Estoy solo. Las luces de los monitores se reflejan en mis pupilas. Mis ojos están cansados, pero no tengo sueño: nunca duermo.
Llevo cinco meses sin dejar de mirar las pantallas: descifrando y encriptando datos. Por lo visto se han olvidado de las drogas con las que me obligan a dormir una vez por semana.
Estoy solo en la noche. Las ciudades hierven, se agitan o duermen tras las pantallas, pero para mí solamente son números, coordenadas y gráficas dispersas en las pantallas. Código 1050 en 40 grados norte 75 grados este: mujer de etnia caucásica en edad fértil abatida por arma de fuego en Filadelfia. Todo queda registrado y envío cuatro copias aseguradas a las bases de datos. "Nada se escapa al Registrador del Tiempo" como decía el spot publicitario con el que recaudaron fondos para el proyecto que hoy supone mi trabajo.
[Seguir leyendo] Solo en la noche