«Podemos conducir por ti»
Campaña de publicidad de Omega circa 2036
La rebelión comenzó cuando un hombre, trajeado, medio adormilado aun, alto ejecutivo de la City que tenía una importante reunión a las ocho, otra a las nueve y así sucesivamente, salió despedido por el parabrisas. Su cuerpo se encontró con la fachada de un edificio. Incapaces de ocupar el mismo espacio de forma simultánea, la pared lo detuvo. Medio segundo después, llegó el coche, impelido por una fuerza que parecería mágica si no fuese, tan solo, una tecnología altamente avanzada. Así, aunque el hombre conservaba algo de vida entre la masa de carne, vísceras y huesos que ahora era, el vehículo se encargó de ponerle fin a su sufrimiento. Ni la ambulancia que llegó seis minutos después pudo hacer nada, menos aún ningún otro individuo que viajase por la zona. ¿Quién se iba a bajar del coche?
[Seguir leyendo] El conductor