La sociedad europea ha experimentado un atormentado camino desde que, tras los largos años de lo que han dado en llamar crisis, ha sufrido las vicisitudes de un mundo administrado con una simpleza y vulgaridad no exentas de brutalidad. Y es que no cabe lo vulgar sin opresión y ambas cosas se hacen inevitables en un sistema global de dominio que pretende adornar, con los oropeles de lo que supuestamente nos conviene, el desenfreno especulativo, la destrucción sistemática de la soberanía nacional y la ferocidad financiera.
Si buscáis las primaveras verdes y libres