Ya en el siglo XIX se produce una evolución del estilo neoclásico
denominado estilo imperio. La estructura de la decoración está formada por
una orla realizada con ruedas de hilos típicas de la época, formándose en
sus esquinas un cuadrado en cuyo interior puede aparecer algún motivo
decorativo. En el lomo no aparecen nervios aunque sí simulados. En los
entrenervios se estampan motivos vegetales como rosas y vides, incluso
pequeñas cortinas, motivos de estilo grotesco, de tipo pompeyano como
urnas, bailarinas, etc., y motivos de tipo egipcio como esfinges y
palmetas. Antonio Tubella fue el encuadernador que más cultivó el estilo
imperio. Una variante de este estilo es el denominado de cortina.
El estilo cortina fue creado a principios del siglo XIX por Antonio Suárez
y cultivado por encuadernadores como Tomás Cobo y Miguel Ginesta. La
principal característica de este estilo es el empleo de motivos que imitan
los pliegues de las cortinas, disponiéndolos en diversos lugares de las
tapas como en los ángulos, en el centro o en los entrenervios. También se
combinan el empleo de pieles jaspeadas o valencianas, convirtiendo a este
tipo de decoración en una de las más brillantes.
Durante el reinado de Isabel II, y de influencia francesa, aparecen las
encuadernaciones de estilo romántico dentro del cual se crearon otros
estilos como los denominados a la catedral o rocallas isabelinas.
El estilo a la catedral fue desarrollado a partir de 1822 en Francia por
Joseph Thouvenin. La característica principal de estas encuadernaciones es
la inspiración de sus motivos decorativos en las catedrales góticas, en
sus arquerías, fachadas, vidrieras y rosetones. Se emplean las técnicas
del gofrado, dorado y del mosaico para la decoración de estas
encuadernaciones.
El otro estilo característico del romanticismo es el denominado rocallas
Luis Felipe en Francia y rocallas isabelinas en España y que tuvieron su
mayor difusión entre 1840 y 1850. La característica de este estilo es el
empleo de rocallas recargadas y motivos florales que se sitúan en las
esquinas uniéndose por hilos. En las encuadernaciones de lujo se
utilizaron los terciopelos, moarés y rasos. Los encuadernadores españoles
que cultivaron este estilo fueron Santiago Martín, Antonio Suárez, Pedro
Pastor, Tomás Cobo, Miguel Ginesta e Indalecio Sancha.
Entre 1840 y 1880 se dio el estilo de encuadernación denominado estilo
retrospectivo, que consistía en la imitación de encuadernaciones
realizadas en los siglos XVII y XVIII. En la estructura de la decoración
aparece una interpretación del autor de los diferentes estilos, aunque se
denotan mejoras en las técnicas de ejecución y en el mayor gusto en la
elección de los materiales de recubrimiento como pieles de gran calidad.
Entre los encuadernadores que han cultivado este estilo descatan Joseph
Thouvenin, Antonio Suárez, Pedro Pastor, Tomás Cobo y Martín Alegría.
En las últimas dos décadas del siglo XIX surge el estilo modernista,
caracterizado por el empleo de la línea curva, larga y sinuosa con motivos
vegetales y fantásticos. Este estilo fue creado por el inglés William
Morris y continuado en el taller de Henri Marius-Michel.
A principios del siglo XX surge el estilo neomudéjar, y que se enmarca
dentro de los estilos que intentan recuperar los motivos decorativos de
encuadernaciones antiguas. Su impulsor fue el catalán Ramón Miquel y
Planas.
En la primera mitad del siglo XX surge el estilo moderno. Los artífices
más relevantes fueron Paul Bonet, Pierre Emile Legrain y los españoles,
Emilio Brugalla Turmo, Antolín Palomino Olalla y José Galván Rodríguez,
posiblemente los encuadernadores más importantes del siglo XX en España.
Las últimas encuadernaciones de este expositor corresponden a la
encuadernadora Josefina Díaz Lasaleta, que dedicó parte de su vida al
estudio e investigación de los diferentes estilos decorativos.
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