Es en la segunda mitad del siglo XVIII cuando en España
se alcanza el más alto grado de perfección en las artes gráficas,
coincidiendo con el reinado de Carlos III, uno de cuyos mejores Retratos,
del grabador de la Real Cámara Manuel Salvador Carmona sobre diseño de
Antonio Rafael Mengs, podemos contemplar aquí. Una gran actividad
legislativa apoyó decididamente al libro y a los profesionales de la
imprenta y la librería. Se renueva la imagen física del libro apoyada en
una estética clasicista y se hace presente el gusto por el equilibrio, la
sobriedad, y la delicada decoración, desarrollando el arte del grabado en
primosoras y lujosas ediciones.
Entre los impresores destaca Joaquín Ibarra, cuya obra
más conocida es el Quijote que editó por encargo de la Academia en
su esfuerzo de recuperación de antiguos clásicos españoles y, en cuya
ilustración participaron los mejores artistas de San Fernando. Ya en la
espectacular edición de la obra de Salustio La conjuración de Catilina
y la guerra de Yugurta (Madrid, Joaquín Ibarra, 1772), patrocinada por
el Infante don Gabriel y considerada la mejor obra salida de sus prensas,
había dejado constancia de su buen hacer y perfección formal. Es un
impreso neoclásico de excepcional calidad y como tal fue regalado a los
principales personajes de la época, como Benjamín Franklin.
Dentro de la línea de trabajo de publicar grandes obras
de erudición, Ibarra edita la Biblioteca Hispana (Madrid, Joaquín
Ibarra, 1783-88) de Nicolás Antonio, verdadero monumento bibliográfico de
España que recoge la producción nacional desde tiempos de Augusto hasta
finales del siglo XVII y que refleja la mentalidad ilustrada dominante de
recuperar la memoria colectiva. No hay que olvidar que la obra de Nicolás
Antonio, cuya primera edición es de 1672-1696, fue un modelo para lo que se
ha dado en llamar bibliografía nacional retrospectiva y reputada como la
mejor que se había publicado en toda Europa. Es un magnífico impreso en
folio con preciosas cabeceras alegóricas llenas de putti y angelotes
jugando con libros.
En la recuperación de la literatura española del Siglo
de Oro y los clásicos latinos y griegos juega un papel fundamental el
impresor, editor y librero Antonio Sancha que publica varias colecciones
bajo los principios ilustrados de orden y razón. Un brillante ejemplo es la
Poética de Aristóteles. Las obras de erudición y los grandes
estudios tienen, también, cabida en su producción destacando por su
decoración la obra de Antonio Capmany, Memorias históricas sobre la
Marina, Comercio y Artes de la Antigua Ciudad de Barcelona (Madrid,
Antonio Sancha, 1779-92), con grabados de Moles bajo dibujos de
Camarón, Montaña y Carnicero que reflejan composiciones naturalistas y
escenas del puerto de Barcelona. La obra, encargada por la Real Junta de
Comercio de Barcelona, se divide en tres partes: las primeras navegaciones
de los barceloneses desde el siglo XI, la extensión de su comercio, y el
origen, progresos y decadencia de las artes en Cataluña.