[Accésit del VII Concurso de literatura de la UC "La Biblioteca de Babel"]
Los indios Nepotche, de la insondable selva boliviana, pensaban que Xuhalta, Diosa de la muerte, siempre iba cubierta por un fino velo blanco. Creían que la extraña palidez que cubría el cuerpo en su agónico final, entre decrépitos estertores, era producida por la prenda de la Diosa que envolvía al moribundo para arrancarle su alma. Por eso, cuando los supersticiosos ancianos del poblado pasaban cerca de la pálida niña que encontraron cerca del río ancho, evitaban cruzar la mirada con ella porque sabían que era compañera de la muerte, y ni el más viejo del lugar estaba dispuesto a tentarla antes de tiempo.
Niebla en la piel