,0
                                  74,0


II)Pirita ferrocobriza




    * Mercado espa¤ol
                                 303,2
                                 303,2


    * Mercado de exportaci¢n
                                 457,0
                                 423,9


    * Diferencia (%)
       51,0
       40,0


Fuente y notas: 
 Caso A: Precio de exportaci¢n a 105 chelines por Tm.
 Caso B: Precio de exportaci¢n a  95 chelines por Tm.
 En el mercado espa¤ol, el precio de la pirita de hierro estaba fijado por el Ministerio de Industria.
 En cuanto a la pirita ferrocobriza, su precio se fijaba por sus dos componentes, azufre y cobre, tanto
 en el mercado interior como de exportaci¢n. Para el primero, en aplicaci¢n de un compleja f¢rmula
 establecida por O.M. 31.10.1941 seg£n la cual el sobreprecio por cobre = (Cu - p)/100 . (B - T)
 siendo Cu la proporci¢n de cobre anal¡tico contenido en la pirita; p, el porcentaje de p‚rdidas
 previstas en la recuperaci¢n; B el precio de tasa del cobre bl¡ster y T los gastos de tratamiento. Por
 O.M. de 30.6.1955 los valores de estos par metros eran los siguientes: p = 0.75; B = 25.000 ptas y
 T = 750 ptas, siendo Cu = 1,2. En realidad, esta f¢rmula no se lleg¢ a aplicar ya que no exist¡an
 plantas de lixiviaci¢n que pudieran aprovechar esta clase de pirita, excepto las instalaciones propias
 de la CEMRT. Para el mercado de exportaci¢n, el comprador estaba obligado a devolver, por
 convenio con Operaci¢n 'P', el importe del cobre si la riqueza de la pirita exced¡a de 1 por 100,
 descontando 7 kgs de cobre por cada tonelada en concepto de p‚rdidas. Puesto que el cobre
 reimportado era gestionado por el COMEIM, este organismo era el encargado de abonar al minero
 su importe al precio de tasa establecido por el gobierno, una vez deducidos los impuestos, gastos de
 aduanas y gastos de fusi¢n (unas 19.000 pesetas netas en lugar de las 25.000 ptas oficiales).
 Todas las cifras proceden de la 'Nota ampliatoria al abastecimiento de piritas' (30.4.1956), INI leg.
 262.1 '1956.2' exp. 172.


los cuales los mineros hab¡an de vender aproximadamente un tercio de su producci¢n en el interior,
junto con la totalidad del azufre y cobre recuperados. Puesto que el precio de tasa de la pirita no cubri¢
los costes de extracci¢n, aquella sumisi¢n result¢ ruinosa. As¡ lo denunciaron repetidamente las
empresas, tanto a t¡tulo individual como de forma colectiva por medio de su asociaci¢n patronal. A
poco de culminarse la compra de las minas de Riotinto, Operaci¢n 'P' se sum¢ a las quejas, actitud que
prueba que la pol¡tica oficial de precios y la cuesti¢n 'RIO TINTO' estuvieron engarzadas. En efecto,
en 1955, Comercio urgi¢ a la Secretar¡a T‚cnica del Ministerio de Industria a modificar el precio interior
de la pirita y del cobre para evitar a las empresas los "graves quebrantos" que sufr¡an. Carlos
Sundheim, por su parte, reclam¢ una inmediata elevaci¢n de los precios interiores y la revisi¢n de los
cambios aplicados a la exportaci¢n de piritas. 

     Lo m s llamativo de este rosario de denuncias fue, sin duda, la incorporaci¢n de la CGPE a la
lista de agraviados, es decir del portavoz m s autorizado del INI en cuestiones relacionadas con la pirita.
En un escrito dirigido a la Gerencia del Instituto, Men‚ndez Puget declar¢ sin ambages que
      "la econom¡a de las minas de pirita presenta sombr¡as perspectivas. Ven en la referida
     industrializaci¢n, no un deseado futuro cliente, como ser¡a l¢gico, sino un enemigo de sus
     intereses".

     Era de presumir que la ejecuci¢n del programa del INI obligase a desviar una parte de la
producci¢n destinada a la exportaci¢n hacia el mercado interior. En esa circunstancia, con unos precios
de tasa inamovibles y con pocas posibilidades de aumentar la extracci¢n ante la falta de equipos
adecuados, la perspectiva no pod¡a interesar en absoluto a las empresas privadas. Ahora bien, ¨ Por qu‚
no critic¢ la CG el sistema de precios con anterioridad a 1956 ? Pueden adelantarse tres posibles
explicaciones. Primero, el v¡nculo ya se¤alado entre la pol¡tica de precios y la pol¡tica de Estado
orientada hacia la adquisici¢n de las Minas de Riotinto oblig¢ a esperar al desenlace, m xime en la
medida en que Suanzes deposit¢ la esperanza de conseguir el control de las minas propiedad de la
empresa inglesa en provecho de su Instituto. Una segunda explicaci¢n estriba en el desinter‚s de quienes
confiaron ciegamente en que ser¡a factible encontrar nuevos yacimientos de pirita dentro de la zona
reservada por el Estado. Y, por £ltimo, no debe perderse de vista que un suministro de pirita a bajo
precio era garant¡a de una mejor rentabilidad para el programa de PE. Sin embargo, abastecer a las
f bricas del INI a base de pirita privada obligaba a una cierta complicidad por parte de los funcionarios
de la Operaci¢n 'P' puesto que, entre las competencias de este organismo, figur¢ la fijaci¢n de los cupos
de ventas. Es probable que aquella complicidad no entrase en los c lculos ni de los unos ni de los otros
a pesar de las buenas palabras que Zavala, el presidente de la Operaci¢n 'P', dirigi¢ a Men‚ndez Puget. 

     En 1956, la situaci¢n sufri¢ un vuelco radical. En primer t‚rmino, las minas de Riotinto pasaron
a manos de un consorcio bancario espa¤ol, del que se autoexcluy¢ Suanzes con el fin de no quedar en
minor¡a. En segundo t‚rmino, las dudas sobre el ‚xito de la prospecci¢n minera empezaron a tomar
cuerpo en el seno del organismo paraestatal, a lo que debe a¤adirse que los intentos por lograr la
cooperaci¢n de los mineros particulares resultaron fallidos. Para mayor desgracia de los dirigentes del
INI, comenz¢ a respirarse un ambiente m s favorable a la liberalizaci¢n de la econom¡a espa¤ola en los
c¡rculos oficiales, lo que oblig¢ a excluir el recurso a pol¡ticas de fuerza. As¡ lo entendi¢ Men‚ndez
Puget al declarar que la colaboraci¢n de los mineros no se deb¡a
     "obtener coactivamente o mediante controles desagradables siempre, e ineficaces a la larga".

     En las nuevas circunstancias, PE comprendi¢ que era preferible un suministro estable de pirita
a medio plazo a£n si hab¡a de pagar un precio superior. Interesa ahora analizar las modificaciones
propuestas al r‚gimen de precios. Sundheim y Men‚ndez Puget compartieron la opini¢n de que el ideal
ser¡a alcanzar una libertad absoluta de precios, es decir se declararon abiertamente favorables a sustituir
el r‚gimen de contingentes y precios de tasa por los mecanismos del mercado. M s conservador en sus
juicios, Men‚ndez Puget confes¢ la necesidad de llegar a ese ¢ptimo a trav‚s de una serie de etapas,
alegando al respecto que
     "no ser¡a f cil pasar de la situaci¢n actual, insostenible, a la libertad de contrataci¢n de las
     piritas, aspiraci¢n m s o menos lejana de los mineros, pues es sabido que en Econom¡a (sic),
     los cambios radicales son muy peligrosos".

     En la primera etapa, deber¡an fijarse nuevos precios con el objetivo de acortar e incluso suprimir
la distancia entre el precio interior y la cotizaci¢n internacional. En ese sentido, ser¡a indispensable
elevar el precio interior porque esa medida, a su vez, incentivar¡a a que los mineros aceptasen bajar el
precio de exportaci¢n. Para Men‚ndez Puget, las empresas mineras espa¤olas manten¡an un elevado
precio de exportaci¢n - gracias al control que ejerc¡an en el c rtel europeo de la pirita - con objeto de
resarcirse de las p‚rdidas que les ocasionaban las ventas en el interior. Por ende, la reducci¢n del precio
de exportaci¢n permitir¡a a la pirita sostener la lucha con el azufre nativo americano y el recuperado
franc‚s. De ah¡ la conveniencia a todas luces de elevar el precio de tasa. Para Sundheim, el nuevo
precio de tasa deber¡a cubrir los costos de extracci¢n y dejar un peque¤o margen de beneficio, al tiempo
que los tipos de cambio aplicados a la exportaci¢n deber¡an ser unificados. En este punto, Men‚ndez
Puget abog¢ por la necesidad de implantar un sistema de compensaci¢n con el fin de que el minero
percibiese un precio £nico con independencia del destino de su pirita. En caso de debilidad en el
mercado exterior, el minero ser¡a compensado por medio de una elevaci¢n del precio interior. A trav‚s
de este sistema que persegu¡a una adecuaci¢n de los intereses de mineros y fabricantes nacionales, se
alcanzar¡a, en opini¢n de Men‚ndez Puget, una segunda y definitiva etapa que consistir¡a en el "ideal
de un mercado con libertad de contrataci¢n". Por id‚ntico razonamiento, defendi¢ la oportunidad de
elevar el precio de tasa del cobre bl¡ster ya que incid¡a en el precio de la pirita ferrocobriza a trav‚s de
la f¢rmula param‚trica. 

     La intermediaci¢n de organizaciones oficiales como Operaci¢n 'P' y la CGPE, unido a las
protestas continuadas de las compa¤¡as mineras, decidi¢ al Ministerio de Industria a elevar los precios
del cobre y de la pirita en el mercado interior en el verano de 1956. 

     3.2 Racionalidad ideol¢gica, racionalidad econ¢mica.

     Valorar la intervenci¢n global del INI en el sector de la pirita obliga a separar la decisi¢n de
aprovechar de forma completa esa mena de lo que ata¤e exclusivamente al proceso minero-metal£rgico.
Comenzando por el aspecto metal£rgico en un sentido estrictamente t‚cnico, no se trat¢ en modo alguno
de una quimera. Por tanto, no fue una f bula como, por ejemplo, lo habr¡a sido la b£squeda obcecada
de  combustibles l¡quidos en el subsuelo espa¤ol. En Alemania, Duisburg constituy¢ un punto de mira
obligado pues la planta de la DKH disfrutaba de una largu¡sima experiencia en el campo de la
recuperaci¢n de metales a partir de cenizas de pirita. Si adem s tenemos en cuenta la enorme admiraci¢n
que profesaron los m ximos dirigentes del INI por la supremac¡a industrial alemana, lo que apreciaron
por s¡ mismos en las numerosas giras a ese pa¡s realizadas en plena guerra mundial, se comprender 
entonces su ansia por ver reproducido el proceso en Espa¤a. El atractivo de ‚ste £ltimo era patente.
Permit¡a al INI abordar una hu¡da hacia adelante. En efecto, al aprovechar de forma completa la pirita,
se generaba una reacci¢n en cadena que estaba en la esencia misma de la autarqu¡a tantas veces
acariciada por Suanzes para el Instituto. Al tiempo que se generaba esa concatenaci¢n de actividades
o integraci¢n vertical, el proceso hizo concebir la posibilidad de hacer realidad el sue¤o de lograr una
autosuficiencia en campos tan esenciales para la econom¡a y la defensa como la producci¢n de cobre
(metalurgia y electricidad), de azufre (industria qu¡mica y explosivos), de  cido sulf£rico (fertilizantes
e industria qu¡mica en general), de hierro (siderurgia) e incluso de metales preciosos. Permit¡a adem s
contribuir a erradicar el colonialismo de la miner¡a onubense, una meta especialmente querida para
quienes encarnaban el pensamiento nacionalista m s feroz del r‚gimen de Franco. Y, por £ltimo,
permit¡a alcanzar el control del mercado europeo de la pirita a trav‚s de la fijaci¢n de los precios de
exportaci¢n. Desde la ¢ptica de las concepciones ideol¢gicas de un Suanzes determinado a alcanzar al
"engrandecimiento industrial" de Espa¤a, ning£n otro mineral tuvo el atributo de conjugar en semejante
grado, pol¡tica y econom¡a. En una palabra, el aprovechamiento completo de la pirita cas¢ perfectamente
con la racionalidad ideol¢gica de Suanzes. Por supuesto, esa misma racionalidad impeli¢ al presidente
del INI a optar por una autosuficiencia minera. Esa decisi¢n contrari¢ el criterio de personas que
demostraron tener una visi¢n m s l£cida de la realidad, a£n si, en lo esencial, comulgaban plenamente
con esos mismos ideales. Como se ha intentado mostrar, en esto radic¢ uno de los talones de Aquiles
del programa que abord¢ el INI en 1951. En cualquier caso, la propia g‚nesis de este proyecto estuvo
siempre re¤ida con cualquier forma de entendimiento con unas empresas mineras que, como fue el caso
de RTC, encarnaban lo m s execrable del imperialismo econ¢mico que se intent¢ erradicar.

     Por supuesto, racionalidad ideol¢gica no presupone racionalidad econ¢mica por varias razones.
En primer lugar, la autarqu¡a del INI impidi¢ buscar apoyos en el sector privado e incluso en el sector
p£blico. A la larga, se demostr¢ que ambos fueron imprescindibles para culminar con ‚xito el proyecto.
Ni las compa¤¡as mineras, ni los fabricantes de  cido sulf£rico vieron con agrado aquella nueva
injerencia del INI en su  mbito natural de actividad. Las primeras padecieron la severidad de una
legislaci¢n sobre reservas mineras. Al mismo tiempo, contemplaron con recelo la ejecuci¢n de un
programa susceptible de acelerar su ruina si las autoridades comerciales hubieran consentido al desv¡o
de un parte de su producci¢n hacia el mercado interior. En cuanto a las f bricas de sulf£rico, tampoco
aplaudieron la entrada de un nuevo competidor en el sector por estar aquejadas de elevados ¡ndices de
sobrecapacidad. Por ello, su respuesta consisti¢ en montar sus propias plantas para tratar cenizas
adelant ndose a la lentitud de la pesada maquinaria del INI. En 1954, Operaci¢n 'P' di¢ cuenta de la
existencia de capital privado interesado en montar 3 plantas, una en Vizcaya para 150.000 Tms, otra en
Barcelona para 60.000 Tms y una tercera en Asturias. La f brica de la METALQUIMICA DEL
NERVION que inici¢ su andadura en 1962, manten¡a estrechos lazos con empresas filiales de los
principales grupos mineros y qu¡micos del pa¡s. Por su lado, la f brica de Badalona, propiedad de la
SIDERURGIA INDUSTRIAL, COMPA¥IA IBERICA (SICI), fue autorizada en 1955 por Industria para
tratar las cenizas procedentes de una f brica de CROS.  

     En segundo lugar, el aprovechamiento completo de la pirita llevaba emparejado una apuesta
decidida por su empleo como fuente de obtenci¢n de azufre. Sin embargo, la p‚rdida de la hegemon¡a
del azufre pir¡tico se hab¡a iniciado muchos a¤os antes al t‚rmino de la Primera Guerra Mundial al
irrumpir en el mercado europeo el azufre Frasch procedente de los domos situados en el Golfo de
M‚jico. El contenido en azufre de la mejor pirita, esto es la pirita de Riotinto, es de un 48 por 100
mientras que el azufre Frasch tiene una pureza del 99 por 100. Por esta raz¢n, el azufre pir¡tico resulta
sobrecargado por los costes del transporte por lo que es menos competitivo en condiciones normales.
Por lo dem s, mientras que el azufre elemental es de uso industrial inmediato, la pirita debe ser
tostada. Si sumamos a esas dos razones los frecuentes incumplimientos de contrato en los a¤os de la
Guerra Civil debido a los frecuentes embargos realizados por los insurgentes, se comprender  por qu‚
la pirita onubense perdi¢ gradualmente su anterior cuota de mercado. En esas circunstancias, muchos
de los grandes clientes de la pirita espa¤ola optaron o bien por una pirita de otra procedencia o bien por
adecuar sus instalaciones al empleo de azufre elemental. Esto £ltimo ocurri¢ sobre todo con los
fabricantes ingleses. M s tarde, en el per¡odo posb‚lico, la reconstrucci¢n europea unida a la sospecha
de un prematuro agotamiento de los yacimientos americanos y al alza de precios que provoc¢ el inicio
del conflicto coreano hicieron concebir la esperanza de una recuperaci¢n  de la exportaci¢n de pirita
onubense. El auge fue pasajero. Para desgracia de la miner¡a onubense, se padeci¢ adem s la irrupci¢n
de un molesto competidor: el azufre recuperado a partir del gas natural de Lacq. 

     Los porcentajes que aparecen en el cuadro 4 ilustran perfectamente la £ltima fase del proceso
descrito. Como puede observarse, la cuota conjunta de mercado del azufre Frasch y del pir¡tico sufri¢
una reducci¢n de 20 puntos desde un 80 a un 
Cuadro 4: El mercado europeo del azufre, 1951/1963 (%)




Clase de azufre
                                  1951
                                  1956
                                  1963


Frasch
                                        44,0
                                  42,0
                                  31,3


Pirita 
                                  36,5
                                  34,0
                                  29,0


Recuperado
     3,5
     5,3
                                  20,3


Nativo
     3,7
     3,0
     2,1


Otras formas
    12,3
    14,9
    17,1


Fuente y notas:
 Porcentajes respecto al consumo total de azufre. Todas las cifras proceden de 'Escrito de M. Ort¡z
 de Land zuri a la Direcci¢n T‚cnica' (19.5.1964), INI expediente original n£m. 790/2.


60 por 100 entre 1951 y 1963 en favor de otras formas de azufre. En el lapso de tiempo comprendido
entre 1956 y 1963, el azufre recuperado experiment¢ un aumento multiplicando por 4 su cuota en el
mercado europeo que pas¢ de un modesto 3,5 a un espectacular 20,3 por 100.

     A pesar de tan desalentadores porcentajes que constitu¡an una l£gubre antesala del futuro de la
pirita en el mercado europeo del azufre, AUXINI-PE se declar¢ en 1964 partidario firme de continuar
la explotaci¢n de esta mena, tal como se desprende del siguiente pasaje:
     "Esta tendencia mundial en detrimento de las piritas no nos es dable seguirla a los espa¤oles,
     precisamente por disponer de los mayores criaderos ... a los que una fuerte barrera arancelaria
     proteje de las posibles veleidades importadoras de azufre elemental. Estamos pues obligados a
     lidiar las piritas, tanto la industria espa¤ola, en general, como, en particular, las empresas en
     las que participa el INI".

     A pesar de lo avanzado de la fecha, Men‚ndez Puget retorn¢ a una argumentaci¢n basada en
aspectos ideol¢gicos para derrotar al dictado de la racionalidad econ¢mica. La pretendida obligaci¢n de
utilizar pirita como mena de azufre y de hierro no estaba justificada, como acabamos de ver, por la
tendencia del mercado mundial ni, como ahora veremos, por la evoluci¢n de la t‚cnica. 

     Por supuesto, a nadie del Departamento de Piritas de AUXINI se le escap¢ que las
caracter¡sticas de la pirita espa¤ola imped¡an un tratamiento sider£rgico en condiciones ¢ptimas. Ni los
procedimientos utilizados por MONTECATINI en sus instalaciones de Scarlinno ni las t‚cnicas
empleadas por la empresa filandesa OUTOKUMPU en su planta de Kokkola pod¡an ser trasplantadas
a Espa¤a a causa de las impurezas que, en elevado grado, contiene la pirita onubense. De ah¡ la
obligaci¢n de dise¤ar una t‚cnica propia con dos objetivos prioritarios. Primero, lograr las
especificaciones de los sider£rgicos (entre otras, 0,06 por 100 de ars‚nico y menos de 0,2 por 100 de
cobre). Segundo, compensar los extra costes del tratamiento de las cenizas para conseguir un mineral
p£rpura en condiciones competitivas. Para dar cumplimiento a este segundo requisito, se precis¢ que
el valor del cobre recuperado fuese por lo menos igual a los costes inherentes al proceso. En virtud de
la cotizaci¢n de este metal, se estableci¢ que la operaci¢n s¢lo ser¡a rentable si la ley en cobre exced¡a
de un 0,7 por 100. La fe ideol¢gica en la riqueza del subsuelo espa¤ol no fue suficiente para invertir
el empobrecimiento gradual de las piritas espa¤olas. Mientras que en 1917 se extrajeron 1,9 millones
de Tms con ley superior a 1,5 % de cobre, en 1959 el tonelaje se hab¡a reducido hasta 130.000 Tms.
Ahora bien, la pirita ferrocobriza se export¢ en raz¢n de la diferencia de precio que percib¡a el minero
en el mercado exterior (v‚ase m s arriba). Por consiguiente, la voluntad de obtener un mineral p£rpura
sider£rgico entr¢ en conflicto con la pol¡tica oficial de precios. Para Mingarro Satu‚, el uso sider£rgico
de la pirita espa¤ola impon¡a una condici¢n adicional a la ya comentada reforma de los precios. En
su opini¢n, era decisivo a¤adir una adecuada pol¡tica de distribuci¢n. Las piritas m s ricas en cobre -
id¢neas desde un punto de vista econ¢mico - deber¡an ir destinadas al consumo de las f bricas de
sulf£rico emplazadas en la proximidad de los altos hornos. A£n cumpli‚ndose todas las condiciones
apuntadas - mineras, comerciales, industriales y t‚cnicas -, Mingarro Satu‚ afirm¢ que
     "el aprovechamiento del hierro contenido en la pirita no resulta aconsejable m s que sobre
     500.000 Tms de pirita, de las econ¢micamente preparables ... capaces para producir 350.000
     Tms de cenizas, que representan alrededor de 210.000 Tms de hierro".

     Comparado con la producci¢n de ENSIDESA en 1963, ese total representaba menos de 1/3 del
lingote de acero, lo que lleva a cuestionar la bondad de todo el programa acometido por el INI en la
miner¡a de la pirita. 

                               * * *
     He intentado mostrar que la l¡nea de acci¢n que abord¢ el INI en 1951 con la constituci¢n de
una Comisi¢n Gestora de la futura empresa PIRITAS ESPA¥OLAS estuvo viciada desde su gestaci¢n
por un c£mulo de factores ideol¢gicos que prevalecieron sobre la cordura econ¢mica. Esta £ltima que
estuvo, no obstante, presente en los escritos de algunos t‚cnicos del INI, fue acallada por el sistema
presidencialista que caracteriz¢ a la toma de decisiones en este organismo durante el per¡odo aqu¡
considerado. La combinaci¢n de un acentuado despecho por cualquier forma de colaboraci¢n con el
sector privado, junto a una fe ciega en la riqueza del subsuelo onubense impulsaron la adopci¢n de una
v¡a aut rquica con escasos visos de ‚xito. La falta de resultados positivos acab¢ dando la raz¢n a los
t‚cnicos que abogaron, desde el comienzo de la aventura, por dedicar los cuantiosos recursos financieros
asignados a la prospecci¢n minera a usos alternativos. De igual forma, lo que fue un aporte apreciable
del programa PE - crear un centro de investigaci¢n y formar un equipo cient¡fico - qued¢ desvirtuado
por la obcecaci¢n de basar el "resurgimiento industrial" del pa¡s en el empleo exclusivo de materias
primas nacionales. En los a¤os 1950, la hegemon¡a de la pirita como mena de azufre toc¢ a su fin. A
pesar de ser conscientes de ello, los dirigentes del INI optaron por una hu¡da hacia adelante apostando
por el ideal regeneracionista de utilizar pirita nacional en vez de importar azufre barato extranjero. Por
£ltimo, la apat¡a del sector privado, mucho m s aparente que real, fue resultado de la coacci¢n empleada
en su contra por la pol¡tica industrial del gobierno. Si bien resulta imposible predecir lo qu‚ hubiera
ocurrido en un escenario alternativo, hemos visto que existi¢ una voluntad de acometer inversiones
similares a las programadas por el INI. En esa media, hubo duplicaci¢n de esfuerzos y, por tanto,
despilfarro de recursos. 

     A mi modo de ver, la actuaci¢n del INI en el sector de la pirita es una ilustraci¢n perfecta de
las consecuencias a que llev¢ la obsesi¢n de su primer presidente por la planificaci¢n y por lograr una
autarqu¡a dentro del conjunto de la econom¡a espa¤ola. Como punto final, recordemos sus palabras
acerca de la bondad de cualquier plan:

      "Es preciso que elaboremos un plan y que elaborado, bueno o malo, tengamos la firme decisi¢n
     de seguirlo y pongamos los medios necesarios para poder llevarlo a la pr ctica".

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                               Serie 

          'La Industria en la Espa¤a de Franco, 1939-1959'


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