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Maestros encuadernadores. Taller-Escuela de Beatriz Moreno

Maestros encuadernadores
Taller-Escuela de Beatriz Moreno

Del 14 de diciembre de 2011 al 16 de enero de2012

Sala de Exposiciones de la Biblioteca
de la Facultad de Bellas Artes

Un libro es un palacio, y su encuadernación la fachada, el lomo su defensa: tenemos tan asumida esta  metáfora arquitectónica que resulta difícil pensar en los volúmenes de una biblioteca sin imaginarse una ciudad fortificada. En la exposición que ahora podemos contemplar en la Sala de la Biblioteca de la Facultad de Bellas Artes nos aguardan dos sorpresas, interesantes reflexiones sobre el libro y la vocación de la encuadernación.

En primer lugar descubrimos el método docente de Beatriz Moreno como maestra encuadernadora, capaz de generar la pasión por el oficio.

Y segundo, la muestra propone una metáfora novedosa sobre la encuadernación: el libro no es un edificio, es un tejido, una obra textil, en la que el papel se vuelve seda, la portada traje y el conocimiento que guarda entre sus pliegues se refleja por capilaridad en el hermoso vestido de sus guardas.

El método docente de Beatriz Moreno: cómo formar maestros encuadernadores.

De la particular docencia de Beatriz nos habla incluso la fachada de su taller de encuadernación: en la calle San Julián (muy transitada por quienes estudiamos en la Facultad de Bellas Artes de camino a la papelería La Riva) hay un escaparate en el que muchas veces nos hemos detenido: el cristal nos permite ver una sala con mesas de madera maciza, retales de cuero, tórculos y prensas, hierros y herramientas que nos atraen desde su misteriosa utilidad. Varias personas, con bata blanca, manejan papeles, cartones, pieles y telas con una coreografía en sus dedos que nos hace envidiar su actividad. Estas personas son estudiantes del taller que pausadamente convierten el oficio de la encuadernación en  vocación artística.

Hay algo de sala gremial en este espacio y  al tiempo también percibimos un aula modelo de la enseñanza competencial que propone el Espacio Europeo de Educación Superior: el amor por el oficio y el respeto a las tradiciones artesanas tiene el aroma del gremio; el aprendizaje de habilidades técnicas aplicables a la profesionalización y la transferencia social de las actividades adquiridas resultan afines al ideal de la nueva educación europea.

El título de la exposición que propone su coordinadora, Beatriz Moreno, nos habla de su manera de entender la docencia del oficio de la encuadernación y también de la relación amistosa, generadora de grupo.

Otra clave de este interesante método docente consiste en combinar la elección individual de los artistas estudiantes del taller (que escogen los volúmenes que desean encuadernar, y marcan su propio ritmo de trabajo) con la realización de trabajos colectivos que se presentan de modo coral a concursos internacionales de encuadernación. Entonces, Beatriz Moreno propone unas líneas formales y materiales (una técnica de encuadernación, un menú de materiales y unos motivos gráficos o un estilo de edición que cada artista llevará a su terreno). Este planteamiento de trabajo en grupo potenciando la creatividad individual ha proporcionado al taller prestigiosos premios internacionales; solo por citar los más recientes: el año pasado y el anterior ganaron el premio internacional de encuadernación convocado en San Juan de Luz (Francia).

Encuadernaciones que sustituyen la metáfora arquitectónica por el tropo textil

Concebir un libro como un edificio obliga a introducir unos elementos (tejuelos, marcas doradas de hierros) y una simetría (apariencia frontal del libro, similitud especular entre la portada y la contraportada) que establecen unas pautas reconocibles en la encuadernación tradicional.

Al modificar esta metáfora en el concepto de libro, la encuadernación se transforma en un doble sentido:

Formalmente, el aspecto exterior del libro resulta más fluido ya que el lomo no es el largo enladrillado de un fortín, sino un paño breve de tejido, o la cintura de una presencia que se envuelve en cuero. Los motivos gráficos de la portada no se separan de los de la contra por el lomo, sino que con él forman una misma melodía, un mismo paisaje. Los nervios tradicionales y los gofrados en dibujos frontales son los relieves de la encuadernación clásica; ahora aparecen otras elevaciones y calados, menos simétricos, más vaporosos.   

Estas modificaciones en la forma responden a un cambio conceptual: en la metáfora arquitectónica, como en los palacios musulmanes, la muralla exterior guarda con fortaleza el tesoro interior, y solo nos ofrece la bandera, el  nombre, la fama de los habitantes de la tan celosamente protegida belleza interior. En la nueva visión que se practica en el taller de Beatriz Moreno la encuadernación es un vestido que realza la anatomía del volumen vestido. Mantiene sus hechuras, respeta la buena realización de antaño (el libro encuadernado ha de mantenerse de pie, ahora no como robusto fortín sino como grácil persona bellamente vestida) e introduce una idea fresca sobre lo que es el exterior de un libro. Porque parece que por capilaridad, por transparencia, la belleza interior de la obra, el conocimiento contenido en cada página aflorara al exterior, como si la encuadernación fuera un vestido que realza el contenido de la obra, la musculatura de cada verso.

Las obras de los maestros encuadernadores

En la exposición disfrutamos de la interpretación coral que los maestros encuadernadores han realizado sobre las fábulas de Jean de la Fontaine: Beatriz Moreno, Beatriz Mayo y Blanca Elio crean un collage de cueros en una gama que evoca la estética de los años 50 (recuerdan el célebre catálogo del MOMA The family of man de Edward Steichen) con la inclusión de siluetas animales en todos los casos. El juego entre el collage y la figurita nos predisponen a una lectura de las fábulas de un modo nuevo, menos aleccionador y más ¿antropológico?

En la interpretación colectiva de Las bodas de Figaro de Beaumarchais Pilar Herrero de Tejada, Beatriz Moreno, Beatriz Mayo y Patricia Sela crean un repertorio de elementos gráficos a partir de una ilustración contenida en el libro y desarrollan esa melodía gráfica en un conjunto de azules y grises. El cuero calado oscila entre el orden de un esgrafiado y un dibujo matissiano (en las bellas hojas interiores de Beatriz Mayo se establece un juego muy acertado entre el cuero de la portada, el papel dibujado a mano del interior y el papel de aguas del estuche). 

Carlos Aboin en su Antón de Sancha crea una encuadernación de sorprendente belleza a partir de la S dorada, una reinterpretación original del uso de las iniciales en la portada sobre un fondo de maderas flexibles que se prolongan en el estuche del volumen.  

Carmen Álvarez  en su Como la lluvia convierte la encuadernación en una nevada recién caída e innova con acierto en la disposición de la tipografía.

Maria Garay juega con el collage de distintos tipos de cuero más allá de los experimentos cromáticos de Stael.

En la interpretación colectiva de Paraíso inanimado hay una coincidencia en el uso de gamas rosas y pálidas que construyen paisajes evocados de la infancia: Lola González crea una sugerente silueta, J. Fernández Bustamante un paisaje de una sutileza cercana a las marismas de Carmen Laffon y Marta Malumbres acierta con referencias gráficas de un tono étnico. Mercedes García Morales incluye con acierto cuentas en relieve en una encuadernación rítmica y original. Teresa Pemán  logra un efecto táctil y cálido en su hermosa versión del libro de Ana María Matute.

J. Fernández Bustamante encuaderna a Whitman de modo que las hojas de hierba se nos aparecen con la luminosidad de un paisaje impresionista.

Paloma González del Valle, en sus Papeles de Toros crea un campo primaveral tachonado de hierros ganaderos con un estilo gráfico que nos hace pensar en los paisajes de Mompó.

Carmen Alvárez  convierte la transparencia del verso de Pacheco en una gama de blancura.

Elena Trueba  en su Paraíso inanimado  nos ofrece una ventana de verdes en el cuero azul,  la asimetría del motivo transforma la encuadernación en cuero en una ilustración evocadora.   

Rosaura Garrido crea en su  Don Juan Tenorio un juego de presencias sobre un fondo pálido y carnal de referencias dalinianas.

Rebeca de Juan  en su Mandukyakarica recrea las costuras y las labores de la encuadernación: cicatrices en el cuero se corresponden con el crecimiento interior que propone el texto.

Rosaura Garrido  crea un hermoso volumen con referencias a la encuadernación del art deco, parece un objeto de los cubistas checos. El  blanco y negro de portada y contraportada establecen un juego fluido con el original papel de aguas escogido para el interior. 

Blanca Elio con los dos volúmenes de Los señores de Galicia e Isabel Cáceres con El mago representan la primorosa encuadernación clásica, punto de referencia y de partida de las nuevas encuadernaciones.

Luis Mayo

 

Maestros encuadernadores:

Beatriz Moreno

Beatriz Mayo

Blanca Elio

Carmen Alvárez

Elena Trueba

Isabel Cáceres

J. Fernández Bustamante

María Garay

Marta Malumbres

Mercedes García morales

Paloma González del Valle

Patricia Sela

Pilar Herrero de Tejada

Rebeca de Juan

Rosaura Garrido

Teresa Pemán

 

 


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