![]() | Espéculo Carmen Martín Gaite |
La ventana cerrada
Homenaje a Carmen Martín Gaite
Dolores Soler-Espiauba
Bruselas
![]() | Leo en la Revista "Trébede", de la Universidad de Zaragoza, la frase siguiente dedicada a María Moliner: "Ella nos ha invitado a asomarnos por esas ventanas maravillosas que son los libros". Me gusta. Pero con todo el respeto que se merecen Doña María y el autor, yo cambiaría en ella libros por palabras y dejaría la citada frase intacta para Carmen Martin Gaite. Al César lo que es del César: a la lexicógrafa su trabajo de hormiguita genial e infatigable; a la novelista-ensayista-articulista-cuentista las páginas inolvidables que nos abrieron ventanas a su visión del mundo y a sus personajes y que nos han dejado, como alguien decía al conocer su desaparición, "El mono de todos los libros que hubiera podido escribir." |
En reiteradas ocasiones fue invitada Carmen Martín Gaite a presentar su candidatura a un puesto en la Academia de la Lengua. Siempre la rechazó: "La Academia para los lingüistas, yo sólo soy una escritora". A mí siempre me dolió esta ausencia, que en un principio achaqué a la proverbial misoginia de la "Casa", porque siempre pensé que si alguna mujer en España merecía un sillón en aquel recinto, era ella. Y me escocía aquel sillón vacío. Pero a ella este asunto parecía importarle mucho menos, como tantas otras cosas. La palabra ventana va a ser pues una de las claves de estas páginas que hoy deseo dedicar a la gran maestra, a la gran amiga con la que nunca intercambié una palabra. A través de la ventana, CMG nos asoma a la realidad, la realidad de su juventud, de su edad madura, del país en que le tocó vivir y de las diversas etapas que este atravesó. A veces esta ventana puede convertirse en un espejo e, invirtiendo su función, nos conducirá, como a la heroína de Lewis Carrol, al mundo interior de las heroinas, nos llevará al mundo de sus sueños, al de los sueños de tantas mujeres, y también al de sus frustraciones e incluso al de su desesperación. El hecho de que la novela que le valió el Premio Nadal lleve por título Entre visillos y su colección de ensayos publicada en 1987, Desde la ventana, no es pura casualidad. Una de las reproducciones que ilustran este libro es el conocido cuadro de Dalí donde aparece Gala de espaldas acodada a una ventana abierta, mirando al mar y leemos en páginas contiguas: "Los caminos o paisajes entrevistos desde la ventana por una mujer siempre llevan a una aventura soñada". Asomarse va a ser de esta manera un verbo clave también. La luz de la luna convertirá a estas mujeres ventaneras en mujeres luneras. O sea, mujeres asomadas al mundo de los sueños. La protagonista de "Un alto en el camino" (Cuentos completos, Alianza) sueña desde su soledad con la vida existente detrás de las ventanas que ve desde el tren. Muy a menudo, como ella, los personajes de Martín Gaite sueñan con el calor y la intimidad evocados por las ventanas vislumbradas en la noche. Pero también la libertad puede entrar a través de una ventana abierta: "Tenemos la ventana abierta, que entre el frío, es una sensación incomparable de libertad" (El cuarto de atrás", Ed. Destino, pg. 100) En mi relación personal con la escritora, mi relación de lectora, la ventana es también para mí un símbolo del espacio que rodeaba a C.M.G. Vivía en mi barrio de Madrid. Si lo pongo entre comillas es porque no resido habitualmente en él, ni siquiera en Madrid, pero lo considero mi barrio y es en él donde aterrizo cuando llego a esa ciudad que fue la de mi infancia, mi adolescencia, los primeros amores, la universidad, los amigos y tantas cosas entrañables. La calle de Doctor Esquerdo, donde ella vivía desde siempre, quedaba a una manzana de la mía y muchas veces, cuando salía de casa sin prisas, me sorprendía a mí misma haciendo un desvío para situarme justo enfrente de su edificio, con los ojos fijos en el ático que conocía casi de memoria por sus descripciones en El cuarto de atrás. Sus ventanas permanecían obstinadamente cerradas y en la alta azotea nunca parecía asomarse ni curiosear nadie. "Estará en el Palace", me decía yo para consolarme y el helor del invierno mesetario o la solana en el asfalto del verano acababan por desanimarme, relegando mi búsqueda al viaje siguiente. Nunca la vi. Las ventanas de Doctor Esquerdo la protegieron hasta el final de la mirada curiosa de su ávida lectora. Las otras ventanas sin embargo, las de sus libros, estuvieron siempre abiertas de par en par y a través de ellas he podido alimentarme desde que la descubrí siendo estudiante, y lo que he podido contemplar y absorber a través de sus paisajes forma parte intrínseca de lo que hoy pienso, de lo que hoy siento, de lo que hoy soy. Es difícil separar la dimensión lectora de la dimensión escritora, porque es indiscutible que un escritor es alguien que ha leído enormemente antes de ponerse a escribir. Intentaré deslindar, así y todo, la visión de la lectora, de la visión de la escritora, basándome en el poso que haya podido dejar CMG en mí, por el hecho de haber escrito sobre hechos que también han sido para mí decisivos y marcantes; de haber seguido la evolución de mi generación como una entomóloga; de haber descrito lugares y seres que hubieran podido ser mi ciudad y mi familia; de haber denunciado las mismas injusticias que me marcaron y de haberse reído de las mismas situaciones que me parecieron ridículas. En sus Usos amorosos de la posguerra española podemos reconstituir los años 40, 50 y 60 con sus ritos, sus tabúes y sus frustraciones, el enclaustramiento de sus mujeres, la injusticia social y la grisura reinante. Cuando abordamos un libro, buscamos frecuentemente el "efecto-espejo". El lector, mejor dicho en este caso la lectora, al leer a CMG se siente identificada con la manera de vestir, de expresarse, de declarar el amor, de silenciar el amor y sobre todo, de soñar; todo ello a través de un auténtico culto de los objetos y de los espacios: cuartos traseros, muebles, tejidos, rumores, papeles, gestos, espejos y ventanas.
Desde mi visión de escritora, debo confesar que siempre me fascinaron:
Se nos fue con la discreción y elegancia que le eran habituales. Sin tambores ni alharacas, como la gran señora que sabe permanecer en su lugar hasta el final, con su boina ladeada y su cuello de encaje, como alguien que no le hace concesiones a la enfermedad ni a la muerte. Nos dejó sus escritos, su mundo, sus objetos, sus mujeres, su ventana... esa ventana a través de la que tanto he aprendido y en cuyo alféizar tantas veces me acodé, maravillada. La última vez que estuve en Madrid, en mi barrio, en nuestro barrio, evité, haciendo irracionales desvíos, su fachada, su azotea, su ventana. Esa vez sí que sabía que ella ya no estaba. |
Bibliografía citada
Martin Gaite, C. 1981. El cuarto de atrás. Destino, Barcelona.
—————— 1987. Usos amorosos de la posguerra. Anagrama, Barcelona.
—————— 1987. Desde la ventana. Espasa Calpe, Madrid, col. Austral.
—————— 1992. Entre visillos. Destino. Barcelona.
—————— 1992. Caperucita en Manhattan. Siruela. Madrid.
—————— 1992. Nubosidad variable. Anagrama. Barcelona.
—————— 1998. Irse de casa. Anagrama. Barcelona
Trébede", núm. 36, dedicado a María Moliner, marzo 2000. Universidad de Zaragoza. Pg. 19.
Moret, Xavier. (23.5.1998) Entrevista a CMG. "El País", Babelia
Kronick, John . 1997. (En Martinell E., Al encuentro de CMG) Gráficas Alsina, Barcelona
Martinell, Emma. 1993. Carmen Martin Gaite, ICI, Semana del autor. Ed. de Emma Martinell
© Dolores Soler-Espiauba 2000
26/10/2000
El URL de este documento es http://www.ucm.es/info/especulo/cmgaite/dsoleres.html
Espéculo. Revista de estudios literarios (Universidad Complutense de Madrid) 2000