-No recuerdo cuándo fue la última vez que soñé -le explica el paciente a la doctora, con voz cansada. Sostiene en sus manos la libreta en donde escribe todos los pormenores de la conversación.
Sobre los márgenes de una de las hojas empieza a dibujar un par de peces entre las palabras recién escritas. El trazo es lento y a veces accidentado por el pulso nervioso de su mano, pero por fin, tras unos segundos, la tinta adquiere la forma deseada de las criaturas marinas.
Todo sea para no olvidar.
Después de hacer el dibujo sus ojos enrojecidos contemplan enfrente suyo a la doctora, quien desde su escritorio revisa con atención los resultados médicos. La expresión de ella es notablemente seria y su vista se dirige a veces hacia él y otras veces hacia el fajo de hojas.
-Aunque duermo siento que no descanso nada -agrega él, revisando entre sus notas los síntomas que en días pasados experimentó y anotó cuidadosamente:
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