Sylvia es una amazona olvidada en los libros de antropología
tapándose parte de sus heridas y cicatrices
con tatuajes como un marciano rosa y una tirita
entre muchas de sus cualidades se encuentran
destronar a Afrodita en las barras de Pole Dance
hacer la espera de Godot significante y anhelosa
curar la capa de ozono con una mirada de adolescente
quitar el protagonismo a la lavanda de Castilla entera
albergar en pesadillas los relatos nunca escritos de Edgar Allan Poe
portar la exégesis de la novela europea en su sonrisa
ser la antiheroína con ansias de dormir antes que ser despertada
despojar el calendario gregoriano a las paredes de su casa
desarrollar cabreos sacados de algún guión de Luis García Berlanga
reencarnar con su compañía el descubrimiento de América
extasiarse con su personalidad más que Marco Polo con la pólvora china
refugiar en el pasado un Tom Sawyer del activismo animalista
llenar los silencios con mejores monólogos que Woody Allen
soportar irse a la cama con el Yangtsé y el Mississipi a cuestas
vivir con la incertidumbre de no saber quién será mañana
como un musulmán o judío en la reconquista de Granada
así es Sylvia, un sistema solar propio carente de planetas y asteroides
puro hidrógeno y helio en plena fusión nuclear
el fondo cósmico atiborrado de materia oscura
Pangea, deriva continental de la era Paleozoica
única mujer capaz de despertar a Cthulhu del letargo
manzana buscando aposento en el apocalipsis
aguja desparramada en el pajar de la memoria
primer motor aristotélico que da cuerda al reloj suizo
Vanora Miranda
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