Una Biblioteca ejemplar: Tesoros de la colección Francisco Guerra en la Biblioteca Complutense.  
Presentación del Rector:
Carlos Berzosa

La colección Francisco Guerra en la Biblioteca Complutense.
José Antonio Magán Wals
Marta Torres Santo Domingo

 

Colección literaria y filológica
Crónicas de la primera imprenta española
Libros sobre América
Lingüistica misionera en América
Expansión marítima portuguesa en los s. XVI-XVII
Viajes alrededor del mundo

Orientalia
Clásicos de la Medicina
Clásicos de la Ciencia
Libro religioso
Constituciones de Universidades. Obras jurídicas.

 

La colección Francisco Guerra en la Biblioteca Complutense

 

          Nuevamente la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense abre sus puertas para ofrecer una exposición bibliográfica de libros antiguos. En esta ocasión, con la exposición Tesoros de la colección Francisco Guerra en la Biblioteca Complutense presentamos no sólo una gran colección, sino que queremos dar testimonio de un legado de enorme importancia para la Universidad Complutense. Esta colección ha ingresado recientemente en nuestra biblioteca y supone, sin la menor duda, la adquisición más importante en toda su historia de una biblioteca privada. La incorporación al patrimonio complutense de la biblioteca del médico y bibliófilo Don Francisco Guerra ha sido una ocasión única que difícilmente podrá volver a repetirse.

          Don Francisco Guerra es una persona de reconocido prestigio en los ámbitos de la Historia de la Ciencia, la Medicina, la Historia de América y otras disciplinas, tanto desde el punto de vista docente como investigador. Tiene una notoria trayectoria profesional, desarrollada fuera y dentro de España desde el inicio de los años cuarenta hasta la actualidad. Su biblioteca privada, producto de muchas décadas de búsqueda y selección rigurosa, basada en criterios tanto académicos como bibliográficos, constituye una colección de libros impresos y manuscritos de una relevancia singular y de un valor inestimable tanto desde el punto de vista patrimonial como científico.   


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            El doctor Guerra no ha querido que su biblioteca se dispersara ni que saliera de España y ha elegido, por su prestigio institucional, a la Universidad Complutense como depositaria de su legado con el fin de ponerlo al servicio de la docencia y la investigación públicas. Esto beneficiará, sustancialmente, no solo a toda el área de humanidades, sino también a todas aquellas disciplinas relacionadas con la historia de la ciencia y del pensamiento que se imparten en nuestras Facultades y Escuelas. Además, investigadores españoles y del mundo entero tendrán la posibilidad de trabajar y disfrutar con los libros tan sabiamente reunidos. A D. Francisco Guerra sólo le podemos  dar las gracias asegurándole que su decisión ha sido acertada y que su nombre permanecerá, para las generaciones venideras, indisolublemente unido al de la universidad que le vio nacer para la ciencia. 

Carlos Berzosa

Rector de la Universidad Complutense de Madrid

 

Tesoros de la Colección Francisco Guerra en la Biblioteca Complutense

La biblioteca del Dr. Guerra, compuesta por más de 4.500 títulos de libros impresos y manuscritos desde el siglo XIII hasta el XX descansa ya, en las mejores condiciones de conservación y seguridad, en los estantes de la Biblioteca Histórica “Marqués de Valdecilla”. Además, todas las obras han sido ya incorporadas al catálogo informatizado de la Biblioteca Complutense Cisne y, por primera vez, se puede acceder desde cualquier lugar del mundo a la información más relevante de ediciones y ejemplares de una rareza sin igual. Es no sólo la biblioteca de un bibliófilo sino una biblioteca de estudio, de un humanista que no concibe la estrecha especialización confinada a unos límites, y todas las materias humanísticas y científicas tienen en ella su asiento, como se puede admirar en esta exposición.

En los Tesoros de la Colección Francisco Guerra en la Biblioteca Complutense se presenta una primera selección de las obras más valiosas de la colección, preparada por algunos de los mejores especialistas en historia del libro y de la ciencia que hay en la Universidad Complutense de Madrid. Con esta exposición se inicia la exploración de una de las bibliotecas más apasionantes de la bibliografía y la bibliofilia de libros antiguos en España.

           La exposición está dividida en distintos capítulos. El primero está dedicado a la colección literaria y filológica entre la que destaca el bellísimo ejemplar del Arte subtilísima por la qual se enseña a escribir perfectamente, de Juan de Iciar, impreso en Zaragoza en 1550. El segundo, Crónicas de la primera imprenta española, contiene una auténtica joya bibliográfica, pues se  trata del segundo ejemplar


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conocido en el mundo,único completo, de la Corónica del sancto rey don Fernando tercero deste nombre, publicada en las prensas sevillanas de Jacobo Cromberger en el año 1516. El tercer capítulo, Americana, es uno de los puntos fuertes de la colección e incluye desde las ocho primeras ediciones de tratados de fray Bartolomé de las Casas, entre las que se encuentra la Brevíssima relación de la destruyción de las Indias (Sevilla, 1552), hasta libros de navegación como el Arte de navegar de Pedro de Medina, primera edición de 1545, o el Breve compedio de la sphera de Martín Cortés, segunda edición de 1556, o los hermosas obras de Humboldt. El cuarto capítulo, Linguística misionera en América, contiene una colección de primitivas gramáticas de lenguas americanas, cuyos ejemplares son siempre raros en bibliotecas españolas.

El quinto capítulo está dedicado a los libros sobre la expansión marítima portuguesa de los siglos XVI y XVII y en ella podemos admirar las obras esenciales de la historiografía portuguesa como Joao do Barros, Diogo do Couto y Manuel de Faria e Sousa, además de la rarísima edición de 1598 del Itinerario de Jan Huygen van Linschoten. En el siguiente capítulo, Viajes alrededor del mundo, podemos contemplar el único ejemplar conocido en España de la primera edición de 1598 de The principall navigations de Richard Hakluyt, además de obras singulares de Ludovico di Varthema, Dampier, Bouganville o el capitan Cook. El capítulo de Orientalia es una de las grandes sorpresas bibliográficas de la colección de Francisco Guerra y en ella podemos encontrar obras de eruditos, misioneros, mártires, naturalistas, o viajeros, que se pueden admirar por primera vez en España. Los clásicos de la medicina española y extranjera con ediciones de una riqueza insuperable como la primera edición de Vesalio De humanis corporis fabrica (1543) o la obra de Dioscórides De medicinae materiae, editada por Antonio de Nebrija en Alcalá en 1518, contribuyen a aumentar la gran colección complutense. Asimismo, los clásicos de la ciencia, nos permitirán disfrutar de obras esenciales en la historia de la humanidad como la primera edición de la Optica de Isaac Newton (1704), además de ejemplares que la Universidad Complutense no poseía de Galileo, Lavoisier o Darwin. El capítulo dedicado al libro religioso es notable por su calidad y originalidad pues a valiosos manuscritos como la Biblia latina del siglo XIII, o el bellísimo Libro de Horas conocido como el de Francisco I (París, 1512), se une una curiosa colección de oraciones y novenas dedicadas a santos protectores contra las enfermedades. Para finalizar, la colección Guerra es también rica en libro jurídico y en legislación universitaria, no sólo de universidades españolas como Alcalá, Valencia, Salamanca o Cervera sino Constituciones de universidades de Portugal, México o Perú.

 

Colección literaria y filológica


            La colección Francisco Guerra tiene una parte importante dedicada a obras de la literatura española y universal entre las que se encuentran ejemplos de literatura medieval editados en el Renacimiento, como La Gran Conquista de Ultramar, El Conde Lucanor de Juan Manuel o la magnífica edición de las Coplas de Juan de Mena, hasta ediciones clásicas de entre los más clásicos del Siglo de Oro como Los libros de Santa Teresa de Jesús o el Quijote de la madrileña Hermandad de San Jerónimo de 1723. A los asuntos literarios se suman, además, asuntos filológicos diversos entre los que podemos admirar algunas joyas bibliográficas de la ortografía y la caligrafía como las Reglas de orthographia de Antonio de Nebrija o el bellísimo ejemplar del Arte subtilissima de Juan de Iciar.


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Crónicas de la primera imprenta española


            El conjunto de crónicas y obras historiográficas de la colección Francisco Guerra resulta muy representativo de la labor de los talleres tipográficos peninsulares, donde tuvieron pronta acogida en ediciones con frecuencia promovidas por la corona como recurso privilegiado de difusión de la política unificadora y de legitimación dinástica de los Reyes Católicos, encomendada no sólo a sus secretarios y cronistas sino ahora también a humanistas e intelectuales. Estas obras encontrarán su cauce idóneo en el infolio en tipos góticos, decorado con xilografías que fijan la imagen de la majestad, recibiendo el libro de manos del autor o mediante la simbología heráldica de los escudos. La plenitud del género historiográfico discurrirá en paralelo con el afianzamiento de la imprenta durante el periodo de los Austrias mayores, diversificándose en una rica variedad de facetas y modalidades muy bien representada en esta colección.

 

Americana  


AMÉRICA: CONOCIENDO Y DESCUBRIENDO 

             El descubrimiento de América supuso la necesidad de documentar todo lo relacionado con el Nuevo Mundo para gobernarlo, reordenarlo y ponerlo en explotación conforme a los criterios y valores de la época. La Casa de la Contratación era la institución centralizadora de toda la actividad relacionada con la navegación, el gobierno y el comercio de los nuevos territorios. Dichas actividades generaron un completo y diverso corpus jurídico que se editaría como una recopilación de Ordenanzas. Del mismo modo vieron la luz tratados náuticos, descripciones cosmográficas y mapamundis claves para la navegación, como la obra de Waldseemüller donde aparece por primera vez el nombre de América para referirse al nuevo continente. Se editaron grandes crónicas históricas que detallaban las conquistas temporales y las conquistas espirituales y completos manuales que ofrecían un conocimiento geográfico, médico, natural y etnográfico de la Nueva España.

AMÉRICA: DESCRIBIENDO Y MOSTRANDO
             Cronistas, historiadores y misioneros, como Villaseñor, Caulín, Cassani, Molina, Lozano o García de Nodal describieron y mostraron todo aquel Nuevo Mundo, mediante mapas y explicaciones de los territorios descubiertos y de las nuevas sociedades indígenas con las que entraron en contacto. Se editaron obras que por su contenido pueden considerarse verdaderas guías y vademécum para exploradores y conquistadores que, además de la descripción geográfica, ilustraban sobre la flora, la fauna, las prácticas  médicas, las costumbres y el gobierno de los


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antiguos pobladores de la zona y ofrecían “consejos” al conquistador. Franciscanos, capuchinos, jesuitas y demás religiosos escribieron valiosas crónicas de sus órdenes en América y biografías de sus varones ilustres, especialmente de los que sufrieron martirio. Fueron los propios misioneros los mejores informantes tanto de su actuación como de las reacciones de la población indígena.

AMÉRICA: NARRANDO Y ENSEÑANDO
             Numerosas son las obras que narran, desde múltiples perspectivas, los acontecimientos ocurridos en el Nuevo Mundo, algunas de ellas tan polémicas como las escritas por Bartolomé de las Casas en defensa del indio o por Clavijero, dando cuenta de los errores difundidos por Europa sobre América y los indios. Se publicaron relatos de historias vividas en primera persona, como las del viajero Benzoni, y recopilaciones de testimonios orales de quienes regresaban de las expediciones. La literatura sobre América durante los siglos XVI y XVIII fue, por tanto, muy intensa generando crónicas y memorias de fácil lectura y tan atractivas como un libro de aventuras. Recogían aspectos tan diversos como descripciones geográficas y de historia natural, entremezclados con leyendas y creencias, usos y costumbres indígenas, vocabularios, prácticas religiosas cristianas e “idolátricas”, educación, organización, instituciones, vestimenta o constitución física y moral.

 REDESCUBRIENDO AMÉRICA
            A partir del siglo XVII las exploraciones fueron planificadas con minuciosidad, intentando conseguir un control más efectivo de lo descubierto y el dominio de las rutas terrestres y marítimas por parte de las monarquías europeas. Se fueron explorando todas las grandesregiones americanas desde el extremo meridional alos grandes espacios norteamericanos del este y el oeste. Marinos, científicos y viajeros recorren América anotando y dibujando todo aquello que ven a su paso. Los insignes marinos Juan y Ulloa, grandes exploradores, científicos y observadores de la realidad americana hicieron importantes contribuciones al conocimiento continental. Smith tuvo una interesante acción en la vertiente atlántica norteamericana mientras que Lewis y Clark realizaban una exploración continental hacia el Oeste, hasta alcanzar el mar del Sur. Por fin, Humboldt, geógrafo y viajero, realizó un viaje esplendoroso por el sur, centro y norte de América.

 


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Lingüistica misionera en América


 


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            La predicación del Evangelio constituyó el fundamento teológico de la conquista de las Indias, pero la Palabra de Dios enmudecía frente a la Babel americana, y disponer de instrumentos susceptibles de ser empleados para la adecuada presentación de la Fe a los indígenas constituía el menester más urgente. Mientras que entre los conquistadores y los agentes coloniales era práctica común recurrir a intérpretes, los misioneros necesitaban comunicarse con claridad, permanencia y profundidad, más cuando su discurso estaba plagado de temas y conceptos complejos y de comprometida traducción. De ahí que una de sus primeras dificultades fuera la de llevar a la práctica uno de los grandes principios teológicosmisioneros: que el Evangelio sea predicado a cada pueblo en su propia lengua. De esta manera los misioneros se lanzaron al aprendizaje de las lenguas vernáculas convirtiéndose en gramáticos, lexicógrafos y traductores.

 

 

Expansión marítima portuguesa en los s. XVI-XVII

             La experiencia colonial portuguesa, como la hispánica, contribuyó decisivamente a transformar la imagen y el entendimiento que los europeos de la época moderna tenían del mundo. El tránsito de personas y bienes entre los diferentes dominios de la corona lusa favoreció la circulación intensa de informaciones y el desarrollo de un notable patrimonio escrito, figurativo y cartográfico sobre Oriente, el continente africano y la América portuguesa. Crónicas, relaciones de misión, tratados de historia natural, artes de navegación o escritos científicos constituyeron un acervo literario en el que se articularían –a veces de forma simultánea– discursos de tenor político, religioso, etnográfico, geográfico, etc. Por medio de autores como Diogo do Couto, Faria e Sousa, Linschoten o los religiosos António de Gouveia y João dos Santos, la colección de libros de Francisco Guerra reúne una parte representativa del variado patrimonio impreso que suscitó la expansión marítima portuguesa.


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Viajes alrededor del mundo


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VIAJES Y DESCUBRIMIENTOS DE BRITÁNICOS Y FRANCESES

En 1589 se publicaba en Londres la primera edición de uno de los textos fundacionales de la literatura de viajes, The principall navigations de Richard Hakluyt, una de las fuentes de información más exhaustivas de todos los tiempos sobre la historia de la exploración, el comercio y la navegación. Desde entonces, el libro de viajes como género se desarrolla a la misma velocidad que los viajes que relata. Las magníficas ediciones que recogen las aventuras del pirata Dampier, el francés Bouganville y, sobre todo, el mítico Capitan Cook son ejemplos de una de las secciones más ricas de la colección Francisco Guerra.

CRÓNICAS Y VIAJES EN ÁFRICA Y PERSIA
             Desde que, a principios del siglo XVI, el aventurero italiano Ludovico di Varthema decidiera viajar hacia las lejanas tierras del desconocido Oriente “a vedere il mondo e imiracoli che Dio vi ha compiuto”, poco a poco el mapa de África y Próximo Oriente se iba escribiendo en los gabinetes europeos. La descripción de la desconocida Etiopía por el jesuita Francisco Álvarez, los inicios de la egiptología por el cónsul francés Benoit Maillet, los viajes del británico James Bruce por el curso del Nilo, o los relatos de los franceses Tavernier y Chardin en la lejana Persia traen a los salones de Europa aromas de tierras desconocidas y exóticas.

 


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Orientalia


LIBROS SOBRE ORIENTE: ERUDITOS, MISIONEROS Y MÁRTIRES
             El conocimiento que en Europa se tenía del romántico Lejano Oriente aumenta a partir del siglo XVI cuando comienzan a publicarse los relatos de eruditos, misioneros y mártires que venían de China, Camboya, Japón o la Conchinchina. Son libros que nos sorprenden por la calidad de sus observaciones y por la cantidad de conocimientos que difundieron. Españoles y portugueses tuvieron un papel destacado en esta labor y hubo en ello intereses económicos y políticos, pero sobre todo, existieron personajes capaces de afrontar todo tipo de dificultades por una profunda creencia, compartir con otros lo que consideraban su más preciado tesoro, su fe. Con estas publicaciones se trató de saciar la curiosidad de gobernantes y clases altas, posibilitando visiones menos soñadas, más serias y rigurosas, de la realidad de aquellos lugares.
 


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LIBROS SOBRE ORIENTE: NATURALISTAS, VIAJEROS Y EMBAJADORES
            Los viajes a los más diversos puntos de Oriente impulsaron a heterogéneos naturalistas como Kaempfer, viajeros como Houtman o Schouten y embajadores como González de Clavijo o Adam Olearius a escribir libros que recogieran los resultados de sus experiencias, de sus estudios y del análisis del medio ante el que se encontraban,

ayudándose en ocasiones de excelentes mapas e ilustraciones. Estos libros contribuyeron al desarrollo de muchos avances científicos, al descubrimiento de nuevas rutas de viaje, a la asimilación de novedosas costumbres y de variados hábitos gastronómicos y, muy especialmente, a la creación de nuevos imperios comerciales y políticos que en pocos años transformaron el curso de la Historia. Las obras de esta materia oriental, que incluye importantes ejemplos de Filipinas, forman un valioso conjunto dentro de la colección Francisco Guerra.

 

Clásicos de la ciencia
 

CLÁSICOS DE LA MEDICINA I
            Aquí se reunen varios de los más representativos libros de medicina de todos los tiempos. El más antiguo de ellos es el Dioscórides, tratado de remedios medicinales escrito en el siglo I d. C. y de total vigencia durante más de mil quinientos años. La medicina medieval está representada por el Canon de Avicena, uno de sus libros más


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novedosos y representativos. Sinforiano Champier fue, además de gran médico, mentor de Miguel Servet. Nicolás Leoniceno es un típico humanista que busca actualizar la medicina de los grandes autores clásicos. William Harvey fue el descubridor de la circulación mayor de la sangre, hazaña que Marcello Marpighi coronó con la descripción de los vasos capilares. El libro más reciente de leste apartado  es de Edward Jenner, el padre del procedimiento que hoy conocemos con el nombre de vacunación.

CLÁSICOS DE LA MEDICINA II
             Galeno, en el siglo II, propuso una fisiología estática, sin circulación sanguínea, en vigor hasta la aparición de la obra de Servet y Harvey. Durante el Renacimiento, Vesalio se convierte en el gran renovador de la anatomía, mediante su Fabrica, libro maravillosamente editado y contemporáneo de Las revoluciones de Copérnico. Paracelso fue uno de los dinamiteros de la teoría galenista mediante la iatroquímica, que suponía la introducción de la alquimia y la espagiria en la terapéutica. Otro cirujano, Paré, revolucionó la cirugía desde el sentido común, la propia experiencia y el rechazo de la autoridad. A Morgagni se le considera el creador de la anatomía patológica a finales del Barroco y principios de la Ilustración y Whitering, el médico y botánico británico ilustrado, abrió las puertas a la investigación farmacológica contemporánea al investigar sobre un remedio casero a base de digital.


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MEDICINA ESPAÑOLA
            EL Renacimiento es uno de los periodos más fecundos de la historia de España, no sólo en el orden político y cultural sino también en el médico. Las contribuciones de la medicina española están al nivel de las mejores conquistas europeas. A finales del siglo anterior, Alonso Chirino escribe una obra claramente rupturista con la tradición medieval y anunciadora de lo que se avecina. El tratado de anatomía de Valverde de Hamusco es el mejor del siglo, después del de Vesalio. Gómez Pereira es la máxima aportación española a la nueva filosofía natural que comienza a surgir en esa centuria. Damián Carbón es uno de los padres de la puericultura como disciplina. En Andrés Alcázar tenemos nuestro máximo cirujano de la época. En Bernardino de Laredo se unen en armonía medicina y mística. El libro de Francisco de Leiva, algo posterior, es un debate sobre las propiedades del tabaco, importado por los colonizadores españoles de América.

MEDICINA AMERICANA Y FILIPINA
            EL Siglo de Oro lo fue en España no sólo para las letras, también para las ciencias. Una de las grandes novedades, introducidas por los españoles en el panorama científico internacional, fue todo lo relativo al conocimiento natural del Nuevo Mundo, cuya investigación tuvo un claro sesgo farmacológico. Francisco Guerra ha dedicado buena parte de su actividad investigadora a dar a conocer esta realidad, como se refleja en su colección. Monardes que fue el primero que reivindicó los remedios americanos, Hernández que estudió la naturaleza mexicana in situ o Farfán que divulgó su obra son algunos nombres representativos. Además, podemos admirar obras de L’Ecluse interesado en la flora española, Bado que se ocupó de la quina, el palo indomable, el único remedio americano auténticamente importante en la farmacología posterior, Beaumont que analizó las aguas americanas, Loureiro que escribió sobre las floras exóticas o el padre Blanco que logró editar la flora de Filipinas.

CLÁSICOS DE LA CIENCIA
            La colección Francisco Guerra contiene un buen número de libros de disciplinas científicas como Física, Química, Matemáticas, Biología, Astronomía, Náutica y Arquitectura, que además de ser en muchas ocasiones ejemplares de muy difícil localización, constituyen en todos los casos obras de extraordinaria importancia científica para cada una de esas disciplinas. Algunos ejemplos relevantes que podemos admirar son la primera edición de Optics or, a Treatise of the Reflexions, Refractions, Inflexions and Colours of Light de Isaac Newton (1704), Dialogo de Galileo Galilei, Traité élémentaire de chimie de Lavoisier o The origin of species de Charles Darwin.

CLÁSICOS DE LA CIENCIA ESPAÑOLA
            La ciencia española está, también, muy bien representada como muestran, por ejemplo, las dos obras más importantes de navegación del siglo XVI, el Arte de navegar de Pedro de Medina (Valladolid, Francisco Fernández de Córdova, 1545) y el Breve compendio de la sphera y de la arte de la navegación de Martín Cortés de Albacar, cuya primera edición se publicó en Sevilla en 1551, si bien se muestra la segunda (Sevilla, Antón Alvarez, 1556). Se exponen, asimismo, dos importantes libros de Astronomía del siglo XVII impresos en México que tratan de los cometas en general y muy particularmente del que apareció en 1680, obras del Padre Kino y de Carlos Sigüenza y Góngora. Otras obras relevantes de música, arte militar, o albeitería completan la selección.
   

 

Libro religioso

           



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             La sección de libro religioso de la colección Francisco Guerra, con cerca de 350 títulos, sorprende por el contraste entre obras únicas y de gran rareza destinadas a un ámbito culto, como la Biblia del siglo XIII o los bellos libros de horas del XVI y obras de carácter popular, como las novenas del XVIII al XX e impresos de devoción, de difícil conservación. Son obras relacionadas con América y con la Medicina: vidas de santos cuya actividad tuvo lugar en América (San Benito de Palermo o San Pedro Claver); o las novenas mexicanas a advocaciones vinculadas a la curación de dolencias.

          También hay relaciones de martirios e impresos sobre la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. En total, 2 manuscritos y 340 impresos (135 entre los siglos XVI y XVIII) de los que se puede aquí admirar una muestra representativa.

 

Constituciones de Universidades. Obras jurídicas

 
           Desde el siglo XIII, las Universidades engendraron el aliento de la Modernidad. Implantadas por España en América desde el siglo XVI, su presencia supuso el gran hecho diferencial que distinguió su colonización de la practicada por otras naciones. Esa implantación estuvo acompañada de los instrumentos culturales imprescindibles para su funcionamiento como la imprenta, traslado y formación de profesores, desarrollos institucionales, métodos y dimensiones de las investigaciones y de las enseñanzas, etc. Todos estos recursos intelectuales de acción política se tomaron de la panorámica que presentaba, en la época de la presencia hispana en el Nuevo Mundo, el horizonte europeo de la creación del Derecho en las Universidades. Este Derecho se elaboró a partir del modelo jurídico que ofrecían los derechos romano y canónico y constituye uno de los elementos más importantes para la creación del referente cultural europeo.

 

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