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La edición del Quijote de Tonson (Londres, 1738)

José Manuel Lucía Mejías 21 de Noviembre de 2012 a las 14:57 h

La edición del Quijote publicada en Londres en 1738 tiene una larga historia, cuya génesis ha de situarse en los años veinte, años anteriores al triunfo de Coypel y de su propuesta cortesana en la iconografía quijotesca. La edición no nace tanto de un proyecto editorial de un avispado librero o impresor -como así sucediera en 1605 con la figura del casi siempre olvidado Francisco de Robles- sino de la iniciativa de Lord Carteret, hombre de estado del partido conservador (whig) y muy cercano a la realeza inglesa de los Hannover. [Seguir leyendo]

 

Lord Carteret deseaba una edición del Quijote que estuviera en consonancia con sus ideas estéticas (y políticas), más cercanas al neoclasicismo. En los años veinte del siglo XVIII se pone en marcha el proyecto, con la elección de la casa editorial que debía hacerse cargo de la impresión, que no podía ser otra que la fundada en 1697 por J. y R. Tonson, que se había especializado en la edición de obras lujosas de algunos de los más grandes autores ingleses: Milton, Dryden o Shakespeare, todas ellas adornadas con excelentes estampas. Para llevar a cabo este propósito, Lord Carteret se valdrá de la ayuda de John Oldfield, quien no sólo establecerá el programa iconográfico sino que escribirá unas "Advertencias", un verdadero ideario estético, que impregna todo el libro y que se editará al inicio del mismo.

 

En la elección de los maestros dibujantes y grabadores se tendrán en cuenta a los artistas más importantes del momento, algunos de ellos vinculados a las academias que se crean por estos años en Londres, como son los pintores John Vanderbank, William Hogarth y William Kent, y los grabadores Vertue, Gerard Vandergucht y Claude du Bosc. En pocas ediciones del Quijote se ofrece una riqueza iconográfica comparable a la que se imprimió en 1738, que cuenta con 67 estampas a toda página y un frontispicio firmados por John Vanderbank, y con un retrato de Cervantes, realizado por William Kent. Sólo una estampa aparecerá sin firma, ni del dibujante ni la del grabador: la que lleva el número 3, que representa el momento en que don Quijote, en su primera salida, llega a la venta. El dibujo original es de John Vanderbank, pero el grabado se ha atribuido a William Hogarth, que parece que estuvo vinculado al proyecto en un primer momento como grabador, pero que no llegó a dejar más huella en la edición de 1738 que esta estampa. Una huella que modifica en gran parte el dibujo original, no sólo en la expresión de los personajes, sino también en su indumentaria: Vanderbank se basará en la armadura completa de un cuadro de Van Dyck (Carlos I a caballo) para imaginar la armadura de don Quijote, armadura integral que lucirá durante toda la obra. En cambio, Hogarth se decanta por presentar al personaje tan sólo con un peto, que es muy similar a los que llevaban los soldados que servían al ejército de Cromwell, por lo que el artista estaría criticando -en un guiño tan propio de su arte- la locura "religiosa" de estos soldados, que se equiparan con la locura "literaria" del caballero manchego.

 

El proyecto ya estaba en marcha en 1723. En este año, John Vanderbank data el primero de sus dibujos: Alonso Quijano leyendo libros de caballerías, que será grabado por Vertue e incorporado al inicio de la edición. El 22 de diciembre de 1729 termina Vanderbank el último de sus dibujos, que se encuentran en su mayoría en la Pierpont Morgan Library de Nueva York. Pero en 1724 Lord Carteret había sido nombrado gobernador de Irlanda (Lord Lieutenant of Ireland), lo que explica el primer retraso en la edición; cuando en 1730 vuelve a Londres y se retoma el proyecto, se había consumado un cambio en la recepción del Quijote: el triunfo de la propuesta iconográfica francesa, de la mano de los cartones de Coypel, y de la difusión de los juegos de estampas sueltas, que había grabado Vandergucht y puesto a la venta en Londres en 1725, así como alguna edición inglesa del libro con las mismas estampas reducidas. Ahora no era suficiente con ofrecer un cuidada edición del texto y un amplio -y novedoso- juego de estampas; la edición tenía que estar acompañada de otros elementos que le permitieran ser única, que permitieran incidir en la nueva propuesta de lectura, de corte neoclásico, que se quiere difundir: la de la sátira didáctica. A principios de 1730, el pintor Kent recibió el encargo de Carteret de realizar un grabado con un retrato de Cervantes, y, por medio de Benjamín Keen, consiguió Lord Carteret que el valenciano Gregorio Mayans i Siscar escribiera una biografía de Cervantes, que supone el primer estudio sistemático sobre los datos de Cervantes y un análisis de su obra, ampliando -y mejorando sin duda- los datos aportados por el traductor Motteux al inicio de su texto inglés de 1700, convirtiéndose, a partir de este momento, en el pórtico habitual de tantas ediciones y traducciones del Quijote, tanto dentro como fuera de Inglaterra.

 

Las 1.200 libras esterlinas con que Lord Carteret subvencionó la impresión de los Tonson no pudo dar mejores resultados: una excelente edición en cuatro tomos en cuarto mayor, con amplios márgenes y excelente impresión, y acompañada de 69 estampas, que marcan un hito tanto en la iconografía cervantina como en su recepción culta, abriéndose paso tanto en la estética neoclásica aristocrática como en las nuevas capas de lectores de la clase media, que constituye uno de los grandes hitos culturales del momento.

 

El ejemplar de la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid, con signatura BH FLL 28927-28930, está encuadernado en pasta jaspeada en verde y rojo, con filete decoración de rueda dorada en las tapas, lomo, cantos y contacantos, y con los cortes pintados al agua. Procede del Colegio Mayor de San Ildefonso de la antigua Universidad de Alcalá de Henares, según consta en el ex libris manuscrito e impreso.

 

Bibliografía

  • José Manuel Lucía Megías, Primeros ilustradores del Quijote, Madrid, Ollero & Ramos, 2005.
  • Don Quijote en el campus: tesoros complutenses, Madrid, UCM, 2005, nº 87, págs. 291-292

 

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