Entre mancos y tuertos

allí encontré mi huerto,

ahora la roja aldeana

recita estos versos.

No hay refugio alguno en el tormento,

no existe corazon sin peso muerto.

Son las aceras mis tapices,

el viento mis canciones,

no hay barco sin puerto

ni almuerzo sin tenedores.

Amor a la locura,

Amor la belleza,

pero tu honras la compostura

no está a la altura,

perder por algo la cabeza.

Es tu burla mi enfermedad

y tu sello mi herida lenta,

esconde la mano pálida

un ardor por la violencia

hacia a aquel que no es tullido

mas cojea por su demencia,

cual armario carcomido

exhibiendo su ocre apariencia,

condición del marginado,

cualidad de insuficiencia.