Los monarcas españoles de la Casa de Austria no utilizaron
apenas los emblemas heráldicos en las encuadernaciones de sus libros,
aunque sí en la decoración interior de los mismos.
Serían los monarcas de la Casa de Borbón los que, a partir de su
advenimiento al trono español en 1700, importarían la costumbre de marcar
sus libros con sus emblemas heráldicos, tal y como desde un siglo antes
venían practicando los monarcas galos.
Así, a partir de 1700, los ejemplares de la Real Biblioteca serán
identificados con superlibris, frecuentemente adornados de emblemas
heráldicos.
En este expositor se muestran ejemplares que pertenecieron al Rey Don
Felipe V (1683-1746) —que hemos de recordar que fue el fundador de la Real
Biblioteca, hoy Biblioteca Nacional de España—, y a su hijo y heredero Don
Fernando VI (1713-1759).
Hay también dos libros que pertenecieron a nuestro gran Don Carlos III
(1716-1788), pero a juzgar por las armerías que exhiben se trata de
ejemplares adquiridos y encuadernados cuando era Rey de Nápoles y de
Sicilia (tronos que ocupó entre 1734 y 1759).
También los Infantes de España adornaron los ejemplares de sus libros con
sus armerías, y aquí hay dos muestras de este uso, en sendos libros que
pertenecieron al Infante Don Luis (1758-1785), el postergado hermano menor
de Don Carlos III; y al Infante Don Antonio (1755-1817), hijo menor del
mismo monarca. Quien, por cierto, es condiderado en los anales de la
bibliografía como depredador de bibliotecas: durante los cinco años de su
confinamiento por Napoleón en el castillo de Valençay, que pertenecía al
gran Talleyrand, se dedicó a purgar su magnífica librería de toda clase de
estampas y láminas con desnudos y otras escenas que Don Antonio
consideraba indecentes.
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Escudo heráldico de Don Carlos VII, Rey de
Nápoles y de Sicilia. S.XVIII |
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