I
ˇOh chavales! ˇDaos la vuelta!
No mireis sobre el telón de acero,
no busquéis vuestra suerte
donde no la oyen.
ˇOh chavales! Mirad al cielo
y decid si es posible
negarme la razón,
negarle la razón,
negarsela a ella,
a ella que nos da sus frutos,
a ella que nos hace sus frutos,
a ella que nos acogió
y nos resguardó bajo su brazo;
a la madre de nuestras madres,
al padre de tu sangre.
Decidme, oh chavales,
si no está la tormenta
mostrandonos su espejo,
el espejo que ella
posee de nuestras almas,
si no está decidida
a contrarrestar nuestras barbaries,
si no está dividida
entre todos nuestros bandos,
si no adora,
tanto al hijo pálido
como al hijo inválido,
si no está tratando de parar
nuestro estúpido asalto.
II
ˇOh, chavales!
No sé porqué
ya no me importan
sus dimes y diretes.
No conozco la razón
para la desesperada indiferencia
de mi corazón.
No tengo alas
donde deberia estar mi compasión,
no tengo tiempo, ni ganas,
entre los entresijos de mi satisfacción.
ˇoh, chavales!
Decidle que no llore
por la ausencia de mi estima,
que no apele a mis temores
porque ya cometió sus errores,
que no ruege ni gima
por la ruptura de nuestros eslabones,
porque hace ya algún tiempo,
que perdió el rastro de mis talones.
III
ˇOh, chavales! ˇMis hermanos!
żNo es razón ya suficiente,
de levantarse con la vista alta,
de subir a la cima de la montaña,
y reflejar nuestra luz candente,
mostrar el futuro de nuestro presente,
contar al lobo y al lechero,
que es la hora del relevo?
żNo hay un sol poniente
y un sol naciente?
żUn leño verde
y un leño ardiente?
żUn mar de estrellas
y un cielo de corrientes?
żNo todo lo que sube
baja?
żNo luchareis por mi lucha
ni defendereis por vuestra defensa?
żNo estaréis cansados
de perseguir sus recompensas?
żNo estallaréis
en un deseo de libertad y tregua?
żNo queréis que nos cogamos de la mano
y destruyamos nuestras diferencias?