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Mujeres en la Biblioteca Histórica: Francisca Sánchez, compañera de Rubén Darío y custodia y donante del archivo personal del poeta

Aurora Díez Baños 8 de Marzo de 2013 a las 13:17 h

Francisca Sánchez, con su hijo Rubén Darío "Güicho", vestido de Primera Comunión

Francisca Sánchez del Pozo (1874-1963) fue la compañera del poeta Rubén Darío, desde 1899 a 1914. Con él tuvo cuatro hijos y durante más de quince años una vida en común en varias ciudades europeas, no siempre fácil, con alegrías y desdichas, con riqueza y no pocas estrecheces económicas, como podría ser la vida de cualquier otra pareja anónima. Tras la muerte de Darío en 1916 y durante décadas, custodió el archivo personal del poeta, formado por 5.000 documentos, donándolo en  1956 a la Universidad Complutense y depositado en la Biblioteca Histórica desde 2008. Sirva esta breve reseña biográfica para rememorar la figura de esta mujer, valiente, a la sombra y luz de Rubén Darío, custodia y donante de su archivo personal. [Seguir leyendo]

 

Fue en Madrid, en los jardines del Campo del Moro, donde Francisca Sánchez conoció a Rubén Darío en 1899, quien por aquel entonces se encontraba en España trabajando como corresponsal del diario La Nación. Ella era una joven que se había trasladado desde Navalsauz, un pueblecito de la Sierra de Gredos, en Ávila, junto a su familia a vivir Madrid, al obtener su padre un empleo de jardinero en los jardines del Palacio Real y allí, con sus hermanos, pasaba parte de sus días. Una tarde coincidió con una pareja de "extraños" paseantes con quien cruzó unas palabras y a quienes la joven ofreció una rosa. Se trataba de Rubén Darío en compañía de Valle-Inclán. A partir de ese día las visitas a los jardines se repitieron hasta que decidieron emprender una vida en común con el beneplácito de la familia de Francisca, a pesar de que no pudo casarse con Darío, pues a éste jamás se le concedió el divorcio de la que fuera su segunda esposa, la nicaragüense Rosario Murillo.

 

A lo largo de los más de quince años que convivieron, fijaron su hogar en diferentes ciudades, Madrid, París, Barcelona... Darío y ella también pasaron largas temporadas separados, debido a que su trabajo como corresponsal para diferentes medios le obliga a residir y viajar a menudo por Europa.

 

Ella se relacionaba con el círculo de amigos del poeta, Manuel Machado, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez... que visitaban frecuentemente su casa  y, en el tiempo que vivieron en París, trabó amistad con el poeta mejicano Amado Nervo quien le tenía gran afecto y le enseñó los rudimentos de la lectura y la escritura. En el "cuaderno de hule negro", registrado con el nº 540 en el Archivo Personal de Rubén Darío, se puede ver la letra irregular de Francisca, practicando caligrafía, copiando un capítulo de la novela inédita de Darío titulada Oro de Mallorca.

 

Francisca y Darío vivieron, como cualquier otra familia, una vida con alegrías y desdichas, no siempre fácil, con los quehaceres cotidianos, donde hubo momentos de riqueza y no pocos de estrecheces económicas, debido principalmente a la vida bohemia del escritor, la adición al alcohol y a su fragilidad emocional. La vida cotidiana se documenta con las numerosas facturas que se encuentran en el Archivo, recibos del carbonero, de la tienda de ultramarinos, del panadero, de la lavandería, recibos de alquiler de las viviendas, pero también otras referidas a lujos como facturas de sastres, de coches de caballos, de arreglos de la pianola... Tuvieron cuatro hijos en común, dos de los cuales murieron al poco de nacer, "Phocás el campesino" y Carmencita. El tercero, Rubén Darío "Güicho",  sobrevivió, pero falleció a edad temprana en Méjico.

 

Francisca pasaba largas temporadas sola, con la única compañía de su hijo y del servicio, y en ocasiones de su hermana María, a la que se sentía muy unida y que fue acogida como un miembro más de la familia Darío (fotografía con María, de pie). Durante esos meses la correspondencia entre la pareja se intensificaba, por el deseo de saber el uno del otro de sus quehaceres cotidianos, con numerosas cartas, postales, telegramas, todo recogido en el archivo personal Rubén Darío. De forma cariñosa, él solía firmar como Tatay o Rubén, y a ella se dirigía con los apelativos de Tataya, hijita, y otros. Sirva como ejemplo esta tarjeta postal del Central Hôtel de Berlín con la dirección "Madame Rubén Darío.30, Rue Feydeau. París, fechada en 11 de mayo de 1905 y las claves telegráficas que utilizaban para comunicarse entre ellos, anotadas en  la página 40 del citado cuaderno de hule.

 

Durante más quince años trató de dar a Darío el equilibrio que éste necesitaba en su vida diaria, fue su compañera en el amor, la madre de sus hijos, la cuidadora en las enfermedades, pero en 1914 quedó sola cuando, al estallar la I Guerra Mundial, un Rubén enfermo, se embarca a América para pedir la paz, en un viaje del que nunca regresó, muriendo en Nicaragua en 1916 lejos de su amada Francisca. Ella se enteró de su fallecimiento al escuchar rumores en la calle que hablaban de la muerte de un "príncipe" desconocido, cuando poco después varios periodistas le anunciaron que el príncipe que acababa de morir era Rubén.

 

Darío antes de fallecer redactó testamento a favor de Francisca y su hijo Güicho, pero ella fue muy consciente de lo precario de la situación económica en que había quedado y su pueblo natal, Navalsauz,  siempre fue su refugio. Posteriormente contrajo matrimonio con José Villacastín quien recopiló la obra de Rubén Darío, dispersa por el mundo, cumpliendo así el deseo de Francisca de honrar la figura del poeta.

 

El nicaragüense guardaba la numerosísima correspondencia que recibía y copia de la que enviaba, cartas, notas, solicitudes, invitaciones a congresos y conferencias, telegramas, tarjetas de visitas, invitaciones a homenajes... y durante el tiempo de convivencia llegó a reunir más de 5.000 documentos que a su muerte quedaron en poder de Francisca, custodiados durante décadas en un baúl en su hogar de Navalsauz hasta octubre de 1956 cuando decide ceder el archivo personal al Ministerio Español de Educación Nacional.

 

El archivo fue organizado y clasificado en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid (hoy Complutense), por el profesor Antonio Oliver Belmás, con la ayuda de su esposa Carmen Conde y de, entre otras colaboradoras, Rosario Villacastín, nieta de Francisca, a quien debemos la publicación del Catálogo Archivo Rubén Darío, obra indispensable para investigar en profundidad la vida y obra de Darío. En el año 2008 el archivo se trasladó a la Biblioteca Histórica, institución que alberga y da servicio público del Archivo, acontecimiento que fue celebrado con la organización ese mismo año de la exposición "Rubén Darío: las huellas del poeta" y la publicación de una obra homónima donde participaron destacados especialistas en la vida y figura de Darío.

 

Para quien tenga más interés en profundizar en las vivencias de Francisca, existe una emotiva grabación sonora de 1957, "Entrevista a Doña Francisca Sánchez", en la que Antonio Oliver Belmás - Profesor de Literatura Hispanoamericana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense y primer director del Seminario-Archivo "Rubén Darío"- , conversa con ella,  en una entrevista hecha y presentada por la profesora Everlyn Uhrhan, destacada especialista norteamericana en la obra de Rubén Darío.

 

Francisca Sánchez falleció el 6 de agosto de 1963, a la edad de 84 años. Sirva esta pequeña colaboración como reconocimiento de la sensibilidad de esta mujer, por el esfuerzo y empeño con que se  dedicó al legado documental de Darío y como agradecimiento a su decisión de donarlo a una institución pública para permitir de este modo su investigación, conservación y difusión en las mejores condiciones posibles.

 

 

"A FRANCISCA" (fragmento)

"Francisca, tu has venido
en la hora segura:
la mañana es obscura
y esta caliente el nido.
Tu tienes el sentido
De la palabra pura,
Y tu alma te asegura
El amante marido.
Un marido y amante
Que, terrible y constante,
Será contigo dos.
Y que fuera contigo,
Como amante y amigo,
Al infierno o a Dios.

Francisca, es la alborada,
Y la aurora es azul:
El amor es inmenso
Y eres pequeña tu.
Mas en tu pobre urna
Cabe la eterna luz,
Que es de tu alma y la mía
Un diamante común.
...

La fuente dice:"Yo te he visto soñar."
El árbol dice: "Yo te he visto pensar."
Y aquel ruiseñor de los mis años
Repite lo del cuervo: "¡Jamás!"
Francisca, se suave
Es tu dulce deber:
Se para mi un ave
Que fuera una mujer.
Francisca, se una flor
Y mi vida perfuma,
Hecha toda de amor
Y de dolor y espuma.
Francisca, se un ungüento
Como mi pensamiento:
Francisca, se un flor
Cual mi sutil amor;
Francisca, se mujer,
Como se debe ser...
Saber amar y sentir
Y admirar como rezar...
Y la ciencia del vivir
Y la virtud de esperar.
...
Seguramente Dios te ha conducido
Para regar el árbol de mi fe;
Hacia la fuente de noche y de olvido,
Francisca Sánchez, acompáñame!"

 

Rubén Darío

 

Bibliografía 

  • Conde, Carmen. Acompañando a Francisca Sánchez. Managua, Unión Cardoza, 1964
  • "Francisca Sánchez, a la sombra y luz de Rubén Darío". En, Blog La piedra alta (05-03-2012)
  • Fuente, Manuel de la. "Es la historia de un amor" . En, ABC Cultura (08-12-2009)
  • Rubén Darío: las huellas del poeta: exposición. Madrid : Ollero y Ramos : Universidad Complutense de
    Madrid, 2008
  • Villacastín, Rosa. Catálogo-archivo Rubén Darío. Madrid: Universidad Complutense, 1987
  • Villacastín, Rosa. "La hija del jardinero". En, ABC Opinión (08-12-2009)

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