Una fatigada silueta se dibujaba contra el naciente enrojecido, recortando el horizonte y acrecentando su figura con cada paso dado; el viento desencadenado le hacía bambolearse con indiferencia hacia ambos costados, mientras luchaba entre el mar de dunas contra la arena volátil del estrepitoso y grotesco escenario. Unos ajuares haraposos y enmohecidos, desfilaban como danzando sobre su cuerpo al compás del vendaval y las trazas de arenisca; la barba cundida con el material del aluvión lucía mechones foscos a simple vista, además de desordenados y deshechos a falta de cuidado e higiene.
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