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Visita a las bibliotecas de Ayacucho: Sarhua, Qasanqay y Abraham Valdelomar. Parte I: Sarhua.

Víctor Antón y Javier Gimeno 5 de Octubre de 2011 a las 11:00 h

El viernes 23 de septiembre a las 22 h. nos pusimos en camino desde Lima a la ciudad de Ayacucho, al sureste de la capital. En esta ocasión nos acompañó la profesora del Instituto Tecnológico Superior -TECSUP- de Lima, Ingrid Ccoyllo, ingeniera de sistemas, colaboradora del proyecto UCM en temas tecnológicos y de redes y miembro del MIP -Movimiento Indio Peruano-, y de UBiP -Una Biblioteca para mi Pueblo- contrapartes ambas del proyecto. Tras un largo viaje nocturno de 12 horas atravesando parte de la cordillera andina por alturas superiores a los 5000 m. (con "soroche" o mal de altura incluido), llegamos a las 10 a.m. del día siguiente a Ayacucho, no sin contemplar un cielo estrellado majestuoso que parecía desplomarse sobre nuestras cabezas, y con los primeros albores del día, un amanecer único en que las montañas se tornaban de un color dorado deslumbrante, los rebaños de llamas recorrían las lomas recién amanecidas y algunos campesinos rendían culto al despertar de la Pacha Mama o Madre Tierra. En Ayacucho fuimos recibidos con un suculento, energético y reponedor desayuno por un representante de la Asociación de exalumnos del colegio "La Victoria de Ayacucho", de la ciudad de Huancavelica, a quien hicimos entrega de dos cajas de libros para la biblioteca de ese colegio, incluida también en el proyecto.

Repuestos del largo y duro viaje, continuamos hacia la localidad indígena de Sarhua, a cinco horas de Ayacucho por pista de ripio (tierra). En Ayacucho se sumó Pablo, un joven estudiante sarhuino, que nos hizo de guía, sin el cual hubiera sido imposible llegar, debido a las múltiples bifurcaciones y cruces del camino sin señalización alguna.

Sarhua, situada a 3400 m. sobre el nivel del mar, es una pequeña aldea rodeada de montañas, cuyos habitantes (unos 1200) viven de la agricultura, de la ganadería caprina y ovina y de la artesanía, sobre todo, tablas de madera de maguey pintadas a mano que representan escenas campesinas cotidianas. Sarhua se caracteriza por ser una de las pocas comunidades peruanas que mantienen las costumbres y tradiciones ancestrales de la civilización inca, entre otras, la práctica del "ayni" y la "minka", cooperación y apoyo mutuo entre todos los miembros de la comunidad y personas ajenas siempre bienvenidas. Allí parece haberse detenido el tiempo hace más de quinientos años. Todos sus moradores son quechuahablantes y viven en condiciones de pobreza.

La ing. Ingrid Ccoyllo, también quechuahablante, hizo entrega a la comunidad sarhuina de un ordenador 3 indígenas con sus ponchosportátil, una impresora, materiales informáticos auxiliares y abono natural para cultivo. Impartió además un taller básico de informática para usuarios. Nosotros, por nuestra parte, donamos una caja de libros a cuenta del proyecto. La sorpresa y alegría de recibir los libros fue tal, que el presidente de la comunidad decidió incluir un punto en el orden del día de la asamblea comunitaria (que se reúne diariamente) para proponer la creación de la biblioteca comunal bilingüe quechua-castellano de Sarhua. Para ello, fuimos convocados a las 4 a.m. del siguiente día (hora de todas las reuniones, a cuyo término los miembros que conforman la asamblea se dirigen a sus labores campesinas).

En la asamblea -transcurrida casi toda en lengua quechua, cuya traducción simultánea nos facilitaba la ing. Ccoyllo- se discutió largamente sobre la ubicación y finalidad de la biblioteca, que se iniciaría con los libros donados por nosotros. Tras más de una hora de exposición de motivos y debate, el presidente de la comunidad decidió someter a votación las diferentes propuestas de ubicación de la biblioteca, resultando aquélla quince votos a favor de la escuela primaria frente a tres de la secundaria.

Seguidamente, el director de la escuela primaria nos convocó a una reunión en su centro para levantar acta de la creación de la biblioteca comunitaria bilingüe de Sarhua, la cual quedó formalmente constituida según el resultado de la votación previa en la asamblea y con la firma de todos los presentes. Para celebrarlo, unos músicos sarhuinos interpretaron melodías originales de la cultura inca y todos fuimos invitados a un almuerzo de confraternidad.

Si bien esta biblioteca no está contemplada en el proyecto de cooperación de la BUC, sí formará parte en el futuro de la red de bibliotecas de UBiP -Una Biblioteca para mi Pueblo-, asociación contraparte de aquél y ejecutora, como fortalecimiento para su sostenibilidad y continuidad.

Finalizada la ceremonia, regresamos a la ciudad de Ayacucho, donde pudimos descansar cómodamente en un hostal tras dos días intensos sin apenas dormir, para acudir al día siguiente a las 8 de la mañana a la localidad quechua de Qasanqay donde el proyecto apoya su biblioteca comunitaria también bilingüe quechua-castellano (ver siguiente post. Parte II)

 

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