Con la caída del calendario maya en el 2012, vino la conquista de las máquinas y los ordenadores empezaron a pensar por sí mismos. Esto no representó ninguna novedad para la humanidad, quien lo había prevenido desde tiempo atrás. Fue un cambio limpio. Las máquinas, como sabemos, son entes prácticos, y no perdieron el tiempo en complicaciones existencialistas. Desde el inicio se pusieron a trabajar, lo que le vino de maravilla a los humanos. Vivieron así dos siglos, haciéndose cargo con gran eficacia de las tareas que el hombre realizaba caóticamente: desde el gobierno del pueblo hasta el cuidado del medio ambiente.
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