Un estilo genuinamente español: el Plateresco.
 

En la segunda mitad del siglo XV el aspecto de las encuadernaciones cambia respecto a los estilos desarrollados con anterioridad. Un nuevo estilo surgió en varias ciudades italianas en torno a 1460, donde la expansión del humanismo renacentista y de la industria tipográfica provocaron importantes cambios. La resurrección del ideal clásico grecolatino, que tanto influyó en otras artes del libro, llegó también a la decoración de las cubiertas. Al mismo tiempo, la expansión de la imprenta provocó un incremento espectacular en el número de libros y de lectores, lo que obligó a los encuadernadores a buscar unas técnicas y unos materiales más sencillos con los que afrontar la gran demanda que soportaba su oficio. El empleo de la técnica del dorado se hizo de este modo compatible con la sustitución de la madera por el cartón como soporte de las tapas y con la invención de la rueda. Este utensilio, formado por un hierro circular, permitía repetir el motivo que llevaba grabado sin interrupción sobre el cuero. Todo esto ayudó a abaratar las encuadernaciones y facilitó la búsqueda continúa de propuestas estéticas.

En España, tras un tímido intento por adoptar el estilo de planchas, visible en encuadernaciones para las reinas Isabel y Juana la Loca, el mudejarismo volvió a ocupar este espacio hasta las Comunidades (1520-21). Entonces se produjo una serie de cambios que afectaron al mercado del libro en Castilla. Sin duda, la influencia de la corte carolina ayudó a difundir el gusto por las encuadernaciones renacentistas entre la nobleza y los eclesiásticos, mas no fue menos importante el control que compañías de comerciantes italianos ejercieron sobre la venta de libros en la Península, pues desde esta posición no sólo introdujeron sus productos, sino también el estilo renacentista. Y con los libros, llegaron de nuevo impresores, tipógrafos y encuadernadores extranjeros.

En consecuencia, el estilo mudéjar fue abandonándose de manera paulatina por el renacentista, generándose una compleja diversidad artística. Durante la primera mitad del siglo XVI siguieron realizándose encuadernaciones mudéjares, pero surgieron otros estilos, algunos de transición, como el que combinaba hierros renacentistas y mudéjares, hierros góticos y mudéjares y otros como el de cartelas que imitaba modelos franceses en la Corona de Aragón. Los tres serían desplazados de manera definitiva por el llamado estilo plateresco (en la época se denominaba “al romano”). Éste puede definirse como el primer estilo español plenamente renacentista. Imitaba modelos italianos y flamencos, adaptándolos al gusto castellano por medio del uso de ruedas, que podían ser vegetales, zoomórficas, o de medallones, grutescos y trofeos, motivos que se acompañaban con floroncillos, estrellas y filetes rectos o curvos. Estos elementos, dorados o gofrados, solían combinarse de una manera concéntrica sobre las tapas, empleándose como materiales habituales el cordobán, el becerro y la madera, con preferencia sobre el pergamino o el cartón, además los libros se cerraban con broches metálicos, y no con cintas de tela.
 

Estilo plateresco S. XVI

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