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EL JARDÍN BOTÁNICO nace de la necesidad del hombre de
domesticar las plantas para comprender su naturaleza, aprovechar sus
valores alimenticios y profundizar en la técnica de la selección,
aclimatación, hibridación y clasificación.
Hay constancia de la existencia de jardines para el
cultivo de plantas medicinales en la Antigüedad clásica y también de
terrenos adscritos a los monasterios medievales dedicados a este mismo
fin.
Pero el origen del jardín botánico como hoy lo
concebimos, se encuentra en el Renacimiento, cuando las facultades de
medicina incorporan a su enseñanza las cátedras de simples o de materia
médica. La enseñanza teórica se complementaba con herborizaciones en zonas
cercanas o con el reconocimiento de plantas secas, y pronto surge la idea
de adscribir al edificio de la facultad un espacio destinado al cultivo de
las plantas medicinales para la docencia.
Los primeros jardines botánicos se establecieron en
universidades italianas, Pisa (1543), Papua y Florencia (1545), Bolonia
(1547), a los que siguieron los de Zurich (1560), Leyden (1577),
Montpellier (1592) y Leipzig (1597). En España se instaló un hort de
simples en la universidad de Valencia a partir de 1563, como complemento
de la enseñanza de la Cátedra de hierbas y otros medicamentos simples,
existiendo también en esta época huertos medicinales en las residencias
reales de Felipe II, especialmente en Aranjuez.
A la necesidad utilitaria pronto se añadirá un deseo por
describir y clasificar la naturaleza vegetal. El descubrimiento de las
Indias y de su exuberante naturaleza, las relaciones comerciales
trasatlánticas y las grandes expediciones científicas llevaron a los
botánicos al conocimiento de un número de plantas siempre en aumento que
trataban de aclimatar y estudiar en sus jardines privados.
Durante los siglos XVII y XVIII son las familias reales
europeas, París, Viena y Madrid, las principales promotoras de la creación
de jardines con un valor a la vez decorativo y científico, promoviendo la
aclimatación de especies exóticas y la profundización en el estudio de la
ciencia botánica. En este contexto hay que situar la fundación del Real
Jardín Botánico de Madrid en 1755, donde uno de sus primeros directores,
Casimiro Gómez Ortega, impartió enseñanza.
La belleza de muchas de las especies aclimatadas en
Europa llevó a los grabadores de la época a la confección de florilegios,
que, en el contexto botánico, se refieren se refieren a las obras que se
dedican total o parcialmente a la representación de flores. Se inicia la
publicación de este tipo de libros a finales del siglo XVI y tiene un gran
auge durante los siglo XVII y XVIII. En algún caso, como es la obra de
Crispyn van de Pas, las representaciones florales se organizan según la
estación del año, buscando una mayor utilidad para los trabajos de
jardinería.
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