Jun abrió los ojos y se encontró en una habitación blanca, un hospital.
-Buenos días señor Formica, disculpe la demora, estamos con muchos pacientes este mes -le dijo el hombre de guardapolvo que entraba por la puerta-. Yo soy el Dr. Edwards, y estoy encargado de su rehabilitación. Quizás sienta un poco de mareos y dolor de cabeza, pero déjeme decirle que es completamente normal en las reanimaciones hipocámpicas.
[Seguir leyendo] Un embebedor alienado