12 de septiembre - 13 de octubre de 2005
Óscar Hernández, estudiante de doctorado en la Facultad de Bellas Artes, con estudios previos de medicina, presenta un conjunto de 20 libros de artista de cuidada factura que plantean ironías y dilemas morales al espectador:
-un libro excesivamente delgado, casi como un cigarrillo, apenas nos deja leer su título, Anorexia;
-El Capital de Marx ha sido impreso por el autor con tipos cirílicos y tinta roja; el Manifiesto Fascista, en italiano y con tinta azul; entre ellos ha situado una obra de Kant con tintas irisadas.
-la Constitución Europea es papel mojado: en la exposición de Óscar Hernández se presenta en una jarra de cristal.
-La resolución de Naciones Unidas sobre Irak está ilustrada con dibujos infantiles y en papel coloreado, como si se tratara de un cuento de hadas.
El autor también ha intervenido en libros que no han sido construidos por él: un tomo del clásico diccionario enciclopédico Espasa muestra las casi 100 páginas dedicadas a la definición de guerra, contra la página escasa que otro volumen dedica a la paz. En otra pieza nos presenta sus voluminosos manuales de anatomía convertidos en libros de artista con su intervención de subrayado al estudiarlos.
Pero la mirada sutil de Óscar Hernández no sólo se centra en lo político-moral o en lo biográfico, sino que también se concentra en lo poético: de una caracola marina brota no el clásico eco marino, sino un pliego de papel que nos habla de la tragicomedia humana; un libro de poemas íntimos del autor tiene doble lomo, de manera que es imposible acceder a sus secretos; en un tomo del Quijote se ha producido un fallo informático y las inmortales palabras de Cervantes se desvanecen ante nuestros ojos.
Óscar Hernández reflexiona sobre la literatura y sus paradojas: ensambla de forma perfecta una Biblia, abierta por el escabroso pasaje de Lot y sus hijas, con el Kamasutra, tiende un puente imposible entre eros y religión, entre distintas eróticas y religiones; derrite ante nuestros ojos un poema, o trepida una página de diccionario para indicar lo borroso de nuestras definiciones.
Aún encontrará el espectador más manjares de papel sorprendentes en esta cuidada exposición, con una estética emparentada con Brosa o Chema Madoz en su acabado y tono poético, una primera muestra de un autor joven pero que ya ha desarrollado un lenguaje personal e incisivo.
Prof. Luis Mayo
