Super libros de Jean Baptiste Colbert. BH FLL 31470
El Diccionario de la Real Academia define la bibliofília como: "pasión o afición por el libro en razón de su valor histórico o estético, especialmente por los antiguos, raros y curiosos". Bibliófilo es sinónimo de coleccionista de libros. Puede decirse que los bibliófilos dedican una parte importante de su vida a reunir y estudiar libros, formando bibliotecas personales únicas. Cada colección es forzosamente distinta de cualquier otra, ya que cada bibliófilo tiene una mirada diferente para formar su colección. Casi todas las colecciones de los bibliófilos que presentamos en esta exposición fueron formadas principalmente con la función de servir de apoyo a los estudios del propietario, la mayor parte especialistas en alguna rama del saber, predominando la historia y el derecho. Hay algunos, como Vicente Salvá, Ricardo Heredia, o James P. R. Lyell, a los que el calificativo de bibliófilos puede aplicarse con todo rigor, pues fueron verdaderos apasionados del coleccionismo de libros, dedicándose a reunir obras muy escasas y antiguas, siendo grandes especialistas en la historia de los inicios de la imprenta. El duque de T'Serclaes tuvo la mejor colección privada de pliegos poéticos españoles de los siglos XVI y XVII. Otros como Gregorio Mayáns o Etienne Baluze, fueron excelentes bibliotecarios, además de eruditos y bibliófilos. Algunos adoraron los libros en función del prestigio social que podía ofrecer la posesión de una bien nutrida biblioteca, como Jean Baptiste Colbert. Pero hubo otros más modestos, como el médico Juan Manuel Sánchez, que formaron colecciones exhaustivas de impresos y manuscritos referentes a la historia local. Otro médico contemporáneo nuestro, Francisco Guerra, tuvo un intenso interés por los libros que trataban de América, compartido por Fernando Fernández de Velasco y por el funcionario de correos inglés Francis Freeling, quién consiguió reunir una interesante colección sobre geografía y viajes náuticos de exploración. Hay también quién mostró una clara predilección por el coleccionismo de grabados, como Lallemant de Betz o Jan Baptist Verdussen. Y no podían faltar los eclesiásticos, como los cardenales Giuseppe Renato Imperiali o Giuseppe Garampi, o también el más modesto Diego de Colmenares, párroco en Segovia, que formaron bibliotecas de renombre. Y por último, qué decir del gran Fernando Colón, considerado por los que han investigado en su vida y su legado como uno de los más importantes bibliófilos de nuestra historia, ejemplo magistral y genial precursor de las técnicas y conceptos bibliográficos modernos.
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