La historia del libro a través
de las colecciones de la Universidad Complutense.
La
imprenta europea en el siglo XVIII:
Italia
Lo stato presente di turri i paesi e
popoli del Mondo...
Venezia: Giambattista Albrizzi, 1738-.
T. IV. 19,5x12,5 cm. [FLL 32510]. |
Durante el siglo XVIII el libro italiano sigue las
tendencias europeas y aparece con numerosos grabados para resaltar su valor.
En Venecia destacan la familia Albrizziana del que se expone uno de los
tomos de Lo stato presente di tutti i paesi e popoli del Mondo (Venezia,
Giambattista Albrizzi, 1738- ) y, sin duda, Antonio Zatta, cuya obra del
Dante, uno de cuyos ejemplares todavía guarda la Biblioteca Histórica, es
un impreso exquisito y armonioso. Una empresa de renombre a nivel europeo
fue la de Remondini en Bassano, de gran éxito comercial. Otros nombres son
Cracas en Roma, Volpe en Bolonia y la Società Palatina en Milán.
Son muy características de la Italia de este siglo
aquellas obras que pretenden mostrar las colecciones artísticas de los
palacios y museos o recuperar el pasado grecolatino mostrando los nuevos
descubrimientos arqueológicos. Ejemplo de la perfección tipográfica y
artística alcanzada es la obra, patrocinada por el rey de Nápoles y futuro
Carlos III de España, Le antichità di Ercolano (Napoli, nella Regia
Stamperia, 1757- ) con magníficos grabados de gran formato a partir
de los cuales viajamos por aquellas lujosas quintas de recreo de los
opulentos romanos que quedaron sepultadas por las erupciones del Vesubio. Le
antichità está compuesta por ocho monumentales volúmenes que van
describiendo los hallazgos pictóricos (cinco volúmenes), los bronces (dos
volúmenes) y las lucernas y candelabros (un volumen). El éxito de la
colección fue inmediato y un nuevo gusto artístico, a la Herculano,
se difundió por toda Europa a partir de esta obra.
Al final de la centuria, y gracias a una gran
personalidad, Giambattista Bodoni, la imprenta italiana alcanza los más
altos grados de belleza dentro de la simplicidad tipográfica. Comenzó
dirigiendo la Stamperia Reale de Parma, junto a la cual terminó montando un
taller propio que recibía encargos privados que le hicieron famoso como
diseñador de tipos y grabador de punzones. Podemos contemplar su edición
de Teócrito.
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Muy comunes en Italia, también en este siglo, fueron los libros de
arquitectura. En esta línea y, aunque sus obras no constituyen verdaderos
libros por no contener apenas texto y ser fundamentalmente colecciones de
láminas, se debe mencionar a Giambattista Piranesi, arquitecto, arqueólogo
y uno de los mejores grabadores de la historia italiana. Trasladó a la
plancha con gran riqueza de fantasía y efectismo las construcciones
romanas, particularmente las ruinas. Su estilo es hiperbarroco, con rasgos
de un incipiente romanticismo y un magistral uso del claroscuro y de lo
tenebroso. Pero sobre todo destaca por su excepcional capacidad imaginativa
que le hace construir impresionantes escenografías visionarias. Entre las
cientos de estampas que grabó, y de las que la Biblioteca Histórica tiene
una notable colección se ha seleccionado una de las que forman parte de la
obra dedicada a las Antigüedades Romanas.
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