Ángel Rupérez (Burgos, 1953). Estudió Filología Románica en la Universidad de Valladolid, en la que fue alumno de Víctor García de la Concha y de Santiago de los Mozos, dos de los profesores que se salvaban de la quema en una universidad tan esencialmente mediocre como la de esa ciudad en aquellos años. Obtuvo cátedras de Institutos y, a la vuelta de Barcelona, en la que enseñó durante dos años en un instituto de las afueras de la bella y recordada ciudad catalana, se reencontró en Madrid con un viejo amigo de universidad, Andrés Trapiello, a la sazón director, junto con el difunto Valentín Zapatero, de la gloriosa editorial Trieste, en la que editó sus primeros libros. En 1988 conoció y trabó amistad con el poeta Claudio Rodríguez, al que admiró siempre por su integridad personal y por su genialidad poética. En 1989 se presentó al premio Loewe en su segunda edición, y al parecer, mantuvo su libro un reñida disputa hasta el final con el que acabaría alzándose con el galardón, obra de Jaime Siles, dicen : que no precisamente con buenas artes. El jurado decidió darle al derrotado un premio de consolación pero no pudo hacerlo porque el candidato sobrepasaba la edad - 30 años - asignada para ese premio segundo. Octavio Paz, jurado del premio, comentó en la prensa esa circunstancia y lamentó que nuestro autor se hubiera quedado sin nada cuando - parece que dijo - lo merecía todo. Poco después de esos hechos, el poeta Claudio Rodríguez le invitó a participar en la primera edición de Lecturas de Poesía en el Palacio Real, celebradas en Madrid, junto a Ángel Gonzalez, Antonio Gamoneda y Luis García Montero. Ese mismo año - 1990 - nuestro autor comenzó a colaborar como crítico literario en el diario El País, tarea que no ha abandonado desde entonces e incluso ha ampliado como colaborador en las áreas de Cultura y Opinión. Publicado el citado libro del citado premio con el título de Conversación en junio en la modestísima y ruinosa editorial El Banquete - que había fundado nuestro poeta, y cuyo nombre rememoraba la revista en la que colaboraba el joven Marcel Proust -, acabó siendo finalista en el Premio Nacional de Poesía, en reñida disputa con el poeta ganador J.A.Valente, pues siempre fue por delante en las votaciones previas antes de llegar a la final. En 1985 empezó su tarea de docente en la UCM en el Departamento dirigido por el sabio Antonio García Berrrio, bajo cuya dirección escribió su tesis doctoral, que acabó leyendo la UAM de Madrid, cuyo tribunal presidía el profesor Tomás Albaladejo.