Ya no hay nubes. Si hubiese una forma de volver atrás en el tiempo y preguntarle a alguien de qué color era el cielo, podrían responderte que azul. Hoy solo es negro. Si oyes otra cosa es que mienten, al menos los que aún pueden hablar. El habla es una función de lujo.
Supón que desde lo que queda de la superficie de la Tierra pudieses mirar hacia arriba. Ahora imagina qué tipo de catástrofe ha podido causar que la Tierra ya no tenga masa suficiente como para retener atmósfera. Imagina lo motivante que resultó en su día para la floreciente carrera espacial de las colonias supervivientes el no tener un mundo al que volver.
Ya no hay fechas. Sincronizamos los relojes internos de la nave con algunas de las estaciones de misión, puntos estáticos que nunca hayan estado en una misión subluminíca. Lograr un viaje más veloz que la Luz ha demostrado ser una falacia; de quedar aún defensores del mismo, se les trata igual que a los tarados que trataban de demostrar la viabilidad de la fusión fría.
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