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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Miércoles, 9 de octubre de 2024

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Artículos de: Magnus Dagon,

Virtuanet

Como de costumbre, recuperé la consciencia sin tener ni idea de qué hora era. Tampoco es que me importara. Allá donde estaba todo parecía ser igual. Miré el reloj: casi era de noche. Me acerqué a una ventana y miré el cielo: un enorme globo terráqueo lo cubría casi por completo. Con gran parsimonia me acerqué al escritorio y cogí una de las carpetas que había sobre él donde ponía Mis Documentos. La abrí con la mano izquierda (derecha para los zurdos) y saqué un álbum de fotos que tenía de nombre Mis Imágenes. Estuve buscando un buen rato una foto que me gustara hasta que vi una de un cielo estrellado que me parecía apropiada. La cogí de nuevo con la mano izquierda y la puse sobre el escritorio, poniendo en el álbum la foto del globo terráqueo. Cerré el álbum, lo metí dentro de la carpeta, esperé un rato y miré al cielo de nuevo. No era un cielo estrellado de verdad y lo sabía, pero estaba mejor. Mucho mejor.

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Nowhere girl (avance del libro The Jammers)

 Nowhere girl what you had you need

Nowhere girl all functional and neat

Nowhere girl in self-imposed exile

Nowhere girl a martyr-like denial

B-movie. Nightmares in Wax

Esta historia no habla de mí en realidad, y por eso no sé si es adecuado que diga mi nombre. Solo lo narro en primera persona porque así fue como he vivido todos estos acontecimientos, y contarlos desde fuera, de manera externa, sería una extraña manera de resultar leal y fiel a los sucesos.

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El fracaso del mundo

A Ángel González, autor del poema. Ésas fueron sus palabras.

A pesar de los muchos siglos que habían transcurrido y de que sus bancos de memoria ya no eran tan fiables como en el pasado, el androide comprobó que la plataforma de circulación que rodeaba la reserva de humanos permanecía tal y como la recordaba, extensa y brillante en el horizonte. Se acopló a la carretera principal y las aristas puntiagudas de su forma cibernética se encajaron en el entramado general de máquinas. El viaje hasta el punto de destino duraría varias horas, pero el Androide no se aburrió en ningún momento, pues desconocía el significado de tal término al igual que el de la palabra entretenimiento.

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Cibergénesis

Se cuenta que el mundo fue creado en siete días. A la Tecnotorre, sin embargo, le bastó uno para arrasarlo.

Todo comenzó, tal y como estaba programado, nada más introducirse la primera de las siete claves, que activó una serie de conductos ya olvidados que esparcieron esporas en todo lugar conocido. Como resultado, se propagaron enfermedades ya olvidadas y erradicadas que diezmaron a gran cantidad de criaturas.

La segunda clave puso en funcionamiento maquinaria bélica escondida y oculta que inutilizó a todos los ejércitos existentes, convirtiendo el planeta en los restos de un gran campo de batalla.

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Los caídos

En ocasiones se preguntaba cómo pudo suceder algo así. Ocurrió muy deprisa, y no tuvo nada que ver con cómo lo había imaginado. Siempre supo que tendría que llegar ese momento, pero lo veía exteriorizado, como si él no estuviera allí. Llegó a pensar que ni siquiera se enteraría de ello. Nada más lejos de la realidad.

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Como de costumbre, recuperé la consciencia sin tener ni idea de qué hora era. Tampoco es que me importara. Allá donde estaba todo parecía ser igual. Miré el reloj: casi era de noche. Me acerqué a una ventana y miré el cielo: un enorme globo terráqueo lo cubría casi por completo. Con gran parsimonia me acerqué al escritorio y cogí una de las carpetas que había sobre él donde ponía Mis Documentos. La abrí con la mano izquierda (derecha para los zurdos) y saqué un álbum de fotos que tenía de nombre Mis Imágenes. Estuve buscando un buen rato una foto que me gustara hasta que vi una de un cielo estrellado que me parecía apropiada. La cogí de nuevo con la mano izquierda y la puse sobre el escritorio, poniendo en el álbum la foto del globo terráqueo. Cerré el álbum, lo metí dentro de la carpeta, esperé un rato y miré al cielo de nuevo. No era un cielo estrellado de verdad y lo sabía, pero estaba mejor. Mucho mejor.

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