Durante los siglos XVII y XVIII aparece una amplia variedad de
estilos decorativos en los que destaca el recargamiento en las
decoraciones y su cuidada ejecución.
El estilo predominante en el siglo XVII es el estilo barroco. En este
estilo se observa una evolución de las decoraciones renacentistas,
realizadas en el siglo XVI, hacia diseños más estilizados mediante curvas
y elementos que ofrecen una sensación de movimiento. Su ornamentación
presenta cornisas, relieves exagerados, columnas retorcidas y contornos
caprichosos. Se aplican guirnaldas, conchas, cabezas de ángeles, hombres,
leones, delfines, etc. A menudo también se emplean las flores y las frutas
como motivos decorativos. Este estilo contiene un exceso de ornamentación,
sobre todo de formas curvilíneas. Dentro del mismo, florecen diversos
modelos decorativos como los tipos populares, el estilo à la Fanfare,
toledana, Le Gascon, estilo à la Duseuil, abanicos, grotesco, cotagge,
Reina Margot, etc.
Los Tipos Populares aparecen en España, a finales del XVI y principios del
XVII, como transición entre el plateresco español y el barroco. Este
estilo continúa empleando figuras como rombos, hexágonos y cuadrados
construidos con hierros sueltos y ruedas, al igual que el estilo
plateresco, aunque se añaden a la decoración pequeños arquillos simples y
dobles formando, llamas, soles, granadas y jarrones con flores, rellenando
completamente las tapas con hierros dorados. Estos diseños decorativos se
inspiraron en los bordados de Toledo, Salamanca y Zamora, y fueron muy
utilizados para embellecer las cartas de ejecutorias de hidalguía.
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Estilo à la Duseuil S.XVII |
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