Al rodar de los limones por el suelo,
prendió la mecha del desconsuelo
la dinamita que no cesa de sonar.
Al arrebatar a los jóvenes miles de sueños,
encendió una cólera incapaz de amainar.
Al rodar de los limones por el suelo,
prendió la mecha del desconsuelo
la dinamita que no cesa de sonar.
Al arrebatar a los jóvenes miles de sueños,
encendió una cólera incapaz de amainar.
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