Cuando ciegas lágrimas
de Febo caen por tu ventana,
las gárgolas despiertan
homúnculos despegan
despacio
los casi brazos y piernas
de la madera
cabezas fetales de incertidumbre en las pupilas
colmillos prehistóricos hambrientos de historia
maliciosas mandíbulas persiguiendo
la falta de arena en los relojes,
deslizándose entre espacios,
arrebatando al campanario su velo
hago del tiempo un estanque
cenizas de cigarro
perfumándome a Damócles
una espada se interpone a los cuerpos
enciende el cuadro sus turbinas
tetas desprendiendo la vida
todo se tiñe de albino
se abre el pórtico
de los murciélagos
entre sus alas zozobro
conducen mi cuerpo al Apótetas
sitúan mis pies
al borde del monte
comienza el cielo a orinar mirra
mi fantasma se deja caer
dejando indistinguibles
al corazón de la muerte en el barranco
despierta el cadáver una lluvia de caballos
tose el nitrógeno huracanes de abejas
se hunden las piedras, los árboles arden
las flores mutuamente se suicidan
con tijeras cortando el tallo de sus vecinas
las golondrinas se utilizan
como balas aniquilándose las vidas
hago del dolor leyenda
tu acordeón homicida al alba suena
cosiendo mi boca con hilos de cristal
poniendo la calabaza de taxi en la puerta.
Vanora Miranda