Virginia Pozo Fernández. Alfredo Copeiro del Villar. Pablo Sánchez Fernández.
descrito
Del 5 de noviembre al 3 de diciembre del 2007
Sala de Exposiciones de la Biblioteca de la Facultad de Bellas Artes
Universidad Complutense de Madrid
El libro, la palabra y la imagen son el motivo de esta exposición, constituida por parejas de imágenes. Una de las imágenes simula el trazo de una posible escritura y la otra, la idea visual que generarían las palabras de la primera. Así, los dípticos quieren parecer las páginas de un libro abierto, tanto por lo que son, como por su presentación formal. Sin embargo, no conforman sino una ilusión. Es decir, cada una es una imagen por sí sola, por parejas componen dos páginas con sentido y todas juntas construyen un libro imaginado.
Se exponen tres libros, uno de cada colaborador, basados en la misma idea. Además, se han incluido libros reales en las vitrinas, para devolver a los muebles uno de sus posibles usos: almacenar libros. Se pretende que el conjunto sugiera un intercambio de sensaciones entre el libro escrito y las imágenes expuestas.
La idea de esta exposición es que el conocimiento por la lectura y la escritura pertenece únicamente al ser humano. Se trata de una reflexión, a través de la imagen, sobre el libro, el cual hoy es inseparable de la naturaleza humana, y también sobre la propia imagen que se expone.
A lo largo de la historia, al tiempo que el pensamiento racional, surgen la lectura y la escritura como actividades estrictamente humanas. Pero también la elaboración de imágenes se lleva a cabo con un sentido concreto y, por ello, deben leerse visualmente, para ser interpretadas y analizadas.
Esta exposición se propone echar un vistazo al libro, a la lectura y a la escritura, a la imagen, a la pintura, a la fotografía y al dibujo. Todas estas son cuestiones que solo atañen al ser humano. Los tiempos y los espacios cambian cuando uno se sumerge en la lectura de un buen libro o descubre las líneas de una nueva figura. Entonces, el tiempo se olvida y el espacio, aunque sí pueda condicionar más al sujeto, se diluye, pues la atención se centra en esas mismas acciones. Puede que lo que se escriba, se lea, se dibuje, se fotografíe o se pinte sea completamente racional, pero el placer de tales actividades es emocional. Y quizá eso haya invitado a la humanidad a leerse, a mirarse, a detenerse, a intentar, en fin, conocerse.
Virginia Pozo, Pablo Sánchez y Alfredo Copeiro del Villar
Noviembre de 2007
