PABLO NERUDA EN LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE
El 6 de diciembre de 1934, Pablo Neruda da un recital de poesía
en la Facultad de Filosofía y Letras y es presentado por su amigo
Federico García Lorca con estas palabras:
"Esto que yo hago ahora se llama una presentación en el protocolo
convencional de conferencias y lecturas, pero yo no presento, porque a
un poeta de la calidad del chileno Pablo Neruda no se le puede presentar,
sino que, con toda sencillez y cobijado por mi pequeña historia
de poeta, señalo, doy un suave pero profundo toque de atención.
Y digo que os dispongáis para oír a un auténtico
poeta, de los que tienen sus sentidos amaestrados en un mundo que no es
el nuestro y que la gente percibe. Un poeta lleno de voces. Un poeta más
cerca de la muerte que de la filosofía; más cerca del dolor
que de la inteligencia; más cerca de la sangre que de la tinta.
Un poeta lleno de voces misteriosas que, afortunadamente, él mismo
no sabe descifrar; de un hombre verdadero que ya sabe que el junco y la
golondrina son más eternos que la mejilla dura y la estatua.
La América española nos envía constantemente poetas
de diferente numen, da variadas capacidades y técnicas. Suaves
poetas de trópico, de meseta, de montaña: ritmos y tonos
distintos, que dan al idioma español una riqueza única.
Idioma ya familiar con la serpiente borracha y el delicioso pingüino
almidonado. Pero no todos estos poetas tienen el tono de América.
Muchos parecen peninsulares y otros acentúan en su voz ráfagas
extrañas, sobre todo francesas. Pero en los grandes, no. En los
grandes cruje la luz ancha, romántica y cruel, desorbitada, misteriosa,
de América. Bloques a punto de hundirse, poemas sostenidos sobre
el abismo por un hilo de araña, sonrisa con un leve matiz de jaguar,
gran mano cubierta de vello que juega delicadamente con un pañuelito
de encaje. Estos poetas dan el tono descarado del gran idioma español
de los americanos, tan ligado con las fuentes de nuestros clásicos;
poesía que no tiene vergüenza de romper moldes, que no teme
al ridículo y que se pone a llorar de pronto en la mitad de la
calle.
Al lado de la prodigiosa voz del siempre maestro Rubén Darío,
y de la extravagante, adorable, arrebatadoramente cursi y fosforescente
voz de Herrera y Reissig, y del gemido del uruguayo y nunca francés
Conde de Lautréamont, cuyo canto llena de horror la madrugada del
adolescente, la poesía de Pablo Neruda se levanta con un tono,
nunca igualado en América, de pasión, de ternura y de sinceridad.
Se mantiene frente al mundo lleno de sincero asombro y le faltan los dos
elementos con los que han vivido tantos falsos poetas: el odio y la ironía.
Cuando va a castigar y levanta la espada, se encuentra de pronto con una
paloma herida entre los dedos.
Yo os aconsejo oír con atención a este gran poeta y tratar
de conmoveros con él, cada uno a su manera. La poesía requiere
una larga iniciación como cualquier deporte, pero hay en la verdadera
poesía un perfume, un acento, un rasgo luminoso que todas las criaturas
pueden percibir. Y ojalá os sirva para nutrir ese grano de locura
que todos llevamos dentro, que muchos matan para colocarse el odioso monóculo
de la pedantería libresca y sin el cual es imprudente vivir." |