La historia del libro a través de las colecciones de la Universidad Complutense.

La imprenta europea en el siglo XVI:
Aldo Manuzio e Italia

En Italia, que sigue siendo durante el siglo XVI la cabeza del mundo intelectual, la ciudad impresora por excelencia es Venecia donde trabaja uno de los más notables impresores de todos los tiempos, Aldo Manuzio. Su vocación esencial, como la de otros humanistas, es la de editor y formador y tanto su característico anagrama, un ancla enlazada por un delfín, símbolo de firmeza y alegre ímpetu, como su lema festina lente, "corre despacio", se ha convertido, pasados los siglos, en sinónimo de calidad y exquisitez.

En 1495 comienza a publicar sus primeras obras con el objetivo de imprimir de forma sistemática obras clásicas, principalmente, en griego. La aventura era arriesgada pues había muy pocos helenistas para la preparación de las obras y resultaba difícil la localización de manuscritos. Pero contó con la ayuda de buenos amigos eruditos, como el propio Erasmo, y de tipógrafos como Francesco Griffo, que se encargó de la grabación de los punzones, en una cursiva con bastantes ligaduras y algo difícil de leer. El resultado, de una gran elegancia, sobriedad y perfección estética, lo podemos ver en obras como la expuesta de Aristóteles, Simplicii commentarii in quatuor Aristotelis libros de coelo (1526), ya del taller de sus herederos, pues Aldo Manuzio murió en 1515.

Pero su gran fama y su éxito económico le vino por su colección en octavo de clásicos latinos e italianos, los renombrados aldinos, que trataban de satisfacer nuevas modalidades de lectura a un público culto y burgués, con libros manejables y transportables, ut commodius teneri manibus, como se puede observar en las obras de Eurípides (1503) y Homero (1525) que descansan en la vitrina. Hoy en día, se le reconoce como su mayor mérito haber sacado a la luz, por vez primera, a más de 90 escritores clásicos que eran, hasta entonces, prácticamente desconocidos para la cultura europea.

Gran interés para la historia del libro tiene el trabajo realizado por Giolito de Ferrari, también veneciano, quien organizó un gran imperio comercial regido desde la Librería della Fenice que perduró hasta el siglo XVII. Publicó, siguiendo, nuevamente, los gustos de la época, clásicos latinos e italianos pero dotando a sus obras de un gran número escenas ilustradas muy populares e imitadas, rodeadas por elegantes y variadas orlas. Este tipo de ilustraciones tuvo mucha influencia en el desarrollo de la pintura de tema mitológico, como se puede apreciar contemplando la obra de Ovidio, Le transformationi di M. Lodovico Dolce (1561).

En el contexto veneciano de la época no puede faltar el recuerdo a la familia Giunta, que se dispersó por toda Europa montando talleres en distintas ciudades, entre ellas la española Salamanca. Entre sus impresos se puede destacar las Opera de Virgilio (1544), de estética quizás arcaizante, pero de indudable belleza.

Las necesidades editoriales de la Iglesia quedan cubiertas desde 1587 con la creación, por parte del Papado, de la Imprenta Vaticana, ya funcionando desde 1559 bajo el nombre de Tipografía Camerale. Su objetivo era publicar ediciones correctas de los Padres de la Iglesia y de historia eclesiástica en general pero si la traemos aquí a colación es por la edición de la obra del jesuita Antonio Possevino, la Bibliotheca selecta (1593), nacida del mismo espíritu que los Index y monumento bibliográfico al mundo de la censura y el control ideológico, concebida como un instrumento estratégico de defensa de la religión y primera piedra de la Contrarreforma que se instalará en el mundo católico en el siglo XVII. Hoy en día se sigue estudiando en la historia de la Bibliografía como uno de los grandes repertorios del siglo XVI.


VIRGILIO MARÓN, Publio
P. Virgilii Maronis Opera... cum XI acerrimi
iudicii virorum commentariis...
Venetiis: luntas [Haeredes Lucae Antonii luantae],
1544. 30,5x21 cm. [FLL 28127].

Para terminar el panorama italiano, llamamos la atención sobre las ilustraciones de una pequeña obrita, Il Theatro del Mondo, de una traducción de Abraham Ortelius (Brescia, Compagnia Bresciana, 1598), el sabio geógrafo flamenco, discípulo de Mercator y geografo de Felipe II por intermediación de Benito Arias Montano, cuya principal obra, el Theatrum Orbis terrarum, que tambien posee la Biblioteca Histórica, ha sido considerado el primer atlas moderno.