El impresor más importante en la Europa del siglo XVI
fue el francés Cristobal Plantino quien a mediados de siglo eligió para
instalar sus talleres la ciudad de Amberes, la más rica de los Paises Bajos
por su población, vida comercial y desarrollo de la imprenta. Consiguió el
favor del rey Felipe II y la causa católica con la edición de la Biblia
Políglota Regia que, bajo la dirección de Arias Montano, quería
superar a la Complutense. La impresión de la Biblia duró cuatro años
(1568-1572) y se distribuyó en ocho volúmenes. Si no superó a la
Complutense si que significó una serie de aportaciones de gran calado en
los estudios bíblicos de la época como la inclusión del texto siríaco
(además del latín, griego, hebreo y arameo), nuevas traducciones y
complementos filológicos. Este trabajo, aunque conllevó para Arias Montano
ciertos problemas con la Inquisición solventados con la ayuda del Padre
Mariana, fue recibido con respeto y admiración por católicos y
protestantes.
Plantino, además, obtuvo del rey el privilegio para la
impresión de los libros del nuevo rezado, negocio lucrativo que le
permitió editar más de 1600 obras, con su característica marca del
compás de oro y su divisa Labore et Constantia, en una empresa que a
su muerte fue continuada por su yerno Juan Moreto. Muchas de sus
publicaciones fueron científicas como la obra Aromatum et simplicium
aliquot medicamentorum apud indos nascentium historia (1579) de García
da Orta, sabio naturalista portugués, amigo de Camoens y gran conocedor de
los productos de la India Oriental y China, donde pasó gran parte de su
vida.
Sobre el papel de Erasmo en la construcción de la nueva
cultura europea se han escrito rios de tinta. Y nada mejor que su propia
obra, Omnia opera (1540), para reflexionar sobre sus tesis de
aperturismo de la Iglesia y lucha contra la ignorancia. Mantuvo, sin
embargo, un difícil equilibrio entre protestantes y católicos lo que le
llevó, finalmente, a ser acusado por unos y censurado por otros. Casi todas
sus obras fueron impresas por su amigo y editor humanista Johann Froben de
Basilea, ciudad que se convirtió a comienzos del siglo XVI en uno de los
más importantes centros tipográficos.
Alemania, que durante este siglo consigue la primacía del sistema
económico europeo, sigue a la vanguardia de la imprenta con talleres en sus
principales ciudades: Maguncia, que poco a poco va perdiendo lustre,
Estrasburgo, Nuremberg, Augsburgo, Wittenberg, famosa por editar las obras
de Lutero y Colonia, entre otras muchas. En esta última trabajan las
prensas de la familia Birckman, que produjeron obras en castellano para el
mercado español, como la obra Libro de los comentarios de Gayo Iulio
Cesar de las guerras del Gallia, Africa, y España (1549). Otro editor
notable instalado en Colonia fue Bertran Buchhlotz cuya impresión de la
obra de Georg Braun, Libri tertiur et quartus urbium praecipuarum totius
mundi (1594), es una de las obras más bellas de entre las expuestas,
por su colección de mapas y vistas de ciudades y paisajes con profusión de
escenas populares, muchas de ellas coloreadas a mano.