Zamora, Gaspar de: MDLIX: Este año no se predicó bula de cruzada, pero hizo la inquisición un solemnísimo auto contra los enemigos de la [fe]...
1611, septiembre 24. – 1 h., papel : il . ; 42 x 29 cm.
BHI [BH MSS 567].
Coincidiendo con la expansión de la Reforma en Europa, Felipe II se erige en el defensor de la verdadera fe, y considera todo desvío como un ataque a España, “país que esconde en su seno tantos marginales y excluidos”. Como consecuencia, se suceden medidas como la ratificación de los estatutos discriminatorios contra los conversos y las leyes contra la lengua y costumbres de los moriscos. La Inquisición española va a actuar también contra el protestantismo español, cortando de raíz los brotes de esa religión.
El descubrimiento en 1558 de grupos de protestantes en Valladolid y Sevilla da lugar a una represión inmediata que alcanza incluso al arzobispo primado de Toledo, Bartolomé de Carranza, acusado de tendencias heréticas. La represión se traduce en dos nuevas prohibiciones de libros, en 1558 y 1559, en un intento de cerrar el paso a las ideas que se extendían por Europa. Estas prohibiciones vienen a completar los tres Índices de libros prohibidos publicados por el inquisidor Valdés durante el reinado de Carlos V. Asimismo, en 1559, el rey Felipe II ordena el regreso a España de los estudiantes españoles matriculados en universidades extranjeras. Además, la represión se subraya con distintos autos de fe, de los que Cervantes pudo ser testigo, como posiblemente lo sería de la ejecución pública de una esposa adúltera y de su amante mulato, que tuvo lugar en Sevilla en 1565, escena que aparece evocada en el Persiles.
El auto de fe que se describe sucedió en la plaza de San Francisco de Sevilla en 1559, pero fue relatado cincuenta y dos años después, en 1611. Es el primero de los autos contra protestantes, en que ajusticiaron a 21 personas, siete mujeres y catorce hombres, y condenaron a distintas penas a setenta y nueve, no todas acusadas de herejía. En diciembre de ese mismo año, también en Sevilla, se realizó otro en que murieron otros 24 reos, y al año siguiente se realizaron otros dos en Valladolid, exterminando el foco protestante castellano. Antes de acabar el siglo, se realizaron nuevos autos de fe en 1560, 1561, 1571 y 1580.
Desconocemos la razón que lleva a su autor a contar lo sucedido después de tanto tiempo. El relato está escrito en una de las caras en blanco de una hoja formada por dos pliegos que contienen dos bulas de cruzada de fecha próxima al manuscrito, pegados por la parte impresa. Sobre la otra cara hay un grabado pegado de la Virgen de la Peña de Francia, con la leyenda: “Por quanto vos disteis vuestra piadosa limosna para los gastos y reparos y hospitalidad de la casa y monesterio de Nuestra Señora de la Peña de Francia, nos el prior y convento de la dicha casa os hazemos participante en todos los bienes spirituales que en la dicha casa y orden se...”. Abajo viene una firma de Al[fonso] Lopez.
El relato del testigo presencial da cuenta del auto y de los nombres de los inquisidores, receptores, secretarios y otros cargos civiles y religiosos. Pero contiene además datos sobre la cárcel de Sevilla, anécdotas sobre la predicación de los luteranos y de los jesuitas, refranes, y otros sucesos, además de una relación de precios de la fanega de trigo, de gallinas y cabritos, del papel y la tinta, y sueldos de los muchachos de “escrivir y contar”. El texto aparece distribuido en dos párrafos, y al final de ambos hay una firma tachada. Al lado de la primera, aparece la firma de Gaspar de Zamora.
Canavaggio, J., Cervantes, Madrid, Espasa Calpe, 1987.
C.C.T.
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